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LOS POETAS DEL TANGO

Por Alejandro Lavquén
Publicado en revistas Punto Final y Tango Reporter




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Se cuenta que cuando al poeta Vicente Huidobro le preguntaron qué opinaba sobre el libro “Veinte poemas de amor” de Pablo Neruda, respondió: “para tangos me quedo con Gardel”. Hoy no podemos saber cómo habrían sonado los veinte poemas acompañados con una melodía tanguera, pero sí podemos asegurar que las letras de Gardel y otros compositores de tangos han maravillado al mundo durante décadas. Las letras de los tangos perfectamente podrían editarse como un volumen de poemas, pues lo son en esencia y estructura. Y los poetas del tango bien merecen un lugar destacado junto a sus pares líricos, trágicos y épicos. El tango, que en un comienzo fue simplemente melodía, cautivó no sólo a Latinoamérica sino que se ha enseñoreado por los salones de baile de los cinco continentes. Ni siquiera los asiáticos, tan renuentes a la influencia extranjera, han podido evitar su embrujo. En el caso de nuestro país no existe fiesta, restorán o reunión familiar o de amigos donde no se escuche por lo menos un tango. Abarcando incluso a las nuevas generaciones, que curiosamente, y a pesar de los nuevos ritmos que van surgiendo con los años, siempre late en ellos un acorde de esta melodía nacida junto al Mar del Plata.

Haciendo un poco de historia, habría que decir que, antes de la versificación del tango de Samuel Castrioto “Mi noche triste” (llamado originalmente “Lita”) por Pascual Contursi, éste era sólo melodía arrabalera, siendo en ocasiones circunstanciales acompañada la melodía de algunos versos, pero sin la intención de hacerlo canción, esto solamente ocurre a partir de la interpretación de “Mi noche triste”por Carlos Gardel en 1917. Desde ese momento, los poetas del tango no detendrían jamás su brillante y embriagadora creación, dando paso al “tango-poema”, si podemos llamarlo de algún modo.

Una de las principales características de este género poético-musical es su relación íntima con los acontecimientos del diario vivir de manera totalmente transparente en el sentimiento y en el uso del lenguaje. Se va directo al grano en lo que se quiere decir, ya sea una tristeza de amor, una burla o una súplica al destino. En los textos, que si bien abarcan todo el espectro de lo que un ser humano puede vivir, sobresale siempre el sentimiento trágico, sintetizado quizá en estos versos de Gardel y Le Pera: “el dolor de ya no ser”. Una expresión representativa de ese pesimismo (no siempre consciente) del hombre ante los avatares del tiempo que sucumbe junto a él. Los motivos del tango son inagotables, pero diríamos que para poder tener un panorama más o menos general, habría que destacar cinco ámbitos: los barrios, el amor, el sentimiento arrabalero, el pasado y la ciudad.

“Hoy vuelvo al barrio que dejé”

