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Entrevista con Adriana Arriagada de Lassel, autora de “Lucas, el morisco”:

 “Resulta que la historia del vencido es dramática y, por lo tanto, rica en contenido humano,
por eso el escritor va allí a buscar su verdad”

Sebastián Barros Merino
Productor Literario MAGO Editores


“Lucas, el morisco”, tiene como telón de fondo la expulsión de los moros de España y la represión que les tocó vivir. El personaje principal de la novela, que se encuentra en la encrucijada de ser de raíz mora pero vivir en una sociedad católica conservadora, debe trasponer esa especie de frontera que se forma entre lo que se permite ser y entre lo que no. Un libro de corte histórico, que cuenta la historia de un pueblo vencido, que ha sido bien valorado en Argel (lugar de residencia de Adriana Arriagada) y que ahora llega a Chile.

 

- ¿Cómo se construye este libro?
- Mi conocimiento de los moriscos es lento, largo y progresivo. Sabía algo en los años en que enseñaba a Cervantes en la Universidad de Argel, pero el déclic lo constituye el hecho de comprender que la historia de esa comunidad -los musulmanes que quedaron en España después de la conquista de Granada, su deportación dentro del territorio español y luego su expulsión- se repite como una especie de fatalidad histórica en nuestros tiempos. Comencé, entonces, a leer y a devorar libros sobre el tema que dio como resultado la historia de un personaje, Lucas, que tiene una serie de características propias a nuestro tiempo.

-  Nos puedes hablar un poco de los moros que estuvieron en España en ese tiempo, de sus costumbres y del contexto en que se encuentran…
-  La respuesta daría lugar a una conferencia, pero brevemente: después de la caída de Granada quedaron cientos de hispanomusulmanes que no aceptaron partir por estar vísceralmente ligados a la tierra de España, su propia tierra. Eran los últimos representantes del Andaluz musulmán, con lengua, cultura, religión, vestimenta, fiestas propias. Los Reyes Católicos les prometieron respetar su identidad, pero los reyes posteriores los obligaron a cristianizarse e hispanizarse. Tras décadas de rebeliones y hasta guerras, al final fueron vencidos y dispersados por España para terminar siendo expulsados desde 1609 hasta 1614. Los moriscos, como pueblo, dejaron entonces de existir.

-  El libro muestra crudamente la guerra entre moros y cristianos, a ver si me comentas un poco este odio religioso que podría ser un antecedente de lo que sucede hoy en medio oriente y en occidente también, donde musulmanes, judíos y cristianos constantemente están en conflicto.
 El odio es lo propio de los extremistas, sean cristianos, judíos o musulmanes. Se ha visto en la historia de los pueblos con dos o tres comunidades religiosas que cohabitaban pacíficamente, con elementos comunes en la vida cotidiana, con rasgos comunes en su historia colectiva, respirando el mismo aire, viviendo en el mismo lugar, hasta que un hecho político llega a romper esta armonía. No hay entre ellos un conflicto étnico o religioso. El problema es político e ideológico.

Mahmud Darwich, el más importante poeta árabe contemporáneo, palestino, amó en su juventud a una judía y estudió el hebreo para conocer la poesía hebraica. No hay odio en él hacia los judíos como individuos, pero hay una clara conciencia que el estado israelita que destruyó completamente su aldea, expolió a su familia de su tierra y los obligó a partir del país es el enemigo, el Otro.

El conflicto cristiano/musulmán de los siglos XVl y XVll, en España, no puede ser un antecedente a los conflictos actuales en Medio Oriente o en Occidente porque las circunstancias históricas y políticas son diferentes. En lo que coinciden, lamentablemente, es en la fácil explosión del conflicto cuando los oponentes son de diferentes religiones y no necesariamente árabes y judíos. Tome usted como ejemplo India con los enfrentamientos que se produjeron, después de su independencia de los ingleses, entre hindúes y musulmanes.

-  Hay una frase muy bonita en tu libro, que personalmente me gustó mucho, te la transcribo: “La oración confluía desde lo profundo del ser y todo un mundo místico y ritual seguía existiendo en los gestos cotidianos sin necesidad de exteriorizar u ocultar lo que ellos eran”.¿Cómo crees que vivían su religión estos moros que no podían vivir su credo?
-  Imagino que vivían mal esta situación. La religión no sólo es creencia, sino también toda una actividad social, con sus ritos, fiestas colectivas, el ritmo del día anunciado por el muezín en la mezquita o las campanas, en la iglesia. Cuando falta todo esto, cuando ya no hay más mezquita ni lugar de reunión el hombre está solo con su dios y esta soledad  pesa. ¿Se imagina a los sevillanos sin sus procesiones de la Semana Santa? ¿O a los chiítas sin sus flagelaciones por la  muerte de Ali?

No queda más que la oración y la paz que ella puede otorgar.

