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​LA RESISTENCIA MAPUCHE
Entrevista a Tito Tricot

Por Alejandro Lavquén
Publicada en revista Punto Final nº 879/ julio 07 de 2017


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AUKAN. Violencia histórica chilena y resistencia mapuche (CEIBO Ediciones, 180 pág.), es el nuevo libro del sociólogo porteño Tito Tricot. En él trata el tema mapuche y la violencia de la que este pueblo ha sido víctima a través de la historia. Tito Tricot es director del Centro de Estudios de América Latina y el Caribe-CEALC y profesor de la Universidad Alberto Hurtado. Ha escrito varios libros sobre el tema mapuche y el volumen Un sociólogo en el Frente Patriótico Manuel Rodríguez. Testimonio de un militante (CEIBO Ediciones).

Hace veinte años surgió en Lumaco el Movimiento Mapuche Autonomista ¿Cuál es el balance hoy?
Me parece que Lumako constituyó el momento histórico del “movimiento mapuche en movimiento”, porque se pasó a la acción desde su propia fuerza. Además, transitando desde una demanda primordialmente culturalista y economicista a una política. Son dos de los principales logros de Lumako: posicionar la demanda autonomista, por autodeterminación y, asimismo, instalar en una nueva generación de mapuche una conciencia nacionalitaria con horizonte de futuro.

También pudo visibilizar la relación de dominación existente entre el Estado chileno y el pueblo mapuche, algo ocultado por más de un siglo por las clases dominantes. Por eso es posible hablar de un antes y un después de Lumako, ya que desde 1997, es decir hace ya 20 años, nada ha vuelto a ser como antes. Y jamás volverá a serlo.

¿Cuándo la violencia es legítima?
No se puede hablar de violencia política en abstracto, sino que debe contextualizarse históricamente. El pueblo mapuche ha sido objeto de violencia por parte del Estado chileno y de colonos desde la ocupación militar y la usurpación de su territorio en el siglo XIX. El poder es violencia y las clases dominantes chilenas -profundamente racistas- ejercen dicha violencia mediante todos los medios  legales e ilegales. Actualmente existen más de mil carabineros y PDI en territorio mapuche, o sea fuerzas equivalentes a un batallón del ejército. Éstas efectúan allanamientos constantes, golpean comuneros -niños incluidos- han asesinado mapuche, realizan montajes. Se aplica la Ley antiterrorista –criticada por organismos nacionales e internacionales- y la Fiscalía persigue implacablemente a los mapuche, más que por supuestos delitos cometidos, simplemente por ser mapuche. Entonces, los mapuche sienten que tienen el legítimo derecho a defenderse de esa colosal violencia; es autodefensa, es contra-violencia. ¿No es legítimo defenderse cuándo un carabinero acribilla  a un niño por la espalda como sucedió con Brandon Hernández el año pasado? O cuándo Fabiola Anticheo del Hogar mapuche de Padre Las Casas en Temuco pierde un ojo por una bomba lacrimógena disparada por carabineros en mayo?

El Estado sabe perfectamente bien que la violencia mapuche, aquella que ejerce la autodefensa, pero también el control territorial y los ataques básicamente contra la propiedad privada, es artesanal comparada con el poder de fuego del Estado. Usan las acciones para intensificar la represión, la cual es permanente.

¿Cómo evalúa el papel de los medios de comunicación en el conflicto?
Los medios, salvo excepciones, han jugado un rol determinante en instalar la idea de un conflicto mapuche cuando, en rigor, es un conflicto chileno-mapuche o, más exactamente, Estado chileno-pueblo mapuche. Han racializado el tema, satanizando y criminalizando al movimiento, desvirtuando sus demandas. Mienten para desinformar a la opinión pública, actúan como voceros de la industria forestal, de los agricultores descendientes de los colonos, transportistas y del Estado. De todos aquellos que hoy ocupan o explotan tierras y territorio usurpado al pueblo mapuche. No es casualidad que los transportistas puedan paralizar el sur del país, lleguen a La Moneda y a sus dirigentes los reciba el ministro del Interior, todo lo cual es transmitido en vivo por televisión. ¿Qué hubiese sucedido si los mapuche hubieran marchado desde La Araucanía? La respuesta es de perogrullo: el batallón de Fuerza Especiales basificado en la zona, preparado para la guerra, los hubiese reprimido de inmediato y los medios tildado inmediatamente de terroristas a los mapuche. El rol de los medios ha sido nefasto, sesgado y racista.

¿Por qué cree que el Estado no han querido dar soluciones reales al tema mapuche?
Racismo puro y duro. Existe una ideología colonial que pervive desde el siglo XIX y que ha devenido en la arquitectura de un Estado uninacional y unicultural que impuso una supuesta superioridad y racionalidad occidental, blanca, europea, cristiana por sobre un también supuesto salvajismo indio. La infame “Civilización contra la Barbarie” decimonónica, solamente ha cambiado de nombre: La Democracia contra el terrorista, aunque sea la democracia la que asesina a mapuche. La modernización capitalista contra el primitivo mapuche, es decir, la industria forestal o las transnacionales hidroeléctricas contra los comuneros.

Una solución real pasa por admitir que en este país que se configuró por las clases dominantes, políticamente después de la independencia no todos son chilenos. Y desde la perspectiva colonial, conservadora y retrograda aun predominante no es aceptable.

En tú opinión, ¿por dónde pasa la solución al conflicto?
La solución es política, no es policial ni económica, Todos los gobiernos en los últimos 20 años, han instaurado mesas y comisiones de alguna índole o implementado políticas públicas para tratar el conflicto que han sido un rotundo fracaso. Han criminalizado la demanda social. Recurrido a la represión y al terror; han violado sistemáticamente los derechos humanos de los mapuche. Por otra parte, han intentado resolver el problema mediante la devolución de retazos de tierra a algunas comunidades, financiar pequeños proyectos productivos para transformar a los mapuche en emprendedores, en el marco de un modelo neoliberal.

Asimismo, han tratado de dividir al movimiento mapuche, estableciendo diferencias entre aquellos segmentos movimentales, a juicio del gobierno o políticos oficialistas y de oposición,  que tendrían posiciones más institucionalistas y los que postularían demandas y, particularmente acciones más radicales.

Lo que no entienden, o no quieren comprender, es que desde Lumako la demanda autonomista se ha posicionado transversalmente en el seno del movimiento mapuche. Tanto los sectores y actores políticos mapuche que trabajan dentro de la institucionalidad chilena, como aquellos que lo hacen ejerciendo control territorial en las comunidades, impulsan la idea de la libre determinación.

En otras palabras, no es sólo un problema de tierras, sino que de territorio; no es un tema económico, de ayuda para proyectos, de bonos o subsidios. El problema no es la pobreza. El problema es político, el derecho del pueblo  mapuche a tomar sus propias decisiones. Por tanto, la solución es política y pasa por cuestionar un Estado obsoleto de carácter uninacional. Hoy debe construirse un Estado plurinacional y pluricultural que dé cuenta de la existencia de varias naciones, entre ellas la nación mapuche.


 

 

 

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