Presentación de lo anómalo
Richard Astudillo
(Texto leído el 18 de abril del 2008 en el Archivo Andrés
Bello, Casa Central de la Universidad de Chile)
Vengo a presentar esta reunión de textos poéticos
creados por 5 poetas chilenos. Me referiré al contenido de Anomalías,
en estricto orden de aparición de sus autores.
Alexis Donoso: Reescribe con justicia el verso
de Antonin Artaud, ese que nos asegura que la tarea de la poesía es
“montar caballos y perros” sin rienda, montura ni fuselaje. Los textos
de Donoso, no obstante, exceden dicho propósito valiéndose de una
cadena paranoide de “tropos alados”, “indecibilidades”,
“muerte de madre y lengua”; extrañezas de variada temperatura que
construyen un paradigma que insiste en provocar la fuga y desplazamiento
del verso en su tarea de (citando a Donoso) “decirse a sí mismo” y
autoflagelarse teresianamente: “De pie en medio de estas alusiones
a lo indecible / presiento que en algún momento estas palabras se
/ levantarán de las páginas / como bestias raras y criminales intentarán
matarme” (en la página 13). Se vislumbra acá una versión oscurísima
del pensamiento animista característico de la mente de un infante,
deseo de genocidio verbal, pretensión de todo poema que da dos pasos
adelante con vista al descampado. Una veta explorada por Donoso es
la tensión del vocabulario proveniente de las teorías contemporáneas
humanistas en su colisión con el lirismo. Por estas páginas, aparecen
suspendidas las identidades genéricas y binarias, tramas de simulacros
y situación de resistencia tercermundista. La parlante enunciación
de los textos es imputable a una voz psiquiatrizada, plena de violencia
sexual y de derrota social rokhiana, personaje del verso que se autoerige
como director de una clínica de ejercicios literarios, signos que
corresponden al orden arbitrario de (aquí cito a Donoso): “fieras
que trepan sobre sí mismas”. Otra hebra reconocible de la textualidad
de Donoso es la fecundidad abortiva de la palabra que apuesta por
el tránsito de la poesía desde la relamida casa del ser heideggeriana
a la cama de reposo terminal y jubilosa (siempre quise utilizar el
cliché de la casa del ser, en una presentación de libro tan amena
como esta). Y bien, es precisamente aquí donde los textos del autor
exhiben sus mayores aciertos al coronar a la manipulación del lenguaje,
como noble oficio digno de ser emprendido por quienes desde la escritura
dan sepultura al significante madre, sea patria, sea lengua, sea un
estado o institución caritativa-benéfico-cultural.
Marcela Parra: Tensiona la forma poética experimentando
con diversas modalidades de composición desde el lenguaje cinematográfico,
pasando por el numerado acertijo matemático, hasta los palíndromos
textuales. Temáticamente Parra desarrolla versiones personalísimas
de ciertas preguntas fundamentales. La forma escritural le permite
enunciar abstracciones sobre la temporalidad geométrica personal y
comunitaria, la religión del amor, la ética contemporánea y de género.
El texto “Guerra” (en la página 25), es una teoría pesimista sobre
el origen de la civilización, en el que la violencia alienta los más
caros fetiches humanos: lenguaje, sexualidad, la división geográfica
y la propiedad. Otro texto descarnado que polemiza con las miradas
simplistas del pacto genérico y la representación de lo femenino en
el arte es “Mary la acuchilladora” (página 31), donde el lector asiste
a la reescritura de la agresión a la Venus del Espejo ocurrida en
un museo inglés durante 1914 (cito): “El hacha es una mueca / sacar
la lengua lo mismo”. Mary, en el texto, es una acróbata de galería
que ejerce una violencia sobre el objeto de arte, objeto que instala
el rol estático, silencioso y pasivo de la musa museificada (cito):
“que querían fuéramos reinas todas / vírgenes todas, todas desmayadas”.
El poema en cuestión teoriza sobre la situación de las querellas de
género en medio de la explosión europea del arte de vanguardia. “Mary”
y los textos de Marcela Parra, montan su performance lírica con la
más extrema de las militancias artísticas, esa que mira y saca lengua
o hacha frente a las repeticiones inalteradas de la representación
y la escritura.
Marcos Arcaya: Incluye un fragmento de un texto
mayor llamado “Particular egocéntrico y la luna”. Los textos reunidos
destacan por el puntilloso trabajo de remate de cada verso, donde
la pertinente utilidad del adjetivo sustantivado repara en la denotación
múltiple de cada palabra. La equívoca carga semántica, le permite
a Arcaya articular una juntura de tópicos sobre una carrera espacial
fracasada y la expresividad de fe católica relativizada. Los versos
indagan verbalmente en la fascinación humana por el mundo imaginario
ubicado encima de nuestros hombros, esfera donde corren frecuencias
de radio, estrellas, cápsulas espaciales, explosiones siderales, astronautas,
cosmonautas perdidos, divinidades, creencias, favores y desgracias.
