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Alberto Fuguet: "El mundillo literario es una hoguera de vanidades"

Por Andrés Gómez Bravo
La Tercera, 2 de Abril de 2016



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Feria del Libro de Santiago, fines de los años 90. Carlos Fuentes, figura del boom latinoamericano, llega a la Estación Mapocho. Como si fuera un magnate o un príncipe, lo protege una escolta de seguridad. Fuentes está en Chile con su hijo Carlos Fuentes Lemus para presentar Retratos en el tiempo: un libro de fotos del hijo y textos del padre. Santiago es la última escala de un tour latinoamericano. Y entre el público, de cerca pero no tanto, lo observa Alberto Fuguet: “Fuentes padre, perfecto, bronceado, saludando; a su lado su hijo pálido y con un acento que se parecía al mío cuando llegué a Chile, como gringo. Los miré como una hora. El hijo era precioso, delicado, una suerte de Tadzio (La muerte en Venecia) pero débil. Yo vi o pensé algo que quizás no es cierto pero que se me grabó: es pálido porque está en su sombra. Era hemofílico. Luego me dieron el libro y quedé impactado porque me pareció un exceso de vanidad. Me pareció un producto de vanidad”.

Esa imagen del escritor y su hijo, que moriría de Sida en 1999 en Veracruz, se quedó en su retina y con el tiempo fue adquiriendo fuerza propia: se nutrió de más imágenes -reales y ficticias- y de otros mundos para dar forma a un nuevo libro. Se titula Sudor y es una de las novelas más ambiciosas y arriesgadas de Fuguet. También de las más provocadoras, desmesuradas y divertidas.

Sudor quiere ser un retrato en tono de sátira -con buena y mala leche- de la feria de egos de la literatura: las ansias de fama y poder, así como los cotilleos del mundo editorial. Y con una voluntad similar a la de Tom Wolfe en sus novelones sobre EEUU, una mirada irónica y desenfadada del Santiago gay actual: las fiestas, los bares y los encuentros sexuales vía Grindr. Ser gay en la era de las aplicaciones. Sudor es también un relato sobre el frío o la ausencia que abraza a los hijos de padres célebres.

La historia transcurre en 2013, el último año de gobierno de Sebastián Piñera. El narrador y protagonista es Alf, un editor gay que ya pisa la cuarentena y vive con un amigo hetero. Es octubre, comienza la Feria del Libro y en Alfaguara, donde trabaja, están nerviosos: esperan la visita de Rafael Restrepo, colombiano-mexicano, vieja estrella del boom, amigo de políticos y empresarios y últimamente autor de “novelas históricas de aeropuerto con tufillo literario”. Viene con su hijo Rafael Restrepo Santos para presentar El aura de las cosas, fotos de celebridades tomadas por este último y textos del padre.

A Alf le corresponderá acompañar al hijo, un veinteañero mimado y extravagante. Es un encargo fastidioso, pero entre habitaciones de hotel, copas y paseos por Santiago de noche, habrá química. En las 600 páginas de Sudor hay figuras reales y ficticias -desde Carla Guelfelbein a Alvaro Bisama, personajes de otras obras de Fuguet, guiños a José Donoso, humor, desparpajo y mucha piel.

“Me crié siendo hijo de las grandes figuras del boom -cuenta Fuguet. Para bien o para mal. Creo que más para bien. Me intriga demasiado eso de ser ‘hijo de...’ ¿Es suerte o una maldición? ¿Qué pasa con aquellos hijos de famosos o ultra célebres que desean desarrollarse en ámbitos cercanos al de sus progenitores? Hijos de escritores, hijos de políticos, hijos de actores. Me tocó ver el peso de la noche donosiana dañar a su hija Pilar... Ese testimonio (Correr un tupido velo) es un libro notable pero a qué costo... Escribe de su padre para purgar los secretos y termina con un gran libro premiado pero se suicida. ¿El arte tiene un costo? ¿El talento, el ego, la fama, el abandono? ¿Por qué tantos hijos son literalmente abollados por algo que debería ser un regalo? Tener fama, dinero, educación, contactos... Pero hay tantos que se hunden”.

