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Las propuestas de Federica Matta
(Entrevista)
Por Alejandro Lavquén
Publicada en revista Punto Final, abril 15 de 2016
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Federica Matta presentó un libro, El viaje de los imaginarios en 31 días (Editorial Aún Creemos en los Sueños), que destaca por su colorido, dibujos, poesía, reflexiones y caminos que nos convocan a mejorar nuestra relación con las personas y el mundo que nos rodea. La artista, que “vive y trabaja por todas partes…”, invita a crear lugares de encuentros y espacios de paz.
Federica Matta, conversó con Punto Final sobre su libro y e intervenciones urbanas.
— ¿Cómo surge la idea de este libro?
— Es una pregunta para una respuesta bastante larga, pues este libro lo empecé cuando nací. Pero en síntesis, la idea es transmitir todo lo que he recibido a través de este viaje, que es la vida, y que junto al lector compartimos. Ese es mi viaje.
— ¿Cuál es la idea, mantener una interrelación, una conversación con el lector?
— Claro, además transmitir paz, unidad. Siempre sentí que estamos en un mundo de una violencia inmensa, que muchos no ven. Entonces tenemos que transmitir, de alguna manera, esas cosas que no se ven. Es cuestión de observar las cosas políticas que están pasando y a veces nadie ve o percibe a simple vista. Debemos ir del miedo de la confusión a la relación, porque si yo estoy en relación contigo y tenemos miedo de confusión, entonces los dos vamos a crear un territorio común donde podemos hacer los cambios necesarios en nosotros mismos intercambiando experiencias. Debemos pasar de la individualidad a la relación.
— ¿Se trata, entonces, de un cambio personal en relación con la naturaleza, con el universo?
— Sí, yo necesito cambiar, el mundo está cambiando todo el tiempo. Yo estoy cambiado todo el tiempo, no soy la misma persona, físicamente, que era hace dieciocho días, estamos en un cambio permanente. Estamos además en una situación política y social muy dura, hay muchos cambios que no entendemos, es muy difícil comprender la realidad mundial actual, y no hablamos de la realidad galáctica del universo, de los universos. Somos un lugar donde pasan miles de cosas. Entonces, o nos abrimos a esa realidad o nos quedamos estáticos en relación a lo que nos rodea.
— Hablas de crear “encuentros de paz” ¿Se pueden crear esos espacios en este mundo?
— Bueno, yo hago arte público. Y mi manera de actuar, de hacer lo que llamo acupuntura urbana, tiene que ver con eso. Cuando tú vez, o percibes, en una ciudad, entre tanta construcción, que algo que falta, puedes colocar cualquier cosa, incluso una piedra para mejorar el ambiente, el paisaje, no se necesita hacer arte en el sentido clásico que conocemos. Tu vez como lo hicieron nuestros antepasados, que veían un lugar donde había energía y colocaban una piedra y allí comenzaban a reunirse, a hablarse, entonces la ideas de este modo comenzar a cambiar las relaciones sociales. En ese sentido, por ejemplo la intervención de la Plaza Brasil en Santiago de Chile funcionó bastante bien.
— En el libro hay muchos mensajes poéticos, sociales, políticos sobre derechos humanos ¿Cómo manejas la relación con el lector?
— Hago el camino junto con el lector, vamos juntos, no hay una persona con autoridad que te dice qué hacer. Son sugerencias que tú puedes cambiar. Es un modelo que se puede utilizar como quieras. Yo no vivía en Chile para el golpe, pero lo viví emocionalmente desde la distancia, lo mismo que los desaparecidos. Para mí la memoria es una responsabilidad cotidiana, una vivencia. Cuando decimos, todos somos mapuche, no es política de batalla es política de vivencia, somos todos hijos de la tierra donde estamos hoy. Por lo tanto, ese “todos somos mapuche” significa que todos somos capaces de relacionarnos con la naturaleza.
— ¿Cómo es tu relación con Chile?
— Yo nací en Francia, y llegué a Chile cuando se fue Pinochet, un mes después. No conocía Chile. Pero tenía amigos del exilio con los cuales conversaba, y llegue a Chile con la mente muy abierta. Acá comencé a hacer la Plaza Brasil con la participación de un grupo maravilloso y conocí mucha gente. Tengo una buena relación con Chile pienso yo. En cuanto a mi visión pienso que en Chile a veces la gente no se exprime muy bien, pero tiene mucha inteligencia emocional. Hay muchos sentimientos buenos para que se expriman de otra manera. Escuchaba la discusión sobre el aborto y algunas opiniones me parecían realmente de los talibanes. En cuanto a las votaciones, es muy triste lo que pasa, trágico, la gente no puede votar por su utopía sino que vota por el mal menor.
— Sobre los derechos humanos, tema que has trabajado bastante ¿Qué crees que falta?
— Conciencia y memoria, por supuesto. Mira, la última frase del libro dice: “La sombra se confundió con el sol./ La vía queda abierta pero ya no hay guía/ ya no hay guía ni viajero.”. Es de Attar, un poeta persa. Esa es la idea cuando tú haces el camino de espiritualidad laica. Es decir conciencia, tener conciencia de la conciencia.
— ¿Cuáles son tus próximos proyectos?
— Ahora en Chile haremos la restauración de la Plaza Brasil, terminaros las flores de La Serena y empezamos un proyecto en Quilicura, donde queremos hacer algo como en Plaza Brasil. También tenemos un proyecto con los mapuche. Y me encanta la aventura del libro, así que me gustaría desarrollar el libro con los niños y en las escuelas. Por otro lado, estoy haciendo en la ciudad de Bordeaux en Francia, una plaza donde habrá un gran mural festivo, y en España vamos a desarrollar un programa de educación, eso va muy bien. Para mí la literatura, la poesía, la escultura, la pintura es arte público. Y en Chile lo que me gusta mucho es la colaboración con Le Monde Diplomatique. He hecho varios afiches para sus actividades.