Missing, de Alberto Fuguet. (Alfaguara, 2009)
Bastante disfuncional
Por Camilo Marks
Revista de Libros de El Mercurio.
Domingo 08 de Noviembre de 2009
Si en Las películas de mi vida, de Alberto Fuguet, su protagonista, Beltrán Soler, era el alter ego del escritor, en Missing, de reciente publicación, Alberto se llama Alberto. Y sus padres y abuelos llevan sus nombres reales, sus amigos y conocidos corresponden a personas de carne y hueso, en fin, la ficción es pura realidad o la realidad, como suele suceder en la vida, en este caso la de Fuguet, supera con creces a la ficción. El libro lleva como subtítulo Una investigación y desde el inicio sabremos que se trata de ubicar a Carlos Fuguet García, tío del novelista, quien un buen día decidió borrarse del planeta, lo que es un modo de decir, porque pronto será localizado por su sobrino en Denver, Estados Unidos. “Missing” también fue una película de Costa Gavras sobre un norteamericano asesinado en Chile poco después del golpe militar de 1973; y Alberto y su tío Carlos la van a ver a un cine de Los Angeles luego de que el último sale en libertad tras una breve sentencia por delitos económicos. Aunque en el relato se intercalan la primera y la tercera persona, con predominio del yo, Fuguet nos cuenta que pensó llamar a esta historia Desaparecido, optando por la otra palabra debido, quizá, a la fuerza simbólica que ya posee.
La narración presenta las virtudes y defectos del estilo de Fuguet, pero en este caso el novelista se juega tanto, se expone de tal manera, se muestra hasta tal punto, que el resultado es genuino, emocionante, inclusive sobrecogedor. La anécdota del pariente solitario, olvidado por todos, sin dinero, sin querer nada con los suyos, pasa a un segundo plano ante el cariño del chico que un día se atrevió a gritar: “Carlos es lo mejor”. La familia de Fuguet, bastante disfuncional, debería sentirse orgullosa al leer esta crónica: si no hubiera sido por su valeroso empeño, Carlos se habría esfumado para siempre.
La aparición de Carlos es poco majestuosa: está en franca decadencia por la obesidad, las pellejerías, las privaciones que ha sufrido. Sin embargo, conserva una lucidez y una inteligencia asombrosas, en especial cuando juzga a sus padres y al resto de la parentela. Al entrar en escena, nos enteramos de que su determinación de romper todo lazo afectivo obedeció tanto a la letal indiferencia de sus progenitores como al auténtico deseo de convertirse en un ser humano libre, sin ataduras ni falsos vínculos sentimentales con quienes lo menospreciaron. Además de ser el hermano perdido de su padre, su figura, su leyenda fueron irresistibles para Alberto, empapado de cine, música y literatura norteamericanos; no es casualidad que Kerouac salga a relucir con frecuencia ni tampoco que la obra contenga epígrafes de Hemingway, Russell Banks, Richard Ford y A.M. Homes, con alusiones a los secretos de los demás, la identidad propia, los ángulos de la memoria humana.
Al principio, se nos informa que el germen de Missing se halla en un artículo periodístico de la revista Etiqueta Negra. Esa fue la chispa que originó la llama. No obstante, al promediar las tres cuartas partes del volumen, Fuguet abandona completamente el proyecto; por cierto, esto es pura retórica, ya que entonces comprendemos casi todo lo que teníamos que comprender acerca del tío ausente. Porque, al fin y al cabo, es este último quien le dobla la mano al vacilante prosista, obligándolo a publicar el manuscrito.
Los admiradores de Fuguet tienen motivos para estar de fiesta. Aun así, sería un flaco favor omitir los defectos de Missing. Prácticamente un cuarto del volumen está escrito en inglés, lo que no sería problema si no hubiese, muy seguido, errores garrafales en esa lengua. En cuanto a la técnica narrativa, el abuso de la oración con un solo vocablo, de la frase corta seguida de una más larga, de las repeticiones, revelan tics y fobias que Fuguet o sus editores parecen incapaces de percibir. Peores todavía son las explicaciones de términos muy comunes, como “late shows o películas antiguas”, “el doppelgänger, el doble”, “después que salí del Army. El ejército…” o híbridos tan irritantes del estilo de “No comments pero I agree”, “La respuesta es no. Not really. Of course not”.
Estos reparos no desmerecen el valor de Missing, un impactante fragmento autobiográfico que, como sucede con los trabajos bien logrados, no muestra un ápice de egocentrismo, megalomanía o, usando una voz que a Fuguet le gusta, autismo. Todo lo contrario: en lugar de un complaciente mirarse el ombligo, el creador de Missing da pruebas de coraje y generosidad.