—¿Cuándo supo que quería ser escritora?
—Tuve la suerte de vivir al lado de una biblioteca municipal, en la que había atlas, más enciclopedias, y muchos diccionarios. Cuando terminaba mis deberes escolares cruzaba una pequeña frontera, iba desde la sala de consulta a la sección de libros de préstamo con estantes abiertos. Los recorría casi como una infiltrada examinando libro a libro. Tomaba los ejemplares que me atraían por su sugerente título, el diseño de su portada, el material de su lomo, el aroma de sus hojas. Creo que uno se hace escritora porque de tanto experimentar esa conmoción deseas cruzar el espejo y estar al otro lado.
—Su padre era serbio y cuando murió llevó sus cenizas a Sarajevo.
—Lo de las cenizas es un ritual muy común entre familias de inmigrantes o exiliados, pero, afortunadamente, fue un falso cierre de etapa. Pensé que nunca más regresaría. Porque, luego, en plena pandemia sucedió un hallazgo inédito, alrededor de un reloj de bolsillo del año 1917, que todavía funciona. Un objeto que me tiene jalando la hebra de una historia que es todas las historias juntas. Por ese motivo viajo al menos una vez al año, a los Balcanes, para desarrollar un libro y un documental. Estoy trabajando en archivos históricos: cartas familiares, documentos legales, y estoy en diálogo con historiadores,
abogados, políticos. Estoy estudiando el idioma y gané amigos-familia.
—¿Cómo ve el acercamiento de las nuevas generaciones con la lectura?
—Leen de otra forma y a otro ritmo, pero leen, quizás más lento o más fragmentada. Influye que llevamos vidas más interrumpidas con el uso de la tecnología y las redes sociales. Tenemos acceso a demasiada información, a demasiada inmediatez, y de algún modo, eso va contra la concentración y la soledad que son condiciones irrestrictas para la lectura. A favor diría que hoy en día es mucho más fácil conseguir un texto, buscar un autor en el océano de internet. Los profesores tenemos el desafío de cautivar a los estudiantes con el contexto actual, con la tecnología.
—¿Cómo equilibra la maternidad con la escritura?
—Recuerdo la imagen de Clarice Lispector que se fotografiaba, a propósito, en la sala de estar con la máquina de escribir en su falda mirando a sus hijos jugar. Creo esa es la escena para toda creadora cuando los niños son pequeños, nunca estás totalmente sola, nunca totalmente concentrada. El "cuarto propio" lo debes buscar, forzar contra viento y marea. Por muchos años escribí, porque trabajo jornada completa en la universidad, muy temprano o en las noches, pero ya no me da ese ritmo La maternidad no es opuesta a la escritura. Creo que mis hijos son mis aliados en la vida y en la energía creativa (...) Es curioso que en Chile a los hijos se les llama "cargas", para darle una vuelta porque todo depende de las políticas del Estado de bienestar.
—Rescató el legado de Isidora Aguirre.
—De Isidora Aguirre aprendí tanto, su vocación volcánica por el teatro, su pasión por la vida, su amor por el pueblo chileno, su empatía y sentido del humor. Tuve el privilegio de entrevistarla por tres años, que se plasmó en el libro Conversaciones con Isidora Aguirre.(pdf) Tras su muerte fui parte del equipo que organizó el Archivo Isidora Aguirre con 20 mil documentos que son de acceso público. Hace poco pudimos editar su teatro completa algo inédito. Todavía no comprendo cómo no le dieron el Premio Nacional de Artes de la Representación. Quizás una de las tareas del feminismo sea construir genealogías y tejer redes porque la historia ha intentado borronear el aporte de las mujeres en el espacio público.
—¿La escritura femenina es un género literario?
—No, para nada, pero como dice la crítica francesa Helene Cixous: "La mujer debe escribir su cuerpo: debe hacer de su cuerpo el texto de su propia historia, en lugar de permitir que otros lo escriban por ella". Por eso es importante que no seamos escritas, sino que podamos narrar nuestro punto de vista, tengamos agencialidad en la esfera privada y pública. Ahora suenan más los nombres de autoras, pero las mujeres siempre han escrito, a veces de modo anónimo o usando seudónimos. Lo que ha cambiado es la recepción critica, la apertura de las editoriales, pero falta mucho para la paridad en las bibliografías escolares y universitarias, en la composición de los jurados, en la adjudicación de las becas y premios, en los catálogos en las editoriales, en su espacio en la prensa. Tal como sostenemos en el colectivo AUCH, de autoras chilenas: "Cuestiona tu canon".
—¿Sus proyectos 2024?
—Este año acompaño dos traducciones que también implicaron reescrituras. Primero, mi libro "Destinos errantes" saldrá en inglés por Lexington Books, de Estados Unidos. Y se tradujo al serbio mi primera novela, "Escenario de guerra", en la editorial Akademskaknjiga, de NoviSad. Acabo de terminar una novela, que rodea la imagen del tejido (social, familiar, sus nudos) y los adolescentes en la experiencia de la pandemia. Espero terminar un libro que estoy haciendo con la fotógrafa Julia Toro, llevamos años de colaboración y diálogo.
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dirigida por Luis Martinez Solorza. e-mail: letras.s5.com@gmail.com Andrea Jeftanovic:
"La maternidad no es opuesta a la escritura"
Por Juan Salinas T.
Publicado en Revista Ya, 26 de marzo 2024