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El Panorama Ante Nosotros: un modelo para armar*

Por Cristian Geisse Navarro
cgeissenavarro@gmail.com

*Este texto es el prólogo al libro de Alfonso Alcalde, El Panorama Ante Nosotros. Ediciones Altazor, Chile, 2007.

Para mí la poesía es la raíz primera
y última: una sonajera de piedras, el espejo
privado y colectivo donde nos miramos.
La célula de identidad en suma.

Tengo la impresión y es un hecho
consumado afirmar que resulta mucho
más fácil escribir una obra literaria
que explicarla.

Alfonso Alcalde

 

I

El Panorama Ante Nosotros es un ambicioso proyecto poético que Alfonso Alcalde forjó a lo largo de gran parte de su vida. El primero de sus tomos, publicado por la editorial Nascimento, aparece en 1969 y está constituido por diecisiete cantos que dan cuenta de las incursiones estilísticas que Alcalde había desarrollado durante un prolongado silencio editorial de casi veinte años, en el que se sumió después de la “ceremonia bárbara y a lo mejor un tanto justa” (“Impresiones” 371) en la cual quemó toda la tirada de su primer libro Balada para la ciudad muerta.

El libro aparecido en 1969, sería solo una primera parte, una especie de “sumario de la obra general” (“El Panorama...”) que tenía proyectada. Es más, junto a los tres hipotéticos tomos siguientes, sólo consistirían en un “prólogo” a un “poema épico interminable” (“Impresiones” 378) en el que Alcalde sumaría todas sus visiones y ambiciones poéticas. Sin embargo, tal vez porque el proyecto en su desmesura se le escapó de las manos, o quizás porque su continuidad se vio rota con su obligado destierro a partir de 1973, o incluso porque la infinitud era parte de su poética, ésta fue la única parte que vio la luz en forma de publicación.

II

Alfonso Alcalde describe de la siguiente manera el clima poético de la época en que empezó a desarrollar su obra literaria: 

...en Chile zumbaba una poesía gigante, cósmica, excepcional. Corrían los meses de 1946 y los siguientes. De Rokha, Neruda, la Gabriela y Huidobro estaban sentados en los tronos de la magnificencia.
Uno parecía encontrar, por fin, una pequeña veta personal, pero nada. Ahí estaban los cuatro, muy orondos indicando un letrero significativo que decía con todas sus letras “No hay vacantes”.
Y todavía después de esos cuatro grandotes, eternos, inconmovibles venía una segunda pata con Humberto Díaz Casanueva y Rosamel del Valle y Juvencio. Y todavía una tercera y posiblemente una cuarta. (“Impresiones” 373-374)

Ese apabullante florecimiento poético que se diera en Chile por aquella época, quizás fuera lo que llevó a Alcalde a asumir una actitud reservada y a alejarse del convulsionado circuito literario de la capital, para trasladarse a Concepción y allí incubar en silencio su obra.

Tal situación, sin embargo, no parece haberlo amedrentado en términos creativos; todo lo contrario. Según Alcalde, en nuestro país hubo “un pequeño Siglo de Oro, la poesía tenía otra normativa, presentaba un desafío, un ámbito distinto, que motivaba una posición más seria” (De la Fuente 42). Este autor se habría nutrido entonces de los avances líricos y literarios que los poetas chilenos habían realizado hasta el momento, no con un afán polémico y rupturista, sino –como lo veremos más adelante- convencido de que no se podía desperdiciar todo lo ya realizado por las generaciones precedentes y que la actitud más sana era la de rescatar sus logros y aprender de ellos, sin dejar de buscar un estilo propio y una escritura que revelara autenticidad y nuevos descubrimientos.

Por fecha de nacimiento, Alcalde pertenece a la llamada Generación del 50 ó 57, según el discutido aunque muy aceptado sistema descriptivo y clasificatorio que nos entrega el criterio generacional. De hecho, importantes investigadores de nuestra literatura lo han mencionado como parte de esa promoción literaria, dentro de cuyos más renombrados exponentes poéticos encontramos a Enrique Linh, Jorge Teiller, Miguel Arteche, Armando Uribe, David Rossenmann Taub y una serie de otros poetas que han desarrollado obras de innegable calidad. Críticos y estudiosos como Fernando Alegría y Andrés Morales, coinciden en describir a esta generación como una cuya principal característica es su enorme heterogeneidad y la falta de un programa estético único (Alegría 47, Morales 49). Ambos investigadores han clasificado a Alcalde dentro de alguna de las distintas líneas que han trazado para definir los principales y diversos derroteros estéticos seguidos por estos poetas.

