Carpentier contra Carpentier
Roberto González Echevarría,
"Alejo Carpentier: el peregrino en su patria"
Gredos, Madrid, 2004,
395 pp.
Por
Gustavo Guerrero
Letras Libres, Octubre de 2004.
Por suerte, no todo es pompa ni pasajera retórica
en las mil y una conmemoraciones a las que se ha vuelto tan afecto nuestro
tiempo. A veces, más allá o más acá de la celebración, algo queda, algo
que resiste y perdura. Si tuviera que apostar hoy, diría que, de los cien
años de Alejo Carpentier, probablemente sobreviva, entre otras
pocas cosas, la reedición de este ensayo de Roberto González Echevarría.
Publicado originalmente en inglés, en 1977, por la Cornell University Press, Alejo Carpentier, the Pilgrim at Home era ya una referencia dentro
de los estudios literarios latinoamericanos antes de que se tradujera al
español y se publicara en México, en 1993. Tras una temporada en el limbo
de los títulos inhallables, ahora reaparece en España, en una segunda
edición aumentada y corregida, y provisto de un nuevo y sustancioso prólogo
del autor. No hay que dejar pasar la ocasión de descubrirlo o de releerlo
en este año del centenario. Y es que se trata de un libro realmente
importante no sólo en tanto lectura de la novelística del cubano sino,
además, como ejercicio de historia literaria y como crítica de los
paralelos tradicionales entre vida y obra.
Es verdad que siempre abrimos con algún temor este tipo de estudios
universitarios que datan de los años setenta y ochenta del siglo pasado,
pues nada ha envejecido tan rápido como los pretenciosos dialectos teóricos
y filosóficos que eran entonces lenguas obligatorias en los departamentos
de literatura. Afortunadamente, Alejo Carpentier: el peregrino en su
patria sigue siendo el libro inteligente y atrevido de un joven scholar
de 34 años que, en pleno auge del posestructuralismo y la deconstrucción,
supo sacar partido de lo que le ofrecían aquellas corrientes pero sin
venderle el alma al diablo del sistema, la jerga y el método. González
Echevarría va a ahondar más tarde su deuda con los deconstruccionistas y,
en particular, con la escuela de los Yale deconstructionists (Bloom, Hartman, De Man) a la que aún suele asociársele. Sin embargo, en
este estudio temprano, la deconstrucción representa ante todo una libre
reivindicación del valor de la ambigüedad, la indeterminación y la
contradicción como herramientas interpretativas. Sirviéndose de ellas,
nuestro novel crítico se atreve a leer a Carpentier contra Carpentier,
e incluso más allá de Carpentier, en una época en que el novelista cubano
era ya una figura canónica y prácticamente intocable. "La misma
investigación sobre las fuentes de Los pasos perdidos -señala así
en el prólogo a la edición mexicana- me llevó a tomar conciencia de las
sugestivas discrepancias entre lo que Carpentier decía sobre la génesis
de su obra en diferentes momentos, y cómo estas declaraciones eran
difíciles de verificar, cuando no eran claramente contradichas en la obra
misma. Este descubrimiento me fue aclarando paulatinamente que lo que
debía hacer era concentrarme en las discrepancias y desarmonías de la
obra y las versiones de la vida, no tratar de velarlas con los recursos
habituales de la crítica académica".
Es ésta la ruta que González Echevarría sigue rigurosamente al
analizar las distintas etapas por las que pasa la novelística de Carpentier
y las complejas relaciones que se tejen, en cada una de ellas, entre el
relato novelesco y el relato autobiográfico. En una era posbarthesiana y
altamente crítica, Alejo Carpentier: el peregrino en su patria vino a rehabilitar de este modo las lecturas correlativas de vida y obra
al situarlas en un nivel mucho más hondo e interesante: aquel donde el
autor, si se me permite la redundancia, deja de ser una voz autorizada. De
ahí que la silueta que se vaya definiendo a lo largo del libro no sea ya
la del padre totémico del realismo mágico ni la del intelectual
comprometido con el castrismo, las dos versiones a las que nos había
acostumbrado la crítica oficial. Lejos y como al margen de ellas, el
Carpentier de González Echevarría es una escritura y un hombre en los
que se asocian creativa y conflictivamente las cuestiones del origen, la
identidad y el destino de la cultura latinoamericana. No hace falta ser
demasiado perspicaz para comprobar cómo, adelantándose al reciente
escándalo de la partida de nacimiento suiza, los problemas que se tratan
en este libro dibujan finamente la falla mayor de donde quizá surgen los
muchos relatos del novelista sobre su persona y su literatura: la mentira
sobre su lugar de nacimiento y acaso sobre su verdadera filiación.
En el prólogo a la presente edición, fiel a la estrategia de lectura
que se fijó hace 27 años, González Echevarría da cuenta de sus últimas
pesquisas sobre este espinoso asunto, y analiza con inteligencia y
honestidad las probables razones por las cuales Carpentier quiso ocultar
que no había nacido en la capital de Cuba sino en Lausana. El relato de
un incómodo encuentro con la viuda del escritor en La Habana y el resumen
de las indignadas elusivas con que Mme Carpentier contestó sin contestar a
la pregunta sobre el lugar de nacimiento de su marido, son como el corolario
de estas páginas. Sin embargo, lo esencial es la forma en que se examina
aquí la mentira como un texto más de y sobre Carpentier, un texto que
merece ser leído a la luz de sus ficciones, pero que, al mismo tiempo,
las ilumina de un modo novedoso y a veces insólito. En tanto práctica de la
discrepancia y la contradicción, no veo mejor ejemplo de esa différence que, tras la huella de sus colegas deconstruccionistas, González Echevarría
llama con elegancia los "malentendidos productivos" de Carpentier.
Por supuesto, no siempre es posible seguir a nuestro crítico en todas
y cada una de sus interpretaciones, ni tampoco se puede compartir hoy
su opinión sobre la influencia de Carpentier en las generaciones más
jóvenes. Pero poner el acento en dichas reservas sería mezquino ante todo
lo que el ensayo representa como teoría y práctica de una hermenéutica,
y también, lo repito, como ejercicio de historia literaria. O mejor y más
justo: como lección de historia literaria. Y es que no puedo ni debo
terminar esta reseña sin decir que las páginas que González Echevarría
consagra a las vanguardias, a la Revista de Occidente y a la evolución
del concepto de realismo mágico constituyen un capítulo esencial para
entender el desarrollo del pensamiento literario latinoamericano en el
siglo xx. Muchos las hemos tomado como un punto de partida para explorar
otros territorios de nuestra historia y algunos incluso las han glosado
indelicadamente sin citarlas. Sirva la ocasión para reconocer su
importancia. Como si todo lo demás no pesara ya lo que pesa, se bastarían
a sí solas para hacer de Alejo Carpentier: el peregrino en su patria
un libro necesario.