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POESÍA DE JUVENAL AYALA
Por Alejandro Lavquén
El libro Poesía (Ediciones Campvus de la Universidad Arturo Prat), es una selección de poemas pertenecientes a libros anteriores de Juvenal Ayala, cuya publicación se realiza justo al cumplirse veinticinco años desde que el autor se iniciara en la poesía. Hablar de la obra de Ayala sin asumir su condición de pescador e iquiqueño, sería no comprender las raíces de sus poemas ni la marcada identidad territorial que los rodea. Y sin duda que los rodea de la misma manera que las olas han rodeado, desde tiempos remotos, las embarcaciones en que los Ayala navegan en busca del sustento diario. Mucho se ha escrito sobre el mar, sus misterios, sus sentimientos plácidos o encabritados, pero esta vez quien lo hace es pescador de oficio y poeta de condición. Ha vivido las redes, los muelles, las caletas, las andanías, los naufragios y los peces, no desde la brevedad de la ribera, sino desde la inmensidad misma del océano. Así lo reflejan sus libros, fundamentalmente Zona de pesca (1986), Andanías (1999) y De naufragios y otros poemas (2002). También en 1984 publicó Escupitario, un poemario que indaga y revela distintos personajes populares de la ciudad de Iquique; y en 1986, La diablada, edición bilingüe español-francés. La poesía de Juvenal Ayala, se desarrolla tomando como referente principal el mar y su experiencia como pescador artesanal, a lo que va agregando ingredientes de otras latitudes, como son la memoria, el amor, las luchas sociales, la nostalgia, la tierra dejada atrás y la ciudad que hoy lo acoge tierra adentro, lejos de las olas. Su lenguaje tiene la tonalidad de las mareas, y en cada poema surca los avatares adonde lo conducen los vientos marinos, anclados en los paisajes que dan rumbo a sus sentimientos. En cada navegación hay un asombro, un verso que se extiende en el horizonte: "Hacia donde aparecen navíos/ O regresan,/ desplegándose alegres,/ a pesar de horas caprichosas./ Allí pudiera por fin tenderme/ sobre tejados viejos, besos al sol,/ pero hacia la mar toda esperanza". Sin duda, la impronta de un tripulante, un conocedor de los trazos de las estrellas que guían los navíos.