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LIBROS "BAGUAL" DE FELIPE BECERRA, "EN FIN DE MODO QUE" DE GUILLERMO GARCÍA, "TECNOPACHA" DE ÓSCAR SAAVEDRA, "SEDUCCIÓN DE LOS VENENOS" DE ROXANA MIRANDA

Por Alejandro Lavquén

 

“Tecnopacha” (Editorial Zignos). Primer libro personal de Óscar Saavedra Villarroel, que además desarrolla una efectiva labor como difusor de la literatura, organizando el encuentro nacional de poesía itinerante Descentralización. En Tecnopacha, el poeta desarrolla su poesía a través de un lenguaje intenso en conceptos y neologismos que buscan nuevos espacios para mostrar la cotidianidad bajo el sistema neoliberal. La postura política es clara, el poeta surge en una sociedad que le es ajena a su visión de vida y a la cual debe denunciar en sus deterioros y abusos. Para ello, usa la ironía, lo coloquial, las vivencias, introduciéndose en una ciudad -que puede ser cualquier ciudad- defectuosa en sus propósitos, esnob, intolerante, llena de mundos ficticios que se atosigan entre sí. Ante esto, el autor asume su papel, entre muchos otros, de “Bolchevique Emotion”, obligado a navegar en el sistema capitalista, un mundo, en nuestra percepción, “Tecnopacha”, por decirlo de algún modo, donde la Madre Tierra (Pacha) es consumida por lo “Tecno” discriminadamente: “Con mis manos abanicándome sin huellas, aplaudí en un río de viento,/ amoblado con grises merchandising, con harapos de lluvia,/ en un barroso mundo, como si bebiera Terremoto en el Solarium Viña del mar/ bañado por un sol fusil, que me rompe las ideas,/ suramedeando hacia espejos-schopping,/ hacia las catedrales del lujo pobre como fósil/ desierto. Ahí mismo…”.

“En fin de modo que” (Colección Sur Editores). Guillermo García, poeta afincado en Talca, donde “regenta una aséptica carnicería”, vuelve a la carga con su cuarto poemario, que desde el título manifiesta el carácter lúdico que lo caracteriza. García recorre en estos verso distintos lugares del mundo, pues es un viajero impenitente: “Tres imperios/ dos religiones/ invierno/ el termómetro a -5ºC/ y ninguna tienda vende calzoncillos largos”, poema Constantinopla. Entre los paisajes hay guiños a autores que ya han partido como Tellier y Stella Díaz Varín, por ejemplo. El lenguaje es coloquial, pero sin desestimar lo lírico, no cae en excesos coloquiales por moda, sino que se vislumbra auténtico en sus expresiones: “Si alguna vez en tu vida/ en el largo caminar por el sendero de la luz/ te encuentras con una ferretería/ compra un adaptador para mi secador de pelo”. Pero a pesar del abundante humor, el poeta también se preocupa del mundo y sus vicisitudes, entregando su particular visión de los hechos. Sobre todo con alusiones directas e indirectas acerca de los conflictos de los últimos años entre Occidente y Oriente: “Mis ángeles te saludan con trompetas de madera y mármol/ te preparan mermelada de frambuesa/ y en una mesa donde ya se sentarán Rama y Alá/ comenzamos a mirarnos esta tarde de febrero…”.

“Bagual” (Editorial Zignos). Novela de Felipe Becerra, joven autor con méritos más que suficientes para el género. Si bien Bagual no es una novela fácil, cautiva. Logra asimilar al lector, introduciéndolo en un mundo de ensueños y en los engranajes sicológicos de los personajes. Ambientada en el desértico pueblo de Huara, al extremo norte del país, la historia es narrada por uno (¿o varios niños?) que parecieran hablar desde las entrañas mismas de su madre Sofía. Otro narrador es Carlos, teniente de Carabineros, que habla a través de su libro de guardia. Diría que es una novela de soledad, de búsqueda, que define, de cierta manera, la lucha sicológica del ser humano ante paisajes desolados y relaciones obstinadas, quizá sin destino. Un tránsito entre la realidad y los deseos del inconsciente, un tránsito donde se conjugan los traumas y aspiraciones. Una especie de compenetración mutua entre el ser y “la frágil intimidad del desierto y su palabra”, frase entre comillas de Rodrigo Morales para definir la novela. Por otro lado, está el estilo narrativo de Felipe Becerra, que calza al dedillo con la trama. Sorprende gratamente, tomando distancia de las muchas novelas simplonas que se publican hoy en día. En ciertos pasajes, en mi opinión, se acerca a Carlos Droguett, a Germán Marín, pero siendo él mismo, con soltura y credibilidad.

“Seducción de los venenos” (LOM Ediciones). Edición bilingüe mapudungun-español de Pu llimeñ ñi rulpázuamelkaken (Seducción de los venenos), de la poeta Roxana Mirada Rupailaf. Nos dicen los editores de la obra de esta autora: “Su poesía explora temas relativos a una ontología de lo femenino asociada a la sexualidad y al cuerpo, en un diálogo polémico con las imágenes y en alegorías heredadas de los grandes relatos judeo-cristianos. Su conciencia de género, además, está imbuida por una conciencia de etnicidad, dada su condición de poeta mapuche-huilliche”. El libro se divide en tres partes: Serpientes de sal, Serpientes de tierra y Serpientes de agua. La analogía de la serpiente es permanente en todo el libro, como elemento centralizador del argumento. La serpiente es la culpable del pecado original, pero también la reivindicación de la mujer, la asunción de la libertad. La lucha entre dos opciones. Roxana Miranda asume los roles de diferentes mujeres bíblicas, vistiéndolas con ropajes modernos, Eva, María Magdalena, Dalila, Sara, recorren estas páginas: “Dalila después de envolverse/ los senos con tu pelo/ clava el puñal en el centro/ de la sangre./ Te envuelve con la sábana,/ te corta a tijeretazos/ y huye/ satisfecha,/ tal vez, por la victoria/ de ser ella quien abandona la cama”.

 

 

 

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