Eso, dice, lo sintió también cuando vio al hijo de Carlos Fuentes en aquella gira. “Lo sentí un perdido, digamos, alguien maldito. Después empezaron los pelambres...”.

- ¿Qué pelambres...?
- Varios y de diversas fuentes. La más directa fue el chofer, Don Yelmo, que murió hace años, y que manejaba un auto que usaba Carlos Ossa de Alfaguara y que se utilizaba para transportar a algunos autores al aeropuerto. Don Yelmo era viejito, evangélico. Un encanto. Y un día, cuando yo partía a una gira, él me cuenta una historia: su historia de cómo a él le tocó hacerse cargo de Carlitos Fuentes. Más bien se desahoga. El era un tumba de discreto, pero necesitaba hablar. Lo pasó mal. Era un chico, me cuenta, indomable. La jefa de prensa estaba con licencia y Ossa estaba, creo, de chaperón de Fuentes padre, por lo que Don Yelmo tuvo que apañar con el chico que tenía 23, 24 años, quizás menos. Me contó historias de excesos y terror, porque él nunca había ido a discos o a comprar drogas. Debía esperarlo afuera de bares o casa de dealers. Es un mito urbano literario que la editorial pagó las deudas del huésped. Nunca sabré si es cierta, pero en todos los países por donde pasaron quedaron traumados. Y lo mismo cuando Fuentes viajaba solo. Los de la editorial quedaban tumbados. Pensé: todo esto no puede ser verdad. Esto da para libro, es una historia. Poco a poco fui escuchando y acumulando más historias. En Argentina una chica de prensa se puso a llorar recordando lo que tocó vivir y carretear con Carlitos. Empecé a obsesionarme y luego el hijo se muere... y quedé impactado. Murió en una playa de México mientras su padre estaba de gira.

- ¿Cuánto de real hay en lo que cuentas?
- Muy poco... Está inspirado. Inventé demasiado. El hecho que todo ocurra recientemente y que sean colombianos radicados en México me dio mucha libertad. Me dio lata investigar la vida y obra de un autor que tampoco me trastorna. Rafael Restrepo es una suma de varios escritores y de varios famosos. Y Restrepo Jr es pura fantasía mía armada a partir de trozos de realidad y de una suma de hijos de famosos con que he tratado. Leí la biografía de Peter Fonda que es más o menos pero posee un gran título: Don´t Tell Dad. Me sirvió mucho la de Gerard Martin sobre Gabo. Los dos Fuentes no vinieron el 2013. Esta una ficción inspirada en cotilleos del mundo literario (el pelambre, como decimos, o el gossip es materia prima literaria... basta leeer Borges de Bioy Casares) que desea hacerse cargo no sólo de un supuesto pelambre literario sino de temas más amplios como qué pasa cuando una minoría empieza a ser aceptada y ser libre o cómo se ama en tiempos de las aplicaciones, o tratar de explorar el Santiago fashion de comienzos de siglo. Y procesarlos via la sátira pero también la empatía y el humor.

