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Alexis Gómez Rosa: La poesía es casa hecha de escombros
Por Néstor Medrano
Publicado en La República, Viernes 13 de Noviembre de 2015
Santo Domingo, República Dominicana
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Alexis Gómez Rosa tiene un sinónimo: Poeta. Poeta de culto de una generación de estallidos y de luces que retumban como el eco de ruidos sin silencios. Un peso pesado de la poesía. Un poeta para quien la Literatura ha sido un collage de la academia con el pueblo y en la que el lenguaje rompe su propia esencia para ser identidad. Alexis Gómez Rosa. Teórico, conocedor a fondo de los tremedales de un mundo oculto y de sinuosidades, donde la praxis es la poesía y donde la poesía es temblor de cielos espejeados y deslumbrantes. Alexis Gómez Rosa. Capaz de hacer verbo sin alejarse del sustantivo. Capaz de la acción sin alejarse de la contemplación:
Cree que no es tal la existencia de una actitud de desdén hacia la literatura dominicana y que lejos de ello el escritor dominicano es apático y no tiene hiel para destacar que existe un problema de origen que viene de lejos, de escuela. "No hay más ciego que el que no quiere ver, reza un dicho popular y lo cierto es que nuestra literatura lleva el paso del cojo: avanza arrastrando sus limitaciones y pobreza fruto de una debilidad sistémica (la escuela dominicana) y de una ausencia de voluntad para ponerse al día que corroe al escritor dominicano. Cree incluso que el marco desde el cual se habla del desdén es un espejismo para justificar una literatura en vacaciones.
“No creo en ese desdén pues aceptarlo supone un plan de aislar o desconocer una literatura de orilla, inconsistente; desconectada de su propia tradición. Métetelo en la cabeza: enemigo de la literatura dominicana es el escritor dominicano. Apático, indiferente, desapegado de sus más caras motivaciones que los demás deben valorar, tener en cuenta y promover. Te digo más: el escritor dominicano es egoísta, mal lector de la literatura de sus contemporáneos, incumplidor, no escribe ni para poner en movimiento sus arrebatos aún en la era de internet que ha domesticado el tiempo. Caso aparte: Diógenes Céspedes, José Mármol, León Félix Batista: escritores de la más celosa militancia literaria.
Alexis Gómez Rosa recogió en su vastísimo volumen “El Festín (S)obras Completas", su obra creativa entrañada en un periodo que se extiende desde 1967 al 2011. Más de 1,500 páginas en las que se lee, se consume, se audita, se extrapola y expone su obra poética, lo que realmente lo transmite y lo dirige hacia las nuevas generaciones como un prolífico cultor que no solo ha jugado con la palabra, la ha construido, reconstruido, blasonado y descomprimido para estructurar una verdadera oda a la creatividad.
En esta entrevista, Alexis Gómez Rosa habla por primera vez en mucho tiempo como el poeta dueño propicio de un punto de vista que no repara en amiguismos para situarnos en la temperatura real de la literatura dominicana. No hay en él esos extremismos de postulantes aventurados y desesperados sin obras que esculcan entre quienes sí forjan un camino de trabajo para construir su impronta, sin dejar de hacer la crítica certera a un sistema de cosas del cual el escritor no deja de tener una cuota de responsabilidad.
“Muchos escritores promueven y venden ideología; error lamentable. Otros han profundizado en esos episodios dimensionando la singularidad de la tragedia dominicana estremecida en su drama humano (vuelvo a Incháustegui), que provocó un éxodo que no termina”
Alexis Gómez Rosa, a continuación la entrevista:
— “Máquina Olandera y otras olas de lava y Lamnan”, poemario que obtuvo el Premio Anual de Poesía Salomé Ureña de Henríquez 2013, y en el que aparecen textos donde el lenguaje muta de lo poético a lo coloquial, ¿significa la ruptura o la continuidad de un estilo que resalta lo dominicano?
— Mi poesía ha definido un tránsito que va de la calle al aula y viceversa, en el aula del poema la calle. Desde muy joven me propuse, como un programa escritural, hacer dialogar el lenguaje culto y el popular; la biblioteca y centros de cultura, conjuntamente con el blicher y el mercado.
