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Andrés Anwandter en Lugares Comunes*

Por Jorge Álvarez**

 

 

 



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Ante mis ojos tengo un libro de poesía que orbita ciertos aspectos que es bueno observar y tener en cuenta en este hábito lector. Me refiero al trabajo de Andrés Anwandter, “Amarillo Crepúsculo”; ya anteriormente he leído otros trabajos del mismo. Sea por la cercanía a amigos, o porque en su momento me interesó la promoción de los 90ta (los Náufragos), unido a que regreso a Chile desde Buenos Aires justamente por esa fecha, indago sobre este grupo de poetas. Por estos días es justamente de manos de la poeta Alejandra del Río, integrante de Los Náufragos, y es la Bibliotecaria del Centro Montegabriela en Montegrande, comuna de Paihuano, que recibo el Libro de Andrés; me gusta dar cuenta de este desorden en que se van sucediendo los hechos; el Libro al que hago mención es publicado durante el año 2012, bajo el sello La Calabaza del Diablo, en Santiago de Chile. Puedo referirme a un Libro desde el momento en que este cae en mis manos, y en esta práctica crítica, el oler una obra, respirarla por las narices, sopesarla entre mis palmas no deja de tener un sentido, el libro en sí no deja de ser un Objeto, y no estoy lejos de darme cuenta que lo visual, es fundamental en el diseño de este libro y este un aspecto que tenemos en cuenta desde el Siglo saliente, los que publicamos Libros de poesía. Por los años 70tas poetas como J.L. Martínez, Zurita ( nombres sugeridos, y no los únicos) daban cuenta de la desaparición del poema en su percepción única -su protagonismo-, para dar nacimiento a una noción en ciertos aspectos más objetiva en su aspecto significante, y una resignificación del soporte que lo contenía “el Libro”. 

Pasa a ser relevante la creación del Libro como una totalidad, en donde todas sus partes contribuyen a su lectura, y por el mismo camino a su deconstrucción. Los poemas publicados van desde el 2000, al 2010. Lo que pone en evidencia que estos textos disímiles se van ordenando en un Diseño posterior, que dan cuenta de esta Totalidad que se presenta bajo el Título Amarillo Crepúsculo. Esto que parece superfluo, no lo es ya que esta visualidad, este diseño tan cuidado es parte fundamental en la lectura del mismo. Utilizar el primer verso como título a cada poema , organiza la totalidad del Libro en este sentido. (Reseño que este procedimiento ya es utilizado por Jorge Álvarez en el Libro Umbra-l de 2010). Es importante este punto ya que este diseño va presentando un Libro como una unidad, digamos en la órbita del Objeto, y esto cuando aún no le entramos al texto, pero es importante señalar que ya comenzó su lectura. Dar al espacio en blanco la función que tienen los signos de puntuación, o digamos una cierta equivalencia. Superponer series de palabras sobre un espacio en blanco, en un orden sintáctico significativo. Utilizar sólo minúsculas, cortar los versos al modo de fragmento de un discurso ausente, que no se sabe en qué momento comenzó, como tampoco hay un lugar de término; la reiteración de los mismos procedimientos nos da un eje que une, diríamos una “simplificación” a una serie de “lugares comunes” en el ámbito de la poesía visual.( No quiero pasar por alto la “Reiteración”, un concepto, y un procedimiento que por el momento sólo nombro.)

“Amarillo Crepúsculo”, es una especie de unidad de distintos procedimientos ya incorporados a distintas poéticas del Siglo pasado, que ya son evidentes en distintos poetas desde fines de los años 60tas del siglo saliente. El Libro de Andrés entraña una búsqueda que indirectamente pone en valor una síntesis.

Prosigo: entrándole al texto nos encontramos con un hablante monocorde, plano, con un punto de vista único, construido con enunciados directos, que sólo da cuenta de lo que ve, enumerando objetos, acciones, lleno de descripciones parciales y “lugares comunes”. En el fondo deudor de Parra, sí… el de los Antipoemas, y “Versos de Salón”, un librito que me encanta, y Gonzalo Millán de “La Ciudad”. Como se ve, la crisis de la modernidad es de vieja data.

En esta nueva unidad el significado, la cuestión anecdótica, psicologista, etc. no es lo más importante. En un segundo paso a explicar esto :

Saliendo de estas consideraciones, ya no puedo sustraerme y pensar que todo está bien, para pasar a otro tema. Me gusta el error, la ignorancia, lo imperfecto, lo problemático, más la pregunta que la respuesta; me ocupo en leer el libro y desde esta lectura hacer ciertas generalizaciones. 