- ¿Llevas años con la idea entonces?
-
Sí. Me costó encontrar el tono y el personaje del narrador. Antes era una chica de prensa. Y ahí me topaba porque no quería que mi primera novela romántica (chico conoce chica por unos días) fuera straight. Me parecía muy comedia romántica pero en mala. Hasta que volví a ver Mi año favorito (de Richard Benjamin) que es entre dos hombres: uno viejo, el famoso, y el practicante, y me iluminé. Qué pasaría si esa fascinación y ese lazo pudiera llevarse a la cama puesto que los dos son gays y están más cercanos en edad. Yo he hecho algunas giras de prensa y sé de la extraña intimidad que se logra entre dos extraños (autor y chica de prensa, casi todas son chicas, insisto) y ahí se me juntó todo. Y pensé: qué pasaría si el chico es gay y quiere zafar del padre en esta escala que es Santiago. Eso. De ahí salió. Toda figura inmensa del boom da para un libro y aquí hay uno. Ya hice McOndo como intento de matar a García Márquez; he tratado de imitar a Vargas Llosa... soy fan de Puig... Pensé: ¿y si mezclo a todos y todo? Y si además lo hago con un poco de sátira, si me río... y le pongo algo un poco horny y sudado. Eso es como el making of de Sudor.

- Después de enfretar a García Márquez y ahora a Fuentes, que es el reflejo de Restrepo, eres como el archi enemigo del boom?
- No tengo enemigos literarios. Soy cada vez más fan de GGM, lo que pasa es que no deseo escribir como él, no deseo que me pidan que lo imite, me siento más cercano a Obama que a Fidel Castro pero no deseo y dudo que sea amigo de ninguno de los dos. La era McOndo ya se cerró. No lo veo como un enemigo a él ni a a Gabo ni a nadie. No compito con ellos. No deseo vencerlos. Yo deseo que me subrayen, que un chico se lo regale a otro, no sé. ¿Se parece Restrepo a Fuentes? En algo. Y también a otros, de todas las edades. ¿Has estado con otros de ese tonelaje? La gente rica y poderosa de nuestros países se parecen. Son como clones. El más user-friendly de los boom es sin dudas Vargas Llosa que es un crack y ahora lo es más porque parece aún más humano. Gabo, con todo derecho, era distante con desconocidos y cómo lo acosaban. Alguien con esa fama tiene derecho a protegerse. Lo que sí es un poco freak es creerse famoso cuando no lo eres tanto. Muchos autores en sus países no pueden salir en la calle, pero venir a Chile de gira y contar con seguridad es un detalle delicioso y un poco patético. Fuentes acá no era Chespirito... Además, Sudor conversa mucho con varios libros de Donoso que indagaron en la idea del escritor, el boom, el mundillo: El jardín de al lado; Donde van a morir los elefantes e Historia personal del boom.

- Creo que desde Bolaño no leía algo tan directo contra las vacas sagradas de la literatura.
- La literatura es para atacar o dispararle a los que son intocables. ¿Como tocarlos si no? Es más certero y se corre menos peligro. Para eso está, para eso se inventó. Hay gente que ve la literatura como una manera de armar grupos o conseguir becas y está bien. Me hubiera gustado que Bolaño leyera Sudor. La literatura, se sabe, es como la venganza de los nerds o de los intelectuales. Bolaño entendió eso. El arte debe ser punk, no parte del establishment. Sudor quiere reírse de muchos mundos, no sólo el literario. Creo que se ríe su resto del mundo fashion, de las marcas, de la noche, de las desigualdades del mundo gay, de los restoranes... Yo quiero que la gente que no sepa nada de literatura, pero sí mucho de música o poppers o lubricantes me lean. Este libro no es para los que van a talleres; este libro es para aquellos que se follan a los que van a los talleres cuando se curan y se escapan a una fiesta Hotspot.

- En la novela se insinúa también el tema de la homofobia.
- Uno de los rasgos que me fascinaron de Restrepo y de aquellos que se parecen o no se parecen a él es la homofobia. El boom era un club de machos. Y ser joto o tener hijos gays no era algo deseado, a pesar que muchos apoyaban la revolución o las causas progres. Eran hijos de su tiempo, supongo. Puig no era parte del grupo y se ríen de él por afeminado; aún sucede y me consta. Sé algunos pelambres respecto a mí. Deduzco que Donoso tuvo que quedarse piola. El mundillo literario digamos es una hoguera de vanidades y quizás está bien: al final lo único que realmente está en juego son los ecos, el nombre, intangibles. Pero ojo: la hoguera también arde en el mundo de la noche gay, en todo lo que son las tendencias, en las redes. Con Sudor quería escribir una novela actual. Amo las novelas sobre el hoy.