Por mis estudios académicos conocí la tradición poética dominicana y universal (escuelas, tendencias, y en ellas modos diversos de abordaje poético), y una particular visión que aprendí de don Héctor Incháustegui Cabral: dominicanizarnos, internacionalizándonos e internacionalizarnos dominicanizándonos. Aspiración presente desde mi primer libro, “Oficio de post-muerte”, hasta la “Máquina Olandera”, de reciente publicación. En esos libros se verifica el programa al que hice referencia, con el uso, en el primero, de una bibliografía que sostiene su estructura y en la que la poesía, su escritura, funciona negándose a sí misma con tachaduras y superposiciones de versos y elementos poéticos que hacen la crítica del poema, y dan lugar a nuevos versos o poemas que generan otras motivaciones.
Porque si una motivación real está presente en mi obra es la de reproducir los mecanismos de la propia existencia con su arsenal de formas, métodos y técnicas que nos impone la sociedad moderna a través de los recursos de nuestro diario accionar: periodismo, publicidad, marketing, cine, televisión, que ponen patas arriba ese lenguaje que se gesta en calles y plazas; ghettos y capillas, y que atraviesa mi poesía ya en forma de refrán, consigna, sentencia o dicho callejero. De ahí la presencia de un lenguaje que se cuece en las calles del barrio, como ese merengue de Mieses Burgos que busca su paisaje.
—Desde “La palabra vulnerada”, de aquellos años del grupo La Antorcha y que inicia “Seca, la garganta/ en el bosque sucumbe;/árbol, lágrimas del árbol que sostiene a los muertos “, hasta “High Quality, Ltd”con “Ebrios caminan/dos hechizos: la luna/y quien le canta¨”, y “Mala compañía”, con su “En lo que va del año he perdido amigos/muchos amigos en lo que va del día; /ya es hora de abandonar el poema no eran buenos amigos”, de “Máquina Olandera”, ¿ha habido retroceso o avance en la poesía de Alexis Gómez Rosa?
— A los 17 me descubro poeta; a los 27 me caso y persisto en la poesía: el mismo siendo otro. Durante mi juventud sumé dolores de cabeza y precariedades a montón: mucha, pero mucha, fue la experiencia ganada y aprendí a sobrevivir. La poesía fue el recipiente de pobre que dio cabida a esas experiencias aleccionadoras de aprendizaje infinito. De un título a otro hay un espacio de reflexión y búsquedas expresivas; con cada título, la palabra se abre a un nuevo escalofrío.
—“El Festín (S)obras completas” nos lleva por un recorrido de toda una vida entregado a la poesía, en la que se percibe la transformación durante décadas de un trabajo con el lenguaje, de un oficio en el que la expresión poética se asume como palabra en el tiempo. ¿Significa esto el cierre de una experiencia, la despedida del poeta de una labor de vida o un descanso de la poesía misma?
— El Festín encierra cuarenta años de ejercicio poético en una permanente apertura y clausura de caminos que vuelvo a transitar. Desde el soneto y el verso libre, hasta el haiku y la poesía concreta, mi trayectoria escritural es de “suma y sigue” en una búsqueda incesante de ampliar y definir formas del poema, de poner escolios a lo escrito, de hacer la crítica desde el poema y avanzar (escribir), retrocediendo, tachando. Basta con leer los títulos publicados para comprender un tránsito a trancos, goloso, de la letra viva, como se puede apreciar con los epigramas de Lápida circa y otros epitafios, de la torre abolida o en High Quality, Ltd y más recientemente en Trueno robado (haikus).
Un título no suplanta otro, se abre y se reafirma en el tiempo asumiendo visión nueva de ojo en su vorágine. En “Ready made”, que es una poética de Contra la pluma la espuma, se lee: “mirar no es caminar / es avanzar. / ¿Leer aquí allá / las puertas del paisaje? / El ojo / resbala y retrocede / hacia la mirada que lo aguanta”. Ir y venir hace el viaje posible: escribo (avanzo) retrocediendo. Mi primer libro de haikus es de 1985 y el último, en esta modalidad japonesa es de 2013. Lo que equivale a decir: no hay cierre, no hay fin; la escritura se levanta en genitura épica contra el mimetismo y los lugares comunes.
— En “Autorretrato antes de los 70”, poema en el que dice que “Me vio desnudo:/ no se inmutó. / Desde hace años,/ este mihembro/babea su deseo”, se trata de un canto a la decadencia o al existencialismo vencido de la poesía de posguerra?
— No, nada que ver con la poesía ni con la posguerra. Es un poema triste que traduce la desolación en que me deja las regulares visitas al urólogo.