Poéticas que se pergeñan, van estableciendo una percepción con respecto a los procesos poéticos, un diálogo sobre los procedimientos, esta manera de composición, la forma en que se da la generación del poema. Tengo una lectura del texto, del discurso. La pregunta por cuáles son los límites en el diseño del discurso poético. Estoy leyendo el libro, sin llegar a la lectura sobre el significado, el sentido de esa sintaxis, y ahí puedo establecer que hay un espacio de significantes que leemos en un primer plano, que en un primer momento sería lo visual, lo concreto, pero que de alguna manera siempre deja un espacio vacío, tal vez a la sorpresa (la sospecha), que nunca llega por supuesto. 

La presentación de esta síntesis de procedimientos en este Libro no puede dejar indiferentes a los lectores. Vivir procesos perceptivos en donde el texto nos dice, nos lee como seres de los cuales sabemos poco, tal vez pequeños fragmentos, y reiteraciones irreconciliables, la monotonía de un lenguaje cotidiano que no podemos manipular sin caer en la sospecha, y extrañeza ante esta tecnología que es el lenguaje.

Diré que extraído de mis apuntes para una 3ra parte a “El Objeto”, me cito, cosa que me he permitido en más de una oportunidad :

“NO HE LEÍDO A ESTOS AUTORES, CONSTRUYO UN TEXTO FICCIONALIZANDO MI LECTURA.

Sobre la deconstrucción del hablante, y la confusión en la deconstrucción del Autor: aspectos un poco delirantes a la hora de establecer alguna referencia con otras textualidades, en este caso la modificación, y los aportes de poetas como Gonzalo Millán, Maquieira, Juan Luís Martínez, y otros en construir sus textualidades en relación con un Autor en crisis, la ambigüedad de un hablante que se ficcionaliza en el proceso de la escritura, la toma de posición en torno a Universales como la Verdad, la Realidad, etc. que dan cuenta de una nueva relación con respecto a los imaginarios cotidianos , las convenciones, y en último término a lo desconocido con respecto a nosotros mismos, el lenguaje, la psiquis, y toda clase de conceptos que en la práctica textual se tornan vacíos, o “vicios del lenguaje”. Esto para establecer algún contacto con los dichos de Andrés Anw., sobre la forma de estructurar sus textos en una especie de artesanía en donde va uniendo “palabra con palabra” en su construcción, cosa un tanto ambigua si consideramos los estudios a que se ha sometido Andrés A., La otra vertiente es la señalada por las textualidades reiteradas de un poeta como Javier Bello, en donde el hablante es engullido por su imaginario, y se da un Autor que siempre es Otro con respecto a esa masa amorfa de dimensiones textuales, diríamos creacionistas, si la exponemos a alguna de las corrientes en que han transitado, o avenidas principales, que siempre algo se sabe de donde parten y tienen la particularidad, y esta es su belleza, nadie sabe dónde desembocan, y tal vez este detalle es lo que menos importa, cuando es un laboratorio de textos siempre fluyente, que podría confundirse con nuestra psiquis delirante. En el caso de Andrés ,esta especie de no hacerse cargo de lo perpetrado, podría interpretarse como una especie de negación del concepto de Autor, o la autonomía del texto con respecto al Autor, y este pudor complaciente crea una distinción todavía no establecida, no creo que inconsciente, con la búsqueda de nuevas textualidades en donde el trabajo con conceptos como Hablante y Autor son demasiado pertinentes, si tenemos en cuenta esta avenida principal en donde confluyen las poéticas señaladas desde el siglo XX . La búsqueda de una cierta garantizada Objetividad, de un lenguaje no manipulado a intereses particulares, sino ordenado en relación a las mismas particularidades de las convenciones, en esta tecnología que es el lenguaje…Somos hablados. Constantemente pongo en evidencia este hecho. El equívoco en todo esto es que el texto, y menos aun, son las palabras “el protagonista”, las que a su vez han tomado el lugar del Hablante, el ambiguo pudor del Autor.

No puedo sustraerme en este lapsus constante, en donde la “subjetividad” juega otro rol en las distinciones de discursos aparentemente amparados en un saber abstraído desde la nebulosa de los lugares comunes de discursos meramente sustentados en un Lenguaje, o metalenguajes que han adquirido cierto valor de intercambio, por no decir “realista”, lo que ensuciaría aún más, y que denota una lectura diríamos emparentadas a realismos ya demostrados como experiencias artísticas acotadas a ciertas especie de supersticiones con respecto a la verosimilitud de los hechos. Gusto explorar sin ampararme en esta nebulosa, sino siendo la nebulosa, un lugar incierto, pero hay que saber que este lugar incierto ha estado siempre, y nunca causa males indescriptibles, a lo más poemas dignos de un Pound, o menos lejos Parra, o para nombrar a Pizarnik poetiza bellamente confundida consigo misma. Si extrapolamos en estas distintas lecturas que se dan en diversos lectores para perpetrar su obra, creo que desentenderse del orden en que se leen, el orden en que se da esa primer lectura, cuando se organiza el texto nos ofrece un espacio mínimo en donde se aglutinan una serie de propuestas que desembocan en un texto en distintos grados despersonalizado, como la presentación de acciones en donde el lector reflexiona en torno a las palabras que ordenan un sentido, que siempre será distinto en la mediación de otras lecturas, digamos que el trasfondo, la espacialidad en donde hay solo un primer plano de acciones, descripciones, de pura presentación es neutra, tiene una consistencia en donde se refleja cada lector, y tal vez la evidencia de ese lector intercambiable es una de las lecturas buscadas. El hecho de que exista más o menos identificación es superfluo, lo interesante es la flotabilidad, el primer plano de esas palabras en su orden de sentido.

