se derrumba enroscada se hunde
se tumba sobre lo vacío y se ahoga
entre los espolones deltas de los ríos
se arquea inundada de orquídeas negras
entre las olas crece sin miedo de ser
mutilada ceniza que vuela ajena al viento
atardece
cisne de eclipsada cruz sagrada clepsidra
sereno espasmo de sirena solar
semilla que escurre cual sierpe en las sombras
se deteriora para ser olvidada pero la olvidan
oscurece
se le enredan plumas al cuerpo
el miedo se infiltra se fecunda se cultiva
se muere se hace tierra
resplandeciente bordada con musgo
en el esófago del sueño se desangra
y saberse bella es saberse ocaso
De Viajera que viene y nunca llega (Pinos Alados, Mexicali, 2020)
De Sintomatología de la muerte. Tétrada, puesta en escena sobre papel por Omar Soto (Taller Nuclear, Nezahualcóyotl, 2012)
No existe espacio para una casa
Pero hacia cualquier parte que se mueva el cuerpo,
también va una. Y aunque se impongan
a veces las imágenes de cosas que son procesos
que se erigen alrededor de la mente, recuerda
que al finalizar la noche, volverás sola.
Disfruto de la buena compañía, del diálogo
de una violenta discusión de fondo. Ser
anfitrión y beber junto a un huésped café,
o sentir al menos semejante el agua. Soy
feliz cuando alguien me invita a reposar
junto al fuego de sus oscuras reflexiones,
aunque son cada vez menos las personas
que encienden con sus dudas una fogata.
Por eso cuando alguien teje su casa y me invita,
cómo disfruto de ese decorado que jamás veré
otra vez en la vida. Por eso te agradezco, lector,
a ti, que visitas este poema, eje de mi hogar.
Gracias por beber conmigo, al mismo lenguaje.
De El viejo arte de lo nuevo. Manifiestos matéricos (Sikore, 2017)
Cantárrida terraquítica
Ya ve, usted lo sabía. No soy mujer
pero gusto de beber igual que una.
Soy vulgar, asno de dos pies.
Y me llaman bruja porque tengo
en vez de palabras, escarabajos
y una serpiente por columna.
Cola de perro, mis flores son piara
de trece dedos. Soy res de corazón
y corro con los lobos. Mi vestimenta
son las alas del cuervo. Me confunden
con oso, hacha de pez. Y cuando ando
en el día soy un pedazo de noche
y me dicen pantera. Me ven cual cabrón
que lleva por cerebro un cesto lleno
con víboras de variadas especies.
Soy una lengua, antes que un pene.
Al falo de Lacan lo acaricio como al clítoris
y a la envidia de Freud le limpio los bigotes.
Soy el gruñido. Estrido. Repto.
Y si levanto las manos es para tocarte.
Soy tus uñas y no me detengo,
cabalgo sobre mi calavera,
no te veré en otra calle,
yo no vine a vencer la muerte.
Me miran entre las hermosas hordas,
me han dicho; entre los bancos de peces.
No se equivocan, entre todas las bestias,
como tú, soy únicamente una sombra,
que se abalanza sobre su cuerpo.
De La rosa ebria y treinta y tres anforismos (La cosa escrita,
Veracruz, 2016)
Dominio público
Bien se sabe que el amor es la barbarie.
Que tu casa es el odio y que todos
caminamos con el bien en contra.
A un lado, el amor y del otro, nosotros
los inconvenientes, los solos, los huraños
que le ponemos pero a todo.
Fríos, burlones, molestos,
irreconciliables, odiosos,
perfectos para la hoguera
incivilizados] qué poca educación [
monstruos de malos modales
hijos de Sócrates olmeca
venidos de quién sabe qué mazmorra
feos
bestias que mordemos la mano
de quien intenta meternos a trabajar
] honestamente [ como albañiles,
jardineros o guardaespaldas
corazones negros y no rosas carmín
malhablados, malpensados
envidiosos porque no alcanzamos jaula de cristal
resentidos por “puro gusto”
inmunes al dolor
desconfiados
vengativos, incapaces de amar.
Niños héroes que nacimos muertos
porque ningún padre nos reconoció
y nuestra madre nos lanzó con los perros
para que aprendiéramos a ser hombres
bestias que aprendieron a sobrevivir
sobrevivientes que aprendieron a pelear
duros, insensibles al calor supremo.
Porque cuando un padre nos trató de recoger preferimos la vida,
y cuando una madre nos quiso levantar, preferimos la muerte.
Encabronados, inconformes que luchamos para vivir,
animales que desde muy pequeños aprendimos
que la única barbarie es el amor.
