Ariel Dorfman
Escritor y dramaturgo
"El establishment
me ha puesto dentro del sistema"
Por Óscar
Contardo
Artes y Letras de El
Mercurio. Domingo 6 de febrero de 2005
Dorfman se ha instalado en lo que él llama las fracturas de
un sistema que critica, pero que le ha dado un espacio importante.
Sus obras son montadas por elencos estelares y sus proyectos se mueven
entre el cine y la literatura.
Ariel Dorfman quiere montar "Voces contra
el poder" en Santiago y Buenos Aires. Ya tiene comprometida a
Sigourney Weaver, y Sean Penn sólo espera que le digan cuándo.
Tiene en mente conversar con los ministros Weinstein y Bitar para
comenzar a dar forma al proyecto de estrenar en Chile la obra basada
en 51 entrevistas realizadas por Kerry Kennedy a
defensores de los derechos humanos. Kerry, hija de Robert Kennedy,
fue quien lo llamó hace cinco años para proponerle hacer
una pieza de teatro con un material que reúne los testimonios
de personalidades de todo el mundo, entre ellos el chileno José
Zalaquett. En Estados Unidos la obra es frecuentemente mostrada en
colegios, y la idea de Dorfman es lograr lo mismo en Chile. "Voces
contra el poder" fue este año el evento principal con
el que se conmemoró el aniversario de la muerte de Martin Luther
King, y además de Sean Penn, incluyó en su elenco a
Martin Sheen y a Woody Harrelson.
Memorias del desierto
Dorfman convoca y se las arregla para ser escuchado. El autor de
"La Muerte y la Doncella" afina detalles para comenzar la
producción de una película bilingüe con HBO mientras
en el West End de Londres, Peter Hall anuncia el estreno de la obra
"El otro lado". En su columna en el LA Times puede recomendarle
a Bush imitar al general Cheyre y asumir responsabilidades institucionales
en los casos de abusos contra prisioneros iraquíes, mientras
en El País pronosticaba los obstáculos con los que tendría
que vérselas John Kerry para llegar a la Casa Blanca. Hombre
de izquierda, "liberal" según los estándares
norteamericanos, Dorfman escribe frecuentemente en The New York Times,
Le Monde y The Washington Post, y rara vez deja pasar la oportunidad
para hablar del país en el que no nació, pero en el
que vivió su juventud, trabó sus amistades, se formó
ideológicamente y del que fue exiliado."Le tengo mucho
cariño a Chile, pero siento que estoy mejor en la distancia,
como en el bolero", afirma para justificar su decisión
de volver a Estados Unidos en 1990, luego de ver que en Chile su obra
"no tendría el espacio" que él esperaba. Mal
juicio no tiene. Las distancias se acortan con proyectos como traer
"Voces contra el poder" a Santiago o publicando en castellano
"Memorias del desierto", un libro de viajes encargado por
National Geographic, y que el autor describe como un viaje a los orígenes:
el origen familiar (la familia de su esposa); de las culturas andinas
y de la modernidad chilena "porque el salitre es el fundamento
de lo que ha sido Chile. Su explotación y la riqueza que produjo
permitió a una clase social cerrar sus ojos a las grandes tensiones
que estallarían en el siglo XX".
-¿El Pato Donald se debe leer del mismo modo que usted
proponía en los setenta?
"En mis memorias tengo un capítulo entero de cuánto
he cambiado yo desde que escribí 'Cómo leer al Pato
Donald'. No me desdigo de ese libro en absoluto. Si algo ha pasado
en todo este tiempo es que ha habido una mayor acumulación
de poder en manos de grandes corporaciones. Muy poca gente decide
en el mundo las grandes historias, las grandes narraciones que consumimos
globalmente. Por otro lado es irónico que uno escriba un libro
sobre los superhéroes y de repente se encuentre, como a mí
me pasó con Christopher Reeve, con la persona que encarna más
visiblemente al superhéroe, y resulta ser un verdadero héroe.
