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EL HUMOR DE MICO
Entrevista a Luis Henríquez Rojas (Mico)
Por Alejandro Lavquén
Publicada en revista Punto Final. 01 de septiembre de 2017
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Se acaba de publicar el libro de humor gráfico Lo mejor de MICO (Ediciones Radio Universidad de Chile), de Luis Henríquez (Mico), dibujante de vasta trayectoria en el medio gráfico nacional. Mico, desde la dictadura a la fecha, ha publicado en distintos medios de comunicación, en especial en el diario La Nación y revista Punto Final, destacándose por su original sentido del humor en el plano social y político. Sobre esto y otros temas conversó con PF.
— ¿Cómo nace la idea del libro?
— Nace del interés de Juan Pablo Cárdenas, director de la radio Universidad de Chile y de su sello editorial. Me propone hacer un libro con un compilado de los dibujos que yo había publicado, pero había un factor, que la mayoría de lo que había publicado era digital, salvo lo de Punto Final, que era en papel. He publicado bastante en formato internet en el diario digital de la Universidad de Chile. Es decir, la mayoría de mi material publicado era digital. No había un registro impreso de todo el material publicado. Por ejemplo, los diarios. La Nación dejó de imprimirse en el año 2010 o 2012. Entonces había siete años de publicaciones cien por ciento digitales. Juan Pablo Cárdenas me dio mucha libertad para hacer yo mismo una propuesta de proyecto para presentársela a la editorial. Y lo que le presenté es casi lo mismo que quedó acá en el libro.
— El volumen está dividido en capítulos: campañas políticas, protestas, señores políticos, educación, Transantiago, etc. ¿Cómo fue el proceso?
— Yo calculo que tengo más de dos mil dibujos, solo del año 2000 en adelante, ni siquiera me metí en los años 90. Mi idea era presentar grandes temas, y las ideas se fueron alargando hasta formar doce capítulos. De todo el material que tenía fui seleccionando temáticamente y luego reduciendo hasta llegar a catorce por capítulo.
LA CREACIÓN DEL DIBUJO
— ¿Cómo lo haces para crear un dibujo. Para elegir el tema?
— La mecánica es mantenerse informado de la contingencia. En el diario La Nación, por ejemplo, eso era indispensable, porque el chiste que debe aparecer al día siguiente tiene que ser contingente. Había chistes que podían ser muy buenos, pero después de 48 horas ya no lo eran, porque otras cosas estaban ocurriendo. El chiste debía servir para la mañana del día en que aparecía el diario, no para el día siguiente.
— ¿Dibujabas varias caricaturas a la vez?
— Hacía varios bocetos, cinco o seis, y el editor responsable elegía. Prefiero esa mecánica al entregar yo directamente un dibujo final, porque el editor también tiene un muy buen pulso para detectar cuál es el mejor chiste para la ocasión. Pueden haber dos chistes muy buenos, pero uno es el mejor para el día siguiente. Yo veo la televisión, los noticiarios, escucho la radio, reviso también los portales de noticia. También es importante ver lo que pasa en las redes sociales.
— Ahora sobre todo
— No es menor, porque en las redes sociales circulan muchos memes. Para mí el meme es un tipo de humor gráfico, porque captura una fotografía y le insertan un texto para transformarlo en un artefacto cómico. Digo artefacto usando la palabra de Nicanor Parra, porque él hacía memes. Lo que él hacía era un collage, entonces el artista dirá él hacía collage, pero si tú lo ves ahora, lo que él hacia eran memes. Recortaba fotografía de diarios, recortaba titulares y armaba un artefacto poético irónico, humorístico, que es lo mismo que hacen ahora los chicos pero formato digital.
— ¿Cuánto demoras, cuando ya tienes ubicado el tema, en dibujar el chiste?
— Cuarenta y cinco minutos o una hora, pero algunas veces me toma mucho más tiempo en hacer el chiste, porque es más difícil pensar un chiste que dibujarlo.
— ¿Desechas muchos bocetos?
— Muchos. Tengo una caja totalmente apartada de bocetos que quedaron sin publicar, o sea, son dibujos 100% inéditos que ni siquiera pasaron a la fase original. Mucho de ese material lo reciclo cuando hay que hacer un resumen anual. Hago una selección de lo no publicado durante el año.
