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Poesía
de Alexis Figueroa
Nueva
lectura de "Vírgenes del sol inn cabaret"
Yanko
González Cangas
Hace
una semana atrás, Ediciones del Temple lanzó su nueva linea editorial.
Constituida por libros editados anteriormente pero ausentes al momento en el panorama
cultural chileno, busca integrar un selección de textos claves para la
literatura chilena actual. Es en este contexto que la editorial reedita -signandolo
como el número uno de la colección- "Virgenes del sol inn cabaret",
de Alexis Figueroa. Adjunto va el prólogo que presenta el libro, escrito
por Yanko González Cangas, quien, dsede su punto de vista crítico
sitúa este libro en el panorama escritural.
Para
los que optamos ideológicamente por arrastrar nuestra existencia hacia
la rururbanidad -o al menos, fuera de la "centrópolis"-, insistiendo
en ello hasta la majadería, Vírgenes del Sol Inn Cabaret
de Alexis Figueroa nos sigue remeciendo tanto como en 1986 (aunque en rigor,
ya en 1985 circulaba nebulosamente una versión homónima, pero apellidada
"cuerpos celestiales").
Mi maniquea hipótesis sobre la
"semiósfera" donde se inscribían los discursos líricos
de los 70' y 80' en Chile, es que ésta se había tensionado más
por la tiranía del húsar que por la de los bienes simbólicos
hibridizados y vehiculizados por el mercado. Debido a ello, la urgencia contestataria
subordinó la metáfora al "metaforón" y el tropo
de la ironía doliente a la "talla" llorona. Por otra parte y
aún con sus contundentes aportes, el textualismo, la alienación
culterana o la experimentación, observaban de manera tan oblicua "a
la re, a la re, a la realidad" que dejaban grandes intersticios éticos,
estéticos y temáticos sin problematizar. Entre los axiales estaban
los fenómenos de compresión histórica que asolaron la década
de los 80', básicamente a partir de la expansión de la industria
cultural angloamericana; el engrosamiento y la omnipresencia de los medios de
comunicación de masas y la mercantilización radical de las relaciones
sociales. Así, en medio de la llamada "década perdida",
un entonces joven poeta de Concepción, orfebre y ex estudiante de filosofía,
percuta de forma temprana las paradojas simbólicas que estaban generando
los ajustes estructurales, no sólo en Chile, sino también en América
Latina. Figueroa, a contrapelo de sus contemporáneos, prescinde de la doxa
milica y profundiza en la espisteme del mercado, el que avizora como un ejército
de ocupación que conduce con más eficacia nuestras subjetividades.
Huelga decir, que no es un buceo crítico por el manido y poetizado "capitalismo
industrial" y sus exclusiones de clase; sino por la sobremodernidad y sus
nuevos campos de batalla: las hegemonías y contrahegemonías
simbólicas.
La secuela obvia de esta preocupación -y con esto retomo el primer párrafo-
es la de desestabilizar el "lugar" como epicentro y soporte unívoco
de lo poetizable. La feria y la transaca de los signos son multilocales, por lo
que el discurso de Vírgenes… se condena a la amplificación
de la errancia. La hipérbole que encierra ya no es el canto del desarraigo
desde y sobre un locus -líricas dominantes en la poesía "de
provincias" a partir de las sombras láricas de Jorge Teillier-, sino
que es una propaganda vocinglera, simultáneamente desterritorializada y
re-territorializada en una amerindia saqueada y diluida identitariamente por el
neón y la pantalla. Para entonces, estos procesos de modernización
forzada extendían su color hacia las periféricas provincias Así,
se comenzaron a decorar lugares apartados con las huellas de la transnacionalización
sígnica. Si para los tiempos de Rojas o de Teillier en su Lautaro natal,
existía el refugio que retardaba notablemente la asimilación de
estas primeras señales (las "cámaras Leica", la radio
o el cine); la situación para los poetas del "lar" post 73' fue
distinta. Así, el primer quiebre de Vírgenes… es con la tradición
que la produce. Aquella que acentúa lo situado y vuelve recursivamente
sobre lo propio. Se trata, por tanto, de una ruptura cognitiva: lo que la obra
observa, insisto, es la temprana desterritorialización simbólica
(identitaria) a partir de la prostitución de los signos transados por el
mercado.
