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NO SER UN PUGIL, MUSA, ES COMO NO SER NADA
Prosas de un peso welter. 147 libras en formato de libro

León Félix Batista




.. .. .. .. ..

No ser un boxeador, ser un poeta.
con una condena a poemas forzados

WISLAWA SZYMBORSKA

 

ROUND 1 (observación y precaución de los púgiles)

Primera cosa: mirar a los ojos del lenguaje fijamente, mientras se dictan las instrucciones y reglas del combate. Mirada dura para la segunda acción: el saludo (de choque con los guantes) ejecutarlo con firmeza: muñecas fuertes, nudillos consistentes. Así se escriben capítulos de historia en la escritura. Así escribe su poesía Alexis Gómez Rosa, retador.

ROUND 2 (asalto de estudio hasta el minuto y medio)

Empezar a jabear, manteniendo la distancia. Evitar el cuerpo a cuerpo, tocar sin que te toquen. Con incursiones breves, aplicando ganchos cortos a los planos bajos, pero con salidas rápidas, danzando sobre el entablado: ligero, ligero vuelo grácil de mariposa con aguijón de avispa (Alí). Como quien dice sin decir, sugiriendo el hematoma. Recordar las peleas callejeras en el barrio: ese ha sido un gran taller. (A guisa de ilustración: (Ringside de una silla; Peñaló). La forja de la infancia como pleitos permanentes dentro del cuadrilátero abierto del asfalto. Formación de una afición: escribir es combatir, es lo mismo que estar vivo. La acumulación de técnica, la defensa depurada, el ataque contundente servirán para enfrentar los lances de existir, las broncas de escribir, el golpe acerbo.

ROUND 3 (asalto adjudicado al defensor del título)

Y jamás olvidar la justificación de la poesía como duelo, como lid: el fogueo con la misma realidad que vivió Santo Domingo: los púgiles mestizos contra pugilistas yankees, con arsenales éstos de técnica precisa y consumada; los primeros con las mañas del que pelea abajo, fiereza bocarriba. (Véase fragmento de La tregua de los mamíferos, pags. 42-45). Ellos saben contender y contundir. Ellos sí que reconocen, por el aura de la ciencia[1], la potencia de sus golpes dependiendo siempre de la magnitud de la masa que golpea (puño, brazo y hombro) y de su velocidad de llegada al punto de impacto; del cálculo correcto de la distancia al punto de impacto (precisión o puntería); de la duración de ese contacto; de la alineación de las cadenas cinéticas; de la maestría del que golpea; de la contracción muscular violenta en el momento exacto del impacto (bloqueo de las articulaciones que intervienen) y retroceso instantáneo a la posición inicial; de la intencionalidad del que golpea: su decisión de hacerlo con potencia; de la coordinación del movimiento total del cuerpo, desde los pies al borde de nudillos que golpean; y de la sincronización de dicho movimiento: que se ejecute en una sola unidad de tiempo, de una sola vez. Primera gran pelea del poeta: las reivindicaciones sociales y políticas, por el proyecto bélico hacia el proyecto literario[2], encontraron en él razones para trazar coordenadas que lo distanciaron del grupo generacional en el cual accionó. Pero el campeón olvida lo que ignora el retador, que sí la intuye: la 2ª Ley de Dinámica (F = MxV/t = Masa x aceleración): la masa y la aceleración son inversamente proporcionales, es decir que, al aumentar de peso, resulta siempre menor la velocidad del boxeador… los débiles acaban por vencer.


ROUND 4 (asalto del retador)

La pelea es un relato y el poeta su cronista. Alexis Gómez Rosa, retador, lo supo desde antes: bastaría recordar el poema 22/22, proveniente de New York City en tránsito de pie quebrado[3] :

