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LAS CARAS DEL ESPIONAJE
Entrevista a Carlos Basso
Por Alejandro Lavquén
Publicada en revista Punto Final Junio 23 de 2017
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Chile Top Secret (Aguilar, 174 pág.). Investigación del periodista y profesor de la Universidad de Concepción, Carlos Basso, subtitulada “El submundo clandestino de la CIA, la KGB, la DINA y los nazis”. Nueve historias, producto de una investigación periodística, son las que dan vida al volumen. Todas relacionadas con casos de espionaje u operaciones encubiertas y crímenes dispuestos por distintos aparatos de “seguridad”. La KGB en Chile: Neruda, Allende y más; El fallido atentado contra Fidel Castro en Chile; Jaime Guzmán, la CIA y Manuel Contreras; Los dineros ocultos de Himmler en Chile, son algunos de los capítulos del libro.
— Para el público en general la CIA se ve como una organización de película. ¿Cuál es el poder real de la CIA en Chile?
— Yo solo puedo responder de aquello que sé y he investigado, y eso tiene que ver con la CIA de los años ‘70 y '80 en Chile, lo que conocemos en función de la desclasificación ordenada por el presidente Bill Clinton en 1999 y por otros datos que han ido apareciendo después, como la desclasificación de la colección Crest.
Pese a ello, imagino que la CIA de hoy en Chile no tiene el mismo nivel de actividad que poseía en aquella época, primero, porque el conflicto bipolar en el cual de algún modo éramos protagonistas tiene ahora un eje distinto (la lucha contra el salafismo radical) y segundo, porque los documentos que han filtrado Edward Snowden y Wikileaks nos muestran que la forma en que opera el espionaje de hoy es muy distinta, pues pareciera ser que ahora no se necesita tener agentes de impermeable oscuro sobornado a alguien en un estacionamiento a medianoche, sino capacidad técnica para pinchar teléfonos, computadores y hasta televisores, como nos hemos enterado en función de los últimos documentos de la CIA filtrados a Wikileaks. Es probable que en unos 25 años más, que es el tiempo necesario para las desclasificaciones en EEUU, podamos acceder a alguna documentación que nos muestre como era la CIA en Chile hacia 2017.
— Se dice en el libro que la CIA contaba con “informantes de alto nivel al interior del Partido Comunista y al menos con uno dentro del mismísimo FPMR” ¿Se conocen los nombres de los informantes?
— Uno de los detalles que más cuida la CIA y cualquier entidad de inteligencia es el nombre de sus informantes. Todos los documentos de la CIA, el FBI y otras agencias de EEUU que usan informantes vienen con los nombres, apodos y cualquier dato que pueda conducir a sus identidades tachados, por lo cual no los conocemos.
Lo que sí dejan claros esos documentos es que los servicios de inteligencia norteamericanos poseían infiltrados en todos los partidos. Hace unos años entrevisté a Jack Devine, que fue agente de la CIA en Chile a partir de 1971, y me contaba que él manejaba a 10 informantes, y que cada agente de la oficina local de la CIA en ese momento manejaba una cantidad semejante. Hasta donde he averiguado, en ese tiempo eran siete agentes estables, por lo cual la CIA tenía una planilla de unos 70 infiltrados, una cifra que me parece bastante elevada, pero que permite entender por qué el nivel de información que la CIA manejaba en los años ‘80 era mucho mejor que el que tenía el propio gobierno.
— ¿Mantienen los nazis en Chile organizaciones estructuradas?
— Los nazis tuvieron organizaciones bien estructuradas en Chile en la época de la Segunda Guerra Mundial y en los años previos a ella, pero no hoy en día. Lo que permitió que aquello sucediera, en aquellos años, fueron varios factores, pero el primero es que se trataba de un país muy atractivo para el nazismo, dada la gran cantidad de personas descendientes de alemanes que hay, sobre todo en el sur del país. Muchas personas germano descendientes se convirtieron en militantes del partido nazi alemán y prestaron un tremendo apoyo a sus actividades políticas y de espionaje.
Además de ello, Chile y Argentina eran países que le interesaban mucho a los nazis por su ubicación, dado que solo hay dos pasos entre el Atlántico y el Pacífico, y uno de ellos (Panamá) estaba en ese momento en manos norteamericanas, por lo cual les interesaba mucho que Chile y Argentina se mantuvieran neutrales, no solo para permitir el paso de sus buques, sino también para espiar a los barcos de los aliados que pasaban por Magallanes. Es por ello que los nazis invirtieron mucho dinero en Chile, infiltrando instituciones, entregando entrenamiento paramilitar a jóvenes adeptos a su doctrina e instalando espías en todas las ciudades importantes del país.
— ¿Cuánto falta por conocer de la DINA, sus miembros y actividades? ¿Son muchos los que están pasando, o ya pasaron, “piola”?
— Estimo que aún queda mucho por conocer acerca de la DINA y sus actividades, como, por ejemplo, saber qué pasó con los famosos bultos que Manuel Contreras envió en 1978 a Alemania, y que muchos creen que contiene los archivos de la DINA. No sé qué tantos habrán eludido la justicia hasta este momento, pero me imagino que debe haber varios que por distintos motivos nunca han sido citados o mencionados en proceso alguno, en circunstancias que probablemente tendrían mucho que contar.