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ALEJANDRA BASUALTO

Rancagua, 1944




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BIOGRAFÍA

Alejandra Basualto nació en Rancagua el 1 de diciembre de 1944. Reconocida poeta, cuentista, microcuentista y novelista, se formó en los talleres literarios de Miguel Arteche, José Donoso, Alfonso Calderón y Pía Barros. Licenciada en Literatura y Egresada de Doctorado en Literatura Hispanoamericana de la Universidad de Chile, es directora de la Editorial La Trastienda, donde ha publicado a decenas de poetas y cuentistas chilenos. Su labor como directora de talleres literarios la ha llevado a conducir talleres en ambos géneros en la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad de Chile, y otros talleres de escritura creativa en varias universidades e institutos privados, como Balmaceda 1215. Ha publicado los libros de poemas Los ecos del sol (1970); El agua que me cerca (1984); Las malamadas (1993); Altovalsol (1996); Casa de citas (2000); y Antología personal 1970-2010. Los libros de cuentos La mujer de yeso (1988); Territorio exclusivo (1991); Desacato al bolero (1994); y la novela Invisible, viendo caer la nieve (2012). Ha sido traducida a diversos idiomas e incluida en numerosas antologías, entre las que destaca Veinticinco años de poesía chilena (1970-1995), Editorial Fondo de Cultura Económica, compilación de Teresa Calderón, Lila Calderón y Thomas Harris (1996).

 

 

ARTE POÉTICA

La poesía llegó conmigo junto a la magia y al desarraigo. Y digo poesía, por darle nombre a eso que brota a veces, desde alguna región dentro de mí, en forma de escritura, y que reemplaza a la mayoría de mis órganos táctiles y agudiza mi percepción para reconocer las señales del Tránsito.

            La magia y el desarraigo forman parte de mi proceso creativo, como el corazón y los pulmones tienen que ver con el cerebro. La interacción entre los tres aúna lo que soy, lo que fui y lo que seré.

            Desde que puedo recordar, estos tres elementos me acompañan mezclados espontáneamente. Las primeras imágenes que guardo son de aparecidos, de animitas milagreras y supersticiones campesinas, junto a visitaciones sobrenaturales, fantasías místicas, estado de levitación, y mucho soñar despierta en un medio desprovisto, pedregoso y amenazante, excepto por un territorio exclusivo que conquisté para ocultarme y guardar todo aquello que me abrigara, nutriera y alumbrara. Aún conservo lo siguiente:

            los cuentos que me inventara mi madre a la hora de la siesta, para llenar mi urgencia de historias anterior a mi propia lectura;
            la tierra y los ventarrones del Norte Chico, que marcaron mi espíritu con tinta indeleble y curtieron mi cuerpo a fuerza de intemperies;
            los torrentes de versos aprendidos de memoria, con el propósito de fijar el Aprendizaje de la lengua y  su estructura, pero además me llenaron de ritmos y sonoridades, junto al sombro de los significados;
            la permanente avidez por los libros, que ha profundizado raíces en este territorio mío, donde cada soledad frutece;
            personas, afectos, circunstancias, afirmaciones y certezas que aparecen justo a la hora y en la estación precisa;
           la magia y el desarraigo han continuado operando y dejándose ver en el transcurso de mi vida. A lo mejor, sin ellos, la poesía me hubiera abandonado.

(Especial para la antología Veinticinco Años de Poesía Chilena 1970-1995, [1996])

 

 

SELECCIÓN

 

PÁJAROS

El cielo está sangrando pájaros.
Muchos pájaros de un raro color,
desmadejados,
las alas yertas,
los picos deshechos.
Sólo soplos grises
cayendo desde lejos.
Pájaros de dónde.
Tal vez despojos de ciertos ángeles
caídos de la secreta casa.
Cientos de pájaros
con el grito roto en la garganta
y los ojos vueltos.
Todos serán sombras.
Para que los olvidemos.

(De: El agua que me cerca, 1983)

 

 

PRÍNCIPE AZUL

no desmontes de tu brioso corcel
ni me tomes en tus brazos
ni roces mis labios
con tu boca delicada

porque
si te miro de frente
con mis ojos de bruja verde
y te beso como se debe
y me sueño todo el cuento
entre tus sábanas de holanda

mucho me temo
QUE DESAPAREZCAS

…..

Acúsome
de intolerancia
en materia de mal de amores
y que no vengan después a hablarme
de altos o bajos umbrales
de dolores
Acúsome
de inconciencia e incongruencia
pero no puedo
dejar
de respirar
la contaminada niebla tuya
que me verduga

……

Emites todas las señales
pero
cuando recojo el guante
de tu corazón
se escurre un conejo

(De: Las malamadas, 1993)

 

 

EN ESA ESQUINA

La muerte está sentada a los pies de mi cama
Óscar Hahn

La muerte estuvo sentada en esa esquina desde antes que yo naciera.
Silenciosa aguardaba resultados con un ojo rojo
y el otro colorado de puro cansancio.
Cuando vio que mi madre no estaba dispuesta a entregarme tan fácil
echó un par de ojeadas más
y se durmió.
Luego se conformó con un gato blanco.