En 1979 Alegría lo encasilla en un grupo de poetas que “expresan un compromiso, ya sea independiente o militante, al enfrentar la crisis del mundo contemporáneo”, compartiendo así afinidades con Raquel Jodoroski, Sergio Hernández y Anamaría Vergara (48).

Morales, en un artículo ya un poco más distante en el tiempo (2003), considera que, además de las vanguardias, esta generación incorpora voces de diferentes tradiciones literarias, ampliando los recursos y las posibilidades de una poesía que busca instalarse dentro de la modernidad universalizando lo nacional, o bien, retratando el desarraigo del hombre de la época y los rasgos comunes que lo unen al resto de los habitantes del mundo (50-51). Sin duda Alcalde es fácilmente identificable con estas características.

Tomando en cuenta la diversidad de registros de esta promoción, Morales propone tres líneas fundamentales para describir las empresas poéticas de estos autores: la ciudad y lo urbano (Poesía Urbana), el choque entre el paisaje rural y la gran ciudad (poesía lárica) y una poesía metafísica, religiosa y existencial. Alcalde, junto a autores como Miguel Arteche, Armando Uribe Arce, Carlos de Rokha y David Rossenmann Taub, formaría parte de esta última línea.

Creemos que estas clasificaciones son sólo parcialmente correctas, ya que obedecen a una tarea ordenadora que tiene como una de sus principales debilidades la excesiva generalización, debido principalmente a la intención de entregar un panorama que –por su enorme diversidad- se hace vasto en exceso. La obra de Alcalde, por su puesto, coincide en parte con las descripciones que estos investigadores hacen de su obra poética, pero también se desmarca notablemente de éstas, pues sin duda los planteamientos poéticos derivados de su obra sobrepasan cualquier tipo de generalización hecha para definirla.

III

Federico Shopf piensa que importantes poetas que comenzaron sus innovadores trabajos en la década del 40 (recordemos que Alfonso Alcalde publica su primer libro en 1946) ya no pueden ser considerados vanguardistas en el mismo sentido en que lo son los poetas precedentes, quienes se imponían directamente al modernismo. A diferencia de aquellos, estos artistas elaboran sus textos en referencia inmediata (ya sea en una relación de continuidad o contradicción, parcial o total) a las concepciones poéticas promulgadas por estos primeros vanguardistas (54). Para Morales, sin embargo, las vanguardias francesas dejan de ser la principal referencia de estos autores, y señala una serie de otras importantes influencias que definirían sus estéticas. Es así como el redescubrimiento de los clásicos españoles, la admiración por la lírica anglosajona y una búsqueda de sencillez en el lenguaje, tendrían en  ellos una impronta mucho mayor que la de los vanguardistas franceses (50).

Alcalde funde sin ningún problema todas estas tendencias: en 1969 publica un libro de sonetos (Ejercicios con el tema de la rosa), además tenía contemplado un canto dentro de El Panorama con traducciones libres de varios poetas europeos, y recurre la coloquialidad y la sencillez lingüística en muchos de sus textos. Pero además parece acusar recibo de las vanguardias francesas, aunque de la mano de artistas latinoamericanos de generaciones precedentes que habían hecho de éstas sus principales referencias.

De hecho, Alcalde dice sentir su poesía como continuidad y no como una ruptura “...cuando se habla de influencias, hay que repetir lo que también se ha dicho hasta el cansancio: el arte es una continuidad y no una ruptura. No se puede hablar de influencias aisladas sino de un honesto resumen de influencias en conjunto” (“El panorama...”). Y esto se ve confirmado cuando notamos el enorme influjo que dos irreconciliables de la poesía chilena, Neruda y De Rokha, ejercen sobre su obra, llegando a considerar explícitamente a ambos como sus maestros.

La presencia y preocupación por la obra de Neruda fue una constante en su biografía. Como se mencionó anteriormente, éste apadrinó su primer libro, escribió un poema-prólogo para esta obra y sin duda influyó poderosamente en el estilo de ésta. Alfonso Alcalde además realizó una breve biografía de Neruda que se encuentra contenida en su libro Gente de Carne y Hueso, publicado por la Editorial Universitaria en 1971. Allí revela una admiración casi sin reservas hacia el poeta, tanto hacia su vida como hacia su poesía.

