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5 NUEVAS PUBLICACIONES POÉTICAS:

Los cantos ocultos, Patria, Las edades del laberinto, La ojiva, Un ojo llamado cacería


Por Alejandro Lavquén

 

Los cantos ocultos (LOM Ediciones). Antología de poesía indígena latinoamericana que se publica gracias a la compilación realizada por el poeta Jaime Huenún Villa. La idea surgió a partir del Encuentro Latinoamericano de Poetas Indígenas, realizado en Chile durante el año 2007. Treinta y tres poetas de diez países, comparten estas páginas, en una edición bilingüe, que enriquece la publicación. La poesía no llega a América gracias a la invasión española, como muchos pudieran pensar, los pueblos originarios la habían cultivado y desarrollado, siglos antes de la llegada de Colón. Este volumen es parte de esa memoria que no debemos extraviar. Los autores pertenecen a Chile, Argentina, Perú, Ecuador, México, Colombia, Guatemala, Nicaragua, Paraguay y Brasil, representando las culturas Mapuche, Aymara, Quechua, Maya, Zapoteca, Wayuu, Chontal, Guaraní y Desana. A medida que nos adentramos en la lectura, se nos presentan paisajes y ritmos cuyas raíces están en la tierra y su relación directa con el habitante, no como una relación meramente formal o casual, sino como un complemento de vida, de arraigo y espiritualidad, lo mismo sucede con la flora y fauna que comparten el habitad. Estas características son de alguna manera la columna central de la antología. Un ejemplo es este poema del poeta de Chiapas, Mario Nandayapa: “Todos los niños/ un domingo/ después de agosto/ en un árbol seco/ amarramos hojas/ y globos blancos/ con los cordones/ de nuestros zapatos/ para que el árbol/ del parque de mi pueblo/ fuera esa estrella”.

Patria (Ediciones del Temple). Poemario de Ángel Valdebenito, en el cual nos entrega una patria muy particular, una suerte de patria familiar, un mundo que construye, a mi entender, a partir de reminiscencias y dudas, por lo menos eso me despierta la lectura de versos como: “Ha llevado el carrito/ no sabe si para atrás o para adelante./ A ratos quisiera negar la pertinencia/ de aquel fulgor del que tanto hablan”. Imágenes de este estilo son comunes en el libro. Pareciera que Valdebenito planteara una especie refundación de lugares o situaciones que lo han encontrado en la vida, el hogar, variados paisajes urbanos, anhelos dispersos. Por otro lado existe una tendencia a escribir textos que buscan demostrar cierto ingenio, aunque no siempre fáciles para el lector, en el sentido de las motivaciones poéticas de hacerlo. Por ejemplo, estos versos: “Agonía no es otra cosa/ que el aleteo resignado/ de un insecto/ engullendo de una vez la vida/ que le queda por delante”. ¿Puede entenderse como una sentencia algo filosófica, o quizá como un intento de ingenio lingüístico? Son los lugares por descifrar del libro.

Las edades del laberinto (Puerta de Sol Ediciones). Primer volumen personal de César Cabello, antes había sido incluido en varias antologías. Compartimos el juicio de Grínor Rojo, cuando dice, en el prólogo, que la poesía de Cabello en su raíz “es el horror al horror, esto es, el deseo de sacarle el cuerpo a una realidad individual y general que nosotros sus lectores entrevemos durísima, y lo hace con la ayuda de la cultura, la imaginación y el lenguaje”. Yo agregaría: no sacarle el cuerpo en el sentido de evitar el enfrentamiento con la realidad, sino que por el contrario, enfrentarla con las armas de la palabra y el conocimiento, en una especie de catarsis: “Una vieja farola cuelga de las patas de los animales/ y un negro adivino canta/ las huesas que sostienen/ la sangre y el dolor/ El misterio yace ahí/ perdido en la ceniza/ En dos águilas que humean/ el ánima y los bosques...”. Versos de esta intencionalidad recorren el libro. Cabello maneja bien el lenguaje en su propuesta, bordeando cierto barroquismo. Existe, a mi entender, cierta tendencia a sembrar sombras, por decirlo de algún modo. También existe tendencia a destacar la relación hombre animal, en el sentido de algunas características que pueden entenderse quizá comunes. En cuanto al sujeto social, está siempre presente, de distintas maneras, incluso en los poemas que pudieran interpretarse como más crípticos: “A la sombra de los sauces lo sentaron/ en el fondo de la tierra le hundieron la piedad”. Más que interesante recorrer estas ciudades “inventadas” y países “nocturnos” al que nos invita César Cabello.