Con dos “B” de boxeador y barbero, lentamente se sienta a morir
con su mochila de triunfos esenciales.
Morir con dos muertes, altanero, pantaloncito corto en el estremecido encordado,
danzar fue siempre tu mejor pelea. El presente perennemente es ayer y luminoso (actual), resulta su pasado encurtido en brebajes, ponches y cortisona.
Mi niñez lo registra detrás de unas tijeras y un peine después de abandonar
el cuadrilátero. Mi vejez lo presiente a la cabeza de un reinado de sombras y muletas, apegado al humor bullanguero de una esquina.
Kid 22/22, el dominguero de la Benito González y la calle Enriquillo,
erguido al amparo de un viejo panamá sin plumas, con la palabra o el vaso siempre condescendiente.
Diminuto con “D” de dinosaurio en el corte relámpago de sus puños,
Kid twenty two. Derecha e izquierda al mentón: unooo, dooos, treees, cuatrooo, otra derecha y encontrarás a los cofrades del barrio frente al bar Anita, repitiendo tu uppercut gigante de 128 libras, anticipándose al zumbar de tus tijeras.
Hoy me ha traído el periódico tu corona intransferible. Hoy me parece
verte y no ser el de los zapatos a dos tonos, emigrando desde mis cinco años hacia las mesetas del frío imperecedero. Tórrido como una promesa, o como el aroma de un mango hirviendo en el Baní.


ROUND 5 (las tarjetas dan empate)

El texto ut supra ubica de inmediato al propio autor detrás del parapeto del que observa, registra, vuelca lo que ve: lo emparenta de inmediato con otros escritores artistas de la pluma y artistas de fistiana, como los narradores Ricardo Piglia, Poli Délano, Julio Cortázar, Ernest Hemingway, Norman Mailer, Ray Loriga y Eduardo Halfón. Igual que los poetas Néstor Perlongher, Tomás Hernández Franco y Pedro Mir, éstos últimos dos hombres de verdad de puño y letra. Incluso con mujeres que alguna vez aluden al boxeo: la polaca y premio Nobel Wislawa Szymborska (“No ser un púgil, musa, es como no ser nada.”[4]) o la costarricense Ana Istarú: (El hombre que boxea/ pide disculpas, cae,/ quiere un tropel de cuernos/ que acuda a sus nudillos”[5]). Sin dudas, “las mujeres podrían desmayarse en esta tarde de otoño,/ y lo harán, pero sólo frente al ring”[6]. Igualmente frente a un ring de Kinshasa, Zaire, una multitud (la multitud), al grito de “Alí, bomayé”, se anticipó al resultado del combate que Norman Mailer describió en The Fight (The rumble in the jungle), de 1975 y que recoge las incidencias de la pelea Alí vs. Foreman, referida por el poeta dominicano en versos cortos y cortantes, de relámpago que huye.

Crucificado en una esquina
del ring,

. . . . . . . . Se desploman 230 libras
de carne maltratada:
. . . . . . . . Piernas y brazos
que al fortachón
humillan.
. . . . . . . . En lo alto de la esquina
se puede leer: Everlast,
. . . . . . . . con la misma
acepción que si dijéramos
Inri.

ROUND 6 (las tarjetas continúan dando empate)

Ahora bien, su referencia parental más inmediata es el poeta colombiano Juan Manuel Roca (Medellín, 1946), contemporáneo en tiempo y afición, de quien es posible rastrear la foja lírico-boxística: 1) “Imaginen un cuadrilátero bajo el neón de la luna, donde mi ego busca poner K.O. a mi alterego. Mi ego es procaz, mi alterego un hombre timorato que sólo atina a defenderse. ¿Qué hacer cuando se tiene como sparring a una sombra?” (En Ciudadano de la noche, 1989). 2) “Como un viejo púgil rondando el encordado oirás la voz del desaliento” (En Pavana con el diablo, 1990) y 3) “El boxeador/ Lanza jabs a un saco de lona,/ La muerte arroja su negra toalla al ring/ vacío” (En Las hipótesis de nadie, 2005). Eso sí: estas líneas citadas indican un abordaje negro, deprimente y de derrota. En Prosas de un peso welter asistimos a otra cosa: “no una voluntad barroca, mucho menos el gusto por lo que se llama hermetismo, sino una busca de intensidad absoluta”[7]. La real transgresión es el modo en que el poeta puede cambiar de guardia inesperadamente. Guardia zurda: defensa hermética, cabeza y tronco impenetrables, la palabra tormentosa y estallando en mil sentidos. Guardia diestra: con el ímpetu medido desarrollando el tema, inyectando la abstracción con realidad, como se puede apreciar en Anotaciones de un fama, Jazzófera y Oreja de campo santo.

