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IMÁGENES
DEL RITO de César Millahueique
Por
Alejandro Lavquén
Imágenes
del rito (Mosquito Comunicaciones) de César Millahueique, es
un poemario que viene a ratificar el sentido que la obra de este autor nos venía
manifestando en publicaciones anteriores, como
por ejemplo, Oratorio al señor de Pucatrihue (Mosquito Comunicaciones,
2004): Un fuerte compromiso con sus raíces y las luchas sociales, donde
la memoria juega un papel fundamental:
Caminó
por esos barrios, vio a los amigos de infancia
envejecidos a trago lento,
les acarició el rostro y luego aulló
como el quiltro que era
(...)
El dolor lo llevamos tatuado en la piel,
caminamos ahora
con esos presagios hacia la aldea perdida, hacia la casa de
la infancia.
Esos helicópteros vienen de vuelta, han tirado su carga
en el mar
cubren el horizonte y pasan sobre el techo de los caseríos.
Los ve, les sigue de reojo.
El poeta nos
habla de una época cercana en la historia, pero que es necesario mantener
viva en la memoria colectiva, una época marcada por el crimen y la persecución
pero sesgada por la historia oficial o simplemente omitida; también manipulada,
de la misma manera que los hechos violentos que siguen afectando a los pueblos
originarios. Millahuieque nos entrega su trabajo desde una apuesta literaria marcada,
principalmente, por la expresión narrativa, lo que no significa que no
desarrolle su magnitud poética; por el contrario, el autor se asiste de
bien logradas imágenes:
Ese
hombre camina.
Piensa en la lluvia, en otra ciudad.
(...)
Todos miran en la tarde del parque.
Se alejan.
La silueta del hombre se queda en la tarde cubierta de diarios.
La poesía puede ser prosa o verso,
lo que importa es la capacidad de la imagen, analogía o metáfora
para expresar un sentimiento o una situación, así como la capacidad
para encontrar las mejores variables del lenguaje.
En este volumen el
rito forma parte de una cultura que se niega a perecer en un mundo donde lo originario
pretende ser reemplazado por lo pintoresco. El rito es el arma para sobrevivir
y mantener viva la llama de los ancestros:
Nuestro
Chaman
elevó el tono y nos dijo, los cuatro abuelos están aquí,
ellos
han venido a señalar el camino.
Camino que, en este libro, es en lo fundamental el reencuentro con los difuntos,
aquellos que partieron entre la cuchillada del invasor y la metralla de los militares,
una historia cuyas cicatrices perduran:
Se
incorporó a las ánimas y marchó junto a los difuntos
mascullando entre flores secas, en esas piedras, en esas cruces
de caminos
polvorientos, en esas bermas sin señales.
Antes de caer lapidado imaginó
esos labios, cayendo en el
mar, entonces pudo recordar una copa vaciándose
al fondo
de la boca...
(...)
Esos jinetes bajo el otoño buscan a la novia que
se anuncia
en el canto de las aves que se consumen.
Los
muertos y quienes los buscan se transforman en el poema en una sola imagen que
permanece en la memoria, que insiste en no olvidar, en no cesar una búsqueda
que al llegar a la meta será justicia y esperanza.
Llama la atención
una analogía que se construye a partir de la unidad de sucesos distantes,
la resistencia de los mapuche y la defensa de la Moneda:
Los
wekufes han bajado por estas calles, han cabalgado hacia
estas riveras, han
prendido fuego a la ciudad marrichiweu le
gritan desde la Casa de Gobierno
y el General Palacios dispara hacia el último combatiente, al mapuche de
Boroa que
cae tendido con la vista fija en los Honken Hanters que aletean
sobre aquellos cielos.
Al cerro Pindahue se imagina subiendo.
Allí
los asediaremos una vez más –dice en su agonía-.
Millahueique
acierta con estas Imágenes del Ritual, reflexiona y razona con la conciencia
y el corazón, nos convoca y nos dice que la última palabra no está
dicha, que la batalla y la esperanza siguen flameando en la memoria.