LAS LETRAS DEL HORROR
Manuel Salazar, LOM Ediciones
Por Alejandro Lavquén
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El destacado periodista Manuel Salazar acaba publicar el libro Las letras del horror (LOM Ediciones), el primero de dos tomos que dan cuenta de la historia de los aparatos represivos formados por Pinochet tras el golpe militar de 1973. Este primer volumen corresponde a la DINA, cuyo creador y director fue el coronel Manuel Contreras Sepúlveda, que actualmente cumple condena por crímenes de lesa humanidad en el Penal Cordillera, especialmente acondicionado para oficiales de las fuerzas armadas y ubicado al interior de la Escuela de Telecomunicaciones del Ejército. El trabajo de Manuel Salazar es documentado y riguroso con las fuentes, sin caer en especulaciones ni efectismos. En seis capítulos y tres anexos el autor recorre la historia de la DINA desde sus orígenes, remontándose –incluso- a la formación que tuvieron algunos de los oficiales, que integraron el aparato represivo, en la Escuela de las Américas, que funcionaba en Panamá y había sido promovida por los EEUU para preparar militares que combatieran los movimientos de izquierda que se posesionaban en el continente. También se extiende sobre los sucesos anteriores al golpe de Estado y el contexto político que se vivía en Chile y Latinoamérica, que en lo que respecta a nuestro país éste era víctima de la sedición de la derecha y grupos paramilitares como Patria y Libertad o la brigada Rolando Matus.
Una vez consumado el golpe militar y conformada la DINA, que dependía directamente del general Augusto Pinochet, se conformaron diversas brigadas encargadas de arrestar y asesinar a los militantes de la Unidad Popular, en especial a los dirigentes del Partido Comunista, MIR y Partido Socialista, la mayoría de los cuales permanecen desaparecidos hasta el día de hoy. El libro da cuenta de los lugares de detención donde se torturaba de manera horrorosa, cientos de personas pasaron por Londres 38, Venda Sexy, Ollagüe, Villa Grimaldi, Colonia Dignidad, que fueron los principales lugares de detención. Por otro lado, se entregan los nombres de los oficiales a cargo de las brigadas represivas y sus testimonios ante la justicia cuando fueron llevados ante ella. Todos mentían, pero la verdad de los hechos finalmente pudo más. Los testimonios de muchas de las víctimas también son parte de este trabajo, y estremecen al leerlos. Los torturadores llegaron a la perversión de amaestrar perros para que violaran hombres y mujeres, demostrando un sadismo sólo comparable al de los nazis en los campos de concentración durante la segunda guerra mundial. Hoy, muchos de los cabecillas están presos, pero otra cantidad importante de torturadores, colaboradores, soplones, etcétera, se encuentran en algún lugar silencioso pasando desapercibidos. El libro de Manuel Salazar es un testimonio fundamental para no perder la memoria de los hechos horrorosos ocurridos en Chile, y si no perdemos la memoria es mayor la posibilidad de que estos acontecimientos no vuelvan a ocurrir. La sociedad debe estar preparada, se debe educar a los estudiantes en estas materias en escuelas, liceos y universidades. No debe ocurrir lo que ocurrió con los informes Rettig y Valech, que si bien son sumamente valiosos, éstos ocultaron los nombres de docenas de criminales y torturadores; porque, por ejemplo, en el caso de la Comisión Rettig, se cometió el error (o el horror) de poner entre sus integrantes al historiador Gonzalo Vial, uno de los culpables civiles indirectos de las violaciones a los derechos humanos. La Concertación aún no da una explicación de porqué aceptó integrar a ese señor a dicha comisión. Pero para contrarrestar este tipo de situaciones están libros como el de Manuel Salazar, para conservar la memoria histórica y crear conciencia colectiva en la sociedad sobre el respeto a los derechos humanos, respeto que nunca debería dejar de existir. El volumen II, que ya se anuncia, abarcará la historia de la CNI, organismo que reemplazó a la DINA tras ser ésta “disuelta”.