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LADA 453 BLUES CAR POETRY, de Ramón Guzmán R.
Por Alexis Donoso González.
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Casi todo poema plantea un conflicto, al menos los que perduran creo así lo hacen. En política, un conflicto que las sociedades consensuales y policiacas de la actualidad –sabemos- acostumbran a ocultar. En poesía, ciertamente este conflicto es con el lenguaje, y en definitiva con la realidad. En este sentido, Lada 453 Blues Car Poetry cumple con lo mínimo que se le puede pedir a un libro de poemas, desidentificarse de las hablas que dominan, para crear un habla singular que perturbe el estado de posibilidades que tienen las palabras y las cosas.
Ramón Guzmán apuesta por el conflicto que da una reinvención o lectura del poema amoroso. Sin reducir lo amoroso a un simple síntoma, nos entrega a través de la creación de este poema y sus personajes, el devenir de una mostruosidad. Lada 453, es el poema monstruo-musical de un amor-dolor que no funciona para las galerias automatas de la sociedad, sino que es inesperado desequilibrio, desborde de lo vital que pendula entre la locura y el crimen.
Lada 453 es un vehiculo siniestro que no existe, un vehiculo-poema creado por Guzmán para atravesar el infierno de sus pasiones. Porque una cuestión fundamental en este libro reitero, es la relación conflictiva que el poeta asume con sus pasiones. Las que no sólo tienen que ver con la domesticación de los excesos, el encanto ardiente y animado de lo nuevo bajo el magnetismo del amor sino también con la busqueda de la mesura, la tranquilidad, la sabiduría y el anhelo del silencio total.
Es al interior de este vehiculo sin frenos, manejado por el poeta, que estalla el conflicto entre Danza, erotismo rudo, espiritú citadino, placer Blues Car Poetry del alcohol; borrachera sin fin, y Wanda, una especie de lucidez extraña de lo que sucede en el enrarecimiento de la noche, que obliga a permanecer alerta, los pies puestos en la tierra, los ojos bien abiertos en el bosque de luces papay. Donde danza es estrago, arrojo al extasis de una otredad como intoxicación, Wanda es la conciencia de las heridas que Danza abre en la cabeza y el corazón del poeta para siempre.
Repartida entre dos mundos, el del daño como el del beneficio, la poesía de Guzmán alcanza una esfera distinta y transgresiva en lo que respecta a la escritura del poema amoroso. Una esfera que nos invita al desprendimiento de las máscaras, al encuentro con la originalidad de un dolor, a lo extremo de una soledad, algo dramatica si se precisa, y que configura un discurso amoroso consigo misma. El enamorado -como nos dijera alguna vez Barthes en los Fragmentos de un discurso amoroso-, es un ser que no deja de correr, de echo en su mente lo hace todo el tiempo, va de un lado a otro, emprende nuevas andanzas, intriga contra sí mismo. “Su discurso no existe jamás sino por arrebatos del lenguaje, que le sobrevienen al capricho de circunstancias ínfimas, aleatorias”. ¿Acaso no son Danza & Wanda arrebatos del lenguaje?
Guzmán maneja a toda velocidad el Car-poema cuyo volante está desprendido de su eje, es decir, carece de control. Entonces, Danza & Wanda, dicotomía de lo absurdo y descabellado, son direcciones, voces, identidades multiples en las que el poeta se confunde, se entrega a una metamofosis singular al interior de este disparatado movimiento. Cada una a su modo, intenta establecerse como orden-moral de lo que se debe ser-hacer. Se intensifican intentando envolver al poeta en las revelaciones de su voz. Pero el poeta es un saboteador de sí mismo, de cualquier estado que intente ejercer dominio sobre él por demasiado tiempo, no se encuentra cómodo en ninguna parte, sea la tranquilidad o en el goce del exceso.
Ningún lugar hay donde se pueda estar del todo cómodo, no bastan los paraísos artificiales como nos dijera Baudelaire, vivir es estar más o menos consciente de que la vida se encuentra en un completo estado de descontrol y que nada es seguro. Es éste desasociedo el que se manifiesta a través de la poesía y sin excepción en la de Ramón Guzmán, quien se arriesga con un poema de amor ahí donde es dificil hacerlo, donde pareciera que muchos, es cosa de pensar en los primeros versos de Neruda, ya han agotado todo los caminos. La diferencia talvez radique en que los 46 poemas de este libro no sean cantos para enamorar chicas sino que es un viaje a través de la crudeza de la lengua, a la manera de Bataille, una experiencia de lo interior cuyo deseo general radica en la jubilosa y profunda posibilidad de serlo todo.
Subirse entonces al Lada 453 de Guzman, “es pasar de Coltrane a Waits en cosa de segundos, de poeta a músico en cosa de notas bluseras”, de Danza a Wanda en un chispear de dedos, pues, son impulsos nacidos del poeta que vierte sobre nuestros oídos el licor ardiente de un lenguaje enamorado. Danza & Wanda mezcladas son espejos de una belleza bruta en la que el poeta se desgasta. Se trata de una embriaguez de la sensibilidad en el sonido, ruído que hace de Lada 453, una pieza de música o las ficciones de Danza, Wanda, Alfredo, Coltrane, Waits, modos de ser Guzmán: “demonio negro cantando”, que la personalidad es a fin de cuentas: “un lago de incertidumbres”.
En síntesis Lada 453, es por una parte, un poema que nos presenta de un modo disntinto la clásica dicotomia entre el bien y el mal, lo oscuro y la luz o la pugna entre naturaleza y civilización, simbolizando las constantes contradicciones que cada ser humano tiene en su interior al actuar, y por otra, es un delirio amoroso, una ficción del poeta, “Un maremagnum” de voces que se confunden para configurar la gran “voz irremediable” de la poesía. En una última palabra, Lada 453 Blues Car Poetry, es sencillamente el poema de un hombre enfrentado a lo real de su locura, a lo que hay de intratable en sí mismo, a los mundos inquietantes y desconocidos que puede formar la vehemncia irreductible de su amor.
Valparaíso 5 de Agosto de 2016.