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Andrés Ajens – Cúmulo – Monstruoso – Poesía
Publicado en Revista Brújula, de El Deber
12 de diciembre de 2015
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Cúmulo lúcumo es el nuevo libro de poesía que el escritor chileno Andrés Ajens acaba de publicar en Bolivia, gracias a la editorial paceña 3600. El poemario obtuvo además, el mes pasado, en Chile, el premio a mejor obra literaria inédita en el género poesía, en el concurso que organiza anualmente el Ministerio de Cultura chileno.
En esta entrevista concedida a Brújula, el autor, que además de poeta es ensayista, traductor, habla de algunas de las temáticas y características de Cúmulo lúcumo, que en sus pasajes nombra a la cantautora chilena Violeta Parra, al periodista estadounidense Charles Horman, y salta de Bolivia a Chile a través del mar que los separa. Ajens (1961), menciona también los libros inéditos que dejó su esposa Emma Villazón y las fechas tentativas de sus publicaciones.
— ¿Cómo surge Cúmulo lúcumo? ¿Desde cuándo lo venís trabajando y cómo fue la selección de los poemas?
— Como se indica en el libro: “Un primer envío de este poemario, algo más frugal y con otro arreglo interno, fue publicado por Flying Island Books, Macao, China, en junio de 2015, con el título de Bolivian Sea, gracias a la invitación del poeta (australiano) Christopher Kelen, por años residente en la isla. Tanto pudiera decirse que Cúmulo lúcumo fuera una reiteración transformadora de Bolivian Sea como que Bolivian Sea fuera una texto preparatorio o aun el ‘inconsciente’ de Cúmulo lúcumo. En cualquier caso, ambas publicaciones se co-pertenecen y suspenden, hasta cierto incierto punto, los sueños de origen y destino”. Tales sueños, pues, han de permanecer abiertos, en suspenso, so pena de volverse pesadillas.
— Llama la atención que un libro que es tan boliviano, al menos en un 50%, ganara el Premio a Mejor Obra inédita, otorgado por el ministerio de Cultura de Chile, este año. ¿Esperabas este reconocimiento?
— Ni lo esperaba ni no lo esperaba; esos reconocimientos son siempre una lotería: dependen de la composición del jurado, lo cual siempre es muy azaroso. Que el libro sea “tan boliviano”, como dices, incluso tan cruceño (pero también paceño, yotaleño, alteño, qaqachaqueño…) no ha de sorprender: uno de sus epígrafes es una foto de viaje entre Arica y La Paz a fines del siglo XIX. Alguien dirá que por eso mismo y/o por ese dicho tan popular como impopular que a ratos suscribo –“todos los chilenos son ladrones” (quedando ahí abierto si las chilenas también)– es el más chileño de mis libros. Pero que un jurado del Consejo del Libro del Gobierno de Chile salude a un poemario que explícitamente reitera a Violeta Parra saludando al mar boliviano, eso habla –hasta cierto punto al menos— que lo chileno, si hay tal, incluso en sus momentos institucionales jamás habrá sido algo homogéneo…
— Cúmulo lúcumo tiene una suerte de guiño a la novela negra con la historia de Charles Horman ¿Por qué te interesó incluir este episodio en el libro y narrarlo de esa manera?
—En el transcurso entre Chile y Bolivia, ¿cómo no saludar la memoria de un poeta (norteamericano) al que le fue violentamente arrebatada la vida en septiembre de 1973, en Santiago, por no inclinarse ante el nacionalismo xenófobo, ante la autoafirmación armada de la poesía chilena si prefieres (pero ello vale para cualquier autoafirmación identitaria simple)? Y lo que Horman poetizó en Chile, ¿forma parte de la poesía norteamericana o de la chilena, o esas clasificaciones justamente ahí periclitan?
— ¿En qué creés que se diferencia Cúmulo lúcumo de Æ, libro publicado también este año, pero en Chile? ¿Hay posibilidades de que se publique también en Bolivia?
— Æ recoge 77 poemas, Cúmulo lúcumo 33; aunque comparten no pocos pasajes, cosa que no es inusual en los poemarios que suscribo. Tal vez pudiera pensarse que en Æ hay una puesta en cuestión más explícita de la centralidad dela “cultura letrada” (desde su título, con la danza amorosa y/o el conflicto autonómico entre dos letras), pero de seguro esa sería una lectura apresurada. Lo mismo cabría decir a quien afirmara que Cúmulo lúcumo reitera Bolivian Sea mientras que Æ reitera nomás Trilce…
— ¿Qué es lo que te interesa a la hora de escribir un poema? En tus obras hay un juego constante con el lenguaje, de diferentes maneras.