La muerte ha estado sentada toda mi vida en aquella esquina.
A veces cabecea y murmura cosas raras,
otras, bosteza y se estira como queriendo despertar,
más tarde se hunde en la oscuridad de su rincón torcido,
satisfecha de oírme llorar.

Cuando mi padre se despidió
la muerte me besó en los labios.
Años después me miró muy hondo
desde los ojos amarillos de mi madre
y pude verla sonreír con ella.
Comadres de viaje / me dije,
qué bueno, mi vieja no va tan sola.

En noches como ésta vuelvo a verla,
atisbando desde la esquina / en su sillita pintada
y con el sombrero bien calado sobre los ojos negros.
No es hora / le digo afectuosa,
todavía no puedo viajar, pero no te preocupes:
aquel domingo
cuando por fin decidas abandonar tu esquina
y acompañarme hasta la puerta,
tendré mi maleta lista,
también un bolso de mano
por si hay encargos
de última hora.

 

 

SI MUERTE FUERA

De manera que soñé capitanes y ataúdes de colores deliciosos...
Alejandra Pizarnik

Si la palabra MUERTE abrigara un hombre bajo el poncho,
manso de actitudes / dulce de palabras / bello
como los caquis en otoño / que me endulzara la boca
con su áspero sabor a macho en celo;

si MUERTE fuera un muchacho fuerte y juguetón
como un cachorro sin destetar,
que mordiera mis tobillos y me robara la ropa interior,
los zapatos y las medias;

si ese MUERTE que tal vez ya me observa
—centinela del siglo que asoma sus encías inmaduras—
mostrara un rostro de barba negra y cariciosa,
un resuello de varón maduro
y sienes clareando en la penumbra;

entonces sí me gustaría encontrármelo de frente
aunque fuera en un callejón oscuro,
o en la mitad de un verano bajo los árboles de mi casa
en un domingo cualquiera
de ésos que nadie halla motivos para recordar.

Me abrazaría entonces al mentado muerte convencida
de que es mi último caballero andante,
el olvidado príncipe azul o un valiente filibustero
que viene a rescatarme / a seducirme
a llevarme consigo
para que por fin juguemos
un último juego
de esperanza

 

 

LA DAMA

Esta dama sin cara ni camisa/ alta de cuello, suave de cintura/
tiene todo el temblor de la hermosura.
Miguel Arteche

He visto a la dama delgada como ninguna
sonreírme resucitada.
Advierto sus mejillas maduras
la escucho deshilar sonidos y palabras / sé que teje
la máscara perfecta para ocultar sus intenciones.

Ella no es de este mundo,
tampoco de otro que yo conozca.
Parece habitar fuera del tiempo concentrada
en alguna idea que no logro adivinar.
Su voz resuena como un clavecín
aserrando el pie secreto
de la silla que llevo conmigo.

Envuelta en su capa de noche
por la avenida difunta avanza la dama
con su vestido de nieve
y su cabellera tiznada.
Pero nadie evita que me estremezca:
su belleza
no alcanza a cubrir la calavera.

 

 

BASURAL

Es imprudente tocar campanas durante una tormenta.
Gonzalo Millán

Quedémonos en silencio
que duerme la ciudad.

No habrás olvidado las noches en el vacío pavoroso
vanamente estrelladas,
el ciego retumbar de la nada en nuestros tímpanos
la calle muerta,
ni un perro / ni una rata / ni siquiera
un hombre o una mujer
buceando en la basura.

El miedo roía los intestinos
con más eficacia que el hambre.

 

 

ÚLTIMA PRIMAVERA

Sé que un día de éstos/ acabaré en la boca de alguna flor.
Blanca Varela

Cegadora y arbitraria entró como un torbellino
para destriparme, la primavera.
Me succionó la médula,
forcejeó con mis aprensiones hasta metérseme dentro
y tuve que verla en su verdor inexcusable,
tuve que olerla hasta la náusea,
y ella hubo de arrebatarme
hasta mis nubes más ocultas.
Quedé con el corazón en descampado, desprovisto
de telarañas y puñales / calato en su calabozo.

Engañosa luminosa
me humilla con su mascarita de flores
y sus pajaritos recién brotados,
pero el memorioso que llevo dentro no cesa de gritarme
que no le crea / que se irá de un día para otro
con su risueña costumbre de madreselva.
Y luego tendré que construirme pabellones y huesos
y costillares y verjas de feroz apariencia
para guardarme y protegerme
de sus besitos pintados.

