PÁJAROS
El cielo está sangrando pájaros.
Muchos pájaros de un raro color,
desmadejados,
las alas yertas,
los picos deshechos.
Sólo soplos grises
cayendo desde lejos.
Pájaros de dónde.
Tal vez despojos de ciertos ángeles
caídos de la secreta casa.
Cientos de pájaros
con el grito roto en la garganta
y los ojos vueltos.
Todos serán sombras.
Para que los olvidemos.
(De: El agua que me cerca, 1983)
PRÍNCIPE AZUL
no desmontes de tu brioso corcel
ni me tomes en tus brazos
ni roces mis labios
con tu boca delicada
porque
si te miro de frente
con mis ojos de bruja verde
y te beso como se debe
y me sueño todo el cuento
entre tus sábanas de holanda
mucho me temo
QUE DESAPAREZCAS
…..
Acúsome
de intolerancia
en materia de mal de amores
y que no vengan después a hablarme
de altos o bajos umbrales
de dolores
Acúsome
de inconciencia e incongruencia
pero no puedo
dejar
de respirar
la contaminada niebla tuya
que me verduga
……
Emites todas las señales
pero
cuando recojo el guante
de tu corazón
se escurre un conejo
(De: Las malamadas, 1993)
EN ESA ESQUINA
La muerte está sentada a los pies de mi cama
Óscar Hahn
La muerte estuvo sentada en esa esquina desde antes que yo naciera.
Silenciosa aguardaba resultados con un ojo rojo
y el otro colorado de puro cansancio.
Cuando vio que mi madre no estaba dispuesta a entregarme tan fácil
echó un par de ojeadas más
y se durmió.
Luego se conformó con un gato blanco.
La muerte ha estado sentada toda mi vida en aquella esquina.
A veces cabecea y murmura cosas raras,
otras, bosteza y se estira como queriendo despertar,
más tarde se hunde en la oscuridad de su rincón torcido,
satisfecha de oírme llorar.
Cuando mi padre se despidió
la muerte me besó en los labios.
Años después me miró muy hondo
desde los ojos amarillos de mi madre
y pude verla sonreír con ella.
Comadres de viaje / me dije,
qué bueno, mi vieja no va tan sola.
En noches como ésta vuelvo a verla,
atisbando desde la esquina / en su sillita pintada
y con el sombrero bien calado sobre los ojos negros.
No es hora / le digo afectuosa,
todavía no puedo viajar, pero no te preocupes:
aquel domingo
cuando por fin decidas abandonar tu esquina
y acompañarme hasta la puerta,
tendré mi maleta lista,
también un bolso de mano
por si hay encargos
de última hora.
SI MUERTE FUERA
De manera que soñé capitanes y ataúdes de colores deliciosos...
Alejandra Pizarnik
Si la palabra MUERTE abrigara un hombre bajo el poncho,
manso de actitudes / dulce de palabras / bello
como los caquis en otoño / que me endulzara la boca
con su áspero sabor a macho en celo;
si MUERTE fuera un muchacho fuerte y juguetón
como un cachorro sin destetar,
que mordiera mis tobillos y me robara la ropa interior,
los zapatos y las medias;
si ese MUERTE que tal vez ya me observa
—centinela del siglo que asoma sus encías inmaduras—
mostrara un rostro de barba negra y cariciosa,
un resuello de varón maduro
y sienes clareando en la penumbra;
entonces sí me gustaría encontrármelo de frente
aunque fuera en un callejón oscuro,
o en la mitad de un verano bajo los árboles de mi casa
en un domingo cualquiera
de ésos que nadie halla motivos para recordar.
Me abrazaría entonces al mentado muerte convencida
de que es mi último caballero andante,
el olvidado príncipe azul o un valiente filibustero
que viene a rescatarme / a seducirme
a llevarme consigo
para que por fin juguemos
un último juego
de esperanza
LA DAMA
Esta dama sin cara ni camisa/ alta de cuello, suave de cintura/
tiene todo el temblor de la hermosura.
Miguel Arteche
He visto a la dama delgada como ninguna
sonreírme resucitada.
Advierto sus mejillas maduras
la escucho deshilar sonidos y palabras / sé que teje
la máscara perfecta para ocultar sus intenciones.
Ella no es de este mundo,
tampoco de otro que yo conozca.
Parece habitar fuera del tiempo concentrada
en alguna idea que no logro adivinar.
Su voz resuena como un clavecín
aserrando el pie secreto
de la silla que llevo conmigo.
Envuelta en su capa de noche
por la avenida difunta avanza la dama
con su vestido de nieve
y su cabellera tiznada.
Pero nadie evita que me estremezca:
su belleza
no alcanza a cubrir la calavera.
BASURAL
Es imprudente tocar campanas durante una tormenta.
Gonzalo Millán
Quedémonos en silencio
que duerme la ciudad.
No habrás olvidado las noches en el vacío pavoroso
vanamente estrelladas,
el ciego retumbar de la nada en nuestros tímpanos
la calle muerta,
ni un perro / ni una rata / ni siquiera
un hombre o una mujer
buceando en la basura.
El miedo roía los intestinos
con más eficacia que el hambre.
ÚLTIMA PRIMAVERA
Sé que un día de éstos/ acabaré en la boca de alguna flor.
Blanca Varela
Cegadora y arbitraria entró como un torbellino
para destriparme, la primavera.
Me succionó la médula,
forcejeó con mis aprensiones hasta metérseme dentro
y tuve que verla en su verdor inexcusable,
tuve que olerla hasta la náusea,
y ella hubo de arrebatarme
hasta mis nubes más ocultas.
Quedé con el corazón en descampado, desprovisto
de telarañas y puñales / calato en su calabozo.
Engañosa luminosa
me humilla con su mascarita de flores
y sus pajaritos recién brotados,
pero el memorioso que llevo dentro no cesa de gritarme
que no le crea / que se irá de un día para otro
con su risueña costumbre de madreselva.
Y luego tendré que construirme pabellones y huesos
y costillares y verjas de feroz apariencia
para guardarme y protegerme
de sus besitos pintados.
CANCIÓN PARA CAPERUCITAS
No le digan a los carniceros/ que en cada vaca hay un cisne.
Hernán Rivera Letelier
Muchacha,
huye del cuchillo
cuando aún sea posible, cada seductor
es un larvado carnicero.
No permitas que sus dedos terroristas
se cobijen en tu espalda,
sólo quieren arrancarte las plumas.
No dejes que su boca besadora
deslumbre de algas tus pezones
o derrame aromáticas especias
sobre tu vientre acurrucado.
Jamás cultives en tu Monte de Venus
perfumados verdores de perejil
de albahaca ni tomillo
que sólo despertarás sus apetitos.
Arranca de tu jardín todo asomo de laurel
y oculta el oloroso diente del ajo campesino;
no vaya a ser que hierva la avaricia
en el fondo oscuro de la olla
y el seductor no pueda contenerse
e introduzca en el agua alborotada
el bello cuerpo implume
que entonces ya serás.
(De: Casa de citas, 2000)