-  ¿Se puede escapar de lo que uno realmente es?
-  Hay comunidades como la de los moriscos a quienes se les quiso obligar a cambiar completamente de identidad. Entonces recurrieron a la apariencia engañadora, fingir que se era lo que realmente no se podía ser. Pero una minoría aceptó el cambio y destruyeron, con un nuevo ropaje, todo lo que habían sido. Lo hicieron para no encontrarse en el campo de los perdedores, de los vencidos. Pero aún estos, y todos los que desde entonces y hasta ahora han buscado y buscan escapar a su identidad guardan, en el fondo de su ser, la nostalgia de la esencia vital con que nacieron como herederos de los imborrables elementos de la tierra y de la sangre.

En el caso de Lucas, mi personaje, sus abuelos paternos aceptan el cambio y se hicieron católicos. Esto lo hacen para poder seguir viviendo en Toledo, la tierra ancestral. Pero el abuelo reconoce que no es sino en la tercera generación, con Lucas, que se podrá hablar realmente de un auténtico toledano católico de la familia. Pero, por otra parte, estaba la familia materna que no quiso renunciar a sus raíces ideológicas y se mantuvieron musulmanes. De allí el conflicto existencial de Lucas que sólo se suavizará cuando comprenda la riqueza que significa ser heredero de dos culturas.

- ¿Por qué Chile y no España para partir la novela?
-  Ya me hizo esta pregunta una excelente estudiosa de la literatura argelina y ella misma se respondió: “porque eres chilena”. En efecto, en casi todos mis libros publicados (novela, cuentos, estudios), Chile está presente. Pero yo quería, además, mostrar un hecho histórico: a Chile también llegó la presencia física de los moriscos.

- En su libro se toca mucho el tema de la palabra escrita como noción de identidad. Lucas, el protagonista de la novela, decide dejar su historia escrita para que sus descendientes no olvidarán de dónde venían. ¿Qué hay ahí?
-  La lengua es un elemento fundamental de la identidad y, como tal, portadora de un patrimonio cultural. Pero junto a la expresión escrita existe la tradición oral que para algunas sociedades ha sido el factor más importante de la transmisión, no sólo de su cultura sino de su existencia misma. Creo que Lucas al escribir su historia para transmitirla a su hijo representa la necesidad que tiene toda persona de saber de dónde viene.

-  También la palabra escrita como huella. ¿El escritor se hace de huellas? Es decir, ¿el escritor es quien da la noción de identidad a las culturas?
-  La lengua, las artes, la religión son las expresiones de una identidad.

-  Lucas actúa como escritor dentro del propio libro, ¿cuál es el juego literario que te propones en el texto?
-  Al hacer de mi personaje un hombre que cuenta su historia inevitablemente lo convierto en escritor y, sin proponérmelo, él se convierte en el receptor de mis preocupaciones literarias (lenguaje, diálogos, descripciones, etc.). También la narración en primera persona da un cuadro psicológico del protagonista.

 “El historiador de los países “vencidos” es quien tiene el deber de romper las versiones parciales y momificadas que vienen del pasado”

- ¿En qué estado ves a la literatura histórica?, un género muy poco profundizado en Chile y Sudamérica en general.
-  Siento no poder responder ampliamente sobre el tema de la novela histórica en Chile, aunque me he interesado por ella y conozco el libro de Antonia Viu B “Imaginar el pasado, decir el presente” que cita a Eva Lofquist, según la cual “más de un cuarto de la producción novelesca del siglo XlX anterior a la Guerra del Pacífico es histórica”, mencionando a Lastarria y luego, a Blest Gana y Luis Orrego Luco. Hay otros más que, al parecer, tuvieron escasa crítica entre sus contemporáneos.

A nivel internacional la novela histórica es un género que se mantiene vigente y en el país donde vivo, en Argelia, hay una verdadera profusión hasta el punto que es la literatura que está dando a conocer al lectorado la milenaria historia del país y sus diferentes etapas. Esto explica, también, que “Lucas, el Morisco” (en versión francesa) haya sido muy bien recibida aquí.

-  ¿Cuál es el papel del escritor en la historia, qué lo diferencia del historiador?
-
 El historiador debe atenerse rigurosamente a los hechos y a sus fuentes. El escritor de novela histórica, además de la documentación se sirve de la imaginación dando vida a lo que cuenta, dramatizando las escenas y llevando en cierto modo al lector a escuchar el palpitar de los personajes en una consecuente lógica de la base documental histórica.

-  Otra diferencia podría ser que el escritor es el encargado de contar la historia del vencido, la no oficial (como Lucas)…
-  Resulta que la historia del vencido es dramática y, por lo tanto, rica en contenido humano, por eso el escritor va allí a buscar su verdad. Pero es, sobre todo, el historiador de los países “vencidos” quien tiene el deber de romper las versiones parciales y momificadas que vienen del pasado, cuando el vencido no tenía derecho a la palabra. Pienso en especial en México y en Miguel León Portilla.


 

 

 

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“Resulta que la historia del vencido es dramática y, por lo tanto, rica en contenido humano,
por eso el escritor va allí a buscar su verdad”.
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