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Cacharros masticables

Por Antonio Gil
Publicado en Las Últimas Noticias, 21 de septiembre 2023


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Durante el Siglo de Oro español se popularizó entre las damas y damiselas nobles el uso de búcaros, aquellas pequeñas vasijas de arcilla colorada que se utilizaban para beber agua u otras infusiones. Los búcaros proporcionaban unos deliciosos perfumes y sabores, entre los que predominaba el chocolate, pero su uso iba mucho más allá.

Se sabe que la ingesta de trozos de esos vasos de barro les proporcionaba a las chicas del siglo XVI la tan preciada y elegante palidez del rostro, así como la regularidad de la menstruación y unos no menos apetecidos efectos anticonceptivos y alucinógenos. Al parecer, el consumo de barro generaba una especie de anemia, al obstruir ciertos conductos vasculares.

La bucarofagia tendría un antecedente en el mundo musulmán del siglo X, en Bagdad, donde aquellas vasijas ya eran consumidas, pero los más cotizados de estos cacharros comestibles fueron los que mucho después provenían de Portugal y el Nuevo Mundo. Los búcaros, para los cuales incluso había catadores, eran muy preciados como regalos para dar con motivo del onomástico, según han dejado constancia cronistas de la época.

Por su parte, la rica literatura del Siglo de Oro nos entrega ilustrativos comentarios acerca de esta curiosa costumbre de ir dando pequeños mordiscos al vaso hasta alcanzar el efecto deseado. Góngora hace referencia a este hábito en un verso que dice: "Niña del color quebrado, o tienes amor o comes barro". También hablan de estas gredas alucinantes Quevedo y Lope de Vega, entre otros muchos autores de entonces y también posteriores, como Gautier y el gran Victor Hugo.

El famosísimo y sorprendente cuadro Las meninas de Diego de Velázquez, que algunos consideran la primera selfi de la historia, presenta una premeditada distorsión de la percepción, que bien podría encontrar explicación en este hábito psico-trópico de comer el barro del búcaro. En un lugar central de la gran tela vemos a una sirvienta que ofrece a la joven princesa un vaso colorado en el que algunos han querido ver un búcaro de Tonalá. Pero se equivocan, ya que, más allá de toda duda razonable, los expertos coinciden en que se trata de un mate creado en Chile por las monjas clarisas, orden creada por santa Clara, gran amiga de san Francisco, en 1212.

Famosas por sus cerámicas perfumadas, esas siervas de Dios tuvieron un activo taller y una receta, que permanece secreta hasta nuestros días, para elaborar sus fragantes vasos, en el lugar en que hoy se alza la Biblioteca Nacional en Santiago. De ahí, pues, de Alameda con Miraflores, salió hacia la vieja Europa el búcaro chileno que fue inmortalizado por el gigantesco pintor Diego de Silva y Velázquez.

Así, ese bellísimo y alucinógeno vaso se debe ubicar, junto al poema La Araucana de Alonso de Ercilla y Zúñiga, como muestra de la presencia nítida de Chile en la maravillosa, turbulenta, bullente y provechosa realidad del Renacimiento. Ese renacer de la curiosidad humana que se volcó de lleno en el arte, la ciencia, la exploración geográfica y la poesía como un resplandeciente tesoro.


 

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Cacharros masticables
Por Antonio Gil
Publicado en Las Últimas Noticias, 21 de septiembre 2023