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POESÍA MAGALLÁNICA
Por Alejandro Lavquén
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La región de Magallanes, ubicada en el sur extremo de Chile, no sólo se caracteriza por sus hermosos paisajes, sino que también por una tradición poética fecunda, aunque mayoritariamente desconocida en el resto del país. La literatura magallánica evolucionó, en una primera etapa, de la mano del paisajismo y costumbrismo, influida por el dominio social de estancieros y la burguesía de la región. Recién en los años ochenta, durante el siglo XX, los escritores magallánicos comenzaron a desarrollar su oficio de manera distinta, provocando un cambio sustancial en el estilo, pero sobre todo en la temática con respecto de lo que se había escrito hasta aquella década. De aquel proceso, dieron cuenta Pavel Oyarzún y Juan Magal en su Antología inSURgente, la nueva poesía magallánica, publicada en enero de 1998 por Editorial Atelí. Hoy el libro es prácticamente inencontrable y desconocido en los círculos literarios y académicos del país.
Antología inSURgente es un significativo aporte al conocimiento de la poesía de una región que resulta lejana y ajena a la inmensa mayoría de los chilenos, a pesar del valor histórico, cultural, patrimonial y de reservas naturales que posee. El libro que motiva esta nota incluye poetas nacidos entre 1945 y 1978, y con la excepción de Aristóteles España, que nació en Castro en 1955 y falleció en Valparaíso en julio del 2011, los demás antologados son nacidos en las ciudades de Punta Arenas y Puerto Natales: Juan Pablo Riveros, Astrid Fugellie, Hugo Vera Miranda, Pedro Paredes, Luis Alberto Barría, José Luis Vergara, Ramón Díaz Eterovic, Alberto Coyopae, Ricardo Cárcamo, Óscar Pacheco, Juan Magal, Pavel Oyarzún, Maribel Valle, Santiago Fernández, Niki Kuscevic, Óscar González, Maritza Kusanovic, Soledad Vásquez, Marcela Muñoz, Christian Formoso, Patricia Ojeda, Óscar Barrientos Bradasic, Reiner Canales, Miguel Velásquez, Rodrigo Gómez, Claudia Aguilar y Claudio Oyarzo. Podríamos decir que la característica principal, de los autores del período incluido en el volumen, es la preocupación por rescatar la memoria histórica, por escribir desde la temática social descarnadamente. Un ejemplo de ello es el testimonio que dejan acerca del exterminio de las etnias originarias y la denuncia de la represión contra las centrales obreras y los sectores de pensamiento anarquista que lucharon por mejoras laborales en la región. A esto se suman, obviamente, las vivencias cotidianas y la intimidad personal y onírica de cada autor, pero ya no desde una perspectiva netamente individualista, sino que relacionada con lo colectivo de manera más directa. Sobre esta materia, los compiladores nos indican que:
“La paulatina incorporación de nuevos poetas magallánicos, que a través de su labor escritural incorporan, asimismo, nuevas formas de expresión literaria y amplían el registro de temas, en relación a la producción poética “tradicional” de Magallanes, comienza a fines de la década del 70; es decir, en pleno auge del período dictatorial y, por ende, en un ambiente hostil a la creación artística y literaria, bajo el imperio de la censura y el temor colectivo.
Paradojalmente, hasta antes del golpe militar de septiembre de 1973, o sea, durante los llamados y sucesivos gobiernos democráticos, la producción poética austral giró en torno al paisajismo y la configuración de estereotipos humanos. En otras palabras, sufrió un largo encierro en la descripción del paisaje y las “estampas magallánicas”.
Durante décadas, no se registraron innovaciones importantes en el discurso poético. De este modo, la poesía en estas latitudes se caracterizó por una suerte de costumbrismo prolongado. No hubo expresiones poéticas que reflejaran el dramatismo histórico que singulariza a este territorio una vez implantada la “soberanía nacional”, con la posterior desaparición violenta, y en un lapso brevísimo, de los pueblos originarios de la Patagonia y Tierra del Fuego; además, del desarrollo de la producción capitalista y el advenimiento de relevantes y agudos conflictos sociales, como lo fueron, entre otros, la gran huelga obrera de diciembre de 1918, los enfrentamientos armados y la toma de Puerto Natales por parte de los trabajadores, en enero de 1919; y el asalto e incendio del local de la Federación Obrera de Magallanes, en julio de 1920.
Tampoco los poetas magallánicos volcaron su labor hacia una introspección profunda en busca de reflejar, de algún modo, las contradicciones de la condición humana, en lo de abismal, misteriosa e incierta que ésta tiene” (…)
“Desde ese punto de vista, en Magallanes, se escribió y publicó, por años, una poesía ahistórica y apolítica, despojada, a su vez, de las contradicciones seculares y propias del alma humana”.
Desde la publicación de esta antología han pasado trece años, y la mayoría de los autores incluidos han desarrollado una labor literaria permanente, con variadas publicaciones y destinos. Ahora, al paso del tiempo, habría que mencionar algunas nuevas voces que surgieron estos últimos años, en especial de poetas nacidos en la década del ochenta, como por ejemplo Raimundo Nenen y Rodrigo Urzúa, ambos nacidos en 1984. Otro caso es el de Cristian Soto (1977). Un autor que no estuvo incluido en la antología, pero que merece una mención es Dinko Pavlov (1943), pues si bien nació en la ciudad de La Serena, estuvo radicado casi treinta años, hasta su fallecimiento en el año 2010, en Punta Arenas, desde donde desarrolló lo fundamental de su obra. Además nos parece importante destacar que tres de los poetas antologados, Ramón Díaz Eterovic, Pavel Oyarzún y Óscar Barrientos Bradasic, durante las últimas décadas, han derivado a la novela y el cuento, convirtiéndose en reconocidos narradores. También es importante mencionar, al hablar de poesía magallánica, y si bien pertenecen a distintas etapas de las incluidas en Antología inSURgente, a María Cristina Ursic (1940-1985), a Rolando Cárdenas (1933-1990) y Alfonso Alcalde (1921-1992). Estos dos últimos nacieron en Punta Arenas, pero se desarrollaron poéticamente en otras regiones del país, aunque siempre mantuvieron, de distintas maneras, sus lazos con la Patagonia. Por otro lado, está el caso de Marino Muñoz Lagos (1925), que si bien nació en Mulchén echó raíces en Punta Arenas.
Cómo decíamos, Antología inSURgente resulta un aporte importante, y es bueno destacar su publicación y que se sepa que existe un trabajo de estas características. Podríamos ahondar mucho más en la poesía magallánica, en general, y en las particularidades de cada autor, pero eso sería motivo de un trabajo más extenso y minucioso, que no es la intención de esta breve nota, que sólo pretende dar cuenta de una poesía que nace en el sur del sur, en una tierra lejana donde el viento ejerce su dominio como un dios memorial.