Existen mil caminos para llegar al fondo de este poeta abriéndose y cerrándose como una caja de sorpresas. Calles, rostros, atmósferas, sucesos parecen anudados a su mano y su memoria. Es buena parte de la historia de medio siglo. Es la versión de un testigo que inundó la imaginación de todas las latitudes, rompiendo muros arcaicos, inventando otras voces, las sonoridades del alma, el corazón y los huesos de los pueblos.” (Gente de Carne y Hueso 19).

Ya en 1985, realiza junto a algunos amigos un proyecto titulado “Neruda pregunta, los niños responden”, en el que la importancia que el autor daba a la obra del Premio Nobel chileno queda nuevamente de manifiesto.

Con Pablo de Rokha la relación fue incluso más estrecha. En 1969 Alcalde señala:

Hay un hecho significativo en esta experiencia en que luché contra Alfonso Alcalde utilizando toda clase de armas y estrategias. Es mi amistad con don Pablo de Rokha, aquí presente y presente en toda la poesía de esta tierra y de los mismos infiernos.
(...)
Tengo el honor de decir que soy el único heredero de la mayoría de sus manuscritos, de los pocos que dejó, antes de tomar la actitud propia de un hombre que no le temía a la muerte.
(...)
Don Pablo me sienta en un rincón del ring y me aconseja, abriendo los recónditos caminos de su propia, dolorosa y tremebunda experiencia.
Vivo en su casa cada vez que voy a Santiago y nos enfrascamos en terribles conversaciones que siempre me dan un nuevo impulso. (“Impresiones” 376)

Lo notable es que características propias del Panorama ante Nosotros, tales como su visión totalizadora, la necesidad de exaltar al hombre sencillo elevándolo a alturas míticas, la inclusión de grandes procesos históricos donde el pueblo se convierte en un héroe colectivo, la mezcla entre lenguaje material y coloquial, que deriva en la realización de una poesía epopéyica, culta y popular a la vez, son características tanto nerudianas como rokhianas (Nómez).

Alcalde, de esta forma, amalgama los estilos de estos dos poetas en su obra, con importantes variaciones, pero sin duda recogiendo su legado. De hecho, su obra poética parece encontrar en la épica social y la epopeya latinoamericana que desarrollaran tanto Neruda como De Rokha, un marco estructural que Alcalde tomó para sí, vertiendo en él sus intensas exploraciones estilísticas.

IV

Hay que tomar en serio la idea que Alcalde esboza cuando dice que para él es mucho más fácil crear una obra literaria que explicarla.
Como se mencionó anteriormente, la gestación de El Panorama Ante nosotros comienza después de la autocensura a la que Alcalde incurriera quemando La Balada para una ciudad muerta. En 1991, declara al respecto:

Después de mucho tiempo empecé a escribirlo. Era un poema muy ambicioso, una obra total donde había cuentos, novelas, poemas y dramas. Idea loca que nació cuando descubrí Coliuma, una caleta de pescadores, cerca de Lota. Allí me encerré a trabajar por veinte años, con pequeños intervalos para sobrevivir...” (Larraín 4).

La verdad es que esta descripción coincide bastante con lo que, ya en 1965, Alcalde parecía tener proyectado:

El Panorama Ante Nosotros es un poema épico sobre Concepción, dividido en cuatro tomos: 1) El arado de cinco dedos, 2) Oratorio de la Guerra, 3) Los ojos que se tragarán la tierra y 4) Cantos pencopolitanos. A cada uno de los tomos o libros le dan textura 26 cantos. El primero es un sumario de la obra general y reúne 347 poemas con un total de 12222 versos . El segundo tomo se inicia con una novela, “Crista”, cuyo argumento aparece ligeramente desarrollado en el canto 11. El tercero con una obra de teatro “Cerón”. El cuarto tomo termina con un estudio sobre los cantares de gesta. La obra reunirá alrededor de 1.111 poemas. (“El panorama ante nosotros...”)

Este esbozo nos permite darnos cuenta de las sobredimensionadas perspectivas que Alcalde tenía para su obra. Estas singulares y excesivas proyecciones deben haber nacido en el momento en que tuvo la “certeza de que mi obra no se publicará jamás”, convicción que lo habría decidido a “dar el salto al vacío” pues, según sus propias declaraciones, no se sentía corriendo ningún riesgo, convencido de que  “...jamás nos iba a leer nadie, jamás nos iba a criticar nadie” (Impresiones 378).