Sí existe un sentimiento de pertenencia en el espíritu rioplatense, es sin duda el expresado en el concepto de barrio, sobre todo en Buenos Aires. Son incontables los tangos que dan cuenta de este sentimiento. Incomparable aquel “Sur” de Manzi y Troilo, que nos llegó en las voces de Edmundo Rivero y el “Polaco” Goyeneche, dos versiones acertadísimas para un gran poema-canción: “San Juan y Boedo antiguo y todo el cielo/ Pompeya y más allá la inundación./ Tu melena de novia en el recuerdo/ y tu nombre flotando en el adiós” (...) “Sur.../ paredón y después./ Sur.../ una luz de almacén./ ya nunca me verás cómo me vieras/ recostado en la vidriera/ esperándote” (...) “Las calles y las lunas suburbanas/ y mi amor en tu ventana:/ todo ha muerto, ya lo sé”. Pero tratándose de barrios, no podemos dejar de mencionar “Melodía de arrabal”,  que un día compusieran Gardel, Le Pera y Battistella, y donde encontramos algunos de los más bellos versos sobre los barrios: “Barrio plateado por la luna/ rumores de milonga/ es toda tu fortuna;/ hay un fuelle que rezonga/ en la cortada mistonga (1)” (...) “Barrio, barrio,/ que tenés el alma inquieta/ de un gorrión sentimental”. Respecto a Gardel, es importante resaltar que además de ser una voz legendaria, fue un poeta de fuste. Letras como las de “El día que me quieras” o “Golondrinas”, entre muchas otras, así lo dejan de manifiesto. Otros poetas, como Blomberg y Maciel, también compusieron tangos maravillosos. Uno que alcanzó notoria fama en la interpretación de Alberto Castillo, muerto recientemente a una avanzada edad, fue “La que murió en París”, inspirado en Margarita Gautier, la heroína de Alejandro Dumas hijo: “Yo sé que aún te acuerdas del barrio perdido,/ de aquel Buenos Aires que nos vio partir./ En tus labios fríos aún tiemblan los tangos/ que en París cantabas antes de morir”. La Ciudad Luz y Francia aparecen en no pocas creaciones, existe una cercanía entre París y Buenos Aires, una especie de complicidad. Durante la Primera Guerra Mundial, la solidaridad con el pueblo galo quedó expresada en los versos del tango “Silencio”, de Gardel, Petrossi y Le Pera: “Un clarín se oye,/ peligra la patria,/ y al grito de ¡guerra!/ los hombres se matan/ cubriendo de sangre/ los campos de Francia”.

“Gime, bandoneón, tu tango gris...”

El amor no podía estar ausente, y en el tango éste se manifiesta casi siempre en una serie de deseos, desencuentros y olvidos, rara vez (o casi nunca) se llega a la felicidad plena, y quizá sea esa la magia de su palabra en el amor: la incertidumbre permanente. Esto lo expresan muy bien los versos de “Rencor”, tango de Amadori y Charlo: “la odio por el daño de mi amor desecho/ y por una duda que me escarba el pecho./ No repitas nunca lo que voy a decirte./ Rencor..., tengo miedo de que seas amor”. Otro tema notable en su composición es “Volvió una noche” de Gardel y le Pera: “Volvió una noche, no la esperaba./ Había en sus ojos tanta ansiedad” (...) “Mentira, mentira, yo quise decirle,/ las horas que pasan ya no vuelven más,/ y así mi cariño, al tuyo enlazado/ es sólo un fantasma del viejo pasado/ que ya no se puede resucitar”. Otros como Celedonio Flores y el gran Enrique Santos Discépolo (autor de Cambalache) pusieron énfasis en el amor desde el reproche desenfadado y la ironía. El primero, nos dice en su famoso “Mano a mano”: “Hoy tenés el mate lleno/ de infelices ilusiones;/ te engrupieron los otarios, / las amigas, el gavión./ La milonga entre magnates/ con sus locas tentaciones/ donde triunfan y claudican/ milongueras pretensiones” (2). Discépolo, por su parte, nos cuenta en su peculiar estilo: “¡Victoria!/ ¡Saraca, victoria! Pianté de la noria:/ ¡se fue mi mujer!/ Si me parece mentira,/ después de seis años,/ volver a vivir” (3). En los versos de estos dos autores queda también expresado el lenguaje hierático utilizado en los arrabales, en su gran mayoría, por los delincuentes, y conocido como “lunfardo” .

“Adiós muchachos”

Los tiempos idos y el arrabal son temas permanentes en el tango. Entonces, como no recordar los versos de “Tiempos viejos” de Manuel Romero: “Te acordás, hermano; ¡qué tiempos aquellos!/ Veinticinco abriles que no volverán,/ veinticinco abriles, volver a tenerlos,/ ¡si cuando me acuerdo me pongo a llorar!”.  Y qué decir de estos otros versos pertenecientes a la “Cumparsita”, compuesta por H.M. Rodríguez y Contursi: “Los amigos ya no vienen/ ni siquiera a visitarme,/ nadie quiere consolarme/ en mi aflicción” (...) “Al cotorro abandonado,/ ya ni el sol de la mañana/ asoma por la ventana” (4). “Cuartito azul”, de Battistella y Mores es otro tango representativo de la nostalgia que nos entregan estas composiciones en su evocación de tiempos pasados con una alta magnitud poética: “Cuartito azul/ de mi primera pasión,/ vos guardarás/ todo mi corazón;/ si alguna vez/ volviera la que amé” (...) “Cuartito azul,/ hoy te canto mi adiós,/ ya no abriré/ tu puerta y tu balcón”.

