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PRESENTACION RUDEZAS, DELIRIOS & TERNURAS DE ALEXIS DONOSO GONZÁLEZ
Por Hugo Herrera
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(El Canario, Valparaíso, 18/VII/2014)
la metonimia de mis pasos va tajeando los días
Rudezas, Delirios & Ternuras es un libro extenso dentro del género en que se inscribe, y en el que tienen lugar todas las distancias del quehacer poético; tanto poemas breves cercanos a formas como sentencias o aforismos, así como otros de mucho más largo aliento. Algunos cubren el espacio de una página o mucho menos, otros la desbordan largamente. En la amplia gama de esta variedad de registros se advierte fuertemente la presencia de un vertiginoso y frenético “yo”, el que en algunas ocasiones es inclusive sentencioso y en otras hasta desmesurado. Este es un rasgo que concentra atención en una tradición poética como la nacional, que en las últimas décadas ha venido presenciando la “elusión del yo” como estrategia de demarcación frente a la poesía de la primera mitad del siglo pasado, periodo cubierto por un fuerte y marcado “yo”. Los principales fundamentos esgrimidos para la adopción de dicha estrategia de demarcación han sido, al menos y en un rápido vistazo, la superación de una idea de la identidad como fija y estable, y la omisión de la impositiva idea de “hablar en nombre de otros”, dos argumentos que la poesía de Alexis Donoso González se encarga de mostrar como ilusiones por medio de “yo fuerte” aunque brutalmente resentido, actitud demarcativa de base, de esta poesía, frente a periodos anteriores.
A partir de este resentimiento es que Rudezas, Delirios & Ternuras enfrenta a la escritura poética como una acción que el poeta desarrolla sobre sí mismo y sobre el lenguaje, por lo tanto se trata de una actividad constantemente transformadora, en la que la poesía y el poeta se re-inventan, se superan, se re-crean, de modo permanente. Esta concepción acaba desmitificando la asociación de un yo a una identidad fija y estable, así como también a ese “hablar por los otros” denostado tras la caída de las utopías sociales. El correlato a nivel de lenguaje de esta transformación continua en el acto de escribir es un lenguaje corrosivo, nunca estable, que acaba habitando diversos estratos y registros y que, como se deja ver en uno de los poemas que integra el volumen (“Lengua”), puede comprenderse como “una lengua suspendida en medio del vacío como exceso”.
A nivel vital, el correlato de este lenguaje fuera de sí es una existencia sin temor a miedo alguno, la cual busca, por medio del lenguaje, convertirse en “La tenacidad de la sangre manchando las geografías desconocidas de la violencia” (“Origen”), en la cual se “escribe, ama, odia, vive, muere, sin respeto alguno al miedo” (“Defectos”) como opción personal.
En definitiva, se trata de un lenguaje y una existencia increpados como movimiento impredecible, ya que, a fin de cuentas, como dice el poeta en el texto “Sensación”, “Tengo la sensación, de que sólo los pájaros sabrán que nunca fuimos nuestros nombres, que sólo las piedras sospechan quienes éramos, antes del viento y la noche”.