La ojiva (Mantra Editorial). Eduardo Barahona, nos entrega su segundo libro. Un texto de largo aliento, casi trescientas cincuenta páginas, que pueden leerse como varios poemas o un solo texto. Posee esa peculiaridad, por lo menos en mi opinión. La propuesta es arriesgada en su estructura, pues una narración poetizada demasiado larga, debe encontrar los derroteros justos para poder mantenerse en el tiempo. De lo contrario suele caer en repeticiones de ideas y cierta confusión en la trama. Extender por extender no tiene sentido. Pero no es el caso de La ojiva, aquí encontramos una propuesta que logra mantener el ritmo y las ideas fluyen, aunque por momentos parecieran dispersarse dentro de un mundo onírico, al cual el autor acude constantemente. Los personajes centrales son Erasmo, Uttel, Conte, Luci Salgado, Ira, un curioso ser. Éstos se van relacionando de manera vertiginosa, traumática, hermafrodita, llenos de dudas, deambulan por extrañas metamorfosis, que parecen arrollarse dentro de una ojiva que se acerca a una especie de Apocalipsis no bien definida. Un elemento central, que destaca por su presencia intensa a lo largo de la obra, es el sexo sin género tradicional, u homosexual si se quiere. Descrito por momentos, casi con brutalidad para una sociedad latamente conservadora e hipócrita. Por otro lado, el texto no es ajeno al mundo social desde el punto de vista de una generación aparentemente desmovilizada políticamente, y a la que pertenece el autor. Un autor que divaga y enfrenta con crudeza la propia crudeza de la marginación, de la pobreza, de los traumas y todo lo que se le aparece en su voraginoso camino. Eduardo Barahona no escatima recursos para construir esta ojiva –que merece varias lecturas- y hacerla estallar en el extenso texto que ha creado: “el recorrido va complicándose/ me voy perdiendo plácidamente en los rincones de mi cabeza/ y esta tierra va quejándose al removerla/ y nos sujetamos con el cordón umbilical enraizado del ombligo/ y tiramos y tiramos/ y estamos por poco de caer en el semblante distendido/ de nuestra apatía...”.

Un ojo llamado cacería (Puerta de Sol Ediciones). Sugerente título para el segundo libro de Marcela Saldaño, que antes había publicado Anomalías (2007), además de participar en algunas ediciones colectivas. El libro está escrito en una prosa poética donde el trabajo conceptual del lenguaje es notorio. El ojo, si bien podría tener varias significaciones, deviene en una especie de narrador central, a veces simple observador, otras tantas involucrado directamente en los hechos. Un hablante que se transmuta a lo largo del texto, en una especie de metamorfosis múltiple, especialmente en la imagen de la serpiente. Nada parece escapar del “ojo cazador” de Saldaño, como si quisiera absorber todas las realidades y ensoñaciones que emergen a su paso. Me parece que los siguientes versos, sintetizan de manera adecuada el espíritu de este libro: “Resulta irrecuperable ahora Todo lo que vi Lo que de pronto en la noche Seduce al deseo/ Irrecuperable el ojo Instantes diluidos en la cama repleta de manchas” (…) “He necesitado el crimen La carnicería es un modo de vida Pequeñas patrias de sangre Espacios de fuga”.

 

 

 

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