Proyecto Patrimonio - 2014 | index | Alejandro Lavquén | Autores |
Entrevista al historiador español José Luis Alonso Marchante
Menéndez, rey de la Patagonia (Editorial Catalonia, 2014)
Los Menéndez y los Braun, terror de la Patagonia
Por Alejandro Lavquén
Publicada en revista Punto Final Nº 811, año 48, Agosto 22/ 2014
.. .. .. .. .. .
El libro Menéndez, rey de la Patagonia (Editorial Catalonia), del historiador español José Luis Alonso Marchante, narra cómo José Menéndez, inmigrante asturiano, junto a otros pioneros, se apoderó de manera fraudulenta de miles de hectáreas en la Patagonia chilena y argentina. Además el libro da cuenta de cómo Menéndez participa en el exterminio de los pueblos originarios de Tierra del Fuego. “El genocidio ocurrido en la Patagonia es parte de la historia de Chile y debe ser develado totalmente ante los ojos de los chilenos, incluso ser parte de las materias escolares”, afirma Alonso.
— ¿Cómo nace tu interés por la historia de la Patagonia?
— Siempre me han interesado los temas de la inmigración. Cuando viajé a Buenos Aires la primera vez, fui al Centro Asturiano (yo soy asturiano y mi esposa argentina), donde me encontré con un busto de José Menéndez que tiene una placa que dice que había sido el iniciador del progreso económico en la Patagonia. Me intrigó muchísimo el personaje. Me preguntaba cómo alguien puede salir de una aldea rural sin contar con nada de fortuna y luego convertirse en una persona poderosa. Poco a poco fui siguiendo su historia, que es la que entrego en este libro.
— ¿Cómo español, cuál era tu visión de la Patagonia?
— Para nosotros, los europeos, la Patagonia es un lugar legendario con un paisaje fascinante ubicado prácticamente en el fin del mundo. Es un lugar mítico. Yo tenía la imagen de los exploradores, por ejemplo de Hernando de Magallanes que en 1520, al recorre por primera vez el estrecho que hoy lleva su nombre, vio aquellos fuegos que hacían los selk’nam para avisarse entre ellos de que algo estaba sucediendo. Esa era mi imagen de la Patagonia.
— ¿Sabían en Europa del exterminio de los indígenas?
— Bueno, todo el mundo conoce perfectamente como los pueblos autóctonos de América fueron víctimas de la colonización europea desde su comienzo. Pero lo que a mí me sorprendió mucho de la Patagonia fue que allí el exterminio se había producido en épocas muy recientes. No estamos hablando de 1500 o 1600 sino que de finales del siglo XIX y comienzos del XX. O sea, es como decir, en términos históricos, esto ocurrió ayer. Esta situación no la conocía. Fue una triste sorpresa, sobre todo cuando empiezo a investigar la vida de José Menéndez y su participación en las masacres de los pueblo originarios, que es un tema sobrecogedor.
— ¿Das a conocer testimonios o documentos inéditos?
—Claro que sí, para mí era muy importante traer a colación, compilar de algún modo, los testimonios contemporáneos. Por ejemplo, con respecto el exterminio de los selk,nam de Tierra del Fuego, traigo al libro el testimonio de los Salesianos. Ellos tenían una Misión que estaba al lado de las estancias de José Menéndez y cuando salían de la Misión no era raro encontrarse con selk’nam muertos por tiros de rifle. Creo que esos testimonios son importantes. En cuanto a las condiciones de los peones que trabajaban en las estancias, tema que también me interesa mucho, lo que hago es extraer los testimonios de los militares y de la policía, que eran muy poco sospechosos de simpatizar con los peones, pero que sin embargo se asombraban de las condiciones tan duras en las que éstos trabajaban.
— ¿Tuviste oportunidad de conversar con descendientes directos de Menéndez u otros estancieros?
— Me he contactado con descendientes de los Menéndez asturianos, con la familia que quedó en España. Luego he obtenido un testimonio que considero de mucho valor. José Menéndez tenía en su estancia de Tierra del Fuego, Primera Argentina, un capataz escocés llamado Alexander Mac Lennan, apodado “Chanco Colorado”, de infausta memoria en la población de Punta Arenas, porque todo el mundo sabe fue un cazador de indios, y él mismo lo reconocía. Pude conversar con un bisnieto de Mac Lennan en la Tierra del Fuego argentina. Y me sorprendió mucho al decirme que gracias a lo que había hecho Menéndez y los demás estancieros hoy en día no existen en Tierra del Fuego los problemas de reclamos de pueblos indígenas que sí existen en otros lugares de Argentina y de Chile. Imagínate que cosa más sorprendente y lamentable.
— ¿Entonces los descendientes no asumen ningún compromiso con la verdad histórica?
— No lo hacen. Osvaldo Bayer, historiador argentino, se entrevistó no hace muchos años con el dueño de la La Anónima, que fue como se conoció la compañía que en 1908 fundó José Menéndez junto a su yerno Mauricio Braun, cuando Bayer le planteó a Federico Braun que podrían por lo menos realizar un acto de desagravio por el exterminio, éste respondió que él había nacido el año cuarenta y tantos y no tenía nada que ver con esas cosas que se decían. Esto contrasta con empresas como Mercedes o Bayer en Alemania, que emplearon trabajadores esclavos y hoy sustentan museos y fundaciones para dar a conocer esa época oscura de su historia empresarial. Es decir, esa responsabilidad existe. Es muy importante rescatar la memoria histórica.
— En cuanto a la Congregación Salesiana, al parecer su rol fue bastante controvertido ¿Qué papel jugaron realmente en los sucesos relacionados con los indígenas?