“Como con bronca, y junando”

Importantísimos en el tango son los diferentes personajes que se describen a través de las canciones, personajes que representan estereotipos de nuestra sociedad, siempre vigentes, sobre todo en los bajos fondos. La Chorra, El Dandy, La Yira, El Garufa y el Farabute (5) son casos típicos. “El ciruja” de De la Cruz y Martino, dice, por ejemplo: “Frente a frente dando muestra de coraje,/ los dos guapos se trenzaron en el bajo,/ y el ciruja, que era listo para el tajo,/ al cafiolo le cobró caro su amor” (6).

Pero no se puede hablar de tango sin hablar de hípica, los grandes tangueros, generalmente son hípicos de corazón. Tangos como “Palermo” o “Leguisamo, solo” (7) nos dan cuentan de ello, pero ninguno como “Por una cabeza”, de Gardel y Le Pera, representa mejor aquel sentimiento por los “burros”: “Por una cabeza/ todas las locuras./ Su boca que besa/ borra la tristeza,/ calma la amargura”. En estos versos, la analogía entre no acertar una apuesta hípica y el desamor es notable.

“Al conjuro de nuevos paisajes”

Aparte de los ya citados, otros autores importantes del tango son José Razzano, Enrique Cadímaco, H. Expósito, D.F. Federico y Juan de Dios Filiberto, sin desconocer muchos más que sería largo de enumerar. Pero un poeta que le dio nuevos aires al tango fue sin duda Horacio Ferrer, cuya pieza más conocida es “Balada para un loco”. Ferrer fue a la letra del tango lo que Piazzola a la melodía, de hecho tienen trabajos en conjunto, como “El Gordo Triste” y “Balada para mi muerte”, siendo esta última de una gran belleza lírica, como lo demuestran los siguientes versos: ”Moriré en Buenos Aires, será de madrugada/ guardaré mansamente las cosas que viví./ Mi pequeña poesía de adioses y de balas,/ mi tabaco, mi tango, mi puñado de splin” (...) “Llegará tangamente, mi muerte/ enamorada y estaré muerto en punto/ cuando sean las seis./ Hoy, que Dios me deja de soñar/ y mi olvido irá por Santa Fe,/ sé que en esa esquina vos ya estás”.

Acerca del tango y sus poetas serían interminables las páginas que se podrían escribir, mas ésta es una aproximación que tan sólo pretende mostrar algunos aspectos poéticos de las letras de los tangos, una poesía que, como decíamos al principio, está a la altura de cualquiera de las más afamadas del mundo. Y que me mejor para cerrar estas líneas, que los versos del tango “Por la vuelta” de Cadícamo y Tinelli: “Afuera es noche y llueve tanto./ Ven a mi lado me dijiste./ Hoy tu palabra es como un manto,/ un manto grato de amistad./ Tu copa es ésta y la llenaste;/ bebamos juntos viejo amigo”.

 

 

NOTAS

(1)     Mistonga: pobre
(2)     Otario: tonto/ Gavión: novio
(3)     Saraca: alegría/ Pianté: huir
(4)     Cotorro: cuarto, pieza, habitación
(5)     Junando: mirando/ Chorra: ladrona/ Dandy: caballero/ Yira: callejera/ Garufa: juerga/ Farabute: torpe, irresponsable
(6)     Ciruja: vagabundo, atorrante/ Cafiolo: proxeneta
(7)     Leguisamo, Irineo: famoso jinete uruguayo, que condujo finasangres en los hipódromos argentinos




 



 

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