La criba crítica no lo ha enfatizado: no es casual que
sea en los bordes regionales -casi en los espacios rururbanos- donde estos fenómenos
estallan con inusual potencia y contraste: en los primeros cinco años de
la década de los 80', el paisaje se ha trocado en vitrina.
De ahí
que una de las obras imprescindibles de la década y que acompaña
la exploración de Vírgenes… -más allá de las obvias
diferencias discursivas-, sea la de otro borderline geocultural, me refiero a
Jorge Torres y su libro Poemas Encontrados y otros Pre-textos. Aún
cuando la ilustrada agudeza de Figueroa le abrían múltiples posibilidades
estéticas, el autor contaba con un camino desbrozado: replegarse ante la
tiránica irrupción plurimedial, rebuscando referentes culturales
en la "aldea", revitalizando recursos culturales propios -como las y
los poetas Mapuches, por ejemplo-, o "dormidos" -a través de
la historia o el mito-, en mixtura con las formas escriturales mejor asimiladas.
Ruta que Vírgenes… desecha como estrategia de lucha simbólica
para defender la particularidad y la identidad en contra de la homogeneización
cultural apremiante y transgresora. De este modo, antes de Néstor García
Canclini, de Jesús Martín Barbero, del innombrable J. J. B. y su
Espejo Trizado, el libro de Figueroa se hace cargo de una modernidad postiza,
periférica y del pastiche; de la homología entre el discurso mediático,
la chingana autoritaria, la decadencia del trapicheo y el sexo como mercancía.
Si bien es justo consignar que en el horizonte literario de la época se
avizoraban obras que pueden estar -de alguna manera emparentadas con Vírgenes…
-como el caso de Este y Exit de Gonzalo Muñoz o Escenas de Peep-Show de
Federico Schopf-, estrictamente, la espejeante habla que la interpelará,
dará a luz en forma parcial un año más tarde, con la publicación
del brillante poemario Los Sea Harrier en el firmamento de eclipses. Poemas de
anticipo, de Diego Maquieira, obra que tendrá forma final sólo hacia
1993.
Más allá, la obra piensa otro decir, saltándose el
peaje de la influencia o la genealogía, buscando transitar entre un neomanierismo
pop y un neobarroco espectral; ambas estéticas simuladas, caricaturizadas
y, finalmente, burladas. Se apropia del referente "satanizado" (la sobremodernidad
contrahecha), a través de un jingle cínico que alaba la coexistencia
de las corrientes de uniformización y particularización cultural
bajo la lógica del exceso: de información, de imágenes y
de individuación masculinizante. Su cirugía es la de modelar un
proyecto civilizatorio futuro condenado por el presente. De allí que el
remedo a la retórica de la ciencia ficción, particularmente a la
futurología fílmica, modula el carnaval visual que Vírgenes…
compone: nombres sacros ultrajados por marinersastronautas del sistema-imperio;
ethos originarios incaicos enajenados por brodways y flippers de metal y acrílico;
ruinas gastadas por el ojo de las cámaras; grises conciencias explicadas
desde las carlingas de unas naves; zapelines totalitarios propagando la hipnosis
del consumo; lujurias objetivadas en el maquillaje maquinal; la machine, única
y unívoca, produciendo escenas para vidas residuales. La parodia adivinatoria
como recurso, rutila en Vírgenes… y como buen oráculo nunca yerra
el blanco. El oteo temprano de Figueroa hizo que la obra se anticipara en más
de una década a la médula de la utopía postdictatorial, donde
la tutelada transición instrumentalizó-vía partuza cultural-
las energías sociales contestatarias, cooptándolas en la promesa
de la alegría perpetua. Promesa-mueca tan evidente en el animador de
Vírgenes…,
que vocea "vien benidos a la máquina, welcome to the tv", como
llevando el eco de las boîtes ochenteras de la Central Nacional de Informaciones
-o el engolado acento de un mandarín de estelar nocturno controlado por
la DINACO- a la polis reciclada de los 90', envuelta en el nylon de la democracia.