No obstante el viaje programado por el texto no tiene por meta el
paraíso de Dante, sino un aterrizaje de emergencia e improviso en
la tierra. Dicho objeto lírico tiene sus parientes naturales en el
ángel caído de Milton y en la aureola embarrada del poeta en Baudelaire.
La religiosidad no santa se encuentra omnipresente en los fragmentos,
el astronauta que padece la desventura de su malogrado viaje, reciente
un abandono divino y añora el tiempo de la pía restauración: “como
cuando Dios como cuando Dios / bajo los grandes leprosarios de los
astros”. En la dramática situación del caído en desgracia asoma un
Jesucristo doliente que reversiona las palabras bíblicas. Así, el
“venga a nosotros tu reino” del “Pater Noster”, encuentra el rumbo
en desorientados versículos: “que el otro mundo es este y no se iguala
/ ninguno / al pavimento eterno de su gloria”. En medio de esta comunión
entre la caída espacial Ziggy Stardesca y la puesta en duda del mundo
del más allá, el texto de Arcaya se conduele por un destino donde
la visiones por el cosmos superior-astronómico-religioso es desplazado
por la certeza más inaudita de todas: “y fuimos caravana arrastrando
al / cosmonauta Martínez / pero bien merecido lo tenía por / seguir
nuestros juegos / todos de vuelta y sin luna quedamos / así abandonados
como cama desecha” (página 47).
Marcela Saldaño: Desarrolla el poema en prosa
asignándole una potencialidad inusitada a la subversión estilística
del párrafo. Los textos reunidos nos presentan una poesía de contemplación,
de espacios vitales arrítmicos en colisión, girondianos, los versos
montan un tren descarrilado. En la página 53 una vecina aburrida de
la condición de su barrio se corona a sí misma como ninfa o semidiosa,
decidiendo aromatizar el desagrado y el olor putrefacto de la carnicería
local (Nota aparte: la carnicería es un significante apreciado por
la poesía reciente, carnicería al parecer significa la carne descompuesta
de un país). “La arcada entre el olvido el olvido y el recuerdo”,
es un ensayo en clave espasmolítica sobre la hipócrita situación temporal
de la memoria y sus antojadizas selecciones: “Solos entre el olvido
y los sueños Entre los susurros y los vecinos Ojalá alrededor de mi
casa corriera un río Y ese río se riera de todos nosotros”. En “Visiones
de la patria de la mano” percibo un estudio microbacteriológico sobre
el estado, situación, salud y ética de la sección de piel humana más
utilizada para la comunicación y la transmisión de enfermedades. Como
el personaje de Blue Velvet de David Lynch, los textos de Saldaño
agreden permanente la posibilidad de saciar un deseo voraz mediante
la palabra lírica. Su poética es todo carencia, todo parece faltar
y ni el verso se salva: “A mí jamás las cosas me alcanzan… Ni el hombre
ni las bestias ni los insectos Ni la amistad ni los muebles ni el
dinero Ni el viento ni el sol menos la lluvia”. El texto poético en
Saldaño, utilizando una de sus expresiones más logradas, es un surco
anárquico en la geografía del lenguaje, un valle donde es posible
escuchar canciones a pesar de la cavernosa cavidad de sombras falsarias
que reinan.
Oscar Saavedra: Adelanta fragmentos de una obra
mayor llamada Doping Histórico. Saavedra las emprende contra el mito
colonial de la malinche otorgándole actualidad a la cuestión del mestizaje
prostibulario americano. Formalmente el texto lleva al absurdo distanciado
la seguidilla de apareamientos y violaciones culturales que originan
un continente, una lengua sexual, económica y literaria. América entregada
al conquistador es vivificada por el deambular de subjetividades asexuadas
e hipersexuadas que posan en las singulares ciudades civilizadas.
Cada tránsito, cada calle y cada nombre, son la marca visible de la
condición de tierra faenada o “bien putita” como diría el poeta: “Los
Alpes sureños, El cosaco Temuco… Los alelíes Cortijo… Los Champs Elysees
Pudahuel… Las madonas Viña del Mar… Dehesa / Pintana”. En su elaboración
de tratado sobre la patria, Doping Histórico, utiliza las fórmulas
y lenguajes del arribismo, el disfraz y los nombres de prestigio.
Saavedra resiente a un país y un continente atraga8ntado con su fascinación
de ser “otro”, vestirse otro, maquillarse otro, operarse otro, despacharse
otro. La geografía del país corresponde, en este orden militarizado
plagado de manifestaciones estéticas, a un sin-sentido luctuoso, mixtura
democrática entre la pasarela y la rotonda recién inaugurada. El orden
cosmético origina una serie de personajes con una filiación traumática.
Las asexuadas Pachas, divinidad y mito, dominan las pulsiones de un
ciudadano infantilizado condenado a observar violaciones y a introducirse
en el baño termal de las nuevas tendencias, diferencias y tolerancias
de mercachifle nacional.
Celebremos hoy esta reunión de textos.
Muchísimas gracias.