Quiméricamente
Atrapar un par de segundos de vida
contener algo un atisbo de lo que nos ocurre
por alguna magia inexplicada quedarnos
de forma perdurable
con algo diferente del dolor
o el simple olvido de las cosas
insistir incrustados en lo perdurable
desasidos del sueño
continuar en todo lo que sea posible
como hombre dejar el deseo
como hombre rasgar el silencio y su abismo
penetrar como hombre en los sortilegios de la noche
pulir como los antiguos la piedra o el metal
sentir sencillamente
que acometemos algo sostenible
dentro la gran historia de los días
abolir por quiméricos instantes la soledad del hombre
parir por fantásticos minutos una magia que no cesa
de renovarse a si misma
oler ver palpar los extremos del ser
de un mismo ser
sin que se nos vaya toda la vida en ese juego
no desaparecer siempre de una vez
no dejar de estar tras una mirada
no sentir la vaciadura a la vuelta de esa calle
perdurar perdurar en el goce en la sabia del goce
y que ocurra simplemente
sin todo el peso y el dolor de
tantas muertes
que algo quede al fin ahí que algo quede
que algo quede que algo no desaparezca
como el fin de estas palabras.
El continuo desaparecer de los días
Que no se nos vaya todo
que no se nos vaya todo
que no se nos vaya todo
que de alguna forma
algo permanezca
entre las manos que ver
algo entre los sueños que recordar
algo entre los dientes que mascullar
algo en los ojos para volver a soñar
y que algo en los ojos se anide para reír
algo en el alma para no llorar
algo en la espalda para por fin, volar
algo en el vientre, para el frio soportar
algo entre todas las cosas para no seguir
como una promesa en este lento desaparecer
algo que modifique esta inmutabilidad de los años
algo que sacuda esta historia tan inacabada y sin fin
que de pronto algo se escurra entre tanta frialdad
para soplar tibieza, mañana al despertar
algo bello y sencillo, para amar tantos días de más
un talismán
un signo inequívoco
un astro fulgurante
una mujer que sea
algo así como
un asalto al infinito
justo antes de la desaparición total.
Contra Abdicación
¿Por qué hay tanto repudio en vuestros corazones?
F. Nietzsche
Por qué tanta renuncia en vuestros actos
por qué tanta falta de deseo en la mirada
por qué ese constante ir hacia el matadero
por qué tanta cotidiana humillación aceptada
por qué esa mecánica repetición
de la noche a la mañana
por qué tan pobre el espíritu y tan ciego el ojo
por qué tan mezquina la mano y
tan escasa la inspiración
por qué tan débil el grito - tan recurrente el llanto
por qué tan blando el abrazo, tan pueril el gesto
por qué tan breve el camino y cada vez el mismo
por qué tan gruesas las cadenas
¿A dónde vas?
Hacia dónde va el alma del poeta muerto
Dónde dirige ahora su canto
Acaso se posa en la copa del árbol más alto
O se detiene-aéreo-junto al oleaje
Tocará su flauta en medio de un jardín de ninfas
O se habrá quedado, aún más solo, en la cima
Del monte de las revelaciones
Dime dónde, dónde estás ahora viejo eremita
¿O es que lograste por fin
Disolverte en medio de la nada?
A Enrique Lihn