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“LOS POETAS NO SOMOS NADA…”
Entrevista a Roberto Goijman

Por Alejandro Lavquén
Publicada en revista Punto Final Nº 813, año 49, septiembre 2014.


 



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Roberto Goijman nació en Buenos Aires, es poeta y periodista cultural. Su compromiso político lo llevó al exilio en los años setenta, siendo incluido las listas de la terrorista “Triple A”. En 2005 coordinó el llamado de los artistas, escritores e intelectuales argentinos en rechazo a la visita del presidente Bush a la Argentina. Su obra ha sido incluida en la antología Cinco poetas de Latinoamérica (Letras Urbanas, 2014), ya circulando en nuestro país. El volumen también incluye a Carla Retamal (Chile), Carlos Villalobos (Costa Rica), Delia Cabrera Marky (Perú) y Jorge Quintanar (México).

¿Cómo nace la idea de la antología “Cinco poetas de Latinoamérica?
— Surge como forma de entender la poética en comunidad continental, de saber que la poesía y la difusión no es parte de una individualidad sino de un todo; los poetas no somos nada, simplemente seres perdidos en esta Humanidad violenta y cruel, por eso necesitamos que nuestras obras se difundan, vivimos en una sociedad donde cada vez se lee menos, donde el mercantilismo de las grandes editoriales genera que sólo se publiquen a los consagrados, o a los históricos. Con esto les basta.

¿Cuál es tu relación con Chile?
— Con Chile tengo una hermandad muy profunda desde la época de Salvador Allende, hasta tuve una relación con una compañerita exilada a la que quise mucho. Acabo de reencontrarme con un hermoso libro, Nueva poesía joven de Chile (1972), selección a cargo de Martín Micharvegas, allí encontré poemas de Omar Lara y Raúl Zurita, entre otros. Viví veinte años en la Patagonia Argentina, donde tuve grandes compañeros y amigos chilenos. Cuando a partir del año 1985 me planteo reorganizar la actividad gremial textil en el parque industrial de Trelew me apoyé en los compañeros chilenos. Ellos sabían cómo pelear. Tenían conciencia de clase.

Algunas voces dicen que Chile es país de poetas y Argentina de narradores ¿O es simplemente una bobería?
— Eso es para quedar bien, a ustedes el Pacifico a nosotros el Atlántico. Es como decir, los Mapuches son chilenos no argentinos. No voy a juzgar a los poetas chilenos, los admiro muchísimo y crecí bajo la voz de Neruda. Sobre la Argentina, te digo que ésta no es sólo Borges, existió Luis Franco, una de las mayores voces poéticas del continente, que admiraba Gabriela Mistral. La “Generación de Boedo” o de “Florida”, fueron dos grupos extraordinarios. El folclore dio grandes poetas como Armando Tejada Gómez, o Manuel de Castilla. Hablemos de Alejandra Pizarnik, de Oliverio Girondo, de González Tuñón, de Olga Orozco ¿Alguien conoce a los grandes poetas del tango? La dictadura militar de 1976, secuestró y mató a ciento dos poetas, no hay país en el mundo que se haya ensañado tan criminalmente contra la poesía. Platón expulsó a los poetas en su Republica, aquí en la Argentina, se los mató. Sin embargo, Juan Gelman y toda la generación poética del ‘60 está más viva que nunca. A veces se habla para descalificar. Si hablamos de premios o de renombres, es otra cosa, yo no puedo despegar a Neruda del partido comunista, y bien sabemos que la negación histórica, por ejemplo, de César Vallejo proviene de allí.

¿Cuáles dirías que son los puntos de encuentro entre la poesía argentina y la chilena, y cuáles los desencuentros, si es que en tu opinión los hubiera?
— En la Patagonia existe una similitud, una confraternidad intelectual y poética. Yo llegué a publicar en mi revista Patagonia/ Poesía - La yema del cráneo y el ojo (1996-2006) a muchísimos poetas del sur chileno, teníamos las mismas necesidades, el centro nos ninguneaba. Allí escribieron poetas de la talla de Pavel Oyarzún y Dinko Pavlov, de Punta Arenas. La poesía de Chiloé fue magistral, la de Valdivia y Puerto Montt. Hasta los encuentros eran únicos. Esa etapa fue maravillosa, me marcó profundamente. En ambas naciones existen los mismos límites, grupos, cofradías de ambiente, celos, envidias. Cosas del sistema. Cuando existe la experiencia de la solidaridad producto de la militancia, por lo general, esas relaciones surgen de forma diferente.