ROUND 7 (domina el retador)

Pero debo vincular al retador con Arthur Cravan, con su drama. Fabian Avenarius Lloyd, nombre con el que nació, del nido de una familia burguesa de Lausanne, fue ladrón, desertor, caballero de la industria, marinero en el Pacífico, mulero, recolector de naranjas en California, encantador de serpientes, rata de hotel, leñador en los bosques gigantes, nieto del canciller de la reina, chofer de automóvil en Berlín y sobrino de Óscar Wilde –para más señas–, con quien también creía que la vida es como el arte y no al revés. Alguien que quiso escribir poesía con los puños, noquear a su rival con un poema, y terminó de campeón francés semipesado, poeta precursor del dadaísmo y desapareciendo de manera misteriosa en el golfo de México, con apenas 31 años de edad. ¿Paralelo con Alexis?: con alguien que “ha invertido su vida en correrías de cama y mesa”, un “poeta aventurero y agente secreto de la palabra pública (…), el único poeta que se ha visto con saco, en pantalones cortos y en chancletas”: “el fracaso del proyecto familiar”, bordante en Nueva York, “obrero de múltiples oficios por las noches”, profesor catastrófico del Board of Education y catedrático de Hunter College, según sus biografías, sus antibiografías[8]. Cierta vez Arthur Cravan organizó un combate con el por entonces campeón del mundo Jack Johnson[9] quien, si bien dominó las acciones desde el primer instante, había cobrado una suma muy fuerte por la filmación del combate, acordando una duración mínima del mismo: por eso tuvo que esperar al sexto asalto, y mandar a dormir, de manera fulminante, como el rayo de un haikú, a aquel poeta. Eso qué puede importar: la poesía y el boxeo son acciones que colocan en posición de abismo.

ROUND 8 (domina el retador: nockdown al titular)

Otra correspondencia: la de Alexis como eso: un precursor de cuanto se procesará después. Como a Cravan los del grupo de Tzara, como a Tzara después los surrealistas, la poesía del ahora en el país sólo puede leerse releyéndolo. Lo dijo todo, todo lo leyó y pudo todo inocularlo en fotocopias. Recreó sus precursores, aguijoneó sus contemporáneos y ofreció su biblioteca a los imberbes. De ahí su actualidad insoslayable. Verdadero retador en su poesía: un cambiarte la guardia a medio round, un pasar de repente del baile que lo vuelve inaccesible al sangriento cuerpo a cuerpo: Proteo sin tridente, mas con guantes[10]. Esa condición proteica se traslada al interior: en el libro asistimos a una crónica anacrónica (en todos los sentidos lo primero: una historia que se narra como un vicio inveterado). Gómez Rosa, cronista deportivo literario, ha dejado en sus libros la experiencia extrema porque carece de término medio. En este libro vemos la reconstrucción de un hecho vital que parte de su infancia y se infinita en los diversos combates de su presente. Diríamos que a la vivisección de su historia que cambia de peso y lugar, se integran otras historias con las que el poeta establece un diálogo secreto y revelador.


ROUND 9 (amarres; golpes bajos, golpes en la nuca por el titular)

Pero vamos a esta Prosas que no son sino al final. Podemos encontrar como lectores, como los espectadores de esta velada dura, la misma veladura de los versos. Un poema en uppercut con un jab lírico. El universo sórdido del barrio, la desolación del púgil que va perdiendo la pelea de su vida, de la vida, hasta arrojar “la toalla sobre un hematoma invulnerable” (Derrota). Así mismo, “invulnerable”, con “derrotas invencibles’’ (Kid Barquerito): de qué vale insistir sobre la magulladura cuando puedes crear otras a pesar de la fatiga. Pobre sparring que intercambia palabras por trompadas con el fin de ser ranqueado (La cañada del Diablo). Del gimnasio de los chatas: “clasificar por peso a los desarrapados” (Krápula’s Club). Como el que exuda tinta: “verija de agria peste que sabe a guante de boxeo”. Esa plasticidad son fintas de peso welter, pero que pelea en pluma. Un lenguaje con la misma virulencia del deporte hace de este libro un espectáculo, desperdigado en cada milímetro de cuadrilátero: al fin y al cabo el libro también tiene cuatro esquinas, cuatro ángulos rectos, duros rectos al mentón. Los intercambios son constantes, como cortante el tajo en cada verso: lo que se dice deja contusiones, por esas hemorragias de escritura. Es un reto no a leer: al golpe y contragolpe, pues “del yo al contra-yo se produce (…) una permutación completa en la que el yo descubre lo que su otro escrito le revela”[11]. Pela de lengua equivale a pela de guantes recios. “Se fueron a los palos,/ se fueron a los vejigazos./ Se fueron tan lejos/ que ya nadie regresó”. (en Séptimo de la suerte).

