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Una memoria sin reminiscencia alguna

Por Andrés Ajens
https://lacabinainvisible.wordpress.com/

 

 


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Vox tatuada (Santiago: Universitaria, 1991) se abre con dos epígrafes, uno de Paul Celan y otro de Jacques Derrida; un “poeta” y un “filósofo”, escritores ambos. Están, traducidos, en castellano, tales encendidas marcas en el umbral de la dicha poética de Humberto Díaz-Casanueva, espaciados y mayusculados y subrayados con itálicas, a ratos. El primero, arriba — esto:

. . .. . . . . . . .y esto también esfumado en lo
sordo
. . . . la Boca petrificada y encarnizada
. . .. . . . . . . . en Piedra . . . llamada por el Mar

Hay otras traducciones, otra transferidas de ese trecho de Celan, de cierto[1]; si Humberto Díaz-Casanueva parece apropiarse de ese pasaje de Von Schwelle zu Schwelle o dejarse apropiar por él, traduciéndolo él mismo a su escritura —mas no hay aquí acontecimiento apropiador alguno ni escritura en propiedad, sino diferida en transferida nomás, “escritura”...— es porque, además de todo lo que sabemos o podríamos llegar a saber o fingir saber de ello (las incalculables remisiones del pasaje en alemán, sus frases antecedentes y consecuentes, el nombre del poema y la sección del libro en que está inscrito, su situación en el conjunto de la obra de Celan, los avatares de la relación “biográfica” y “textual” de Díaz-Casanueva con la poesía en lengua alemana, comenzando tal vez con la de Rilke, cuya escritura viene reinscrita en alemán hacia el final de Vox tatuada, etc., es decir, “todo”), extrañamente, extrañofamiliarmente, tales marcas le hacen señas a y nos disponen también ante lo que ningún saber, hay que saberlo ya sin saber, degustarlo, saborearlo, por caso, podría saber: llamémosle “vida” o “existencia”, o “morir” o “poema” o escritura”, o... Davor das Fremde, des Gast du hiar bist — pueden leerlo en el poema que Díaz-Casanueva saluda en el umbral de Vox tatuada. Ante lo extraño, antes de lo extraño (o ajenísimo) también en castellano, de quien aquí eres huésped, traduce un económico traductor.[2]

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Conocí a Humberto Díaz-Casanueva a fines de 1989. Conversamos entonces sobre su experiencia como estudiante con M. Heidegger, en Friburgo, a mediados de los años 30, en vistas a un textil que estaba preparando para la desaparecida revista Apsi. Junto con mostrarme un ejemplar de Sein und Zeit autografiado por el “maestro de Alemania”, me habló con especial atención del curso sobre Hölderlin al que asistió entre 1934 y 1935, cuando Heidegger venía de vuelta de su Discurso del Rectorado y, más que tomar distancia con respecto al régimen nazi, desfondaba con sus lecturas de Hölderlin y luego de Nietzsche todo el basamento no solo de la metafísica racial-biologicista sino de la metafísica occidental tout court. Pero lo que de veras anudó una tan cierta como incierta complicidad fue la común referencia a Paul Celan. Yo acaba de volver de Francia, donde había pasado algunos años siguiéndole la pista a la vanguardia “histórica” (Rimbaud, Baudelaire, Mallarmé, Huidobro y Vallejo, en especial), y en ese trance me había encontrado con una escritura que ya no cabía calificar de vanguardista ni menos de posvanguardista, la de Celan. Tiempo después le envié un escrito acerca de Rosamel del Valle y de Paul Celan que acababa de publicar en la revista Piel de Leopardo, lo que dio pie para retomar nuestra conversación. Desde entonces los encuentros se reiteraron sin pausa. En su casa de Hernando de Magallanes entreví a no pocas escritoras y escritores de proveniencias muy diversas que por esos años lo vinieron a visitar. Hasta que. Pasada la medianoche del 22 de octubre de 1992, Leonora Krach, la voz entrecortada, me telefonea para anunciarme lo inminente.

