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4 PUNTOS SOBRE AMARILLO CREPÚSCULO[1]
DE ANDRÉS ANWANDTER.
Libros La Calabaza del Diablo, 2012

Por Eduardo Farías Alderete
Publicado en Poesía y Crítica. Marzo de 2013




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1. Sobre el estilo.

Amarillo crepúsculo (Libros La Calabaza del Diablo, 2012) es un poemario extenso, 200 poemas sin título y en su mayoría son textos con versos pareados sin rima y con distinta métrica. En este poemario, la escritura de Andrés no utiliza ningún signo de puntuación. La función y la información de estos signos es remplazada por una parte, con el uso de espacios en blanco como pausas, y por otra, con el conocimiento lingüístico del lector que va dando sentido al mensaje que lee. “reemplazo coma por espacio / en blanco                       punto por saltarse // una línea conduce a la otra / de un modo encadenado // que se desmiente en verdad / a cada rato” (p. 96). Así, el hablante describe de manera exacta la estructura que se trabaja en cada poema de este libro. Sin duda, la ausencia de los signos de puntuación es una decisión fundamental en la construcción del poema. Andrés construye un hablante, una voz ficticia que podría ser él mismo, y que con sus poemas evidencia su pensamiento poético y su visión crítica de nuestro contexto. Además, la extensión del corpus poético asegura que temáticamente ningún cabo quede suelto, o débil. Amarillo crepúsculo es un poemario donde un hablante, a veces “soltero y cesante” (p. 56), se hace cargo de los temas que propone. Me interesa resaltar que es un libro que no habla solamente de los problemas del mundo, no es un libro iluminador, no es un texto expositivo ni argumentativo sobre los problemas que ha generado el capitalismo. Amarillo crepúsculo es el discurso de un hablante, que asume la ficcionalidad del ejercicio literario[2], que de manera sincera y con una perspectiva crítica vuelca en el papel su visión acerca del rumbo de su vida, del mundo y de la escritura. Como describe —supongo que el editor— en la contracubierta: “Amarillo crepúsculo, es representación y pulso de la crisis más seria de la cual tenga memoria el capitalismo. Este es un libro que avanza y retrocede desde ese dato. Desde la guerra contra el terrorismo, hasta Chile y su pequeña política. El triunfo de la derecha. Ahora triunfo político de la dictadura, casi total.”

2. Escribir es un acto político.

Andrés Anwandter en  Amarillo crepúsculo  trabaja una escritura utilizando incluso lugares comunes, pero que en el poema no son un ripio, ya que han sido trabajados a partir de la estructura de la voz del hablante: “en la selva de cemento / valga el lugar // común        que habitamos / de manera literal” (p. 8). También, la escritura es culta en las intertextualidades que están presentes en el poemario[3], por ejemplo cuando alude a, Hobbes, Adorno, Heidegger, y al escritor italiano Cesare Ripa. O, considerando que existe Zeitgeist, cuando el hablante habla del dinero y del sistema bancario: “perdonando las deudas / y volviendo a prestar // lo que no existe / a quien será / incapaz de pagarlo / ni siquiera // repactar eternamente / las cuotas   creo”, o bien “otra persona / ofrecerte un seguro / dándote crédito / mientras te amarra // de manera ritual / a una rueda          en teoría // gigantesca / que acabará // atropellando a todo el mundo / o peor               girando en el aire // por encima de la gente / las necesidades humanas” (p. 73). Las intertextualidades presentes en el poemario marcan la diferencia en la construcción política del mismo. Aún así, Amarillo crepúsculo no cubre en su discurso todas las acciones perniciosas del capitalismo. Por ejemplo, el hablante no repara en el uso pernicioso del flúor en la pasta de dientes, y así, en el poemario, el acto de lavarse los dientes es celebrado. Ni tampoco da cuenta del uso de las vacunas en sus hijos. Estas ausencias, a mi modo de ver, no son errores en la escritura del poemario y permiten dar cuenta, por una parte, del grado de subjetividad del hablante y, por otra, de la escritura como un discurso personal -e interpersonal- relacionado con el contexto y no como un panfleto: “qué habremos adquirido de verdad / en esta década atroz // el uso del aceite de oliva […] /encareciendo nuestra vida / gratuitamente // con renovadas amenazas / sanitarias y climáticas / en noticiarios incapaces / de cuestionar a sus propios / auspiciadores” (p. 13), o, “cometeré seguramente / más errores // de ahora en adelante / y más allá // de ganar experiencia / perderé // el tiempo solamente / o la impaciencia” (p. 87).  Así, la multiplicidad de experiencias que configura la vida del hablante ingresa en el poemario.