ROUND 10 (domina el combate el retador; resta el referí un punto al campeón)

Avanza, pues, el pleito; el tren de pelea es otro. Las ventanas-guillotina cuelan trotes trepidantes del tren 1, parada 181th street, in the Heigths, you know: tren de pelea igual el subway, pero en láminas de acero. Alexis Gómez Rosa, el retador de hoy, nos convoca a su esquina de la 176 con St. Nicholas. Carlos Rodríguez Ortiz, quien ya no volverá, exquisito poeta, con frituras; Leandro Morales, de agudeza acidulada y discreción; Perdomo, con el niño y con el coche; Luis Manuel Ledesma, pasando incesantemente su Factura… a los demás; yo. Pudo ser cuando Durán-Sugar Ray Leonard, Chávez-Óscar de la Hoya, Tyson-Holyfield, quién sabe. O fue en todos los combates posibles, combinados, frente a un vino zinfandel, la picadera opípara. La filigrana de tejer un hematoma con el jab es lo mismo que esculpir el poema en el papel. Discutir, especular: ellos riñen por nosotros en el ring de la TV, “los excesos en el ring revancha vierten en la calle” (Cartelera de semifondo, tres). Nuestros púgiles: Pessoa, José Carlos Becerra, Perlongher. Tenemos más recursos: derechazos de Echavarren, gancho al hígado de Porchia, los jabs de Edmond Jabés. La poesía contundente en la nómina anatómica del otro. Por un bistec, todo se demora en la vida por un bistec, dejó escrito Jack London.

ROUND 11 (se tambalea el campeón; sangra profusamente; besa de nuevo la lona)

El dominio es total, en la página, en el ring: en la herida del otro germina su derrota, pero en esta poesía, en toda su profusa referencialidad, se produce una fisura: el lenguaje aparece por hiperrealidad: según se cuentan cosas y describen las acciones. Está el obturador de la pupila turbia del poeta, estilete en la sustancia: la cámara más lírica, más lúdica: close up en la caída.

ROUND 12 (faltan pocos segundos: dramático nockout del retador)

Suena entonces la campana y nos vamos a las duchas (o a las letras, que es lo mismo), porque la fiesta ya empezó.

 

 

* * *

 

 

 

Selección de poemas

 

Miles Davis[12]
(Homenaje musical a Jack Johnson[13], 1970)

Como en el boxeo, cuando toco,
yo no bajo la guardia.
Porque me da fuerza el boxeo,
siempre soplo acorralando
al adversario que en mí tiende a ocultarse,
yo no bajo la guardia.
En alto, muy arriba, esa nota que al cielo
arranco, porque guardo del boxeo
su certera mirada, penetra el auditorium
y su cadena de luces vigilantes,
yo no bajo la guardia, socio.
¡Arriba esa nota de alto cielo!

 

 

Friendship

Ernest Hemingway[14] hizo de sparring
ante Ezra Pound[15],
quien no aprendió nunca a sacar gancho de izquierda,
apesadumbrado en su ríspida derecha
era un mortero.
Tiempo después, Norman Mailer[16] desafía y pelea
con Scott Fitzgerald[17];
de novelista a novelista; El gran Gatsby le gana el único asalto,
en esa Europa de palabras encopetadas.
Entonces Mailer sirvió la mejor fotografía
de la era del jazz.

Tranquilo, en la esquina rosada, Morley Callaghan[18];
en la esquina opuesta, Ernesto Hemingway. Perdió Scott
Fitzgerald: time controller
que vio a Hemingway desfallecer,
miserablemente, por un golpe de halcón
encajado en tiempo extra.

Ernesto Hemingway lo rememora
en múltiples oportunidades,
engordando su odio hacia el pobre
Fitzgerald.

