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SANTA MARÍA DE IQUIQUE
(Entrevista a Carlos Tromben)
Por Alejandro Lavquén
Publicada en Punto Final nº 893/ Enero 26 de 2018
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El escritor y periodista Carlos Tromben (Valparaíso, 1966) presenta su libro Santa María de Iquique. La muerte de la República (Ediciones B, 462 pág.). Novela sobre la matanza de la Escuela Santa María de Iquique, ocurrida en 1907. Antes había publicado en la misma casa editorial Huáscar y Balmaceda. Su libro Crónica secreta de la economía chilena fue un éxito de ventas. El autor ha combinado la literatura con el periodismo radial y de investigación.
— ¿El subtítulo de tu novela Santa María de Iquique, “la muerte de la República”, a qué alude exactamente?
— Alude a que los líderes de la huelga plantearon sus reivindicaciones dentro del más estricto apego a la legalidad y al amparo que las instituciones y la constitución brindaban a todos los ciudadanos, al menos en el papel. La respuesta represiva del Estado destrozó la noción de que la República era una institución inclusiva.
— La matanza de la Escuela Santa María (así como otras) pareciera no ser un tema trascendente masivamente ¿Existe conciencia de la gravedad de este hecho en los chilenos?
— Creo que la memoria y el olvido pasan por etapas. Hoy estamos viviendo un proceso de recuperación en donde cronistas, escritores, ensayistas y autores de ficción estamos contribuyendo a rescatar estos episodios dolorosos y relativamente omitidos por la memoria institucional.
— ¿Es el ejército “la escuela del crimen”, como aseguraban los obreros en el masivo 1 de mayo de 1912?
— Ellos tenían motivos de sobra para verlo así, dado el historial represivo de las primeras décadas del siglo XX. La acción del ejército, en el caso particular de la Escuela Santa María, se alejó de las normas mínimas del uso racional de la fuerza. Su aplicación desproporcionada no se puede explicar solo desde lo institucional, sino también desde el carácter y la psiquis de quien comandaba la fuerza, el coronel Roberto Silva Renard.
— Anteriormente escribiste sobre la Guerra Civil de 1891 y la Guerra del Pacífico, temas polémicos ¿De qué manera crees que estos sucesos influyeron en el desarrollo posterior de nuestra historia?
— Fueron fundamentales. El conflicto es parte de la historia y obedece a múltiples factores, desde la proyección de los intereses del Estado y de los particulares sobre un recurso natural, en ese caso el salitre. La guerra civil, en cambio, fue un conflicto al interior de la élite, donde la renta salitrera tuvo un papel importantísimo, pero no único. También fue relevante el rol de los poderes del Estado y la imposibilidad de compatibilizar los intereses de la fronda aristocrática con las responsabilidades y atribuciones del presidente de la república.
— El factor político siempre está presente en tus escritos ¿Vez alguna diferencia sustancial entre la actitud de los políticos de 1907 y los de 2017?
— Hay diferencias de estilo, pero no de fondo. Los políticos estaban y siguen enclaustrados en su área chica, sus esferas de influencia y lobby. Fíjate que ya en 1907 se hablaba de los conflictos de interés, del hecho de que los parlamentarios que debían sacar leyes que regularan la banca o la industria salitrera tenían intereses económicos en esas industrias.
— Dados los actos de corrupción en la política chilena ¿Estás de acuerdo en que el Estado gaste millones de pesos en financiar a los partidos políticos?
— No, no estoy de acuerdo con financiar a los partidos políticos. Sí estoy de acuerdo con el financiamiento estatal de las campañas, pues me parece que el financiamiento estatal es una forma de redistribuir el poder, porque de lo contrario los partidos con cercanía y apoyo empresarial serían más competitivos que el resto. Ojo, no es lo mismo financiar a los partidos que a las campañas.
— También escribiste el libro Crónica secreta de la economía chilena, donde develas asuntos bastante turbios ¿Se trata de un círculo vicioso o es posible ponerle fin alguna vez?
— Es posible actuar en contra de los abusos del capital en la medida en que los funcionarios estén empoderados, los que deben regular sean independientes del gobierno de turno (alta dirección pública). En la medida en que no tengan complejos frente al poder empresarial. Existe una nueva rama de la economía llamada economía del comportamiento, que muchos gobiernos están aplicando con éxito para extraer el mejor valor económico en una licitación. La teoría de juegos también es una buena herramienta para enfrentar problemas de colusión y competencia imperfecta.
— La derecha económica sigue, en la práctica, gobernando el país, incluso durante los gobiernos de la Concertación y Nueva Mayoría ¿A qué lo atribuyes?
— No sé si sigue gobernando, pero sí creo que tiene una influencia superior a otros sectores de la sociedad. Ellos tienen “sindicatos de rama” como son las cámaras y gremios, pero esta influencia está sometida a mayores controles que en las décadas pasadas. Los escándalos de cohecho y financiamiento ilegal de campañas, las nuevas leyes de lobby, de probidad y transparencia son aportes potentes. Basta analizar la austeridad de esta campaña presidencial para ver que el gran empresariado no pudo volcar los millones y millones que invirtieron en otras campañas.
— Tras la última elección el parlamento se ha renovado ingresando a él nuevos diputados, muchos de ellos bastante jóvenes ¿Favorece en algo este cambio las aspiraciones sociales del pueblo?
— Si favorece o no se verá en la próxima legislatura y en las leyes que se aprueben, pero por lo pronto es una inyección de aire, de nuevas ideas y nuevos rostros. Está por verse si se renovarán las prácticas.
— ¿Qué opinas de la irrupción del Frente Amplio? ¿O será a la larga más de lo mismo con otro maquillaje?
— También está por verse. El Partido Comunista y la Falange fueron en su momento partidos jóvenes, con entusiasmo y promesas de renovación.
— ¿Qué opinión te merece la elección de Sebastián Piñera como presidente de la república?
— Una victoria pírrica de la derecha y un grave error del Frente Amplio.