Recuerdp que le decía a Christopher Reeve después de
conocerlo (en 1987) que yo era muy crítico de los superhéroes
y él se reía y me respondía que él también.
Mi trayectoria ha sido un poco extraña en ese sentido. Hice
una crítica de la película Field of Dreams y de repente
yo me encontraba con Kevin Costner, su protagonista, como parte del
elenco de "La muerte y la doncella" en Broadway. Aún
tiendo a ser muy crítico de las superestrella".
-Desde fuera parece estar en el medio del sistema, muy vinculado
a la industria cultural norteamericana.
"Grandes estrellas y directores han representado mis obras, pero
son ellos quienes han entrado a mi mundo. Lo que pasa es que además
muchos de ellos me caen bien. Me junto con gente como Sean Penn o
Susan Sarandon o Tim Robbins, hablamos acerca de los problemas de
Irak, de la última obra de ellos o la mía... pero muy
pocas de estas celebridades son amigos míos, no es que yo me
ande buscando trabar amistad. Mucha gente piensa que yo me paso todo
el tiempo en eso, y no es así. Te lo prometo. Tengo los teléfonos
de alguna gente y los llamo si hace falta. Algunos de ellos son amigos
míos simplemente porque nos caemos bien, pero nuestra relación
no tiene nada que ver con el estrellato. Sé que para muchos
lectores es difícil de entender, y lo comprendo. Por otra parte
es evidente que por muy crítico y autocrítico que uno
sea, también tiene una gran vanidad. Cuando me dijeron que
Sean Penn venía a 'Voces contra el poder', estaba muy contento.
Pero lo estaba tanto por esa vanidad que reconozco y como porque sé
que estando él presente va a darle intensidad, vuelo y pasión
a las palabras de esos defensores de los derechos humanos que presenta
la obra. Diría que hay una victoria por lado y lado. El establishment
me ha puesto dentro del sistema. No me cabe duda de que soy parte
de un sistema, porque trabajo en eso".
-¿Cuáles son los aspectos buenos de la industria
cultural norteamericana?
"Le encuentro muy pocas cosas buenas. No es un problema sólo
de Estados Unidos. Vivimos en un sistema global de homogeneización
de la cultura. A la vez, el sistema norteamericano permite nidos,
pequeños nidos de luz. Aunque es un sistema que tiende a la
totalidad, no es enteramente totalitario porque el mercado, que es
el que reina, determina que hay espacios para otro tipo de producciones,
aunque hay límites para esos espacios. Siempre hay fracturas
en el sistema, y es allí donde uno se instala para escribir
o para hablar. Podría decir 'soy demasiado puro para participar
en esto', pero creo mucho en la democracia de las ideas, y en que
los opositores a mí tienen más que un derecho, deberían
estar subvencionados para rebatirme. Como lo dije en mis memorias,
durante la época de Allende era muy extremo, todos lo éramos,
pero me he vuelto muy democrático en ese sentido. Creo que
la libertad de expresión es el pilar, especialmente en aquellas
cosas que me repugnan. El sistema norteamericano lo permite, aunque
los espacios se han reducido. Actualmente mi temor es que debido a
la lucha contra el terrorismo, que es inacabable, se permita la tortura,
se mande a países extranjeros a torturar y se haga la vista
gorda con regímenes totalitarios con tal de que sean favorables
a EE.UU. Hay una tendencia a la censura dentro de EE.UU. muy peligrosa.
Si uno no está con Bush, uno es antinorteamericano".
Dos mitades
-Tras el proceso eleccionario en Estados Unidos quedó la
imagen de la existencia de dos países. ¿Lo percibe de
ese modo o es una caricatura de lo que ocurre?
"Diría que no es una caricatura. Creo que EE.UU. está
dividido por la mitad, y muy dividido. Déjame utilizar la obra
para mostrar la evolución en los cuatro o cinco años.