 

 

Derrota

Los brazos sobre las rodillas;
descolgada la cabeza entre las piernas;
observa en el mosaico arábigo
el cuadrilátero donde finalmente cayó,
arrojada la toalla
sobre un hematoma invulnerable.

 

 

Ring side de una silla

En la lona las estrellas;
en las estrellas la sangre.
Le dieron y no consejos con un golpe entre Boca Chica
y La Caleta[19],
lo mandaron a buscar el alfiler en la paja.
Privaba de bravo el bribón
de la cuadra cuando le trajeron su némesis del sector
Los Mameyes[20]: barrio donde campea la banda
de “los sacahígados”
(van dos los muertos del día que reporta el forense),
se metió el rabo entre las piernas
este hombre de pelo en pecho.
A partir de lo acontecido a nadie más pudo apantallar.
Le perdió el respeto su mujer,
llamada Mercedes:
la de las rifas de aguante,
y hasta su hijastra que vive en Nueva York,
la fenomenal Mechi al cuadrado.
Ese día, en los cartones de apuesta,
se perdió el miedo
en el vecindario de San Carlos[21]:
sobró medicina para matar la enfermedad.

 

 

Kid Barquerito

.. .. . . .. .. . .. . . . . .. .. . . . . .. . . A Norberto James Rawlings:
.. .. . . .. .. . .. . . . . .. .. . . . . .. . . pugilista que no conoció el ring.

Murió jodido en Santiago[22] quien nunca sangró su invicto
de gladiador cinco estrellas.
Murió de saciedad en la victoria sólo incrementó sus deudas,
multiplicadas por el efecto dominó de cinco bocas
. . . . dependientes.
Murió un peso pesado considerado pluma por quienes
jerarquizan la vida.
Natural de San Pedro de Macorís[23], Kid Barquerito[24] le dio
la vuelta al mundo en una gira de triunfales derrotas
invencibles.
. . . —“Te jodió el origen, muchacho”, de venir al mundo sin
el patrocinio de la Providencia.
No es verdad, Barquerito, que perdiste tu inviolado récord
en playas extranjeras.
Sucede que no basta tirar puños, ni aplicarse a fondo
. . . a los fundamentos de Fistiana[25].
Lo que nosotros vimos y los demás aplauden, no entra
. . .en las tarjetas de los jueces.

 

 

Sombrero panamá de cinco esquinas

Llama mi atención sobre las cuerdas,
su apelativo nombre de quiniela.
22/22[26] subió al ring a repartir los premios de tan abundante
cosecha, que dio “funda” con el cubo e´lagua hasta a los que van a nacer,
ya vas tú a ver, no viste nada.
Sin embargo, la gran guerra hizo que nos vieran submarinos
alemanes, por un lado; vendedores de manteca japoneses,
. . . por su opuesto.
El mercado de miel de abeja y cera se hizo bueno,
muy bueno.
. . .(22/22 contra Castillito[27]: el acorazado de bolsillo, brilló
con mayor intensidad que el pupilo de la Benito González[28]).
Cera y miel de abeja a los barcos; tabaco y azúcar.
. . .No acompañó la suerte al criollo.
En su periplo antillano de sangre y cortisona cruzó guantes
con los mejores fajadores de la época.
A la altura de su marrullería cruzó guantes de poca monta,
banderitas, y el sombrero de panamá
. . .que bien le ciñe la cabeza.

Jess Lozada[29] lamentó al verlo que no fuera cubano.
Quizás en su interior él pensaba lo mismo
y regresó al patio tranquilo.

 

 

Salvo el amor

Tras su muerte,
se desgarró un gorrión asustado ante su propio desatino.
Edith Piaf[30] lloró a Marcel Cerdán[31] con lágrimas caudal
de ojo enternecido: lágrimas muertas
de un malogrado suicidio.
Lo lloró durante dos matrimonios celosos de quien ya no
encamaría
en erección su deseo: su amor incondicional
de tres hijos.
El avión de su muerte, sobre el archipiélago de las Azores,
planeó equivocado su ruta de amor ultramarino.
La cita era Nueva York; la cita
en Nueva York
dejó un congelado asombro de fotógrafos en duelo
porque los flashes se iluminaron en negro
desgarramiento y luto.
La noticia de la muerte de Cerdán caló muy hondo un derechazo
al mentón; Edith Piaf, en L´hymne a l´amour,
lo tradujo en temblor.

