Entrevista a ganador del Concurso Arthur Rimbaud 2012 Alejandro Godoy:
“Para mí un poema ha sido siempre una forma de diálogo”
Por Cristóbal Cruz M.
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A fines del 2011 se abrió la convocatoria del concurso Arthur Rimbaud para poetas jóvenes patrocinado por la Universidad del Desarrollo. El jurado estuvo constituido por Cristián Warnken, Armando Roa, y Rafael Rubio. La obra ganadora resultó ser Las sienes del Asno de Oro del poeta Alejandro Godoy (1993), siendo calificada por el jurado como una propuesta consistente por su construcción verbal, donde se resalta “la densidad de las imágenes” que invitan a sumergirnos en una “voz que indaga su propia genealogía e identidad” a través de un diálogo con los padres poéticos que sirven como pilares para la construcción del libro: Gabriela Mistral, Lezama Lima, y César Vallejo. Godoy se desempeña como estudiante de segundo año de la cerrera de psicología y como tallerista de “poetizar y pensar” que trabaja algunos conceptos importantes trabajados por el filósofo chileno Patricio Marchant en su libro Sobre Árboles y Madres. Actualmente Godoy se encuentra escribiendo su segundo proyecto en torno a la noción de experiencia y la escritura como herramienta en desmedro de la memoria.
- Cristián Warnken define tu libro como “una propuesta consistente que deja oír voces del pasado”, cuéntanos un poco del diálogo con los autores que trabajas y de tus nuevas influencias para este segundo proyecto.
- Cuando escribí Las sienes del Asno de Oro quise repensar la poética de lo propio en torno al viaje a la metamorfosis de Apuleyo y la natividad del lenguaje, trabajar con estas dos escuelas que han ido quedando de lado, la de Gabriela Mistral y de Lezama Lima, junto con trabajar los neologismos que -según W. Benjamin- representan la búsqueda de un nuevo pathos,y el lugar de la espectralidad en la poesía de César Vallejo. Todo el libro trabaja con la intertextualidad hacia estas poéticas, sobre todo la de Gabriela Mistral, que considero ha sido siempre mal estudiada y solo con el surgimiento de Sobre Árboles y Madres se establece un análisis serio en torno a las tópicas que trata. Como dice Marchant en Escritura y Temblor, es como si se necesitara de la catástrofe para que recién se comenzara a repensar y reanalizar verdaderamente la escritura mistraliana. Siempre estoy tratando de apoyarme en ese y otros escritos como los de Deleuze, Barthes, Derrida, Foucault, Agamben, Blanchot, Lacan y Klein que me han proporcionado un soporte que quiero aplicar a un nuevo proyecto de libro. A su vez, autores como Nadia Prado, Javier Bello, Elvira Hernández, Germán Carrasco, Christian Formoso y Rafael Rubio fueron trascendentales en mi formación escritural junto con otros poetas como Julieta Marchant, Rodrigo Arroyo, Sebastián Herrera, etc. Desprenderse de estos referentes me costó trabajo en el desarrollo del primer libro, creo que aún me cuesta un poco desprenderme.
- ¿De qué trata este nuevo proyecto escritural que estás articulando?
- Es algo que todavía no tengo muy claro. Tiene que ver un poco con la acumulación de imágenes y la noción de la experiencia. Pablo Oyarzún en la edición de Prestados Nombres que editó Miguel Valderrama habla de la experiencia como algo “esencialmente testimonial”. No es posible la experiencia sin un testigo. Pienso en eso para este segundo proyecto, los objetos cobrando vida para actuar como testigos, animados por una nostalgia en la pérdida del origen, y el retorno a esos objetos como sensibilidad. He leído el Fedro de Platón en conjunto con la Teogonía de Hesíodo y el análisis que hace Deleuze sobre Leibniz en cuanto a la Mónada y al pliegue barroco como operación para apoyarme, sobre todo en el concepto de la escritura como herramienta en desmedro de la memoria.
- Además de esos autores, ¿Qué más estás leyendo en estos momentos?