'Voces contra el poder' se estrenó en el Kennedy Center con
el Presidente Clinton presentándola y fue transmitida por PBS
(la televisión pública) a todo el país. Cuatro
años y medio más tarde, hacemos esto no ante dos mil
personas, sino en la pequeña iglesia donde Martin Luther King
predicaba, en donde caben 600 personas. Ahora es impensable que el
Presidente Bush haya presentado esta obra, por mucho que el día
de la ceremonia de asunción haya hablado de la libertad y de
Estados Unidos como el gran faro de la libertad. Esto porque la gran
mayoría de estos defensores de los derechos humanos sienten
que la política norteamericana promueve la violación
de ellos. Esto es el símbolo de lo que ha pasado".
-Otra lectura posible sobre la reelección de Bush es que
el mundo liberal de izquierda de Estados Unidos simplemente está
desconectado de lo que piensa el ciudadano común...
"Yo escribí un artículo diciendo que Kerry era
demasiado inteligente como para ser elegido Presidente de los Estados
Unidos. Existe un antiintelectualismo entre los votantes norteamericanos
en ese sentido. Cuando en las encuestas se les consulta sobre su preferencia
electoral al norteamericano común y corriente la pregunta es
la siguiente: '¿Te gustaría tomar una cerveza con esta
persona?'. La gran mayoría dice que prefiere tomarse una cerveza
con Bush antes que con Kerry, el problema es que la posibilidad de
tomarse una cerveza con cualquiera de los dos es cero. Creo que la
razón fundamental de la victoria de Bush tiene que ver con
el miedo, siento que es un pueblo enteramente manipulado por el miedo,
lo veo constantemente. Se ve cuando hablas con la gente, y te dicen
que Hussein fue quien bombardeó las Torres Gemelas y que tenía
armas nucleares para atacar a EE.UU. Uno les puede argumentar que
no fue Sadam el que atacó, y que no había armas en Irak,
pero da lo mismo porque continúan creyendo en eso. No hay argumento
racional frente al miedo. Es lo mismo que tratar de persuadir con
argumentos a un agorafóbico para que se asome al balcón".
Intelectuales
-¿Qué responsabilidad le cabe al mundo de los intelectuales
respecto de esa desconexión con el ciudadano medio?
"Hay una tendencia de los intelectuales a oponerse a determinadas
políticas sin estar involucrados en el día a día
de la lucha política, esto no sólo sucede en norteamérica.
En grandes épocas de crisis, en los Estados Unidos. los intelectuales
tienden a movilizarse mucho más. Un ejemplo de eso es mi gran
amiga fallecida Susan Sontag. En los grandes momentos políticos
de norteamérica puedes ver un cambio en el estatus del intelectual
o la forma en que los intelectuales se piensan a sí mismos.
Ha habido un movimiento en esa dirección interesante. En los
momentos en los cuales hay una sensación de que la república
está en peligro, como ocurrió en los años 30
y 60 en Estados Unidos, hay una marejada de cambio en los intelectuales
y aquellos que frecuentemente se definen como apolíticos o
no interesados en temas sociales inmediatos tienden a moverse en esa
dirección. Para que veas que esto no es un asunto de Estados
Unidos basta mirar la evolución de Pepe Donoso. A partir de
los 70 la historia entró a patadas en el mundo de José
Donoso. Es muy distinta la alegoría de 'El lugar sin límites'
que la de 'Casa de campo'".
Ariel Dorfman Nacido en Buenos Aires en 1942, pasó su niñez
en Nueva York y su juventud en Chile. Sus ensayos críticos
sobre cultura popular, el más conocido "Cómo leer
al Pato Donald" (1971), precedieron su fama como dramaturgo.
"La muerte y la doncella", fue llevada al cine por Polansky
y sus novelas han sido traducidas a 30 idiomas. En 1998 publicó
su libro de memorias "Rumbo al sur, deseando el norte".
Actualmente es profesor en la Universidad de Duke.