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Presentación de Ajens [1]
VIAGEM, a Santiago. Intemperie Ediciones 2014

Elvira Hernández


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¿Cómo sumarse a esta presentación de Andrés Ajens en esta hora en que está poniendo en sociedad, aparentemente, unas cuantas paginitas?  Es una pregunta que me hago. Hace muchos años atrás, en su primera celebración de autor, creo, tiró no la casa por la ventana como pudiera pensarse de un novel escritor, sino que por la baranda de un puente sobre el Mapocho derramó esa primera publicación, y sobre él una suerte de llovizna mítica.

Hay algo en el deslizamiento de este autor, Ajens, que se puede pensar da para la risa. Y es porque en parte el contrato que establece con el lector tiene mucho de juego. Es quizá el escritor y el poeta –dos entidades distintas que en él conviven– que le hacen tomar el juego con la mayor seriedad en nuestro medio local, medio local que él busca romper por cierto con su propuesta y del que yo he tomado nota porque es imposible pasarlo por alto: es parte medular de estas paginitas o esta plaquette.

Y he dicho (escrito) paginitas porque éste puede ser el primer resorte del juego del poeta.  Un impreso al parecer arrebatado a la imprenta, rápido, anecdótico, volátil y no hay tal: cada línea de Ajens pesa una tonelada. Es una escritura densa, con una consistencia y trabazón enormes, un emprendimiento pensado con exceso al punto de amenazar la escritura con la inmovilización si no fuera porque casi al mismo tiempo está desordenando ese todo con alguna pirueta fónica, un desparpajo para aligerar la carga que ha puesto en la página.

Por cierto su interés por los sonidos articulados en todo su campo fenoménico no es marginal. Pero quiero subrayar otro aspecto de su escritura que va más allá de lo que el sentido común denomina ámbito intelectual. Ajens arrastra la autoría hasta un estado de materialidad que entronca con Juan Luis Martínez –su antecedente directo- para quien era muy cara, muy querida, la artesanía del libro. También establece lazos con él en el diseño de la publicación donde la tapa o cubierta de éste no es algo que tapa, encierra o cubre, sino que abre las páginas y las muestra. Es ya el librillo mismo, pelado y mondado.

Entonces tenemos ahí VIAGEM, a Santiago, que pudiera ser la ciudad de Santiago de Chile, mas no por necesidad enfática de lo que se escribe ya que esta urgencia podría convocar a muchas otras ciudades bautizadas en parte con el hispano y cristiano nombre de Santiago, como Santiago Papasquiaro, por ejemplo, ya que este VIAGEM no disimula un viaje a México, con más precisión al país de los tarahumaras, siguiendo en parte un mapa con el periplo artaudiano. El camino es sinuoso. Son pequeños efugios, salidas, triquiñuelas que monta el autor para entrar en lo que me parece en mi lectura que estas páginas son: la escritura poética como un viaje.

Sería otro lugar común decir que el poeta es un fingidor. Habría que preguntarse si el fingimiento de Ajens es el fingimiento de Pessoa, o es el fingimiento de Artaud, o es su posibilidad de juego de escritura.