Quiero que se de por supuesto que la lectura reseñada sea única, la riqueza de posibilidades abruma, lo que si hago notar es una cierta predisposición de los poetas a tomar distancia de lecturas en donde el poeta lee para los otros su propia lectura de los hechos, temerariamente didáctica. O detentadora de un saber cuando es justamente esta apropiación de saberes lo que hace crisis. En esto pongo en práctica el ejercicio este de afirmar siempre otra cosa distinta de lo expuesto.

Cuando leo, esa lectura está mediada por un lenguaje, por múltiples lenguajes, en donde el nombrar no es garantía de dar con algo así como un lector único. El ir estableciendo posibilidades de lectura que enriquecen las textualidades, y mi lectura de diversifica en otras lecturas desconocidas, extrañas, sorprendentes, inusuales, planas, sin sentido. Tal vez lo que hago es verificar que alguien lee, y está leyendo. Siempre Leo.

Algo ocupado en otras cosas, me entretengo en contemplar estas palabras que junta Anwandter, y los lugares comunes bien serían otro procedimiento, pero su parloteo “trágico”, este cierto ejercicio sarcástico, esta auto referencia en crisis indirectamente me lleva a “La Entrevista” que Jorge Álvarez hace al Autor de estas líneas (3ra. Parte, aun inédita de “El Objeto”) , y que en estos momentos convengo, se presentan como derivaciones de lo “conversacional”, similar a todo lo que se presente como diálogo, en donde el Tiempo en que se desarrolla la lectura es el Presente, dando con ese carácter objetivo, de tiempo real (Casi). Lectura que realiza a un lector “situado” como un interlocutor menos indiferente…ó totalmente indiferente. Esto para hacer evidente algunas fórmulas que le suceden al Poeta (Primer Lector), propuestas que interrogan, obsesionan, o en el silencio de lo ignorado conviven en la Poesía.

Si atendemos a estas particularidades, a esta síntesis de procedimientos, incorporaciones evidentes en otras textualidades, y leemos el libro de Anwandter como una serie de “cartas marcadas”, y abstraemos ese Libro aun no escrito por Anwandter, pero que busca, como ese libro escondido en el corpus de la Poesía Vanguardista Chilena, leo una intensión.

Dicho que esto es provisorio y desautorizado agrego: ¿De un diario íntimo corregido hasta borrar toda huella biográfica, qué queda? 

Si Ud. es un crítico que se beneficia de cierta normalidad de no se qué real y busca en esta letra el libro aquél, “Amarillo Crepúsculo”, le prevengo que encontrará otro Libro, el Libro que yo leo, extraído de los procedimientos de una serie de libros perfectamente concebibles en la Poesía chilena Contemporánea. En este punto estoy equivocado.

 

 

*En vista de ciertas convenciones se pide tener la delicadeza de nombrar la fuente, en el caso cierto de reiterar algún procedimiento o, reflexión del Señor J. Álvarez. 
Consigno que agradezco la in-certidumbre de Waldo Rojas, y la re-signación de Soledad Bianchi.

**Jorge Álvarez (1960 Valparaíso) a Publicado:

“QX” 1995 Poemas Revista Libertad 250 Volumen 3. Sech. Viña del Mar.
“Textos para el Tom Lupo Show” 1995. Poemas. Serie El Vaciadero Poesía. Bs.As., Valpo.
“Conflicto deja Libro Inédito y otros Poemas”1996 Serie El Vaciadero Poesía. Valpo.
“Insignes Poemas y Carta al Lector de Poesía”2006. Edita Poesía. Valle de Elqui, Santiago.
“Umbra-l”2010 Poemas. Serie El Vaciadero Poesía. Santiago.
“El Objeto”, 2011. Libro Objeto. Serie El Vaciadero Poesía. Santiago.
“La invención de la Hoja en Blanco” 2da. Parte de “El Objeto”2012. Santiago



 

 


 

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