Alcalde está consciente de que sus pretensiones estilísticas están en grave riesgo de volverse incongruentes e inorgánicas, e intenta esforzadamente darles cierta coherencia, encontrar una forma mediante la cual esas caóticas perspectivas suyas, esa urgente necesidad de “escribir un poema épico con características más o menos tradicionales, sin comienzo ni fin” (Impresiones 370), tomasen una forma definida.

El autor se pregunta entonces: “¿Cómo entrar a manos llenas en nuestro pasado, cómo establecer un común denominador, qué acontecimiento sería el eje central, la médula de la trama, del argumento, los miles y miles de ojos que se irán esparciendo en el mayor de los peligros para levantar esta casa de la poesía y sostenerla con todos sus rigores?” (Impresiones 370). Sabemos que buscó muchas fórmulas; sin embargo, a partir de sus declaraciones podemos inferir que nunca las tuvo muy claras o que jamás se decidió por ninguna, o bien que tratando de realizarlas todas llegó a un punto muerto.

El primer problema, entre los miles que se me presentaron consistió en crear una especie de dimensión para las palabras.

Imaginé -¡Oh el candor de la juventud!- un mural donde las figuras, los personajes debían ser lo suficientemente grandes como para verlos desde lejos, es decir, escucharlos en otra forma.

Luego había que inventar un sistema, un ritmo para que la poesía fluyera a grandes zancadas (...) en un afán endemoniado por desarrollar el argumento. Una especie de tobogán o montaña rusa: grandes planos, caídas y subidas. Preparar el clima, lentamente, para luego obtener algunos destellos, caer de nuevo y subir, empezar el ascenso, por encima de todas las cosas, tratar de que el poema fuera entretenido, hábilmente tramado, “impactante” (...) con algo de sutil suspenso, garra, emoción, ternura. Una fluidez natural que desplazaba a la otra horma tradicional mientras el argumento –así como quien no quiere cosa- iba atando los cabos, iba sembrando el interés, la conexión de la trama, el nexo, los personajes: el choque de sus intereses emocionales, históricos (“Impresiones” 373).

En 1965 parecía tener claro el “argumento” y lo describió así:

Dos vecinos se sientan a conversar sobre la vida y la muerte. Pero su diálogo salta hacia otro tema: describen personajes, divagan, polemizan, especulan, recuerdan, sueñan, critican y, como es natural, ríen. Estos diálogos van entrelazando los poemas como en las antiguas narraciones de mitos y leyendas donde el tema central era la acción. Quedaban marginadas las ideas para dar paso a los más violentos sucesos. Se mezclaba el arte de luchar con el arte de vivir.

En “El Panorama” hay una relación continua entre el pasado y el presente. Se vislumbran los héroes, los planteamientos estratégicos de las primeras batallas, se conocen los entretelones de los oficios, la guerra y el amor...
(...)
En el desfile de personajes figuran jueces, condenados, se pontifica sobre las escuelas literarias. Aparecen en escena pescadores, truhanes, ahumadores, payasos: se clasifica la angustia del pensamiento, la tortura de la imaginación desbordándose de los sueños, mientras el Bío Bío se incorpora lentamente a la acción...
(...)
En otros cantos, como en una pintura mural, se hace una descripción de variados acontecimientos y oratorios, escenas prosaicas, conversaciones triviales, coros, despedidas y homenajes... (“El Panorama...”)

El camino hasta llegar a este punto había sido arduo, y su relación con el libro fue siempre conflictiva: “Personalmente creo que “El Panorama” es un carajo, que destruyó muchas vidas hermosas, que se echó al bolsillo los sentimientos más nobles de la condición humana, que se sentó en la diferencia, que dio muestras de un siniestro egoísmo...” (“Impresiones 376). La historia de este libro entonces, parece ser también una furiosa lucha de Alcalde por poner en pie un proyecto exagerado y ambicioso, el que si bien parece haber sido a final de cuentas un intento fallido, encuentra en los versos del poderoso texto que entregamos en esta edición, una muestra de esa tentativa infinita que lo movió a escribir “Tanto como pasos tiene el camino del infierno” (El Panorama 13).