De Llegada del Malnacido (Nueva York, 2022)
Me entierro, cavo. Rasco hacia dentro de la tierra. Me siembro, siento soy un río, pero queda tras de mí una médula, es mi huella, pero es tangible, es mi ausencia, pero parece una raíz, un hueco que respira tras de mí. Escucho el corazón de un lobo en mi sangre. Afuera parece que llueve, la humedad es un lenguaje en esta densidad que me recibe. Alguna vez tuve un nombre, o nombres. Me arranco lo que fue mi cuerpo. Sus nervaduras quedaron lejos de esta semilla, que se hunde entre los terrones y las piedras. Aquí se respira a través de los poros. Soy una célula. Una comunidad de átomos que se perciben, unos entre otros, semejantes. Y se tejen. Es un milagro, pero sienten el aire y el agua, incluso el fuego. Parecen hechos de lodo, parecen polen. A penas son. Me acuno en la placenta del pleistoceno. En la mesósfera. Un zumbido me enjambra. Me urde una crisálida. Estrido, crezco. Siento unas alas de vidrio. Son las células una alianza para imaginar la piel del cielo. Una nube. Ay, en esta bien dicta radiación, apenas soy la unidad de un insecto. Y me alimento del néctar de las raíces. Olvido que fui cisne, que fui negro. Esa era memoria de otras vidas olvidadas, vueltas esphiras en la capa que se ondula, y tridimensional se anilla. Nudos de materia innominada. Soy la carne que sostiene a la nada, o la nada de la que nace lo tangible. Materia flexible. Hondo espacio cósmico. Aquí parezco una estrella. Un dinamo. Un campo magnético que forman los antiguos habitantes de tales esferas. Galaxias desdoblándose. Cisnegro ha muerto. Llámame, solo, alúmbrame, duna. Espejo ámbar. Resphiro. La música de los triángulos es una pira. Exphiro. Queda aquí todo lo que he sido.
______________________________ Andrés Cisnegro. Ciudad de México, 1979. Su más reciente libro es Nuestro derecho a la locura (Niño Down Ediciones, 2024). Camisa de once varas (BM, CDMX, 2022) es un recuento de sus
primeros veinte libros. En 2022 fueron realizadas las ediciones de Llegada del Malnacido (2022),
por artepoética press, en Nueva York (inglés-español), con traducción de Christopher Perkins y el
Manifiesto transmigrante, en una coedición entre Chile, Inglaterra y México, El manifiesto
transmigrante, que plantea un nuevo dialecto denominado xi lang o mexe, que se presentó en
Colombia, como parte de la gira conjunta entre Cisnegro y Armando Rosas, y posteriormente, en la
Universidad de Wisconsin, en Madison, dentro de la Gira Hiperboreal, que incluyó a poetas
estadounidenses y latinos, tanto de México como de los EU, y que cruzó la unión americana, desde
Québec, Canadá, hasta Tijuana en Baja California. En Nicaragua apareció Zarrpastra, mapa de obra (400 elefantes, 2020); en Chile, La perra láctea (Cinosargo, 2021) y Fabla errante (Mano Falsa,
2022), en Perú. En Chilpancingo, Nivola del bien adverso (Ícaro Ediciones, 2023). Cisnegro traza
rutas vivas sobre poéticas del siglo XX e investiga la poesía matérica. Entre ellas el Atlas Inverso de
Poesía y el Biombo de movimientos mexicanos de poesía. Ha participado en congresos nacionales e
internacionales de poesía y literatura. Cisnegro gestiona cruces generacionales, debates,
reediciones, talleres, laboratorios y la publicación de óperas primas y otras destrucciones
necesarias. Estudió Letras Hispánicas en la UNAM y Comunicación Social en la UAM. En 2018
participó en el Festival de Matemáticas, Ciencia y Cultura 2018 en Oaxaca, organizado por el
Instituto de Matemáticas de la UNAM. Y en 2012 en el Festival Internacional de Ajedrez, como
conferencista. También estuvo a cargo del programa de televisión en Telesecundarias de la SEP,
Poesía y práctica. Su poesía ha sido traducida al náhuatl, francés, inglés, árabe, portugués y griego.
Actualmente es operador del proyecto múltiple Cisnegro. Lectores de alto riesgo, coordinador de
la revista Blanco Móvil y cátodo dístico en la revista La Piraña.A
www.letras.mysite.com: Página chilena al servicio de la cultura
dirigida por Luis Martinez Solorza. e-mail: letras.s5.com@gmail.com Transgresiones al cisne.
(Muestra poética)
Andrés Cisnegro.
Ciudad de México, 1979