"En poesía no existen pueblos subdesarrollados", asegura el colombiano Jorge Zalamea en su famoso libro Poesía ignorada y olvidada. Y esto lo demuestra con pruebas tan concluyentes y definitivas como una selección titulada "Magia y muerte en la poesía esquimal".
Se acusa a ese pueblo del Ártico, llamado en realidad inuit, de haber inventado el kayak, el taladro, los anteojos de sol, las lámparas a parafina y el intercambio de parejas. Como sea, esta gente, unas cien mil almas repartidas más allá de la última línea de árboles en las tundras de Canadá, Alaska y Groenlandia, ha habitado el frío y el hambre durante miles de años, y de esa larguísima vigilia, en la que todos se pasan horas y horas a solas consigo mismos, ha nacido una inspiración que, convertida en cantos, acompaña la vida en los días breves, seguidos de noches interminables, y viceversa, según la estación del año. Así, pues, acechando caribú., ballenas, osos y focas, los inuit lo único que tienen de sobra es tiempo para meditar acerca de la condición humana,
y lo hacen con un estilo único en el que destacan la duda y la desconfianza, junto a una mirada irónica y humorística de sí mismos.
Cuentan los viajeros que las mujeres esquimales componen canciones ad hoc para recibir a los visitantes, que los niños —imitando a sus padres— cantan mientras juegan, y los cazadores entonan risueños cantos que hablan de los inmensos espacios helados y del hombre que avanza por ellos buscando su esquivo alimento, siempre con la esperanza de regresar a casa. Son versos que se memorizan y se comparten, muchas veces al son de un pequeño tamboril de cuero. "Mi aliento, así llamo yo a este canto, pues es tan necesario para mí cantar como respirar", dice el chamán Orpingalic, de la remota aldea de Nesilik. "Las palabras toman forma en las mentes de los hombres y emergen como burbujas de las profundidades del mar, burbujas que buscan la luz del sol para estallar", afirma un poema inuit.
Anda Kuitse, también conocido como "el último poeta del Ártico", fue un
esquimal que memorizó algunos famosos duelos verbales con 1os que se resolvían conflictos y asperezas entre los habitantes del helado norte del mundo. Kuitse, natural de Tunu, una lejana y salvaje región de Groenlandia, mostró la cultura de su pueblo en varios lugares del mundo, volviéndose una persona muy querida y respetada. Muerto en septiembre de 2019, aún es recordado por aquellos que tuvimos la suerte de presenciar una representación suya del arte antiquísimo del pueblo inuit en Barcelona, en Bruselas o en la casa Groenlandia de Paris.
Para los habitantes de América esas expresiones poéticas tienen una resonancia especial, ya que guardan impresionantes semejanzas con las payas de raíz hispánica que se cultivan desde antiguo en muchos lugares del continente. Es posible que una soledad parecida dé nacimiento a esta versaina popular que nos es común, y que una picardía milenaria agregue algo de frescor a los veranos infernales o un poco de sabor a las tristezas del invierno, sea donde sea que nos toque vivir.
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Por Antonio Gil
Publicado en Las Últimas Noticias, 5 de octubre 2023