— Los salesianos llegaron a tener en isla Dawson un aserradero y exportaban madera a las islas Malvinas. En estas tareas lossalesianos empleaban a los indígenas. Los primeros salesianos establecieron misiones evangelizadoras en Tierra del Fuego y fueron muy críticos con los terratenientes. Realmente trataron de proteger a los indígenas y a la vez evangelizarlos, pues pensaban que eso los ayudaba. Pero hay un momento en que se entregan al poder económico de los estancieros, y la siguiente generación de salesianos está completamente subordinada a la voluntad de los hacendados. Es entonces cuando se escribe una historia favorable a los estancieros como forjadores del progreso en la Patagonia. Estos salesianos se convirtieron en defensores de esa historia manipulada.
— De acuerdo a tus investigaciones ¿Cuánto de culpa tuvieron los gobiernos de Chile en el genocidio?
— Mucha. Las leyes de colonización chilenas y argentinas, que he estudiado en detalle, establecían como límite 30 mil hectáreas para ser entregadas en arriendo a los colonos, porque la intención que se tenía sobre el papel era que llegaran los inmigrantes europeos a instalarse con pequeñas estancias ganaderas, que es por ejemplo lo que pasó en Australia, pero Menéndez, Braun y otros, lo que hacen es conseguir que los gobiernos chileno y argentino se salten sus propias legislaciones para obtener más tierras, pertenecientes obviamente a su habitantes originales. José Menéndez se movía en los pasillos del Congreso de Santiago y Buenos Aires con muchísima habilidad y dinero, llegando a tener en nómina a gobernadores de la Patagonia. En el caso de Chile a Mariano Guerrero Bascuñan, que cuando dejó de ser delegado de gobierno en Magallanes se fue a Santiago y trabajó para los estancieros. En Argentina con Carlos Moyano, que fue gobernador de Santa Cruz, pasó lo mismo. Eran conseguidores de tierra. Existe una responsabilidad absoluta de los gobiernos, pues permitieron toda clase de tropelías.
— ¿O sea que los gobiernos estaban totalmente al tanto de los crímenes?
— Los gobernadores que llegaban a Punta Arenas lo hacían de buena voluntad y a su arribo se encontraban con dos clases de injusticias: acaparamiento de tierras y exterminio de indígenas. Entonces, qué ocurre, que las protestas iniciales se transformaban al poco tiempo en colaboración directa con los terratenientes, todo gracias al dinero y la influencia de Menéndez en el Congreso. El dinero tiene la virtud de acallar las críticas.
— Entiendo que incluso hubo episodios de esclavitud
— Sí, hubo una cacería de indígenas en Tierra del Fuego, los que fueron rematados en el centro de Punta Arenas como si se tratara de un mercado de esclavos. Esto ocurrió en 1895, en una época en que en Chile no existía la esclavitud, pues había sido abolida muchísimos años atrás. Fue algo infame para la historia de la ciudad. El episodio fue denunciando en la época y lo que traigo a colación en el libro son testimonios contemporáneos. De hecho se hizo un juicio que al final, por influencia de los estancieros, se sobreseyó.
— ¿Cómo asumen hoy los magallánicos la historia del exterminio?
— Estuve allá en 2009 y 2011, recorriendo Tierra del Fuego y Punta Arenas. También estuve en la Patagonia argentina. Yo diría que en Punta Arenas hay una distancia bastante grande en relación a la forma que se cuenta la historia oficial en el lado argentino. En Argentina a nadie se le ocurriría poner a una calle José Menéndez o Mauricio Braun. En cambio en Punta Arenas todo el centro de la ciudad está orientado a apuntalar la memoria de esos pioneros, una memoria monolítica. Allí se observan algunos de sus palacetes. Finalmente aquellas familias perdieron todo interés en Punta Arenas y se instalaron en Buenos Aires o en Santiago, donde era mucho más fácil seguir a sus compañías o a sus sociedades. Entonces me sorprendió esa visión histórica oficial en Punta Arenas, porque contrasta con la opinión de los ciudadanos comunes y corrientes, que tienen muy claro que existe una historia impuesta. Los estancieros no sólo se apropiaron de tierras y asesinaron a los pueblos originarios, sino que también afectaron profundamente la flora y fauna de la región.
* * *
Un poco de historia
Extracto del libro
“El momento propicio para retomar lo que para sus descendientes [de José Menéndez] debía ser un merecido homenaje a quien contribuyó decisivamente al progreso de la región, va a llegar en 1975, durante la criminal dictadura de Chile responsable de asesinatos, secuestros y torturas. Ese año se celebraba en Punta Arenas el centenario de la llegada de José Menéndez, organizándose una serie de actos en los que participarán dos de sus más ilustres nietos, el historiador Armando Braun Menéndez y el escritor Enrique Campos Menéndez. Este último, estrecho colaborador del gobierno militar, logrará que el sanguinario dictador promulgue una ley que supone el cambio de nombre de la calle Valdivia, que a partir de entonces se llamará calle José Menéndez. Se trata del decreto nº 1040 promulgado en Santiago el 27 de mayo de 1975 y que fue publicado en el Diario Oficial de la República de Chile del 6 de junio. Lleva la firma de Augusto Pinochet Ugarte, general de ejército, dictador de Chile”.
El 2015 se cumplirán 140 años de la llegada de Menéndez a la Patagonia, sería de justicia anular el decreto del dictador y rebautizar la calle con el nombre de alguno de los pueblos originarios que José Menéndez se empeñó en exterminar.