Proyecto
Patrimonio - 2009 | index | Astrid Fugellie | Jaime Valdivieso | Autores |
Astrid Fugellie: Antología, 40 años de poesía 1965-2007
El cielo, la tierra y los seres humanos
como ontología y cosmovisón.
Por Jaime Valdivieso B.
Tal vez el contacto desde los primeros años con las últimas etnias de nuestra tierra más austral, le permitió a Astrid Fugellie, adquirir un especial sentido de la vida y de los seres humanos, de manera que no es difícil percibir en esta antología de cuarenta años de escritura, una original percepción de lo que consideramos una triada: el cielo, la tierra y los seres humanos, junto con los misteriosos signos que ocultan esta triada, que en cada libro va ahondando y descubriendo nuevos misterios, culminando en sus tres últimos donde su poesía descubre un original sentido de la vida, de los objetos y los seres humanos.
En alguna ocasión me habló Astrid de su admiración por el poeta Efraín Barquero, especialmente de su libro, Enjambre, libro que a su vez recoge la herencia de nuestros grandes poetas profundamente vinculados a la tierra, De Rokha, Gabriela Mistral y Neruda. No existe poesía que consciente o inconscientemente se escape de una determinada tradición, de los que abrieron antes el camino de una especial percepción del hombre y de la naturaleza. Y esto se percibe ya en un poema escrito en Punta Arenas en Septiembre de l973:
Hermana
algunas raíces.
Aquellas
que después de la infancia
nos hacen mirar
con los mismos ojos
y tocar
con las mismas manos.
Y más adelante:
Las estaciones
eran de siembra.
Los amigos
el árbol,
las cosas,
todos los niños
las lámparas,
los sueños.
Tampoco escapa esta poesía del testimonio histórico, ni del destino y la conciencia de los que conforman nuestro mestizaje étnico y cultural:
Y llegaron los días en que el dolor de la Patria
debía hablar.
-Por qué lloras?
.Aprehendieron a José mi primogénito.
-¿De qué lo acusan?
La mujer-abnegada repuso entre dientes:
-De tener la voz como caída del cielo.
Igualmente la mujer mapuche huilliche tiene un lugar privilegiado en este “Enjambre” de recuerdos:
-Se me han endurecido las palabras, rezongó Angelina Quilleleo.
Luego agregó con la frente clavada en el confesionario:
-Cuando era moza podía hablar de los ojos de los árboles,
de los troncos llorosos de la luna,
de las caras de las tortillas madurando sobre el fogón.
Poesía cargada de materias vitales, del mundo cotidiano y, a la vez, capaz de trascender hacia la congoja de la soledad, del sufrimiento, del tiempo que huye de sí mismo y de nuestras manos.
En cada nuevo libro Astrid va profundizando claramente sus temas y el hondo y misterioso sentido de la vida, Esto se nota más claramente en sus últimos libros como en el poema “Búsqueda del libro” de “Dioses del sueño” de 1991:
Con mi cara perdida en la vejez
de la infancia,
con las manos engrilladas
por el cometa que solo se alumbra
en las noches de brujos,
con los ojos vaciados como tazas
gemelas
con el corazón arrugado, busco,
busco la noche negra como quien
pesquisa el nicho de su dios muerto.
La poesía de Astrid Fugiellie quedara como un delicado y profundo testimonio de una vida y de un periodo de nuestra historia, ineludible tanto para el lector de poesía como para el historiador de nuestro espíritu nacional.