EL PASO POR “LA NACIÓN”
— Durante la dictadura también publicaste. Estuviste en la revista Análisis.
— Eso fue en 1988, en abril, en plena campaña por el plebiscito. Hasta el año 1993 aproximadamente. Allí publiqué quincenalmente. Después tuve una página completa de humor para mí solo. Después, ya en democracia, me integré al equipo del diario La Nación con Abraham Santibáñez como director, y permanecí ahí hasta mayo de este año, cuando me despidieron de La Nación en formato digital. En total, estuve más de 26 años en La Nación, en sus dos formatos, impreso y digital.
— ¿En qué está La Nación?
— Es un portal de noticias activo donde se sigue editando, pero lamentablemente ha bajado mucho su lectoría, porque mucha gente cree que ya desapareció el diario. Está totalmente privatizado.
— ¿O sea, Piñera vendió todo?
— Todo. A excepción del archivo, valiosísimo. La Nación fue el primer diario que comenzó a publicar con fotografías en primera plana. Su primera portada es nada menos que una de la Primera Guerra Mundial. El archivo fotográfico es valiosísimo. Súmale eso a que cuando pasó a ser estatal, en la década del 30, los fotógrafos y periodistas de La Nación tenían entrada privilegiada a La Moneda. Las mejores fotos presidenciales de este país están en ese archivo.
— ¿De quién es propiedad el archivo?
— Fue traspasado, para su administración, a la Universidad Diego Portales. No está vendido, pero ellos lo administran en el sentido de que pudieron habilitar un espacio. El espacio es importantísimo para darle al archivo la temperatura adecuada a un material de más de 100 años. Todo el material puede ser visitado por las personas que quieran hacer investigaciones o búsquedas.
HUMOR EN DICTADURA
— ¿Cómo era trabajar en dictadura, porque era una situación muy trágica como para hacer chistes?
— Si bien yo empecé a publicar el año 88, cuando las medidas represivas estaban bastante más relajadas. Después del atentado a Pinochet y previo a la visita del Papa en el año 87, acercándose el plebiscito, la dictadura suavizó su trato con los medios para dar la sensación de que había libertad para todas las dos opciones, la del Sí y la del No. Fue una época compleja para la prensa escrita y para hacer humor, incluso en el 88, cuando estábamos tan cerca del término de la dictadura. Era complejo porque se arrastraban todos los dolores y rabias que se habían acumulado. Las cuotas de censura y autocensura eran muy sutiles, yo diría que incluso hasta se hizo algo difícil en el período de transición justamente porque se quería evitar alguna reacción del mundo militar, de la derecha. Esa autocensura fue muy fuerte pos dictadura. Desde que llegó Aylwin en los 90 fue muy notorio que había una presión para que los medios no irritaran a los militares.
— ¿No se podía tocar a Pinochet, por ejemplo?
— Mi primer dibujo fue una caricatura de Pinochet con Matthei, pero después había que ser un poco más sutil. No hubo una represión directa, pero empezaron a desaparecer los medios. No había para qué mandar a cerrar un medio con la policía, porque se estaban cerrando solos a causa de la falta de publicidad, de financiamiento. Desapareció Cause, Apsis, distintas revistas que habían contenido páginas de humor. Recuerdo muy bien que la revista Cause tenía un suplemento de humor que se llamaba La Cacerola, o sea un suplemento con muchos dibujantes justamente dibujando humor. Al desaparecer la revista desapareció el espacio para dibujar también, no solo para hacer denuncias o hacer periodismo de investigación, desapareció un espacio para publicar.
Hubo otros intentos por publicar humor político. Recuerdo una revista que se llamó El Lodo y otra El Humanoide que surgieron en los 90, pero no duraron más de un año. Había otra revista que quiso ser entre picaresca y humorística, como las antiguas Viejo verde o Pingüino. El Quirquincho también desapareció por falta de publicidad. En ese sentido hay una complicidad enorme de los gobiernos democráticos al no apoyar los medios que surgen. Entonces empiezan a desaparecer los espacios para publicar humor.
LA VOCACIÓN DE MICO
— ¿Desde cuándo viene tu interés por el dibujo?