 

 

CANCIÓN PARA CAPERUCITAS

No le digan a los carniceros/ que en cada vaca hay un cisne.
Hernán Rivera Letelier

Muchacha,
huye del cuchillo
cuando aún sea posible, cada seductor
es un larvado carnicero.

No permitas que sus dedos terroristas
se cobijen en tu espalda,
sólo quieren arrancarte las plumas.

No dejes que su boca besadora
deslumbre de algas tus pezones
o derrame aromáticas especias
sobre tu vientre acurrucado.

Jamás cultives en tu Monte de Venus
perfumados verdores de perejil
de albahaca ni tomillo
que sólo despertarás sus apetitos.

Arranca de tu jardín todo asomo de laurel
y oculta el oloroso diente del ajo campesino;
no vaya a ser que hierva la avaricia
en el fondo oscuro de la olla
y el seductor no pueda contenerse
e introduzca en el agua alborotada
el bello cuerpo implume
que entonces ya serás.

(De: Casa de citas, 2000)

 


 

REFERENCIAS CRÍTICAS

 

(…) Si bien, Basualto escribe algunos poemas desde lo que se ha llamado el “género”, esta es sólo una etapa para consolidar la universalidad de su voz. El año 1993 es la fecha de aparición de su tercer volumen de poemas, Las malamadas. La mirada crítica se aúna con la madurez del espíritu. Los poemas nos hablan, desde el título, de una franca desilusión de todos aquellos fetiches o concepciones clisés de la vida y la literatura. Hay un dejo de amargura, pero siempre combinado con una dosis de desmitificación e ironía que eleva el canto y lo aleja del gemido y del llanto. Se toma conciencia de todo y se ve al mundo desde múltiples caleidoscopios que deforman intencionalmente la realidad del poema, pero siempre con el cuidado de la orfebre que sabe perfectamente lo que hace (…)

Altovalsol, editado en 1996, nos lleva al pueblo del Valle del Elqui donde la autora pasó años de su infancia (a la que le desea “descanse en paz”). Habla la mujer vestida de niña, habla la niña vestida de mujer. El lenguaje se aclara y resbala en los años mozos y en la noria del recuerdo. Es el “tiempo recobrado”, al decir de Marcel Proust… Basualto trabaja con la memoria dando vuelta, muchas veces, la aparente dulzura hacia un discurso agraz con la clara idea que todo aquello no volverá y, en varias ocasiones, es mejor que sea así (…)

El año 2000, Basualto renueva su escritura con Casa de citas, libro que aquí se entrega en versión bilingüe. Este es, quizás, el libro más “metapoético” de la autora. Como dice en su “Invitación”, la poeta ha habitado muchas casas que han sido fundamentales en su vida, pero aquí, estas casas son también la multiplicidad de autores que ha leído y que le han acompañado a lo largo de su trayectoria literaria. Desde William Blake hasta Juan Carlos Onetti, desde Blanca Varela a Dylan Thomas… No se trata de un “ejercicio cultista” como alguno pensaría, sino de entender, al decir de Jorge Luis Borges, que la poesía es un entramado, un tejido o un palimpsesto donde siempre hay un origen y una continuidad. La poeta se inserta en la tradición para sacar de ella lo que le interesa. Utiliza esta cantera como elemento vital de su propia escritura: juega, coquetea, reflexiona sobre lo que otros han escrito para construir su propio discurso. Este poemario es probablemente uno de los más interesantes para conocer el “lado oscuro” de su poesía, para asumir de dónde viene Alejandra Basualto y hacia dónde se dirige.

La autora se siente extranjera (como Gabriela Mistral a quién menciona con frecuencia), pero esa “extranjería” es “de por vida” y Babel (el mundo, la realidad, la vida) “nos tuerce las palabras”. El lenguaje no es suficiente, no basta para contener ni a la experiencia ni a la poesía. El ejercicio maravilloso de la escritura puede ser, a veces, tremendamente insatisfactorio. El “canon” que presenta este libro en particular es el canon de Basualto. El despliegue del decir hace el resto: lo hila y lo condensa en apretada síntesis donde el objeto cantado (la escritura o la existencia) es el centro articulador del poema (…)

Finalmente, quiero reiterar lo que dije más arriba: la poesía de Alejandra Basualto es una pieza central en la literatura escrita en Chile dentro de su generación y fuera de la misma. No me equivoco al demandar que su obra sea más difundida, más leída, más discutida (como tiene que hacerse con la producción de los grandes poetas). Quede el lector avisado: Basualto siempre va por más, y su caza, como la de la diosa Diana, es siempre provechosa.

ANDRÉS MORALES. “La poesía de Alejandra Basualto”, 20 de octubre de 2010.





 

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Muestra Poética: Alejandra Basualto
(Rancagua, 1944)