Proyecto Patrimonio - 2021 | index |
Amando Durán | Luis Fernando Chueca | Autores |



 









Nudos en Nudo de Amanda Durán
Mago editores, 2019, 88 págs.

Por Luis Fernando Chueca




.. .. .. .. ..

En una reseña sobre Ovulada de hace más de una década, Carlos Henrikson escribió que este poemario ofrece la visión de “una casa a medio construir y poblada de todos los fantasmas que la agonía de la familia tradicional nos ha traído –desde la separación y la viudez hasta el parricidio y el incesto-, un retrato de lo que nos ha faltado para conformar una nación”. Me atrae esa lectura. Ovulada como una mirada crítica de una estructura fallida, patriarcal, corroída no tanto por el tiempo como por las bases sobre las que se asienta. Los poemas, y esto podría ser válido también para la primera parte de Antro (Misa para señoritas), el segundo poemario compilado en esta antología, muestran esas fisuras, develan las heridas, enseñan la piel hollada y los moretones entre el cuerpo y la memoria. Pero decir esto, que nos acerca al universo al que nos enfrentan las palabras de estos poemarios, no sería suficiente, creo, si no se menciona también que esas estructuras en derrumbe se abordan con un lenguaje que expresa a la vez sus propias heridas, sus propias roturas, las corrosiones, huecos y silencios que rodean o enmarcan casi cualquier comunicación inmersa en esas coordenadas.

Las heridas, entonces, la violencia perceptible, no es solo la referida o simbolizada, sino también la verbal, la de la voz, la de la materialidad del lenguaje (que es necesariamente un cuerpo, una piel); la de la respiración, incluso, que sostiene las palabras. Y esto se observa en las frases entrecortadas, en la sintaxis rota, en los cortes en la ilación, en los saltos, cruces o bifurcaciones de sentido. Así, los golpes, los abusos, la violación o la simbólica antropofagia se sostienen en fragmentos verbales que ponen en el camino del lector piedras y barro; gotas: de sangre, de baba, de semen; y piernas, ovarios, genitales, vientre, lengua, pezones, manos. Un lenguaje quebrado y potente que a la vez se las arregla para proponer el poema, o cada escena o cada fragmento, como espectáculo: como una escenificación macabra, o dulce, o rabiosa, o estridente, o ensordecida, que impide rehuir la mirada. Que obliga a enfrentar la visión de lo roto, lo abierto, la fractura, el miedo.

No sé mucho del proceso de escritura de Antro, pero la segunda parte de este poemario, titulada “Cantos a la Perestroika” parece interrumpir ese doloroso recorrido para colocar otro núcleo, otro nudo, también doloroso, en el escenario: la muerte de la madre, la Perestroika, integrante de las Brigadas Ramona Parra y figura contracultural que participó de muchas de las acciones de las Yeguas del Apocalipsis en los años de la dictadura de Pinochet... Repito que no sé del proceso de escritura de este libro y no sé, entonces, si la muerte de Tamara, la Perestroika, la madre, ocurrió cuando ya estaban en marcha los poemas. Pero frente a esa visión de las estructuras no solo familiares, sino sociales, de abuso y degradación, y frente al lenguaje roto que las expresa, emerge poderosa, irreverente, con furia y ternura anudadas, como una imagen que si bien es de pérdida, de duelo, de dolor, de herida, es, al mismo tiempo, para la hablante de los poemas, espacio de hallazgos, de fuerza vital y de continuidad.

Quizá los versos finales de Antro en esta antología abren la puerta a La belleza. Dicen esos versos: “Perestroika, / eres tan posible ahora, tan río / tan completamente río / que vas al mar”. La belleza habla de la madre desde el reconocimiento de ella en ella, de la madre en la hija, cifrado, en principio, en el epígrafe de Gabriela Mistral: “Pero a veces no vas al lado mío / te llevo en mí, en un peso angustioso”. Me interesa, otra vez, pensar en el lenguaje que hace posible este responso y elegía. Si en Ovulada y en parte de Antro los versos presentan oraciones fracturadas, palabras rotas, voces rasposas que insisten en su dislocación, acá, sin decaer en fuerza, sin dejar de expresar con contundencia el dolor, la rabia o la fractura, las oraciones se completan, el discurso se organiza, la sintaxis evidencia la posibilidad de estructurar unidades de sentido más articuladas. No me interesa vincular estas observaciones con valoraciones literarias, pues creo que no se trata de eso, sino de ver estos rasgos como síntoma de una nueva dinámica de comunicación. Lo que se expresa en estos versos, como también, creo, en el preciso título del poemario, La belleza, es, desde la recuperación de la imagen de la madre, y con ella de imágenes de heridas y dolor, de pérdida y soledad, de fuerza y resistencia, la conciencia de ese río que va hacia el mar, pero no (o no solo) como en el viejo tópico de Manrique, sino el mar como espacio en donde intentar hallarse, mirarse de nuevo, redescubrirse desde el dolor pero también más allá del dolor. Quizá como un espacio uterino que hace posible el espacio uterino de la hija como madre, que en esa medida extiende, frágil, pero innegable, la posibilidad de revertir, resistir o combatir, las estructuras fallidas a las que nos enfrentaba Ovulada. Quizá un poema expresa, mucho mejor que lo que he logrado, esto que digo:

Desperté con el cielo adentro
alguien lo derramó mientras dormía
me gustaría saber quién, o al menos cómo.
Por eso no te llamo
porque no se puede hablar
con el cielo así todo incrustado.
Al abrir los ojos empieza
a brotar celeste
como cascadas
y el lagrimal se rompe:
no duele tanto pero sabes -tú sí sabes.
Nadie quiere deshacerse del cielo tras habérselo bebido entero.


_____________________________________
Luis Fernando Chueca es poeta, docente universitario y ensayista. Lima, 1965.



 

 

Proyecto Patrimonio Año 2021
A Página Principal
| A Archivo Amanda Durán | A Archivo Luis Fernando Chueca | A Archivo de Autores |

www.letras.mysite.com: Página chilena al servicio de la cultura
dirigida por Luis Martinez Solorza.
e-mail: letras.s5.com@gmail.com
Nudos en Nudo de Amanda Durán
Mago editores, 2019, 88 págs.
Por Luis Fernando Chueca