— ¿Qué añoranzas, desarraigos o nostalgias se desprenden de aquel tiempo de “Opio territorio”, poemas 1980-86. Existe hoy el Alexis Gómez Rosa de entonces o ha habido cambios en los modos de construir el poema?
— La poesía es casa que se construye con escombros. Allí fue a parar la miseria de mis días oscuros, vertiginosos, de indocumentado, cuando llegué a Nueva York en diciembre de 1972 ante el desamparo de una lengua extraña. Con ella (la poesía) tracé las líneas del mapa de mis resoluciones ulteriores: universidad, convivio político-literario, amigos en territorio narcótico. “Opio territorio”, de Contra la pluma la espuma, es el libro que registra los cambios dramáticos de una existencia de traumáticos versos.
— Usted que ha sido un testigo viviente de etapas fundamentales en la consolidación de la democracia dominicana y sus procesos de evolución política, ¿tiene alguna explicación de las razones que han entrampado a un grupo de escritores cuyo ejercicio se ha quedado en la nostalgia del Trujillismo o de la Revolución de abril del 1965?
— Dos experiencias fuertes, difíciles de echar a un lado. Por lo pronto, no hay libro sobre esos episodios que se publique que yo no compre, despertando un gusanillo voraz que refiere a otras páginas extendiendo una cadena de asociaciones insospechadas. Evidentemente, estoy marcado por esas efemérides; soy un producto que piensa en y desde esos hechos.
Trujillo, en la narrativa, es referencia obligada, su presencia bibliográfica es natural en cuentos y novelas. Sin embargo, en poesía no es así y brilla por su ausencia salvo en algunas dedicatorias. Yo lo hice parte de mi obra desde mi primer libro, “Oficio de post-muerte” y no ha dejado de ser un personaje notorio a lo largo de mi producción literaria porque no pervive únicamente por la sangre. El tema de la guerra del 65 por igual, permea toda mi obra; mas, no me siento entrampado ya que se entrampa quien instrumentaliza su decir cosificando el discurso puesto al servicio de intereses particulares. Muchos escritores promueven y venden ideología; error lamentable. Otros han profundizado en esos episodios dimensionando la singularidad de la tragedia dominicana estremecida en su drama humano (vuelvo a Incháustegui), que provocó un éxodo que no termina.
— Un hombre de una trayectoria tan vasta con todos los reconocimientos habidos, ¿es un consagrado, ejemplo para las nuevas generaciones?
— No creo; rebájale algo. Soy un trabajador en el sentido que Oscar Wilde lo definió: genio es trabajo. Leo, escribo, reescribo. Más elocuentemente lo dice “Fun(da)ción de la mirada”: Escribir / como vaciar el ojo. / Leer / hasta dejar el ojo. / Mirar, / más allá del ojo: / que te devuelvan la vista / los espejuelos. Reinvindico el trabajo que aparte del goce que me produce, sólo me ha llevado a validar los premios que otros se llevan; a legitimar con mi presencia los concursos en los que hago el papel de intruso, de metiche. Soy un ejemplo de fracaso.
— Si se le acercara alguien preguntando por su obra: un adolescente o un joven o un adulto, qué libro de Alexis Gómez Rosa le recomendaría?
— Ninguno porque esa posibilidad no existe. Aquí no leen ni los miembros del jurado.
— ¿Sigue siendo República Dominicana un país de poetas y cuentistas, o la novela rompió esos esquemas?
— Sin romper ningún esquema la novela está por hacer la trilogía, la trinidad o la trinitaria como todas las cosas del país: de tres en tres los padres fundadores de la República, los poderes del Estado que “Dios, Patria y Libertad” coronan. La poesía y el cuento constituyen los géneros establecidos. La novela, es la pata que le falta a la mesa.
— ¿Hace falta una crítica literaria seria y objetiva? SI, o ¿estamos bien a la libre, sin que nadie enfile los cañones hacia la literatura que se produce en el país?
— No, definitivamente no; pero es clientelista como en política.
— ¿Qué cree que falta en República Dominicana para que el escritor real, quien trabaja en un ejercicio sincero, cuente con las herramientas que faciliten su ejercicio, tomando en cuenta un mercado editorial complejo cuando no inexistente?
