"Road Story", novela gráfica
Alberto Fuguet, ahora en
VERSIÓN COMIC
Por Javier Rojahelis
Artes y Letras de El Mercurio, domingo 14 de octubre de 2007
Primero en el cuento y la novela, después en el cine. Ahora Fuguet se toma otro formato, el de la novela gráfica. En la próxima Feria del Libro de Santiago se lanzará “Road Story”, la versión en viñetas que Gonzalo Martínez dibujó a partir de un cuento del director-escritor.
Un sujeto de 35 años, recientemente separado, deambula por las carreteras norteamericanas luego de haber abortado la misión de trabajo que lo llevó a la tierra del Tío Sam. Esta es, en líneas generales, la trama de "Road Story" (título que juega con el término de road movie y con "On the road", la novela de Kerouac), un extenso cuento que Alberto Fuguet incluyó en su libro "Cortos" y que ahora se ha convertido en novela gráfica de la mano del dibujante Gonzalo Martínez.
En el inicio de "Cortos" el propio Fuguet instaló la siguiente cita del director Eric Rohmer: "¿Por qué filmar una historia cuando se puede escribir? ¿Por qué escribirla, cuando se va a filmarla?". A lo que ahora se podría agregar: "¿Por qué filmarla si se puede convertir en novela gráfica?".
Y es que el proceso de trabajeoentre el escritor y el dibujante se convirtió un poco en eso, en una labor a medio camino entre la literatura y el cine. Estuvo todo el tema de la adaptación, de traducir el texto en imágenes y de elegir secuencias y planos que en vez de quedar impresos en fotogramas ahora quedarían fijados en viñetas. "Esto fue muy parecido a una película donde Gonzalo claramente era el director", cuenta Fuguet.
Una adaptación sin tanto drama
Todo partió hace poco más de un año cuando Alejandro Aliaga (de editorial Alfaguara) y Francisco Ortega (autor de "El número Kaifman") le propusieron a Fuguet hacer la adaptación de uno de sus relatos (específicamente "Road Story") al formato de novela gráfica. Un género para entonces inexplorado y desconocido para Fuguet quien, de hecho, a partir de ese momento comenzó a revisar para interiorizarse. "Empecé a leer primero las fuentes originales de dos películas que me habían gustado. Una fue la graphic novel 'Ghost World', de Daniel Clowes, y la otra, 'Road to perdition'". Lo siguiente fue encontrar al dibujante responsable de convertir el relato de Fuguet en viñetas. Labor que recayó finalmente en el chileno Gonzalo Martínez, quien actualmente realiza para el mercado estadounidense la serie en cómic "Super Teen Topia" y que antes hizo una miniserie para Avatar Press (editorial de novelas gráficas como "V de venganza" de Alan Moore y "Sin city" de Frank Miller) llamada "Holed up".
Para Gonzalo Martínez, ciertamente era la oportunidad de asumir un desafío del que ya había notables ejemplos, como la adaptación que hizo el dibujante Paul Mazzucchelli de la novela "Ciudad de cristal", de Paul Auster, obra que Martínez elogia por los abundantes recursos del cómic que utiliza para reflejar la enajenación mental del protagonista. Sin embargo, en el caso de "Road Story", el proceso no fue tan complicado, como el recién citado, en términos de traducir el lenguaje narrativo al dibujo. "Aquí no había ningún enajenado", explica Martínez y prosigue: "Por ejemplo, los grises del dibujo estuvieron a cargo de Demetrio Babul, quien vendría a ser como el director de fotografía de esta película. .. a él le repetía que tuviera ojo, ya que esto no debía tener una iluminación tan dramática. Por eso no usé recursos dramáticos. Bueno, Edmundo Paz Soldán (que aparece en el libro comentándolo) destacó que era austero en el uso del lenguaje. Y eso es así porque en esta historia el tipo no está enajenado mentalmente. Sí está dañado en el corazón... pero se le pasa".
