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Geografía de la lengua
Geografía de la lengua.
Andrea Jeftanovic.
Santiago de Chile:
Uqbar, 2007.
171 páginas.
Por María José Navia
New York University
mjnavia@uc.cl
Taller de Letras N° 42: 215-238, 2008
La segunda novela de Andrea Jeftanovic
llega cargada de enigmas. Ya desde su
portada, en la cual la figura de una llave
aparece multiplicada innumerables veces,
la invitación a sumergirse en el secreto
se vuelve presente e insistente. Cuenta
la historia de Álex y Sara, dos extraños,
dos extranjeros, que se conocen en un
avión el día del atentado a las torres
gemelas. El trasfondo del terrorismo (el
11 de septiembre norteamericano, los
atentados en Madrid o Londres) y la violencia
extrema, se vuelven presencias que,
desde el comienzo, atentan con permear
o penetrar del todo la intimidad que se
establece entre los personajes.
Las ramificaciones del terror son muchas:
se manifiestan en la subida del precio
del petróleo, en los mensajes en las
noticias, en las medidas de seguridad
de los aeropuertos. El terror también
se vuelve íntimo, se vuelve enfermedad
incurable y palabras dichas sin querer,
plasmadas para siempre en la pantalla
de un computador.
El título de la novela es decidor. Geografía
de la lengua evoca a la vez la geografía de
un idioma, de un atisbo de comunicación,
y la geografía de un cuerpo, de un órgano,
de un deseo. Los amantes de la novela
se aman en lenguas extranjeras, que los
delatan, que los vuelven vulnerables.
Sara comenta: “Álex usa con frecuencia
las expresiones no obstante, dado que,
en efecto, en consecuencia; incapaz de
saltar de una frase a otra sin transiciones.
Habla como si estuviera enojado,
apoyado en palabras ortopédicas” (38).
Al mismo tiempo, la geografía
(bajo constante vigilancia producto
de la presencia amarga
del terror(ismo)) ofrece nuevas
posibilidades de encuentro, y las
fronteras se desmenuzan en los
espacios íntimos y mínimos de
las habitaciones de hotel. Álex
afirma: “Sara y yo nos hemos
exiliado del mundo real. Hemos
creado otra realidad entre líneas.
Al encontrarnos nos aislamos
del resto, de las noticias internacionales.
Inventamos una
globalización íntima. Todo lo
que ocurre aquí, ocurre allá.
Pero quién cede, quién viaja,
quién está dispuesto a cambiar
su ciudad” (72).
El libro abre con el epígrafe de la
narradora uruguaya Cristina Peri
Rossi, que habla de las leyes de
hospitalidad. Jacques Derrida en
su libro, Of Hospitality (1) discute
las posibilidades y riesgos del
gesto hospitalario: la posibilidad
de una entrega absoluta o bien
el peligro de volverse rehén en
vez de huésped. Los peligros de
la hospitalidad pululan también
en esta historia: abrir las puertas,
abrir los labios, permite a la
vez la posibilidad de la entrega
y la revelación al mismo tiempo
que llama a gritos a la violencia
y la muerte. La hospitalidad se
quebranta en el ejemplo de los
atentados y genera como gesto
inmunitario el cerrar fronteras,
el imponer barreras.
La hospitalidad del cuerpo también
se ve violentada: abundan
los diálogos en los cuales Álex
le pide a Sara que se haga la
prueba del sida, el peligro a
la contaminación vigila con insistencia
el movimiento de los
cuerpos, y es finalmente Álex
quien desarrolla un nuevo cuerpo,
un tumor, que lo consume. La
desintegración del cuerpo y la
desintegración de fronteras se
convierten en presencias que
pululan y desafían. Las fronteras
son transgredidas.
En esta historia también están
presentes las fronteras de la memoria.
Jeftanovic, en esta novela,
nuevamente da atisbos de una
poética del trauma o la memoria
traumática, sus relaciones con
el espacio y la infancia. Si en
su primera novela, Escenario
de guerra, el espacio del teatro
con su tensión entre inmovilidad
e improvisación echaba luces
sobre la realidad de la infancia,
la memoria traumática que se
hereda (y que la niña protagonista
cargaba sobre sus hombros) y
la inminencia de la repetición,
en Geografía de la lengua, el
espacio como realidad fluctuante
y constantemente transgredida
por el poder de las imágenes y
la tecnología, es el espejo de las
transformaciones de la intimidad
en tiempos de terror. La infancia
también se atisba, aunque solo
como al final de un túnel: la
historia de Sara con su culpa de
sobreviviente y la herencia del
hambre nunca logra tocar del
todo, permear la barrera, de la
frialdad de Álex.
Geografía de la lengua es una
novela que propone lugares de
encuentro y la posibilidad de fortalezas
mínimas, efímeras. Que
habla del cuerpo y la sexualidad
como espejo y como punto de
ataque de la realidad.
La geógrafa cultural Doreen
Massey, en su libro For Space (2),
hace un llamado a considerar el
espacio no como algo fijo sino
como una suma de historias, de
trayectorias, siempre en movimiento
y en peligro de colisión.
En Geografía de la lengua, la
geografía se vuelve líquida,
fluida, encuentro, mientras que
el cuerpo se vuelve ciudad, país,
continente; un espacio ancla,
sin duda, pero siempre bajo la
constante amenaza del terror, la
violencia y la muerte.
NOTAS
(1) Ver Jacques Derrida, Of Hospitality.
Stanford: Stanford UP, 2000.
(2) Ver Doreen Massey, For Space. London:
Sage Publications, 2005.