— Un comercial de hace unos años decía que un país al que a la casualidad la llaman chepa, al peso tolete y el día más claro llueve, todo puede suceder. Y hemos vivido esperando que algo suceda: que venga el hombre del maletín a resolver, o un presidente proclame que hará el gobierno de la meritocracia como lo hizo Leonel Fernández, y nos quedemos abanicando frente a un grupito de oportunistas, con el Ministro de Cultura a la cabeza, que compró todos los cartones impidiendo el libre juego democrático; llevando a las posiciones de dirección a compueblanos e incondicionales, y privilegiando a segundones sin experiencia de trabajo y de una obra sobradamente mediocre.
Ante esa realidad, ¿cuál puede ser la actitud de un escritor que aspire dedicar su vida a escribir o ambicione ser parte de la dinámica de cultura? Sencillo: rumiar su frustración dedicado a concebir y almacenar sueños y proyectos.
— ¿Qué opina del desdén que se muestra desde muchos ámbitos hacia los autores dominicanos y las preferencias de autores del exterior sobre nuestros escritores?. Es cierto que esto se debe a que tienen una mayor calidad o que se trata de una realidad impuesta por las propias deficiencias sistémicas del país?
— No hay más ciego que el que no quiere ver, reza un dicho popular y lo cierto es que nuestra literatura lleva el paso del cojo: avanza arrastrando sus limitaciones y pobreza fruto de una debilidad sistémica (la escuela dominicana) y de una ausencia de voluntad para ponerse al día que corroe al escritor dominicano.
Lo otro, el marco desde el que formulas tu pregunta es un espejismo para justificar una literatura en vacaciones. No creo en ese desdén pues aceptarlo supone un plan de aislar o desconocer una literatura de orilla, inconsistente; desconectada de su propia tradición . Enemigo de la literatura dominicana es el escritor dominicano. Apático, indiferente, desapegado de sus más caras motivaciones que los demás deben valorar, tener en cuenta y promover. Te digo más: el escritor dominicano es egoísta, mal lector de la literatura de sus contemporáneos, incumplidor, no escribe ni para poner en movimiento sus arrebatos aún en la era de internet que ha domesticado el tiempo. Caso aparte: Diógenes Céspedes, José Mármol, León Félix Batista: escritores de la más celosa militancia literaria.
— ¿Podemos competir desde nuestra realidad actual en un mundo editorial cada vez más difícil y signado por poderosas casas editoriales, que en nuestros mundos literarios locales se rigen por el grupismo y la exclusión?
— En lo que a mí respecta no me siento competir más que por alcanzar niveles de excelencia en mi escritura. Esa es mi fiesta y es mi gozo. El camino editorial que pueda alcanzar mi literatura no forma parte de mi estrategia.
— ¿Qué escritor o escritora dominicana le representa y por qué?
— Pedro Henríquez Ureña, por su magisterio siempre luminoso; Juan Bosch, por su honestidad y su maestría en el cuento; Manuel del Cabral, por lo mucho y lo bueno que escribió.
— ¿Han sido responsables los intelectuales dominicanos con su realidad, sus valores o traidores como denuncia Manuel Núñez en su libro “El Ocaso de la Nación Dominicana”, al minimizar las luchas patrióticas de la Independencia contra las tropas haitianas?
— Las luchas patrióticas por la independencia son las luchas patrióticas por la independencia. Historia patria de Bernardo Pichardo. El escenario político de la isla de Santo Domingo del siglo XIX tiene sus ribetes particulares que nos convierte en el único Estado en conseguir su independencia de un país latinoamericano, Haiti, con todo el derroche nocivo de las interpretaciones y los prejuicios en ambos lados de la isla que arrastra un torbellino de pasiones. Dos realidades, dos miradas que se buscan con recelos. Unos quieren profundizar en esas miradas. En oposición, una gran mayoría propugna por construir un diálogo enaltecedor. Palabras de poeta: la isla es necesaria.
— ¿Es usted nacionalista o las fronteras, en este mundo globalizado, no existen?
— Soy un dominicano que no se limita a los 48, 442 kilómetros cuadrados de la parte que habla español.
— ¿Cómo repensar una República Dominicana en la coyuntura actual y desde la perspectiva de la cultura?
— Diversa, en movimiento, integradora y multicultural, multiétnica, como el “Crisol común” de la aldea: aquella propuesta poética de Juan Sánchez Lamouth que a muchos de nosotros acercó en un saludable cadáver exquisito.