Menos palabras y más trazos
Sobre el tema de la adaptación, Fuguet no tenía mayores recelos sobre la mirada que podía darle Martínez a su texto, y de hecho tampoco se acordaba mucho del cuento, el que tampoco releyó en este proceso, salvo lo que tuvo que leer a partir de las páginas dibujadas que le iba enviando periódicamente el propio Martínez. Ausencia de suspicacia que el escritor justifica del siguiente modo: "Existe una suerte de manual del buen estilo en el tema de la adaptación y yo considero que a la larga siempre el adaptado va a salir ganando... incluso si sale mal, porque si sale mal van a decir 'es mejor el cuento'. Por lo tanto, partimos con un 'haz lo que querái'".
Y sobre su enfrentamiento con el cuento, Martínez confiesa: "No hubo casi ningún problema. Primero, porque me gustó el texto, me sentí identificado con el personaje, me gustaban los diálogos, uno echa de menos los buenos diálogos en el cómic, me gustaba el ambiente, el clima del cuento, cómo terminaba. De hecho, yo lo hubiera adaptado tal cual".
Martínez trabajó en el cuento original destacando diálogos y texto premunido de un marcador amarillo. Eso era lo que en principio quedaría instalado en los cuadros y globos de las viñetas que acompañarían los dibujos. Sin embargo, en el proceso tampoco esos textos resultaron íntegramente incluidos. Ahí en parte tuvo que ver la tijera del escritor. Describiendo su labor de "tijereteo", Fuguet cuenta: "Mi meta era que fuera lo menos narrado posible en cuanto a texto. Incluso en algunas ocasiones tajé texto. Había frases de 5 líneas que yo trataba que bajaran a una. Yo le decía a Gonzalo que, mientras menos texto mío, mejor. Lo ideal es que se hubiera adaptado casi con ninguna palabra, pero claro, eso no iba a ocurrir”.
¿La primera?
Sobre si esta es la primera novela gráfica chilena, Martínez encuentra que no tiene mucho sentido discutirlo. Bueno, previamente ya se conoce el caso de “Juan Buscamares” de Félix Vega, que, si bien se publicó en España como novela gráfica, acá tuvo un debut que no responde precisamente al formato. Otro ejemplo que se discute es el de la más reciente “Bilis Negra”, que fue una versión en estilo manga (con estética de dibujo japonés) de un cuento de Mario Markus realizada por Fyto Manga.
Dejando de lado esta discusión, Martínez prefiere destacar otra cosa: “Lo que sí yo encuentro notable es que una editorial como Alfaguara se haya decidido…” Fuguet lo interrumpe y dice “sí, se la están jugando. Eso ha sido un súper apoyo en el sentido de tomarlo más como literatura que como excentricidad”.
El tamaño de la publicación es como el de un libro común y corriente. Con ISBN y todo. Tan parecido a un libro normal que los creadores decidieron cambiar la portada original (que era una foto de carretera norteamericana con un letrero) por una en la que aparecen dibujos que muestran la naturaleza más específica de esta obra. Fuguet cuenta: “Era como pasar gato por liebre al público. Con la anterior tapa podía parecer más un libro convencional… la idea era decir ‘no, no nos da vergüenza hacer novela gráfica’ y no tenemos que esconder la viñeta”.
Tan entusiasmado quedó el escritor con esta experiencia que confidencia: “Ahora me encantaría hacer algo directamente al formato. No una adaptación de algo ya escrito. La idea sería pensar qué historia estoy, entre comillas, ‘dispuesto a perder’, en el sentido de superar el trauma… ese de que en el mundo literario lo más importante es entregarle todo al libro… que el libro es como el río en el que uno debiera depositar todas sus ofrendas… con eso uno creció, era lo que te enseñaban en los talleres. Tal como estaba esa idea de que leer era sólo leer en un sillón de cuero en una biblioteca y no en un McDonald’s. Entonces, lo primero es aceptar que se va a escribir algo que no va a ir a un cuento, ni tampoco va a parar en el cine… y poder decir tranquilamente ‘¿y qué?’”.