Sabemos además que por muchos años siguió luchando por darle vida a ese inmenso  monstruo. Incluso podríamos postular que toda su obra, incluyendo el resto de las incursiones literarias de Alcalde que aparecen en la presente colección de sus textos, podrían encontrar acogida en él. En suma, El Panorama, parece ser el corajudo intento de dar coherencia no solo a la historia de “Concepción, su río y su gente”, sino también a la suya propia. De hecho, Alcalde declara que este textodebiese considerarse algo así como “un modelo para armar” (“Impresiones” 373) y esto también habría que tomarlo en cuenta al momento de abordarlo, más aún tomando en cuenta que existe mucho material inédito y que se han publicado textos póstumos que posiblemente pueden completar esta soberbia visión lírica que es El Panorama Ante Nosotros.
 

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BIBLIOGRAFÍA

- Alcalde, Alfonso. “Impresiones” en Antología de la poesía chilena contemporánea. Primera Edición. Editorial Universitaria S.A.: Chile, 1970. 366-379.
---. El Panorama Ante Nosotros. Editorial Nascimento: Chile 1969.
---. Gente de Carne y Hueso. Ediciones Universitarias: Chile 1971.
- Alegría, Fernando. Literatura Chilena del siglo XX. Editorial Zig-Zag: Santiago de Chile 1970.
- De la Fuente, Antonio: “Todos los libros, todos los oficios”. Apuntes UC Nº 111, otoño-invierno 1996. Reproducción de entrevista publicada por primera vez en la revista La bicicleta, en la edición de julio-agosto de 1980.
- Larraín, Ana María: “Nadie sabe quien soy” Entrevista a Alfonso Alcalde. Revista de Libros de El Mercurio, 4 de Agosto de 1991.
- Morales, Andrés. “Lectura actual de la poesía de la Generación del ‘50” en  De palabra y obra. RIL Editores: Santiago de Chile, 2003.
- Nómez, Naín; Manuel Jofré. Pablo de Rokha y Pablo Neruda. La escritura total. Ediciones Documentas/Ediciones Cordillera: Chile, 1992.
- Shopf, Federico. “El vanguardismo poético en Hispanoamérica” en Del Vanguardismo a la antipoesía. Ensayos sobre la poesía en Chile. LOM ediciones: Santiago de Chile, 2000.
- ¿?. “El panorama ante nosotros, poema de Concepción, su río y su variada gente”. Diario el Sur: Concepción 8 de Agosto de 1965.

 

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Libros publicados de Alfonso Alcalde. 

- Balada para la ciudad muerta. Poesía. Editorial Nascimento, 1946.

- Vida del colono Alberto Rodríguez Ríos. Colección “El hombre y la tierra”. Bolivia, 1952.

- Variaciones sobre el tema del amor y de la muerte. Poesía. Editorial Universitaria y Sociedad de Escritores de Chile, 1963.

- El auriga Tristán Cardenilla. Cuentos. Editorial Zig-Zag, Chile 1967.
 
- Alegría Provisoria. Cuentos. Editorial Nascimento, Chile1968.

- El panorama ante nosotros. Poesía. Primer tomo: “El arado de cinco dedos”. Editorial Nascimento, Chile 1969.

- Puertas adentro. Novela. Editorial Arca, Montevideo 1969.

- Gente de carne y hueso. Biografías. Editorial Universitaria, Chile 1971.

- El auriga Tristán Cardenilla y otros cuentos. Antología. Prólogo, Jaime Concha. Editorial Nascimento, Chile 1971.

- Comidas y bebidas de Chile. Reportaje testimonial. Editorial Quimantú. Colección “Nosotros los chilenos”. Chile 1972.

- Marilyn Monroe que estás en el cielo. Biografía testimonial. Editorial Universitaria de Valparaíso. 1972.

- El sentimiento que te di. Cuentos. Editorial Universitaria de Valparaíso, 1972.

- Variaciones sobre el tema del amor y de la muerte. Edición español-inglés. Traducción Alicia Edwards. Editorial Universitaria de Valparaíso, 1973.

- Las aventuras del Salustio y el Trúbico. Cuentos. Editorial Quimantú, Chile 1973.

- Vivir o morir. Reportaje testimonial. Serie de la división de Publicaciones Educativas de la Editorial Quimantú, Chile 1973.

