Proyecto Patrimonio - 2014 | index | Alfonso Alcalde | José Miguel Varas | Autores |

 

 



 



Alfonso Alcalde recordado

Por José Miguel Varas
La Tercera Cultura, Viernes 12 de Noviembre de 2010


.. .. .. .. .. .

Alfonso Alcalde es uno de los grandes escritores chilenos del siglo XX pero, como suele suceder con los que actuaron y publicaron antes de 1973, hoy pocos lo recuerdan. Elogiaron sus obras Neruda, Pablo de Rokha, Carlos Droguett, Gonzalo Rojas, José Donoso, Alone, Jaime Concha, Filebo, Ignacio Valente. Publicó 29 libros, pero siguen saliendo otros y quedan algunos inéditos.

Cuando me encontré por primera vez con él, una tarde de 1947 en Santiago, era pálido, flaco y parecía muy pobre. Tenía 25 años y unas 12 biografías. Había sido ayudante de envigador de minas de estaño en Oruro, linyera por los caminos y los trenes de Argentina, libretista y control de radio en Tucumán, Concepción y Talcahuano, vendedor de ataúdes, nochero en hotel parejero. En tiempos posteriores fue cronista estrella del diario Clarín de Buenos Aires y de la revista Ercilla de Santiago, funcionario de prensa del gobierno boliviano en La Paz, ahumador de pescado en las cercanías de Tomé, etc. Llegó a contar cinco matrimonios.

Traía bajo el brazo un mamotreto enmarañado de manuscritos y una carga inverosímil de experiencias atroces y magníficas que relataba en medio de violentas carcajadas coreadas por los presentes. Uno se reía de tal manera, que al final terminaba llorando. Cosa que también ocurre con sus cuentos. Por ejemplo, en Aventuras del Salustio y el Trúbico, cuya lectura es una de las experiencias más desternillantes que se puedan imaginar.

En él había una ternura doliente, una manera de compartir los dolores humanos y de empinarse por sobre las desventuras propias y ajenas, en especial las de los más desamparados de la tierra, riéndose de ellas (de las desventuras) sin menospreciar jamás a quienes las sufren.

Concibió un proyecto grandioso e insensato: la obra total, al registro de todas las posibilidades de la comedia y la tragedia humanas y de todas las formas de expresión en prosa y verso en un solo megatexto. Decidió que debía llamarse La consagración de la pobreza. Concentró sus numerosas obras teatrales en una sola pieza dramática, que reúne todo su mundo de personajes bajo la carpa de un circo pobre. Su representación completa tomaría 36 horas. Andrés Pérez montó una parte de ella en cuatro horas.

Un día de 1992, cansado y solo, sintió la angustia de la ceguera que lo rondaba y de la locura o la demencia. Pensaba que su cabeza ya no era la de antes. Acabó con su vida colgándose de una viga en la pieza mísera que arrendaba, en Tomé.

Ocupa una de las últimas tumbas del cementerio de Tomé, al borde del acantilado. En el invierno, los informes del tiempo hablan siempre de vientos huracanados y lluvias torrenciales en el sur. Desde aquí podemos sentir las ráfagas de lluvia incesante que asaltan las tumbas, el agua rabiosa y tenaz que empapa la tierra, socava las raíces, afloja las piedras. No debería extrañarnos que uno de estos días el ataúd de Alfonso descendiera dando tumbos hasta el mar y se fuera navegando hasta isla Quiriquina o más allá.



 


 

Proyecto Patrimonio— Año 2014 
A Página Principal
| A Archivo Alfonso Alcalde | A Archivo José Miguel Varas | A Archivo de Autores |

www.letras.mysite.com: Página chilena al servicio de la cultura
dirigida por Luis Martinez Solorza.
e-mail: letras.s5.com@gmail.com
Alfonso Alcalde recordado.
Por José Miguel Varas.
La Tercera Cultura, Viernes 12 de Noviembre de 2010