3. La conciencia del oficio.

En este libro existe una poética que muestra diversos aspectos del ejercicio poético. Por una parte, el hablante define el trabajo poético como “la masturbación en pantalla // frente a todos los lectores / que concurran a mis páginas” (p. 95). Así, la masturbación muestra lo personal que es su discurso poético y este ejercicio está ligado a la tecnología, a la pantalla, ligado a su contexto: “según orden / tácita de endesa    meterle // máquina a los valles de modo / que las aguas se estanquen // y acumulen valor           depreciando / a la vez las pequeñas // localidades aledañas / sin remedio // por ahora necesito sin embargo / solamente la energía // de un arroyo pequeño / para hacer funcionar la impresora” (p. 42). El hablante no es un agente pasivo, este ejercicio de construir poemas se cuestiona: “será para sentirse orgulloso / el hecho de haber allanado / la lengua por pura maldad /despojándola de algunas // palabras jactarse / de su desaparición (…) habiendo además (…) sepultado // unos poetas al pasar (…) mientras el resto del mundo / se consumía a fuego lento // gracias al
efecto invernadero”. (p. 76) El contexto es un punto de referencia importante en la praxis poética; hemos visto en las citas el uso de la tecnología contemporánea. Aún más, el poema como estructura tiene su imagen en el poemario como un departamento: “una rima demás / que le tomó varias semanas / reparar            las paredes agrietadas del departamento // prácticamente vacío” (p. 88). Y los lugares comunes son presentados como muebles dentro de ese departamento: “cada molestia es un mueble / demás // mal ubicado    o bien […] como una mesa coja / por ejemplo” (p. 38). Considerando el carácter político del discurso del hablante, la poética de este libro también alude a la utilización política de las palabras: “las palabras // puedan ser útiles a veces / como armas    por ejemplo // o herramientas             que sirvan / una causa superior no interesa // realmente” (p. 107). Así, Amarillo crepúsculo se define por ser un discurso predominantemente literario. Sin embargo, el interés por alterar el curso de las cosas a través del poema se asume como un deseo truncado por la necesidad de ganancia: “un poema / debería instalar / por lo menos / un titular en la cabeza / del lector desprevenido // alterando su vida privada / de manera irremediable // pero no hay financiamiento / para este tipo de problemas” (p. 146). De tal manera, Amarillo crepúsculo nos presenta una reflexión metapoética que sitúa la escritura en un contexto contemporáneo, y la relación entre autor-lector como una utopía en tal contexto.

4. De la edición.

Amarillo crepúsculo es el segundo poemario de Andrés que ha publicado Libros La Calabaza del Diablo. Quisiera señalar que con Amarillo crepúsculo y con Work songs de Patti Smith, enriquecen el diseño de la cubierta en la colección de poesía demostrando una madurez en comparación al diseño utilizado en El final de la fiesta de Pablo Paredes. El diseño en el sector editorial marca una identidad (ejemplo clásico es Anagrama), y, a mi juicio, si Libros La Calabaza del Diablo continúa con esta estructura en el diseño generará una identidad clara en su colección de poesía, tal como se aprecia la identidad en su colección de narrativa. En segundo lugar, errores en la impresión y confección del libro en su costura y pegado, que implican que el libro se desarme o amenace con hacerlo, no hablan bien del cuidado en la producción del libro, y desalientan la lectura. Lamentablemente, estos errores no pueden ser achacados a una imprenta externa, pues, al igual que LOM, Libros La Calabaza del Diablo funciona con su propia imprenta, Caligrafía Azul Ltda. Espero que con Amarillo crepúsculo y Work songs estos errores de a poco desaparezcan, y que Libros La Calabaza del Diablo sea la editorial que debe ser.

 

 

 

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NOTAS

[1] Este título alude a un colorante sintético que se utiliza en la fabricación de productos alimenticios de consumo masivo. Lo relevante (y grave del asunto) es que el título hace referencia a sustancias sintéticas que son nocivas para la salud humana y que comemos diariamente en diversos alimentos. “el crepúsculo amarillo / que bebimos en verdad // cada verano de la infancia / es un subproducto // del petróleo     integrado / a la cadena alimenticia / infantil occidental” (p. 99). Mediante tal referencia, este poemario nos muestra un problema del capitalismo (conocido pero no muy divulgada) en nuestro contexto, y así el carácter político de los poemas marca el tono del poemario.

[2] La ficcionalidad literaria en Amarillo crepúsculo existe gracias a una decisión consciente del hablante en la construcción de esta mirada crítica del contexto negando así una representación netamente realista: “no me interesa la similitud / con la propia realidad / basta y sobra // con un puñado aunque sea / de sueños / perfectamente recortados […] soy capaz de concebir / tergiversando / la ciudad”. Esta cita es una parte fundamental de la poética que existe en Amarillo crepúsculo e implica que la historia es tanto ficción como historia.

[3] Otra intertextualidad importante se relaciona con Nicanor Parra, quien en ‘Defensa del Árbol’ (de Poemas y antipoemas) configura un poema ecológico, quizás el primero de nuestra tradición poética, donde el daño que se le puede hacer a un árbol queda condenado. En Amarillo crepúsculo existe una postura opuesta a lo planteado por Parra, una contraposición: “es un peligro público / levanta el pavimento […] arroja en otoño semillas / que dañan los autos / estacionados en la acera […] se desplomará // tarde o temprano / sobre las casas […] cortemos de una vez / por todas         ese árbol” (p. 134).  El acto que condena Parra, en este poemario se constituye como el discurso oficial y lógico, pues así se defiende esta selva de cemento.

 

 

 

 



 

 

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