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Alejandra del Río: "Escribiendo diarios me hice fuerte"
Por Amelia Carvallo
Publicado en Suplemento Ku, 15 de abril de 2018
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Alejandra del Río cuenta que empezó a amar la poesía desde que era una niña de ocho años. ¿Cuánto queda de esa chiquilla? "Todo: soy curiosa, romántica y fantasiosa. Pero menos vulnerable, pues escnbiendo diarios me hice fuerte", resume ella.
Hoy Del Río conjuga en su obra el mundo clásico con lo cotidiano. Y en este su último libro, "Dramatis Personae" (Editorial UV), dice que aprendió a esperar. "Los poemas debían madurar, no podían salir al mundo frágiles, tenían que hacerse fuertes en el secreto".
Para Alejandra del Río, la poesía es un arte secreto, de la guarda, de lo que demora para cobrar vida.
"Yo tenía un diccionario de mitos griegos, ahí leía sobre los personajes y cuando alguno me llamaba la atención, estudiaba más sobre él hasta que un día me salía su voz y la escribía". Esa fue su metodología. AI principio fueron mujeres del mito griego, y luego se amplió a otras tradiciones, como la bíblica.
"También incorporé personajes masculinos, aunque nunca tan masculinos. Traté de encontrar la voz de un Teseo o un Hércules, pero me fue imposible. Parece que mis personajes eran todos los secundarios, no los héroes principales", declara.
Luego fueron apareciendo otros héroes B en su camino: personajes históricos, literarios y algunos inventos. "Todos fueron conformando este coro que expresa lo humano en su oscuridad y en su luz, sin expectativa ni prejuicio".
LAS OTRAS
— ¿Cómo te relacionas con las poetas de tu generación?
— Me siento orgullosa de pertenecer a esta corriente profunda y variada llamada Poesía Chilena. Yo soy náufraga, pero también navegante de los distintos mares que la conforman. A la vez tengo mi propio modo de decir las cosas y estoy cruzada de misterios que están por resolverse. Mi maestra es Gabriela Mistral y tengo muchas hermanas en la poesía. Por todo Chile hay una mujer escribiendo en este momento. Yo misma dirijo talleres de escritura terapéutica para mujeres, acompaño procesos de empoderamiento a través de la palabra oral y escrita. Estoy viviendo un panorama poético activo de poesía escrita por mujeres.
— Hablemos del ejercicio performático que haces de vez en cuando, la declamación del poema y su puesta en escena.
— El poema tiene una dimensión oral y una dimensión escrita. La
poesía vive en el aire, por eso aprecio mucho el poder decir mi poema en público. Creo en la presencia y en la voz del poema.
— ¿Cómo llegaste a la pedagogía de la poesía?
— Me formé en la escuela de trabajo social Alice Salomon de Berlín. Fui didacta de la escritura o pedagogia de la poesía, como le dicen en alemán a mi oficio. Maestros, sí, pero mucha práctica también. Los niños me enseñaron a enseñar.
— Educación poética, ¿qué entiendes por eso?
— La Educación Poética es una didáctica basada en la expresión de niños y niñas. Se aprende creando, jugando a ser poetas y escritores, experimentando por sí mismos la creación con palabras. Es más que un fomento de la lectura: es usar el lenguaje en todas sus dimensiones, la creadora, la crítica, la participativa. Los niños empiezan a disfrutar de la lectura porque entienden cómo se ha creado un poema o inventado un cuento. A través de la Educación Poética, metodología que sistematicé, se logra aprender siempre que sea un esfuerzo sostenido en el tiempo.
— ¿Cómo ves la formación actual de los profesores?
— A los profesores no los deberían agobiar tanto con planificaciones y evaluaciones. Deberían, principalmente, desarrollar un oficio lateral artístico que les plazca, para llegar con creatividad a sus aulas. Si es la poesía, fantástico, pero cualquier disciplina artística, así también como la meditación, son necesarias para poder cumplir bien la tremenda tarea que es educar. Los profesores son el alma de Chile. Si queremos mejorar la calidad de vida de los ciudadanos debemos empezar por los profesores.
— Supe que en Berlín habías trabajado con niños muy violentados o que habian escapado de la guerra. ¿Como fue esa experiencia?
— Recuerdo una escena. Un grupo de niños en Berlín, la mayoría inmigrantes de Irak y Kosovo, respondían las preguntas de Pablo Neruda con bombas. 'El mar era salado porque le habían caído bombas, la nube está llorando porque la están bombardeando, el pájaro pone bombas en vez de limones' y así. Yo tenía que guardarme mi compasión, era su experiencia y debía validarla. De la mano de la experiencia pudieron mirar una flor, escribir a máquina, hacer papel y libros cartoneros: Así ellos pudieron expresar lo que vivieron y calmar un poco su ansiedad.
— ¿Crees que la poesía podría sanar a niños heridos como, por ejemplo, los del Sename?
— Totalmente. Está demostrado que la escritura es un recurso que promueve la resiliencia. Los niños heridos debieran poder contar con un diario de vida y el resguardo de la intimidad del mismo. Se debería capacitar a sus cuidadores en la importancia de este espacio seguro y contenedor que es un diario. Algo simple como un diario con llave puede potenciar sus capacidades y ayudarlos a salir adelante.
— Hablando de Berlín, ¿cómo recuerdas la década que viviste allá?
— Berlín es una universidad abierta al mundo y también una ciudad amable para vivir. Hablar, leer y escribir en alemán es alucinante, hay tanto que se puede expresar en ese idioma, a mí me encanta. También hay opuestos: modernidad y cultura y restos de la guerra asomándose por el camino.
— ¿Qué lees en estos días?
— Hilde Domin, la gran poeta del exilio alemán.