Desde otro ángulo Jake LaMotta[32], en Madison Square Garden[33],
quedó momificado
en su avanzada de puños enguantados.
Colgó los ojos.

 

 

Cocheros de la 23

Los cocheros se reunieron bajo el frondoso roble,
al sonar la primera campanada.
Yo, sin ser cochero, acudí al llamado para ser testigo
de la caída
del inmenso Sonny Liston:
un negro con vigas de Empire State Building[34],
resoplando en la lona su chiquita sorpresa de abejas en latidos.
Lo ridiculizó Cassius Clay[35],
sin el auxilio de Mahoma[36].

 

 

Escalinata del ser

.. .. . . .. .. . .. . . . . .. .. . . . . .. . .Sólo su lengua está a la altura
.. .. . . .. .. . .. . . . . .. .. . . . . .. . .de sus puños.


.. .. . . .. .. . .. . . . . .. .. . . . . .. . .Frase de dominio público

Cassius Clay no quería ser boxeador, quería ser poeta.
Cassius Clay no quería ser poeta, quería ser político.
Cassius Clay no quería ser político, quería ser estrella de cine.
Cassius Clay no quería ser estrella de cine, quería ser pastor.
Cassius Clay no quería ser pastor, quería ser bombero.
Cassius Clay no quería ser bombero, quería ser ciclista
y vengarse del ladrón que lo dejó a pie cuando chiquito.

 

 

Un sujeto de pasos evaporados

Hay un tipo que anda por El Conde[37]
igualito a Jack Nicholson[38].
Por el cuadre, el filin, el tabaco y su particular guiñe de ojo,
debe ser un magnate del boxeo,
y él anda consciente de que un papel importante representa.
Si se pareciera a Robert De Niro[39] no dijera
que es un magnate de boxeo,
sino el mismito La Motta buscándosela por la ciudad
intramuros,
con un guille de inversionista de una cadena comercial
en expansión.
Pero es a Jack Nicholson a quien se parece,
reclutando morenitos que le pegan duro a la perilla,
que bailan la cuica de la pantorrilla,
que “hacen sombra” para mantener en forma
su buen nombre, justo un hombre.
Anoche, en El Palacio de la Esquizofrenia[40],
supe que el turpén es italiano.
Es italoamericano el turpén
y me está mirando mal.

 

 

 