— ¿Qué opina de la situación actual de los escritores dominicanos?
— Deprimente.
— ¿Quién es escritor, el que escribe o el que publica?
— El que deja en crisis su palabra en la página.
— ¿Existe un sucesor de Pedro Mir, Manuel del Cabral, Manuel Rueda, Alexis Gómez Rosa? ¿Pueden los poetas jóvenes calzar esos zapatos?
— Dos cosas: Alexis Gómez Rosa desentona en ese coro; su música (y pienso ahora en John Cage) es música para desobedientes.
— ¿Qué opina de los autores jóvenes dominicanos?
— Mucha espuma y poco chocolate, salvo algunos poemas de Homero Pumarol, Frank Báez, Luis Reynaldo y Juan Dicent.
— ¿Qué le parecen las intervenciones de los intelectuales dominicanos en las redes, se abusa de Facebook, los temas que tratan son frívolos, inducen al debate o deberían alejarse un poco?
— No sé. Vivo al margen de esas golosinas que inflan la vanidad y el ego.
— ¿Cuál es el destino de la República Dominicana en un tiempo en que se habla de tantas revoluciones, qué falta para armar esa revolución?
— Cero apocalipsis. El destino de la nación dominicana se labra en el día a día del esfuerzo compartido, sin exclusiones ni mesianismos, y en el entendido de que nuestra riqueza material descansa en nuestros hombres y mujeres que habrán de establecer las vías del desarrollo y el porvenir.
— Finalmente, ¿Quién es Alexis Gómez Rosa?, que los niños, los adolescentes y los jóvenes puedan entender las razones de su pensamiento y de sus actitudes intelectuales de escritor comprometido con la causa de su país, que mira su entorno y reflexiona como narrador.
— No me asignes magnas funciones y permíteme responder con el breve poema “Noción mayor de lo breve”, de Contra la pluma la espuma que viene a ser mi carta de intención. Fuera de ahí, Alexis Gómez-Rosa es un habitante del delirio.
Misión del poeta:
atreverse a morir en cada página.
* * *
Biografía activa
Alexis Gómez Rosa. Nació en Santo Domingo 2 de septiembre de 1950. Poeta y educador. Cursó su educación elemental y secundaria en Santo Domingo. Licenciado en Letras por la State University of New York (Saratoga Spring, 1989) Tiene una maestría en Literatura Hispanoamericana de New York University. Trabajó como profesor de lengua española en el sistema de educación pública de New York, y de enseñó cultura dominicana en The City University of New York (Hunter College). Ha obtenido el primer premio en el concurso de poesía de Casa de Teatro en dos ocasiones, en 1990 con el poemario New York City en tránsito de pie quebrado y en 1996 con Self Service Poems Ahora disponible en su versión castellana) En 1991 recibió el Premio Nacional de Poesía Salomé Ureña de Henríquez con Si Dios quiere y otros versos por encargo. En 1981 fundó la colección de poesía Luna Cabeza Caliente. Sus poemas han aparecido en las revistas Casa Silva (Bogota), La Gaceta, Plural y Casa del tiempo (México), Casa de las Américas (Cuba), Zurgai, Balcón, Atlántica, Turia (España), Imagen y Poesía (Venezuela) y Románica, Caronte, De Azur, Tercer Milenio e Hispamérica (Estados Unidos) entre otros. Pertenece al grupo de poetas post-guerra, surgido a raíz de la guerra de abril de 1965 y fue miembro fundador del grupo literario La antorcha.
Entre su poesía editada están: Oficio de post-muerte. New York: Williamsburg Printshop, 1973; Pluróscopo. Santo Domingo: Ediciones Ahora, 1977.
High Quality, Ltd. Santo Domingo: Colección Luna Cabeza Caliente, 1985, 2ª. Edición, 2004. Contra la pluma la espuma. Santo Domingo: Editora Taller, 1990. Tiza y tinta. Lima, Perú: Ediciones Lluvia, 1991; New York en tránsito de pie quebrado. Santo Domingo: Editora Taller, 1993. Si Dios quiere y otros versos por encargo. Santo Domingo: Editora Amigo del Hogar, 1996. Self Service Poems (Ahora disponible en su versión castellana). Madrid: Editora Huerga y Ferro, 2000. Lápida circa, República Dominicana, 2005. La tregua de los mamíferos, Editora Amigo del Hogar, República Dominicana, 2005.