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Las memorias ochenteras de Alberto Fuguet
VHS (unas memorias) Literatura Random House. 2017. 430 págs.

Por Magdalena García C.
Publicado en El Mercurio de Valparaíso. 8 de Octubre de 2017


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"Me sumergí como Jacqueline Bisset en The Deep y floté en las aguas de los 80". Alberto Fuguet presentó su último libro en lnstagram. En la portada, la actriz bucea con un visor, guantes, una bolsa transportadora y una camiseta blanca que marca sus senos. "Con ella se inventaron las poleras mojadas", dice el autor de "VHS (unas memorias)" (Literatura Random House),su primera obra autobiográfica.

Cines, videoclubes, actores, barrios, música disco y, por supuesto, películas, se conjugan en un volumen que vuelve al pasado juvenil de Fuguet para reivindicar esos años donde "hay algo fascinante en crecer, tropezar, ser grande y chico, estar dominado por las hormonas, dudar y creer que el mundo se va a acabar, sentir como si fueras el primero en sentir así, cambiar de certezas, que todo te afecte".

Amigos, familiares y personajes conocidos conforman la narrativa de una etapa donde el escritor descubrió su pasión y su identidad sexual. En una parte del libro recuerda que "con Úrsula Basualto vimos 'Adorables revoltosas', y ella fue la que me dijo: Matt Dillon es precioso".

- ¿Porqué los años 80 son inagotables?
- ¿Lo son? Capaz que si, aunque yo creo que VHS no es ochentero, solo sucede que está ambientado ahí. Creo que "VHS" se sale de dos temas asociados a los 80: la tierra de Pinochet y la idea de un país oscuro. Si bien toca esos temas y los explora -porque es cierto que en parte Chile era eso-, también conversa con otros 80: los del mundo, lo retro, el 80 que tenía algo de 70 y unos 80 donde también había lugar para el humor, lo erótico, los amigos. Era un país en blanco y negro, pero por otro lado, había mucho color. Creo que cada década lo es si uno la vivió o si tuvo testigos privilegiados. Te respondo de otra manera: ¿por qué la juventud es inagotable? Una respuesta es la cita de Bernard Shaw: que la juventud es desperdiciada en los jóvenes.

- ¿Y porqué quisiste ir al rescate de tus años de juventud?
-Ni idea. Aunque me gusta la palabra rescate. Creo que tuvo que ver con empezar a re ver esas películas, ahora que todas las cintas del mundo de todas las épocas están a unos dedos de distancia, y me dieron ganas de hablar del backstage de cuando las ví, cuando intenté reseñarlas o analizarlas, o hacer un libro de crítica. "VHS" partió como un proyecto de ver cine de los 70, que es como la época de oro, pero capté que se ha escrito muy bien de ellas y yo era chico, por lo que no las vi en su momento. Entonces me dije: ¿qué cintas sí vi y recuerdo?, y ahí conecté conmigo mismo y el detrás de escena, porque "VHS" no es un libro de crítica de cine. Aquí las películas son una excusa. Supongo que entender más tus orígenes, tu pasado, te ayuda a entender algo mejor el hoy. Además, no sé, tanta gente tiene tan malos recuerdos de su pasado, que quise ver cuál era mi lazo con esos años. Creo que al final fue positivo y lo pasé bien. Exploré y eso siempre es bueno, creo.

- ¿Te educó el cine sexualmente?
- Total y absolutamente. Mucho más que la familia, el colegio o los amigos. El cine era más gay, además. O uno veía cosas que no veía en la calle, la tele o la prensa. El cine era más hot antes y hacían cintas para adultos. Hoy el cine es más matiné para niños o adolescentes que aprendieron de sexo en internet.

- ¿Quién era Diane Keaton en tu cabeza adolescente?
- Era una diosa. Inteligente, libre, intelectual, distinta, rara, independiente. Era el tipo de mujer que no conocía y el tipo de mujer que me hubiera gustado encontrar. Yo aún creía que quizás me podían gustar las minas, pero claro, no había minas como Diane Keaton. De hecho, aún hoy, hay pocas como ella. Con ese estilo, esa cosa algo andrógina, esa libertad intensa. La musa de Woody Allen me parecía una buena musa.

- ¿Cómo te veías en los 80?
- Cambié muchas veces. Tuve el pelo muy largo. Luego corto y new wave. Pasé de lana a californiano, para quedarme un tiempo en usar camisa, vestones, abrigos y anteojos que hoy se los apropiaron los hipsters. Obvio que me equivoqué mucho. Eran los 80. Nunca usé nada de neón, eso sí. Ni tampoco pantalones amasados. Conversaba mucho de cine y defendía a los directores que aparecen en "VHS" y eran considerados americanos, cosa que en mi escuela de Periodismo era un adjetivo negativo y descalificativo.

