Poesía de Carlos Amador Marchant
HIJO DE SASTRE O POESIA DE LA EVOCACION
Por Aristóteles España
Valparaíso, octubre 2008
Carlos Amador Marchant es uno de los más importantes poetas chilenos de su generación. Su poesía refleja un tiempo histórico con hablantes desesperados que buscan una salida en diversos tipos de túneles, los del alma y aquellos que la historia tiene oculta en sus bibliotecas ancestrales, en lo más profundo de la memoria de nuestro pueblo.
Oriundo de Iquique en el norte chileno, sus lecturas y evocaciones nos recuerdan a Oliver Welden, a su amigo Andrés Sabella, sobre todo en los instantes en que el poeta camina por las calles y recuerda a su hermana Cristina que siempre pensó en la muerte y se fue de este mundo derrotada por una enfermedad de la cual no pudo salvarse.
Poesía de la evocación, de un tiempo que fue, a la manera de Jorge Teillier y Efraín Barquero, dos referentes ineludibles de su obra, de sus argumentos, de sus sueños y de la construcción verbal de su imaginario poético.
Por sus poemas los años corren como potros, dice, mientras juega a mentir junto al olvido. Este tema de difícil abordaje tiene como eje “El Cuervo” de Poe quien tomó el Haiku “donde haya hombres habrá moscas y habrá Budas también” de Kobayashi Issa, un poeta japonés del siglo XVII cuya vida transcurrió en una cadena llena de momentos tristes y de viajes continuos fuera de su región natal como es el caso de Carlos Amador Marchant quien desde el desierto chileno ahora vive frente al mar y los cerros de Valparaíso, uno de los puertos más importantes del Océano Pacífico donde escribe poemas, publica libros y edita un blog en Internet con poesía de autores de la ciudad que lo acogió y donde vive exiliado evocando sus patrias personales, y a su norte geográfico.
El marco referencial es la soledad en lugares remotos, casas que se mueven y fantasmas intrusos, migas de pan dormitando en la mesa y la presencia constante de la muerte y de ventanas con olor a aire mustio.
Particular ensoñación tiene el poema “Sastrería” dedicado a su padre Amador Marchant Montenegro. Por un lado, la contemplación del oficio, la mirada del niño que pasea por el lugar de trabajo de su padre y lo compara con una plaza despoblada, con un pan escondido, con ternos que cuelgan como hombres ahorcados.
Este texto es como el arte poética de este libro. En algún momento nos imaginamos a Jorge Manrique con “Coplas por la muerte de su padre”. El tono de elegía empleado por Marchant tiene la forma de un poema de duelo en su estructura semántica ; se trata de un ser querido, su padre. En la Edad Media los clásicos lo llamaban “endecha” o “planto” a este tipo de poema.
Notable es la descripción poética de la sastrería con el niño hurgando “aún antes de haber nacido” y “porque aquella sastrería era húmeda como orilla de océano”. De ahí, por la construcción verbal de su mundo, se desprenden los tonos melancólicos de su poesía.
Rilke decía que la formación literaria del poeta proviene de los recuerdos más íntimos de la infancia y he aquí un ejemplo de ello.
“Por eso soy cabizbajo cuando hablo.
Por eso esta luna gris se desplaza por mis hombros”.
Otro tema interesante en este hermoso libro es el desdoblamiento y que los cambios del ser, son producidos por fuerzas externas como las “causalidades”. “Nadie cambia de la noche a la mañana”, plantea, “Nadie quiebra un vidrio con los dientes, nadie puede cambiar el color de su sangre”. En cambio sí es posible cambiar seis huesos por alpargatas, o dos kilos de carne por una camisa, o cambiar de casa, o intentar cambiar el color de su piel como el cantante norteamericano Michael Yackson.
El eje de las causalidades indica que “cada acto humano tiene su consecuencia, que hay un eco sistema en el cual nada queda librado al azar y que por lo tanto nos compromete integralmente”.
En “Hijo de sastre”, nada es producto del libre albedrío ni del azar, los senderos de la memoria nos llevan a una casa iluminada y el autor nos muestra lo que es capaz de producir un artista con oficio, lecturas y un manejo del lenguaje que lo destacan en la poesía chilena actual y de siempre.
Su libro está instalado en el sistema literario de nuestro país como uno de los grandes aportes a nuestra literatura de los comienzos de siglo XXI, aunque Carlos Amador Marchant nació en la mitad del siglo XX en un Chile convulsionado política y culturalmente y ya con un Premio Nóbel (Gabriela Mistral), instalado en nuestra historia contemporánea.