— Los juegos en poesía, incluyendo los de lenguaje (pero tambén de marcas de toda laya: gráficas, sintácticas, etc.), así como sus interrupciones, responden hasta cierto incierto punto (otra vez) a eso singular-plural que sobreviene, a eso inédito o “monstruoso” con lo cual cada poema se endeuda, y viceversa. Como apuntara alguna vez Paul Celan, los poemas no comienzan cuando son puestos por escrito… Ahora, qué suerte de respuesta o de correspondencia (aun disruptiva) cada poema profiere no es cosa generalizable, por mor justamente de tal singular constelación cada vez en juego.
— ¿Qué me podés decir de la obra inédita que deja Emma Villazón? Además de Temporarias, que dejó casi listo, Emma dejó registros de otro libro de poemas, titulado Górica, que habría concluido en 2009 ¿Esos libros se publicarán pronto?
— Temporarias, poemario doblemente inacabado, debiera salir en el primer semestre de 2016 en co-edición paceño-santiaguina. Más temprano que tarde debiera aparecer también Pies a favor (que ella llamó por momentos “La casa en llamas” y también “Górica”) con alrededor de 15 poemas inéditos junto a otros 15 que están en Lumbre de ciervos. Por decir:Pies a favor y Lumbre de ciervos son conjuntos que se implican y se iluminan mutuamente. A Giovanna Rivero, Marcelo Villena, Mónica Velázquez y a mí, que lo hemos leído en vistas a una eventual publicación, nos ha parecido que eso precisamente, su publicación, urge. Emma dejó además inédito un volumen de cuentos y su tesis de Maestría en la U. de Santiago: “La risa oculta y vital de Hilda Mundy. Una aproximación al estudio de las vanguardias en Bolivia”.
— A casi cuatro meses del fallecimiento de Emma, ¿cuál creés que es la importancia de su obra, tanto Fábulas de una caída, como Lumbre de ciervos, y lo que vendrá?
— ¿Cómo aquilatar la importancia de un poema, de uno o varios libros de poesía? ¿Con qué criterio o descriterio? ¿En nombre de qué? ¿Para quién/es? ¿Cómo ser justos con Emma, con sus poemas? ¿Cómo no ser injustos, especialmente dado que los escritos poéticos que ella firmara están permanentemente firmados a su vez también –explícitamente– por la apelación a lo infinito, a lo (cada vez aún) inacabado, en camino? Pudiera multiplicar las preguntas y, a la vez, no quisiera evadir enteramente la tuya…
En “Emma Villazón y lo cruceño en poesía”, esas líneas publicadas por El Deber a pocos días de su muerte, avancé algunos vislumbres que confirmo: Lumbre de ciervos –que el escritor y crítico Cé Mendizábal considera como “uno de los poemarios más brillantes de esta parte del mundo en los últimos tiempos”—habrá sido “el poemario cruceño más marcante” en este comienzo de siglo. Y ahí señalo por qué (de cierto, lo “cruceño” no alude ahí a ninguna cruceñidad encerrada en sí misma y menos xenófoba, sino justamente a otra cosa).
Añado ahora: la poesía de Emma Villazón –pasajes importantes de Fábulas de una caída, Lumbre de ciervos enterito y buen parte de sus poemas inéditos—, por su intensidad, subjetivación alegórica e independencia a toda prueba (su inclaudicable autonomía si se quiere) se inscribiera en la “tradición de las vanguardias” y, más precisamente, en las vanguardias tardías. Lo “tardío” no fuera ahí señal de atraso alguno sino de un demorarse en las potencialidades inexploradas de la vanguardia. Si a esa intensidad, alegoría y rebeldía, traducida en tono, ritmo y sintáxis, se le añade el dato de su muerte prematura, Emma pudiera figurarse como un monstruo deslumbrante, por decir: un compuesto de Lautréamont-y-Amy-Winehouse (mucho le pese a don Julio Barriga). Aunque Emma me desaconsejara tratar de monstruillos a esos seres maravillosos que son sus sobrinos, ella misma dijo en una entrevista que esos seres maravillosos que son los poemas los consideraba “monstruos textuales”… Por último, en su propia fase tardía –y esto no puedo sino subrayarlo de paso— su poesía estaba en plena exploración de otra cosa, ya no reconocible como vanguardia, posvanguardia o retaguardia. Más justa, más libre.