—Existe la sensación en la actualidad, de que todo sucede en la ciudad, como eje gravitacional, y nos olvidamos de la provincia, espacio perdido de un habitar el mundo de una forma diferente, “Pensar la provincia”, proponía Heidegger. Tú vives en Rengo, tan lejos y tan cerca —a la vez— de Santiago ¿Cómo es escribir y publicar poesía desde este mundo más provinciano?
—La provincia se piensa totalmente y escribir desde ese habitar es un transitar por los silencios del paisaje, de las personas, de las memorias que siempre están presente con esa cotidianeidad familiar y desde ahí el ejercicio escritural se vuelve un desafío, ya que hay que ir dando una evolución y revolución a la escritura, a la poesía misma para no caer en el lugar común y hacer que la poesía sea una nueva visión, un nuevo camino. Plantear la poesía en provincia es un estado de existir muchas veces con el rechazo o la negación de otros, ya que la poesía no es fundamental para existir en provincia, siempre hay algo más importante que hacer, para mí como mujer que escribe es un desafío constante, una lucha que se da a diario para visualizar el mensaje poético, que muchas veces no es la poesía sino la extensión de ella para sobrevivir y no morir en el intento escritural. En el ámbito de la publicación de los libros de poesía ha sido un tema infinito, ya que los accesos a editoriales son muy estrechos, por lo que en mi caso he tenido que moverme hacia Santiago para poder publicar un libro de poesía. En provincia todo es más lento en los campos poéticos, no es un arte que se visualice a diario o que se valore, desde otro se mira como una curiosidad que pasa a ser algo raro. Mi desafío en la escritura poética en provincia es situar la poesía en lugares para transformarlos y dar una identidad a la expresión poética, más que a mí como autora, sino a la poesía.
—Desde tu primer libro “Imáginaciones públicas" (2007), estableces una nueva estética y muy particular. Una poesía lejana a lo que estaban haciendo las mujeres desde el discurso del cuerpo, tú a diferencia creces con tu poética hacia afuera, hacia el espacio público, pero pasando por el adentro, poesía sin grandes pirotecnias, pero tampoco conversacional, más bien reflexiva, como la voz de Alejandra Pizarnik ¿Cómo configuraste este “Cuarto propio”, citando a Virginia Woolf, y de que forma te planteas en la escritura nacional?
—Imaginaciones Públicas es mi primer libro y lo pensé imaginando en los lugares públicos con otros, esto tiene que ver con que creo que la poesía es comunidad, que la poesía debe estar en la calle, en los lugares habitados, en sus diferentes formas, por lo que sentí que la poesía era mi vocación, el servir a otro en comunidad desde esta poesía que no tiene una definición, que finalmente es una epifanía que de tan etérea transforma y nombra lo que nadie ha nombrado, he desarrollado más que un cuarto propio, una madriguera donde estoy yo en soledad escuchando a los otros y desde ese escuchar escribo, y salgo a lo público, a lo político, a lo femenino, a lo que la poesía en sus entrañas trae para remover esa tierra de una madriguera que vive en constante intento, y que muchas veces ese intento fracasa, sin embargo quien escribe poesía no pierde la convicción de que la poesía es una palabra que transforma seres y lugares. Lo público es en mi poesía un tema constante, es como el puerto donde se quiere llegar con la poética…no yo cómo poeta mujer, sino el mensaje poético, la poesía misma.
—En tu segundo libro “Departamento 202”, Raúl Zurita, augura para el futuro de tu poesía un éxito, llegando a decir que cuando se caiga todo, tu poética sobrevivirá, como sobrevivió Homero (Digo yo), este mundo que ocurre desde el claustro, con una poesía breve y con un tono más narrativo ¿Qué tiene desde el fondo que decirnos este “Departamento 202”, y que sucede con Balzac y Baudelaire que se vuelven a repetir como espejos de ti misma?
—Departamento 202 fue un libro que escribí sistemáticamente durante 11 meses en los que me encerré en un departamento que habitaba, conviví con todos los objetos y visiones, con miedos y demonios, construí un departamento de ese libro con todos sus objetos. Con respecto a Raúl Zurita que prologara este poemario fue un honor, ya que siento que él me motivo mucho en sus talleres para seguir escribiendo y eso es un símbolo que siempre guardo entre mis papeles en blanco para siempre tomarlo y habitar ese papel y seguir escribiendo poesía. Desde el fondo de ese Departamento 202 creo que habla un alguien que intentó volver a su memoria, volver a su madriguera para reconstruir una vida desde lo breve, desde lo inefable que finalmente balbuceó y habló. Con respecto a Balzac es un escritor que me marca desde su escritura realista, desde ese reflejo real de graficar la sociedad sin tapujos, sin cinismos, creo que la escritura debe ser lo más honesta posible y en Balzac encuentro esos referentes. Baudelaire es el padre poeta, el que nos guía desde su postura urbana y oscura, desde la tiniebla hasta encontrarnos con los pequeños rayos de luz. La poesía es tiniebla, es ese algo que nos mueve y al final de su transe nos muestra pequeñas sospechas de una verdad, y Baudelaire me confirma esta aseveración.
Departamento 202 es un poemario un tanto surrealista y creo que me conecta desde su hermetismo con toda esa forma surreal que guarda la poesía.
—El Mapudungun, el Valle del Elqui, Latinoamérica y tantos otros lugares, son los paisajes y caminos de tu libro para niños “Poemitas con azúcar”, un libro mucho más político que los otros y que está en conversación con lo educativo ¿Cuál es el intento en este libro “infantil”, pero que se reconoce en los niños como un igual?