De gran interés resultó a mi lectura ese vaso comunicante entre el fingimiento y el motivo del doble, el Doppelgänger. Fue placentero para mí recorrer el circuito en el cual un poeta al que podemos denominar Doble A se encuentra con otro poeta también Doble A pero que él (el poeta dueño de las páginas, de la pluma y la escritura) llama A, simplemente o no de manera tan simple, porque habiendo un no menor asunto de tiempo histórico corriendo es imposible que sea una gemelización, sino que uno de ellos pasa a ser copia de otro, mas aquello se vuelve incompartible como igualdad de individualidades, así que el poeta Doble A abrasilado, portador de la escritura, le quita o engulle una A del poeta Doble A francés, que ya más que una sospecha, sabemos que se trata de Antonin Artaud. Además tenemos variados indicios de que el poeta del “viaje a Santiago” practica un ensalzado ritual poético que se trama en tierras brasileñas y que es aquel del canibalismo (antropofagia) y, súmese otro ritual más, procedente del corazón mismo de las prácticas aborígenes americanas como es la apropiación del cuerpo de otro a través de la apropiación fetichista de una foto con el agregado del pinchazo, recorte o manipulación. El “corpo” de Artaud, la cabeza de Artaud ha sido acá intervenida, trepanada, seccionada. Tal vez una protesta, “Artaud rebanado de la sociedad”, pero Ajens no puede ser tomado por un poeta romántico, sentimental ni que lo que pone en juego está a nivel psicológico, ¿es, entonces, esto un juego de escritura, como dijimos? Recojo, entonces, y reitero para que no se queden perdidas las palabras “copia de otro” y por añadidura “original”, alegatos insuperables de Ajens en esta poética. Pudiera decirse a continuación que, alomejor, eso tendría que ser materia de otro costal, que el original y la copia son conceptos que aluden sólo a la traducción lo que tiene expresión mínima relacionado con el doble poético que acá aludimos. (La irradiación metafórica es intensa y acá podemos estar pisando un palimpsesto) Es posible que este punto se enmarañe aun más si tomamos también  la traducción como un caso de doblaje. Sabido es que en el siglo XIX la traducción fue el arma secreta de las elites patriotas de nuestro continente americano. Con ese procedimiento se intentó entrar a escena con brillo propio….

Sin embargo, no seguiré por ese lado, es zona pantanosa.

Me traslado hacia el pasado del poeta, hacia su árbol genealógico del cual él reconocerá a muchos, sospechará de parentesco con otros, hará alianzas con algunos y a otros cuantos ignorará a su manera. No todos se presentarán como el fantasma de Artaud. Tiene también Ajens el gen mutado de Celan pero no creo que sólo sea porque en forma repentina brotan en sus textos abundantes parrafadas alemanas. En algún momento le tuve que revelar que Wilson Bueno le venía por lado paterno y materno con cuño secreto. Y me parece, que con José Kozer están anudados en algunos aspectos como Caín y Abel, con esas hermandades complejas y simbólicas que entrega la literatura. Así cuando Kozer afirma que no concibe a un poeta escribiendo en una lengua que no sea la materna me hago la pregunta por la lengua materna de Ajens y siento que querríamos refrescarnos el oído con su tonalidad (pero esperemos un poco que luego lo escucharemos). Sólo que de pronto me viene a la memoria que la tonalidad –también en palabras de este cubano- tiene raíz en lo nacional y que por esa música nos identifican y que Ajens tiene más que un litigio pendiente con el espacio identitario nacional. Es entonces cuando advierto otro grado de parentesco directo en el amor por las aventuras lingüísticas. Me refiero a Xul Solar quien se declaraba creador de un idioma universal, la panlengua y también del neocriollo para América Latina donde había con seguridad algo así como un “espanhol estropeado” y un lusitanismo de estos pagos. Xul Solar quiso que los pueblos se conocieran mejor y en su VIAGEM, Ajens anda por esos caminos pero carga una mochila en el que el “Volk”, como dice, ya dio, cree, su último aliento; que al pueblo no se lo puede rodear como lo haría el guardador de rebaños, ni monitorear como se asegura desde los mentideros globalizadores. Ajens marcha a pie de la letra. Ahí reside su concentración, aunque a la intemperie, unos de sus principios. Concentración que yo diviso como traducción, es decir, empapándose y ahitándose de otras lenguas en su manera de concebir el mundo; es decir, sacando luego aquello de lo que está repleto –como un comedor de castañas– palabras. Pero, temiendo un exceso de literalidad, espero que no sea eso lo que ahora nos ofrezca.  

 

[1] Lo leído en la presentación de Viagem a Santiago quisiera coincidir con lo que ahora se escribe.



 



 

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