- Actualmente me he dedicado a leer los trabajos de René Baeza, Sergio Rojas, Cecilia Sánchez, e Iván Trujillo. También he tratado de reencontrar a ciertos autores como Casanueva, Rosamel del Valle, Anguita, Efraín Barquero, etc.
- ¿Cómo ves a los poetas correspondientes a tu generación?
- No me gusta hablar de “generación”, pero de los autores que han publicado en lo que atañe del 2010 en adelante podría nombrar a Nicolás Labarca, Sebastián del Pino, Gastón Carrasco, por señalar solo a algunos, que van en un contexto de búsqueda donde las imágenes y el trabajo con el lenguaje no se quedan en lo superfluo y monótono de la anécdota que muchos autores trabajan, autores que dicen “hablar desde el margen” y ponen stands en el FILSA para vender sus propios libros, o los que creen que por poner la palabra “barricada” o “HidroAysén” en sus textos están escribiendo un poema “político”, cuando en realidad se aferran a un cliché y a un estereotipo tedioso.
- ¿Cómo ves la labor que han tenido las grandes editoriales en la difusión y promoción de la poesía joven?
- Me surgen ciertos problemas con esa pregunta, difícilmente se puede hablar de “poesía joven”, o de “poesía mapuche” o “poesía de mujeres”, etc. el mismo concepto de poesía ya me produce ciertas complicaciones, no creo en esa división entre poesía, ensayo o narrativa, considero que es escritura solamente. Cuando me tocó reunirme con los editores de CIEM para la edición del libro lo primero que me dijeron fue su sorpresa al ver que “alguien de 19 años hubiese articulado un proyecto como el que ganó el Rimbaud”, como si la calidad de una u otra escritura estuviese condicionada por la edad del autor, creo que de algún modo hay cierto desprecio contra autores “jóvenes” por parte de algunas editoriales. En ese sentido, proyectos como el Concurso Arthur Rimbaud dan un espacio para que nuevas voces puedan darse a conocer.
- ¿Qué visión tienes del poema en torno a tu escritura, especialmente en tu libro Las sienes del Asno de Oro?
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Para mí un poema ha sido siempre una forma de diálogo, un diálogo que, aunque esté “herido para siempre por una última interrupción”, continúa en la cabeza de un superviviente que le cede a un otro la palabra. Pienso en Las sienes del Asno de Oro en tanto a una historia que me dirijo a mi mismo como reconciliación, consuelo, serenidad en torno a ese otro que opera dentro del poema a través del “potencial de destrucción interna de la imagen” y del horror vacui que lo impregna. Hay además en ese libro un “diálogo al diálogo”, dentro del contenido manifiesto correspondiente a la corteza, y un contenido latente que corresponde al núcleo, lo veo relacionado con lo que Sarduy alude en tanto a la proliferación de los significantes y el uso de estos dentro de la estética del neobarroco. La poesía, que para Celan solo puede existir en la unidad, tiene que ver con una herida que lleva la verdadera significación ausente del poema, donde lo inconsciente irrumpe a través de una errata para que esa herida se manifieste.
- ¿Qué autores crees que son indispensables para alguien que quiera iniciarse a través del concurso con un libro propio?
- Entre los que se me viene a la cabeza ahora las obras completas de Gabriela Mistral, incluyendo Almacigo, las obras completas de Lezama Lima y de Sarduy, Trilce de Vallejo, Las metamorfosis de Ovidio, La Divina Comedia, Otras Inquisiciones de Borges, Pedro Paramo de Rulfo, el Ulises de Joyce, los libros de Marcel Proust, Todo lo que tengo lo llevo conmigo de Herta Muller, el bosque de la noche de Djuna Barnes, los diarios de la Pizarnik, Rayuela de Cortázar, los poemas de Edmond Jabés, entre muchos otros autores.
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Alejandro Godoy (Santiago, 1993) Ha publicado el libro de poesía Las sienes del Asno de Oro (Editorial CIEM, 2012). Entre las distinciones que ha obtenido destacan el Premio a la Poesía Joven del Instituto Chileno Norteamericano (2010), Concurso Revista Grifo UDP (2010), Juegos Florales Gabriela Mistral (2011) Premio Arthur Rimbaud (2012).