La anticipación produce, como es obvio, un diálogo intenso del autor
con sus pares posteriores. De hecho, Figueroa -al igual que Carmen Berenguer-
entra a cualificar un movimiento de jóvenes poetas que se constituyó
en casi el único eslabón activo entre la escena letrada de fines
de los años 80' y principios de los 90'. Si bien el sino de este eslabón
fue reventar a la dictadura reventándose, produjo un microcampo literario
notable (sobre todo cuando emergió la revista "Piel de Leopardo",
de la cual Figueroa fue co-editor). Así, no es posible imaginar la obra
de Sergio Parra, Malú Urriola, Jesús Sepúlveda, Nicolás
Díaz Badilla, Bárbara Délano, Egor Mardones, Felipe Moya,
Harry Vollmer- incluso de Guillermo Valenzuela, Víctor Hugo Díaz,
Carlos Decap y muchos bardos posteriores- sin la retroalimentación de este
gozne: que desplaza la literalidad del discurso antidictatorial y antineoliberal
por la mascarada y el carnaval de la pobla, la esquina o el lupanar urbano, como
un cínico, pero incisivo espacio de resistencia.
Pese a que los
premios son anécdotas, es imposible soslayar el que esta obra obtuvo. Que
recayera un galardón tan prestigiado para las letras hispanoamericanas
-como el Casa de Las Américas de Cuba-, en un libro como este, resultó
un acontecimiento. Los escasísimos poetas chilenos que lo habían
obtenido con anterioridad a 1986 -se me vienen a la memoria sólo Enrique
Lihn, Omar Lara y Hernán Miranda- apostaron de distinto modo sus horizontes
de sensibilidad estética e ideológica en un certamen -para qué
más eufemismos- cuyos sesgos potenciales, para bien o para mal, podía
descalificarlos de antemano. Leer "Este libro ha sido procesado en el combinado
poligráfico 'Alfredo López' del Ministerio de Cultura, terminado
en el mes de noviembre de 1986. Año del XXX Aniversario del Desembarco
del Granma. Ciudad de La Habana" en el pie de imprenta de Vírgenes
del sol Inn Cabaret: Segunda Elaboración", no deja de asombrarnos.
Son poquísimos los libros como éste -con evidentes riesgos formales,
temáticos y políticos-, que lograron ser coronados, no ya en el
Casa de las Américas, sino en cualquier concurso con solera institucional
y boato internacional en la álgida década setentera y ochentera.
Porque convengamos que aunque la parodia crítica se cuela en el corpus,
el lugar del hablante es impreciso; fácilmente una exégesis sospechosa
u ortodoxa podría haber condenado la polisemia del cabaret y sus doncellas
cristianas como una loa cifrada, sexista, apóstata o macabra sobre las
virtudes de un "progre" y triunfante capitalismo tardío. Igualmente
curioso resulta el hecho de que un mes antes de salir de la imprenta cubana, la
editorial Papeles del Andalicán/ Cuadernos Sur de Concepción publica
una tercera y "última elaboración", titulada Vírgenes
del Sol Inn Cabaret. Vienbenidos a la máquina, welcome to the t.v.
que, como lo plantea el mismo autor, no sólo reordena y rejerarquiza el
corpus, sino también, agrega cuatros textos -entre ellos, los notabilísimos
"Inicio General 0" y "Soda Pop"-; altera otros y añade
una batería de fotografías, documentos gráficos y dibujos
que amplían el movimiento lingüístico de los poemas. Así,
la segunda versión del libro queda fechada en noviembre de 1986 y la tercera
y última, en octubre del mismo año. Pasadas las querellas sobre
la rastrera amnesia de los 90' donde -entre otros- este libro fue mezquinamente
borroneado, y a 20 años de su publicación, otros pares, doblemente
posteriores a Figueroa, hoy reeditan lo que a mí entender constituye una
pieza clave y augural para comprender la poesía finisecular Latinoamericana.
Tarea necesaria y urgente, puesto que de la edición penquista no se han
visto circular hace más de un década ejemplares disponibles. Sobre
la edición cubana -debo confesar- a principios de este año en La
Habana, adquirimos algo afiebrados, junto a otros poetas, los tres últimos
ejemplares que quedaban en la bodega de Casa de las Américas y que por
azar -o pertinacia-, podrían haber viajado a los ojos de otros fisgones.
Sin
embargo, esta versión -final y homóloga a la de Papeles del Andalicán/Cuadernos
Sur-, nos zafa de la culpa y de la desmemoria. La de usted lector, secreto y cómplice
que, como yo, seguro retendrá en su cabecera -y en su propio libro-, muchas
de las anáforas pérfidas, bellas y violentas de Vírgenes
del Sol Inn Cabaret.
Yanko González,
Valdivia/Angachilla,
Octubre de 2006.