- En No ficción abordaste por primera vez una relación gay, pero sin contacto. Acá en cambio hay sexo explícito...
- Por eso yo siento y quizás concebí a Sudor como la otra cara de No ficción. Su lado “B”. O quizás “A”. Sudor es la grande, la que grita, la zafada, y No ficción la chica, la más piola y romántica. Creo que el orden en que salieron es el correcto. Las entregué al mismo tiempo. Son novelas hermanas. En No ficción no hay carne pero sí que hay intimidad. En Sudor hay mucha carne, piel, fluidos y sexo pero... ¿hay intimidad? Ambas novelas espero provoquen grados de identificación pero ni las dos juntas son un manual de vida.

- Muy pocas novelas chilenas se atreven a quitarse la ropa con tanta libertad. ¿Como ves a Sudor en ese escenario?
- Puede ser. Siempre he funcionado pensando en qué no se ha escrito, dónde tengo una ranura para colarme, dónde puedo aportar. Desde el día uno: Mala onda surgió ante la interrogante de por qué nadie había escrito Papelucho en versión adolescente. Acá quise indagar en un lenguaje explícito que fuera frontal y quizás roce lo porno pero cuya meta no es sólo masturbarse. Ahora si alguien se excita... uf, wow, qué bien. Yo creo que el lenguaje porno, o coprolálico para usar una frase de mi amigo cura Opus Ignacio Valente, es válido. Ultra literario. Como hablan los tipos en Grindr es super creativo a veces y prueba que el lenguaje puede ser sexy o que sirve para seducir. Hay montones de autores anónimos que escriben relatos porno en la red que logran su objetivo: uno siente cosas y a veces hasta se erotiza. El porno por escrito atrae más que el filmado que corre el riesgo de ser demasiado explícito y aburrir. Como Sudor siempre la pensé intensa y excedida, casi incontrolable, me dije: mejor irse con todo con las escenas de sexo. Pero igual con algo de humor. Claudio Bertoni fue una influencia, pero en poesía: pensé cómo lo haría Bertoni en clave gay, no sé si lo logré. Vargas Llosa siempre me ha parecido ultra intenso en cuánto a lo homoerótico. Sin duda es el escritor masivo latinoamericano que mejor ha explorado estos lazos, ya sea tensionales como en Los cachorros o explícitos (Historia de Mayta). Pero es verdad: no existen demasiadas novelas sin pudor. Creo que Camila Gutiérrez es capaz de decirlo todo y con un desparpajo increíble.

- En Sudor hay otro tipo de intimidad: la de los amigos...
- Eso que “tu familia son tus amigos” es uno de los tantos aportes del mundo gay al mundo y, me atrevo a decirlo, a la civilización. Eso de apostar por tu círculo, por el clan. La idea que al final quizás lo más importante son los amigos puesto que estos quedan y las parejas se van o se hunden. Esto ahora mismo, acá, en Santiago, con la soledad rampante, está extendido y es imitado por chicas solas, solteros, gente separada, etc. Por eso hay tanto Grindr en la novela, pero perfectamente lo que aparece en el libro se aplica a la ansiedad hetero que está adicta a Tindr y que no tiene claro si la pasa genial o si sufre. En Sudor Alf tiene sexo casual pero no con sus amigos, dos de ellos gay y uno hetero. Es un terreno sagrado. ¿Puede haber una intimidad así? ¿Tan suelta y sin tensión sexual? ¿Hay heteros tan resueltos que les da cero miedo tener tanta cercanía emocional con un gay? Esa es la intimidad real de Sudor.

 

Foto superior: Lorena Palavecino/Penguin Random House



 



 

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