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El entrevero aragonés de Paul Celan

Andrés Ajens



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In Lager pensare é inutile, […]
gli eventi si svolgono por lo più in modo imprevedibile.

P. Levy, Se questo é un uomo

 

Por años, intermitente inquietud: qué, a quién, mentara, concitara, coyuntura, aparte del irrepresentable, innominable holocausto de rigor, el único pasaje “francés” de El meridiano (1960) de Celan: La poésie, elle aussi, brûle nos étapes[1].

La frase viene, interviene, en el despliegue –entrecortado,  vacilante– de la pregunta por la disyunción entre arte y poesía, retomada de Georg Büchner. Cito la traducción de Pablo Oyarzún (Intemperie, Santiago, 1997), con uno que otro subrayado entre paréntesis del texto alemán:

¿Quizás –sólo pregunto–, quizás camina la poesía [die Dichtung], como el arte, con un Yo olvidado de sí, hacia eso extrañador y ajeno [Unheimlichen und Fremden], y se pone –pero ¿dónde?, pero ¿en qué lugar?, pero ¿con qué?, pero ¿como qué? – otra vez en libertad?

Entonces sería el arte el camino que la poesía tendría que recorrer – ni menos, ni más.

Lo sé, hay otros caminos, más cortos. Pero también la poesía se nos adelanta a veces. La poésie, elle aussi, brûle nos étapes.

La traducción anotada de Pablo Oyarzún no da mayores noticias en este punto. La edición francesa de Jean Launay (Le Méridien & autres proses, Seuil, París, 2002), que incluye los pasajes preparatorios del discurso del Premio Büchner finalmente desechados por Celan y la bibliografía hasta entonces actualizada en la materia, tampoco — solo apunta: “cita no identificada; acaso [peut-être] formulación original”. 

Entrevero, saludo, concita al cabo “aragonesa”: “La poesía me permite dar más directamente con la realidad, por una suerte de atajo en que sobreviene el claro descubierto. La emoción poética es la seña del conocimiento alcanzado, de la conciencia que quema las etapas [la conscience qui brûle les étapes]. Y no lo contrario”[2]. Cf. Louis Aragon, Chroniques du bel canto, Skira, 1947, p. 248, traslape suscrito. A oler también del compinche de Neruda –“de algunas horas con Aragon salgo agotado porque este diablo de hombre me ha obligado a pensar” confiesa Neruda en Confieso que he vivido–, “Chant de la zone des étapes”  (in Le Crève-cœur, 1941), donde “étapes” menta la zona anterior al frente de batalla durante la primera guerra mundial.

 “Etapa”, como el franco étape, del holandés stapel, ‘depósito’ y también ‘campamento para tropas de paso’  (homónimo alemán Stapel, por momentos LagerWarenlager; cf. Duden,  Etymologie des deutschen Sprache, Mannheim, 1989, p. 701). 

Me lo crucé, al párrafo de Aragon, olfateando “Conocimiento y comunicación”, un texto temprano de José Ángel Valente, publicado en 1963 pero escrito según su autor en 1957, donde el mentado pasaje viene parcialmente en epígrafe.

Santiago, diciembre, 2013.

 

* * *

Notas

[1] La poesía, también ella, quema nuestras etapas.

[2] “La poésie me fait atteindre plus directement la réalité, par une sorte de raccourci où surprend la clairière découverte. L'émotion poétique est le signe de la connaissance atteinte, de la conscience qui brûle les étapes. Et non pas le contraire”.



 



 

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