- ¿Fueron los 80 mejor que los 90?
- Quizás. A mí me tocaron los 80 y de eso escribo. Creo que también me he hecho cargo de los 90 y los 2000 y creo que "Sudor" es muy sobre el 2015 y los millennials. Dicho todo esto: hay algo fascinante y es que los 80 fueron análogos. Ya los 90 empezaron a ser digitales y seguiremos así por un rato, creo. Impresiona que no hace tanto el mundo era tan distinto y nosotros lo vivíamos de otra manera que como vivimos el actual.

- Con Netflix por ejemplo. ¿Qué es esta plataforma para ti?
- Una bodega que, tal como todas, uno saca cosas, pero no toca mucho. Veo series, me dejo sorprender, pero le falta más cine viejo, antiguo, raro. Me encanta mirar y mirar las novedades, o lo que me recomiendan, y luego quedarme dormido y no ver nada.

- ¿Guardaste VHS´s?
- Compré pocos, la verdad. Compré más vírgenes y pedía que me grabaran cintas de difícil acceso. Guardé y compré muchos DVD´s y luego vendí muchos. Soy más fetichista de afiches. Tengo muchos de los afiches de las cintas que me importan y cito. Comprar VHS originales era carísimo. Luego trabajé en una empresa de videos y ahí me quedaba con ellas. Tenía copias y copias. Regresaba las películas al club y no pagaba multas. Las devolvía rebobinadas y de ahí saqué el titulo de un libro. No regrababa. Sí grababa al máximo, de la manera más penca, digamos, no en la mejor resolución.

- Cuéntanos la historia de una cinta virgen.
- En un viaje por USA, apoyado por los rotarios -que esbozo en "VHS" y que creo que da para algo más largo, quizás una nouvelle-, me comenzaron a regalar mis anfitriones cinta de VHS virgen. TDK. Los usaba no para grabar películas, sino para grabar horas y horas de programación americana de MTV para traer de vuelta a Chile. Grababa películas en la casa de otro amigo, de grabadora a grabadora. Era complicado y caro. Era mejor arrendar. Nunca grabé películas de la tele por estar dobladas y en castellano y en los 80 las cintas que daban eran todas antiguas, de los 60.

- ¿Veías malas películas hasta el final?
- Sí, obvio, y me salí poco. Me salí de una "Locademia de policía". Me salí de cintas de Fassbinder, de cintas europeas que me lateaban. Veía créditos. Amaba los créditos y por eso me quedaba al final. Yo aplaudía en los créditos. Aplaudía al fotógrafo, al director de arte, al músico. Ojo: en los rotativos, uno veía los finales a veces antes que el comienzo, así que sí, me quedaba a ver las cintas malas hasta el final para ver si eran tan malas. Yo confiaba en epifanías. No siempre sucedía, pero estar en el cine era mejor que estar en la calle. A veces sentía así que no me molestaba perder el tiempo. Recuerda, era pendejo, pensaba que tenía todo el tiempo del mundo.

- ¿Qué es una mala película?
- En dos palabras, es que no te engancha. Que te aburre. Que te hace querer mirar el celular. O pensar en lo que debes hacer mañana. Muchas de las cintas que gatillan mis recuerdos en "VHS" quizás no son obras maestras, quizás son de género o B, pero no son malas. Quizás no eran respetadas, pero de hecho creo que en mi canon juvenil hay cintas que crecen y crecen con el tiempo y que en su momento fueron despreciadas, como "Cuenta conmigo", "Vestida para matar", "Estallido mortal" y "Albóndigas", por nombrar algunas. Y si uno quiere una cinta mala, quizás ese cariño la redime, ¿no?

- ¿Qué pasaje retratado en el libro te habría gustado vivir nuevamente, pero de una manera diferente?
-Quizás pude ser más osado y menos cauto y menos provinciano en mi primer viaje a Nueva York. Pero, ¿sabes?, ahora que lo pienso, ahora que "VHS" está publicado, la verdad es que no cambiaría nada a lo "Volver al futuro", porque no tendría libro. O para ir más allá. De haber vivido la vida de otra manera, no existiría yo ahora y no me parece tan mal ser yo mismo. De vivirlo de nuevo, lo viviría igual, quizás con un poco más de sexo, más fotos, y tomaría más apuntes.

- Ahora que recordaste, ¿estás mirando el futuro?
-No, para nada. Sigo pensando en ideas del presente y al recordar sólo recordé más cosas. De fines de los 80 y los 90. Me dieron ganas de seguir escribiendo-recordando. Creo que iré alternando ficción con no ficción o con memoria. Uno no deja nunca de recordar. Al revés: por recordar, abres cajas que se te habían olvidado que tenías.


 

 

 

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