* * *

Notas

[1] Fuente: www.soloboxeo.com
[2] “Los poetas de la Generación del 60 y de Post-guerra perseguían ideales comunes, luchaban por las mismas causas y se alimentaron de las mismas vivencias y de los mismos recuerdos. Pero el tono excesivamente político y combativo de su poesía, encauzó su producción por una ruta que se acercaba más a un proyecto bélico que a un proyecto literario”. Franklin Gutiérrez, Diccionario de la literatura dominicana, Ediciones de Cultura, Santo Domingo, 2010, pp. 292-293.
[3] New York City en tránsito de pie quebrado, Premio de Poesía “Casa de Teatro 1990”, Editora Taller, Santo Domingo, 1993. Ver también su retorno al cuadrilátero-libro cuando Kid 22/22 “regresó derrotado (…) al vencer ampliamente” a su rival en este libro (Sixto Escobar, set cinamatográfico).
[4] Lectura, en Wislawa Szymborska, Poesía no completa, FCE, México, 2002, pp. 112-113.
[5] El hombre que boxea, de La muerte y otros efímeros agravios, en Poesía Escogida, Editorial Costa Rica, San José, 2009, pp. 95-97.
[6] Szymborska, op. cit.
[7] Plinio Chahín: Alexis Gómez Rosa y el festín de la poesía, en Una palabra para cruzar el puente, antología poética de La Antorcha, Secretaría de Cultura, Santo Domingo, 2008.
[8] Ref. Marginal de una lengua que persigue su forma (Editorial Gente, Santo Domingo, 2009), y Una palabra para cruzar el puente: antología poética de La Antorcha, op. cit.
[9] Como corolario del engranamiento arte-deporte, en el caso, jazz-boxeo, habría que invocar, como lo invoca Prosas de un peso welter, el disco de Miles Davis (amante y practicante de boxeo) Tribute to Jack Johnson, el verdugo del poeta dadaísta. Johnson no fue un cualquiera, sino el primer Campeón de los Pesos Pesados de raza negra, un inconformista nato y un luchador incansable en favor de la igualdad y de los derechos civiles. El trompetista dijo en 1971 a la revista Jazz Magazine que “El boxeo es como la música: cada día se aprende algo. Boxeo porque me da fuerza. Y expulsa de mis pulmones el humo de la noche anterior. Y es bueno para tener buen soplo... Me permite quedarme pegado a la embocadura. No como esos músicos anticuados que se paran cada rato para respirar y, de este modo, hacen siempre frases de dos o cuatro compases. Son tipos que bajan la guardia. Yo no bajo la guardia cuando toco. En un grupo nunca debes dejar que el que toca detrás adivine cuándo vas a retirar el instrumento de tus labios y hacer una pausa. Es como en el boxeo, siempre hay que acorralar al adversario...”.
[10] “Tales mudanzas las ejecutará Alexis Gómez Rosa a lo largo y ancho de su trayectoria. Este curioso poeta proteico (…) ya antes había sido cantor contestatario; después trabajaría el haiku (High Quality, Ltd., 1985) y el concretismo (Pluróscopo, plaquette de la revista ¡Ahora!, 1977), hasta parar en la especie de neopostumismo de sus últimos libros, versión actualizada (en amalgama) del ideario criollizante, salvo que el sujeto, en este maremoto de la verbalidad, se ubica en tierra isleña y también allende sus acantilados, además de contener una pinta de barroco y neón de la ciudad”. León Félix Batista: Cebar a Cancerbero: de la poesía dominicana actual, en Alforja #33, México, 2005.
[11] Philippe Sollers, en La escritura y la experiencia de los límites, Monte Ávila, Caracas, 1976, trad. de Francisco Rivera.
[12] Trompetista y compositor norteamericano (1926-1991). Figura influyente de la historia del jazz. El sonido de su trompeta: suave, de notas cortas y efervescente lirismo, busca y motiva la introspección.
[13] Boxeador estadounidense a quien llamaban El Gigante de Galveston (1878-1946). Tiene el honor de ser el primer negro campeón de los pesos pesados (1908-1915). Ganó su primer título en combate a 20 asaltos contra Ed Martin, el 3 de febrero de 1903.
[14] Escritor norteamericano (1899-1961) “coleccionista de aventuras”. Escribió como vivió: con intensidad y lucidez. Premio Nobel de Literatura 1954.
[15] Poeta norteamericano (1885-1972) de quien dijo T.S.Eliot: “El mejor hacedor”. Su obra es modelo de un virtuosismo enciclopedista.
[16] Narrador y ensayista norteamericano (1923-2007) de múltiples miradas e intereses. En sus escritos se afirma un poderoso yo que destila humor negro y cinismo.
[17] Novelista estadounidense (1886-1940) estacionado emocionalmente en entreguerras. Construyó sus novelas en el brillo de una heroicidad extremada en la desesperación y el éxtasis.
[18] Narrador y escritor canadiense (1903-1990), autor de una nutrida bibliografía que incluye dramas, cuentos y novelas. Fue una personalidad de la radio de Canada.
[19] Frase utilizada para describir el golpe que se encaja entre dos órganos del cuerpo, dos lugares. La mención de esos balnearios cercanos entre sí, indica la proximidad de los órganos que afecta el golpe.