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El segundo epígrafe de Vox tatuada, el de Derrida, está tomado de La voix et le phénomène, en la traducción de Patricio Peñalver[3] ligeramente modificada por Díaz-Casanueva (itálicas en inauditos, mayúsculas en Memoria y Signos, y dispuesta en versos o, en cualquier caso, desprosada):

se requieren pensamientos inauditos
que se buscan a través de la Memoria
de lo viejos Signos

Entre los viejos signos: los signos signo (es lo que habrá hecho ahí Derrida con respecto al “signo” en Husserl), representación, presentación, etc. Los viejos signos: los signos “metafísicos”, que, liberados ya de su aparente querer-decir congenital, el nombre de signo tal vez no les conviene, pero que al través de su memoria, de su deriva lectoescritural, búscanse pensamientos inauditos, escribe Díaz-Casanueva, esto es, trazados, enhuellados, escritos. Vox tatuada, tanto a través de su nombre como de su operación de escritura, responde o corresponde doblemente al inoído pensamiento convocado en dicho epígrafe. De hecho y de derecho, si se quiere, o, mejor, en el ir y venir entre uno y otro, corresponde desde otra lengua al pensamiento “loco” que destella en tal escritura (Une voix sans différance, une voix sans écriture, est à la fois absolument vive et absolument morte, habrá subrayado Derrida poco antes del pasaje citado-modificado por Díaz-Casanueva) y, a la vez, hace lo que dice: con itálicas, mayúsculas, espaciamientos y otras inaudibles marcas, tatúa, escribe tal voz. Lengua herrada, o báculo partido en dos.

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Una memoria sin reminiscencia alguna: con ella entramos ya sin entrar al poema, pues memoria es esta sin interiorización ni simple exterioridad y así sin plena presencia a sí, sin epifanía ni eternidad[4]. Sino: al través, en la travesía, en el paso y pasaje entre mar y mar, sin ceder al sueño (pesadilla) de Occidente. Me paso una hoja de canelo por la boca, leemos en el poema de Díaz-Casanueva tras sus epígrafes. La pesadilla: lo que Heidegger llamara la maquinación, tal Machenschaft. Lo que Celán habrá llamado, en un poema que no por nada menta al Inca vivo (lebendes Inka), el tiempo de la captura, de la conquista o apropiación de la tierra, tal Landnahme-Zeit.

*

A mediados de 1991 Humberto Díaz-Casanueva me pregunta si estoy dispuesto a presentar su próximo libro Vox tatuada. Sin "presentarlo", claro, sin ceder a la compulsión de luz, de presencialidad. Claro. Dije, digo. Y hasta ahora no se dio. Ni cedió. Tal umbral.

 

 

* * *

Notas

[1] Por caso, Paul Celan, Poemas II, traducción (al portugués) de Flávio K. Kothe, Rio de Janeiro / São Paulo: Tempo brasileiro / I. Hans Staden, 1985, p. 49; Paul Celan, Obras completas, traducción de José Luis Reina Palazón. Madrid: Trotta, 1999, p. 98. El poema, del libro Von Schwelle zu Schwelle (De umbral en umbral, 1955), tiene por título Stilleben.
[2] Reina Palazón, op. cit.
[3] J. Derrida, La voz y el fenómeno, traducción de P. Peñalver, Valencia: Pre-Textos, 1985. La edición francesa: París, P.U.F, 1967.
[4] Vox tatuada. op. cit., p 14:
. . . . . . . . como un Buzo escoltado por lustrosos peces
. . . . . . . . ¿adónde? . . . . en lo más hondo de un Mar que pulsa
. . . . . .. . . . . . cuerdas órficas. . . . viene una Memoria
. . . . . . .. . . . .. . . . . . sin reminiscencia alguna

 



 



 

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