—Poemitas con azúcar es un libro que nace desde mi curiosa forma de ser una niña triste, que no jugaba sino que leía libros, que no gritaba y que nombraba las vocales una y otra vez, que jugaba a las vocales como Rimbaud, entonces llega el momento de decir: quiero escribir para niños lo que yo quería leer cuando era niña y desde ahí inicio la escritura fundamentada en un previo recorrido por los derechos de los niños pero también por los deberes, mi preocupación central fue hacer un equilibrio en los poemas con respecto a la enseñanza y al amor, hablar de derechos y deberes es generar un diálogo con lo político, entrar en controversias también, sin embargo siempre fue el diálogo con los niños lo que mantuvo en pie la construcción de Poemitas con Azúcar. Porque sostuve conversaciones con mis sobrinos y estuve atenta a sus formas de relacionarse entre ellos también. Por otro lado, en el contenido escritural jugué con el patrimonio de nuestro territorio nacional y latinoamericano por momentos, en su estructura también intenté ser coherente con el lenguaje no usar tanto diminutivo para nombrar a los niños y la rima no la incorporé, porque por lo general la poesía para niños se asemeja a la rima, y para mí no es así. La poesía es poesía porque dice algo. Y en este caso Poemitas con Azúcar dice algo de mis memorias poéticas infantiles. Las ilustraciones que estuvieron a cargo de Elisa Maturana, Rancagüina, están situadas en blanco y negro para que los niños las pinten y así sean coautores de este libro y ahí hacemos nuevamente comunidad poética.
—“Camino madriguera”, es un libro, que sorprende por una mirada feroz y animal del ser humano. Los textos coexisten con esta madriguera, que podría ser la Caverna de Platón, donde los roedores colman las páginas y el imaginario poético ¿Cuál es la visión de mundo que instalas en este libro y como se relaciona con el existencialismo?
—Camino Madriguera es un libro feroz, una poesía descarnada y desgarradora en cada uno de sus pasos. La visión de mundo que planteo es la de un mundo que nos consume a cada momento, desde el momento de existir, desde el momento en que nos nombran con un nombre determinado. Entonces el camino se vuelve cruento, y la única salvación es regresar a la madriguera mental y espiritual para revelarnos con este mundo que nos aplasta implacablemente. Sin embargo, siempre se presenta esa posibilidad, esa crisis para reconstruir, esa crisis que nos permite volver a caminar. Camino Madriguera es un libro que escribí desde el desencanto taxativo, desde eso concreto que nos provoca caer al abismo, y desde eso me habitaron bichos, ratas mentales, psiquiátricos y delirios, lugares donde se siente el dolor como un desgarro, como un quiebre de raíz. Es mi poemario más oscuro y más lúcido también, porque removió la tierra que estaba reprimida en mi cuerpo y en mi memoria, es una búsqueda de identidad de alguna forma porque su hablante lírico no tiene un sexo definido, no se sabe quien hable si un hombre o una mujer. Es un ser que solo dice y busca un camino y quizás otra madriguera, el existencialismo lo cruza en todos sus vértices como el motivo articulador de todo el poemario, es el sentido de Camino Madriguera.
—Tu último libro “Iridiscencia”, siento que es un texto donde vuelve a aparecer la naturaleza, como metáfora de lo humano "no somos palabras Somos piedras” ¿Cómo confluye el mundo sensible o las “Correspondencias” de Ch. Baudelaire, en el aire de estos poemas?
—Este último poemario, es un batir de alas de mariposas, confluyen en él colores y sentimientos de amor. Es un libro donde se define quien habla, es una mujer que habla a otra mujer de amor, porque es un libro dedicado a alguien en su totalidad, es una suerte de declaración de amor y decreta ese sentimiento en las piedras, en la naturaleza, en la simpleza de la existencia con otro. Iridiscencia es un destape de sentimientos. Un abanico de luces y colores, donde la poesía es dedicada y extendida a una alguien que tiene los ojos color viento. De alguna forma se revela la homosexualidad de una forma libre y sin miedos en poemas muy breves que son como una sola imagen que se plasma en el lejano lugar donde las voces se pierden y queda solo lo poético de eso que se llama amor. Y desde ese amor se extiende lo poético a lugares universales, a temas que son vetados por lo general, que incomodan, entonces también siento que es un libro disidente que se aferra a ese mensaje sin temor del qué dirán, es un libro muy personal y a la vez un viaje que se aleja hasta perderse en un atardecer.
La poesía ha transformado mi vida, y en mis libros he intentado crear un tiempo circular que experimenta mis procesos existenciales y desde ese tópico, siento que mis libros se conectan unos con otros y crean un corpus poético que habita donde sienta y quiera estar. La poesía es para mí un estado de ser.
Escribir poesía en provincia es complejo, pero no por eso dejo de escribir.
Muestra poética
LUZ PÚBLICA.
Luz pública,
Público de calles nocturnas,
Aliento de grillos
en grietas escondidos,
¿Quién alumbra mis pasillos internos ?.
Los dioses toman la palabra.
Luz pública para palomas,
Para palomas y nubes obsoletas,
Benigna ruta de locomotoras,
Como el acto de caminar sin sombra.
Luz pública para mi taza rota,
Mi espíritu gotea.
TODO COMO TODO.
Mundo disfrazado de mundo
VACÍO
Todo es como todo:
Una pingüe rutina
Que ha extraviado su cerradura.
ROEDORES
Se funden las madrigueras
en sus charcos de insectos
Y te veo intentando salir en busca de tu vida,
La oscura ruta nos ha juntado bajo el frío,
Los racimos de madrigueras se desploman
Como dos roedores extraños.
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dirigida por Luis Martinez Solorza. e-mail: letras.s5.com@gmail.com Angélica González Guerrero:
"Creo que la poesía es comunidad"
Por Giovanni Astengo
Publicado en PERIÓDICO CARAJO, 9 de agosto 2021