En tu caso, ¿cómo se construye ese vínculo entre poesía y compromiso?
— Fui militante en forma orgánica hasta el 92, dirigente gráfico, textil, barrial, y político; por entonces la poesía era cosa de cajón, escribía y guardaba, yo empiezo a escribir en Paraguay, hablo del año 76-77, allí nos juntamos con amigos de exilio, chilenos, uruguayos, y leíamos con paraguayos, nos mostrábamos nuestros escritos. Era una época donde los libros se escondían en bolsitas de nylon bajo tierra, los leíamos y los volvíamos a guardar. Todos sabíamos de nuestro compromiso pero nadie preguntaba al otro de qué organización venía. Estábamos todos rajados y la poesía, como el café, nos unía. Osmar Sostoa, era parte de ese grupo, llego a ser ministro de Fernando Lugo y hace un año publicó un libro de poemas con escritos de aquellos años.

Uno tiene que mantener la ética y la lealtad con los suyos, los de abajo, ser poeta no es quedar bien con todos y hablar del aire, de las estrellas, se puede hablar de ellas pero nunca negar el hambre, la pobreza, la ambición de este sistema injusto o las guerras imperiales. Desde mi condición de intelectual judío, denuncie por crímenes de lesa humanidad al gobierno israelí, de hacer el trabajo sucio de los EE.UU. No puedo aceptar que en nombre de Hamas y de su fanatismo religioso, se masacre al pueblo palestino.

Estuviste en las listas de la “Triple A” en Argentina ¿Cómo asumes aquello pasados los años? ¿“El recuerdo/ es una noche pálida en la mano”?
— No sólo en las listas, me volaron la casa, y faltando unas semanas para que naciera mi hija tuvimos que escondernos durante dos semanas. Al poco tiempo me fui al Paraguay con lo puesto. A empezar de cero, y a los seis meses me encontraba solo y con una criatura en el exilio. Conocí como el sistema quiebra a las personas más cercanas, hasta llegar a la locura o a la traición. Nunca perdí de vista el objetivo y nunca confundí a los responsables; murieron compañeritos muy jóvenes sólo por pensar en un mundo distinto, en una sociedad mejor. Aprendí a caminar por una cornisa de filos y me toco sobrevivir. Hoy para ustedes es historia, para uno, es dolor eterno a llevar de por vida, uno se pregunta todavía por aquellos que no están, y aunque no duela tanto, la melancolía o los recuerdos, nos persiguen, uno añora un simple abrazo. De ahí la poesía.

¿Cómo ves a Latinoamérica en el futuro?
— Sinceramente no soy optimista. Conozco mi país, Bolivia, Chile, Paraguay, Perú, Uruguay, México. Siento como si todo fuera una gran farsa, donde los gobiernos seudo-progresistas pueden sacar a los países de la dependencia cultural y económica. En México se matan a diario, ya superan los cien mil los asesinatos ligados al narcotráfico en los últimos años. Centro América no ha cambiado, su pobreza sigue siendo acérrima. Brasil que podría ser la alternativa en nuestro continente no logró romper la dependencia política ni económica. Argentina, es una muestra de esto. Quiero decir, mientras hace unos años atrás se decía que la crisis imperial y de Europa no tenía salida, que los países emergentes continentales eran la alternativa, que nuestro continente era una realidad, mientras se decía esto, de nuestros países se llevaban miles de millones de dólares, de Argentina se llevaron por pago de Deuda Externa más de veinte mil millones de dólares, no hablemos de vaciamientos y fuga de dólares, lo mismo en Brasil. En México hoy brilla la política de los ‘90, donde el estado privatiza todo. De ahí, en parte, se entiende por qué la crisis norteamericana o europea se la viene paliando y no cae; es el robo del Siglo XXI. Yo pretendo desde la óptica de la cultura que se comprenda que para lograr la independencia de una nación, se necesita de un fuerte pensar, no existe colonización imperial sin control cultural. De ahí nuestro deber de que los escritores formemos parte de ese rompimiento y que enfrentemos al capital que determina la conciencia; que formemos y logremos primero entender que sin libertad de conciencia, sin libertad de pensamiento y de creación, nuestra cultura siempre será una lagrima a pesar de los premios que se nos dé.



 



 

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