- Vengo de un avión que cayó en las montañas. Reportaje testimonial. Editorial Arca. Montevideo, 1973.

- Reportaje al carbón. Reportaje testimonial. Colección “Nosotros los chilenos”. Editorial Quimantú, Chile 1973.

- Epifanía Cruda. Cuentos. Editorial Crisis, Buenos Aires 1974.

- Salvador Allende. Biografía documental. Editorial Crisis. Buenos Aires 1974.
 
- Toda Violeta Parra. Biografía antológica. Ediciones de La Flor, Buenos Aires 1974.

- Allende. Edición bilingüe español-holandés. Editorial Sjaloom, Holanda 1977.

- Así trabajo yo. Reportaje documental. Editorial Testimonios Ajve, Jerusalén 1978.

- El peregrino del Golfo. Cuento para niños. Editorial la Minga, Santiago 1985.

- Los sicópatas de Viña del Mar. Reportaje testimonial (3 tomos). Editorial El árbol de la Palabra, Santiago 1985.

- Vivir sin Chile. Reportaje testimonial sobre el exilio. Revista hoy. Serie de 8 fascículos. Chile 1985.

- Neruda pregunta, los niños responden. Editorial El Árbol de la Palabra, Santiago 1985.

- Variaciones sobre el tema del amor y de la muerte y Crista. Editorial Árbol de la Palabra, 1991.

- Alfonso Alcalde en cuento. Antología de cuentos. Prólogos de Gonzalo Rojas y Jorge Ramírez Palomino. Editorial El árbol de la Palabra, Chile 1992.

- Siempre escrito en el Agua. Antología poética. Prólogo de Naín Nómez. Editorial LOM, Chile 1998.

- Algo que decir. Antología de textos narrativos y biográficos. Editorial Cuarto Propio, Chile 2001.

 

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Textos críticos sobre Alfonso Alcalde

- Victor Solar Manzano: “El andante en la obra de Alfonso Alcalde”. El Sur, 23 de Enero de 1966.

- Mariano Muñoz Latorre: “El auriga Tristán Cardenilla”. Prensa Austral, 5 de Junio de 1967.

- Alone: “El Auriga Tristan Cardenilla” El Mercurio, 25 de Junio de 1967.

- Hernán del Solar. “Alegría provisoria”. El Mercurio, 16 de Febrero de 1969.

- Ignacio Valente: “Alegría Provisoria”. El Mercurio, 4 de Marzo de 1969.

- Ignacio Valente: “Alfonso Alcalde: El panorama ante nosotros”. El Mercurio, 27 de Julio de 1969.

- Alfonso Calderón: “Un aluvión llamado Alcalde”. Revista Ercilla, 16 de Diciembre de 1969.

- Hugo Montes: “El poeta y la rosa”. El Sur, 28 de Diciembre de 1969.

- José Miguel Ibáñez Langlois (Ignacio Valente). “Alcalde: El panorama ante nosotros” en Poesía chilena e hispanoamericana actual. Editorial Nascimento. Chile, 1975.

- Ignacio Valente. “Alcalde entre el amor y la muerte”. Revista de Libros de El Mercurio, 4 de Agosto de 1991.

- Gonzalo Rojas. “Invitación a leer a Alfonso Alcalde” en Alfonso Alcalde en cuento. Editorial El árbol de la palabra, Chile 1992.

- Naín Nómez. Prólogo a Siempre escrito en el agua. Editorial Lom, Santiago de Chile, 1998.

- Ignacio Valente: “Alfonso Alcalde: poemas de amor y muerte”. Revista de Libros de El Mercurio, 20 de Junio de 1998.

 

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Agradecimientos

Por muy distintas razones, pero con la misma intensidad, quisiera agradecer a todas las personas que –de una forma u otra- hicieron realidad esta publicación, pero particularmente a Cristian Geisse Pinto, María Antonieta Navarro, Pablo Geisse Navarro, Lorena Ossandón, Rómulo Hidalgo, Camilo Peña, Patricio González y Nicolás Stindt. No puedo dejar de mencionar además a los directivos y académicos de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, quienes me guiaron y apoyaron en la investigación que dio origen a este proyecto.

Agradecimientos especiales debo a Hilario Alcalde Uschinsky y a Jorge Ramírez Palomino, pues sin su generosa colaboración y disponibilidad, nada de esto hubiese sido posible.

Cristian Geisse Navarro


 

 

 

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