[20] Barrio próximo a Villa Duarte, en la zona oriental de Santo Domingo, cantera de numerosos boxeadores.
[21] Populoso barrio próximo a Villa Francisca, al norte de la Ciudad Colonial; colinda con la avenida México y, hacia el Oeste, con la calle 30 de Marzo.
[22] Fundada en 1495, Santiago de los Caballeros es la segunda ciudad en importancia de República Dominicana. Ubicada en el corazón del Cibao, está a 155 km al noroeste de Santo Domingo, con una superficie de 524.03 km2. Tiene una población de 1,936,721 habitantes.
[23] Ciudad, puerto y centro industrial azucarero fundada en 1882. Desde final del siglo XIX hasta el período conocido como «la danza de los millones», acogió inmigrantes árabes, españoles, franceses, ingleses e italianos. Tiene actualmente 211,886 habitantes.
[24] Su nombre: Emilio Sánchez, boxeador de las 120 libras nativo de San Pedro de Macorís. De él dicen los expertos: “es el mejor boxeador profesional dominicano de todas las épocas”. Se retiró de los cuadriláteros sin conocer la derrota.
[25] Ver nota 1 de la pág. 27.
[26] Emilio Pérez (Kid 22/22). Excelente boxeador dominicano de las décadas del 30 y 40.
[27] Pugilista cubano de nombre Luis Castillo, llamado en el cuadrilátero, “El acorazado de bolsillo”. Escenificó memorables combates con el dominicano 22/22 produciéndose gran rivalidad.
[28] Calle que une los sectores de Santa Bárbara y San Carlos, donde comienza y termina, atravesando Villa Francisca. Debe su nombre (Benito González, 1811-1883), a uno de los nueve fundadores de La Trinitaria (1838): cuna de la independencia nacional.
[29] Cronista y narrador deportivo cubano editor de la revista Carteles. Compartió el micrófono con Felo Ramírez y Bobby Salamanca.
[30] Cantante francesa (1915-1963), de voz desgarrada, dominio escénico y fuerza interpretativa. Su vida estuvo marcada por el tormento del amor (Marlon Brando, Yves Montand, Charles Aznavour), que le deparó muchas desgracias no ajenas al acetato.
[31] Pugilista francés conocido como “El bombardero de Marrueco” (1916-1949), de estilo ortodoxo. De 117 peleas realizadas ganó 113 con 66 knockout. Fue protagonista de un tórrido amor con la cantante Edith Piaf.
[32] Ex-boxeador ítalo-americano de peso mediano, nacido en el Bronx, Nueva York, el 10 de julio de 1921. Llevó una vida –desde su juventud– llena de controversias, prolongando en la calle las incidencias del ring. Son memorables sus tres peleas con Sugar Ray Robinson.
[33] Localizado en el cruce de la calle 37 y 7ma. avenida, el MSG es la plaza deportiva más atractiva de N.Y.C. para la práctica de baloncesto, hockey sobre hielo y boxeo.
[34] Inaugurado el primero de mayo de 1931, con 102 pisos y 381 m de altura, fue construido en 1 año y 45 días durante la depresión del 29.
[35] Actualmente Muhammad Alí, nacido en 1492. Fue tres veces campeón del mundo en la categoría máxima.
[36] Profeta fundador del Islam (La Meca, c. el 26 de abril de 570/571 – Medina, 8 de junio de 632) y guía espiritual de los musulmanes. De acuerdo al Islam Mahoma es considerado el “sello de los profetas” ya que fue el último mensajero de Dios.
[37] Calle principal de Santo Domingo en época de la colonia. Actualmente transformada en peatonal, con bancas y murales que narran su historia. Debe su nombre a Bernardino Meneses y Bracamonte, conde de Peñalva, quien enfrentó con éxito la flota de los ingleses William Penn y Robert Venables.
[38] Actor norteamericano nativo de New Jersey (1937). Criado por su abuela, creció creyendo que su madre era su hermana mayor: y eso ya es una película. Es un actor enfático, de carácter fuerte y decidido.
[39] Artista por los cuatro costados, nació en Nueva York en el seno de una familia de artistas plásticos en 1943. Posee condiciones histriónicas extraordinarias tanto para la comedia o el drama.
[40] Nombre dado por el poeta Armando Almánzar Botello a la cafetería El Conde situada en la calle del mismo nombre, esq. Arzobispo Meriño, frente al parque Colón.

 

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León Félix Batista (Santo Domingo, República Dominicana, 1964). Poeta, ensayista y traductor. Actualmente es director de la Editora Nacional en el Ministerio de Cultura donde realiza una excelente labor de divulgación de la literatura dominicana. Sus libros son: El oscuro semejante(1989); Negro eterno (1997); Vicio (1999) Burdel Nirvana (2000). Premio de Poesía Casa de Teatro. Ha sido traducido al inglés, francés, sueco y portugués.



 



 

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NO SER UN PUGIL, MUSA, ES COMO NO SER NADA
Prosas de un peso welter. 147 libras en formato de libro, de Alexis Gómez-Rosa.
Por León Félix Batista