— Desde muy pequeño, desde que yo tenía tres años mis padres, ambos profesores normalistas, detectaron mi habilidad para el dibujo. Cuando entré a la escuela, me detectaron dos problemas de aprendizaje, yo tenía dislexia y dislalia. O sea, tenía todo mal. Y el ejercicio que me hacían para superar estos problemas de lenguaje y de lectura, estaba la relación con los dibujos. Entonces, yo primero aprendí a dibujar, luego a leer y a escribir. En ese orden.
— Pero luego estudiaste dibujo
— Sí, estudié arte en el 83 en la Universidad Católica, estuve un año estudiando allí, y ese año fue particularísimo porque comienzan las protestas. En ese año se llama al paro nacional que luego se transformó en la primera protesta nacional, que desencadena todo un proceso en este país que era desconocida para la época del 80. Se desata, entonces, una resistencia más masiva. En esa vorágine, en el año 83, muchos jóvenes que estábamos recién entrando a la universidad creíamos que Pinochet caía en septiembre, ese mismo año. A mí me sirvió mucho para ir disciplinando las habilidades y para encausar mejor este tema del dibujo, complementando con lo que aprendía en la universidad. Después entré a estudiar en la Universidad de Chile, estuve cuatro años más estudiando arte.
— ¿Por qué escogiste el lado político? Podría haber sido otro tema como el deporte, o algo así?
— Desde muy joven asumí esa militancia. Empecé a militar en el año 82, con 18 años, en la Izquierda Cristiana. Pero mi inquietud política venía desde mucho antes. Mi padre fue preso político, estuvo en el estadio Nacional, en Chacabuco, lo sacaron detenido de la UTE junto con Víctor Jara. Adquirí conciencia política desde muy joven, me informaba, me educaba leyendo, leía la prensa alternativa. Y me di cuenta que mi capacidad para el dibujo podría ser un buen instrumento para hacer, de alguna manera, mi aporte a la resistencia contra la dictadura desde el humor gráfico.
La oportunidad de estar en los medios, facilitada por muchos amigos, el mismo Roberto Celedón abogado de DD.HH que me ayudó. Jorge Montealegre y Nidia Baltra también me ayudaron. Y tengo que decirlo, todos los directores que hubo en La Nación me dieron absoluta confianza y con los editores nunca tuve problemas en seguir trabajando con humor político en ese formato de diarios. No toda la libertad se tiene en Chile para publicar lo que sea. Estamos de acuerdo. Pero siempre sentí que los directores respaldaban mucho mi trabajo.
HUMOR GRÁFICO DE HOY
— Perteneces a una generación que se formó luchando contra la dictadura. ¿Qué sientes hoy?
— Siento que para ese momento no había muchas más alternativas. Los que decían que se podría haber hecho otra cosa aparte del NO en el plebiscito, me gustaría preguntarles qué más se podía hacer. La vía insurreccional para acabar con la dictadura había fracasado, palabras que a la izquierda no le gusta pronunciar en voz alta. La vía insurreccional fracasó. Entonces había que asumir que la vía política, que era votar por el NO. La decepción fue tremenda cuando muchos pensamos, de los que votamos por el NO en esa época, que efectivamente se podía hacer más junto con lo que dicen que se hizo en la medida de lo posible. Aunque cada vez hay más datos de que había una postura muy predominante, en especial de la cúpula de la transición democrática del 90 al año 95, por lo menos, de moderar cualquier aviso de búsqueda de justicia, de equidad. El mismo tema de liquidación de los medios de comunicación y de ciertas expresiones políticas y socioculturales también.
— ¿Qué pasa hoy con el humor gráfico?
— El déficit editorial en Chile con respeto al humor gráfico es enorme. No me quejo de los diarios que ya no existen, pero imagínate que los medios que sí existen no le dan suficiente espacio al humor gráfico, al humor político, a la ironía, se publica muy poco de eso. Aunque es cierto que hoy existen los formatos digitales que te permiten publicar gratuita e instantáneamente muchos dibujos. Algunos dibujantes de hecho han surgido haciendo humor gráfico desde el internet. El ejemplo de Mala Imagen es emblemático. Pero son muy escasos. Siento que hay demasiado talento desperdiciado en Chile, de muy buenos dibujantes, gráficos, humoristas, que hacen un humor muy bueno, de excelente material de calidad que no es publicado.