Un afortunado encuentro con Graves inconvenientes
Por Tania Orellana
Doctorante en Filosofía, U.de Chile
Octubre, 2009.
En este primer libro de poesía, Graves inconvenientes, Alberto Moreno nos presenta un conjunto de poemas en los que él y nosotros a través de la lectura, deambulamos entre el pulso de lo íntimo/personal y el mundo de las calles, de los ruidos de la ciudad, en una atmósfera densa y a veces asfixiante, de olores, viajes, buses, rostros, habitaciones, luces, espejos, pasos, muertes, silencios y sombras que dan cuerpo a una poesía de constante cuestionamiento, existencial, jamás complaciente y por sobre todo, profunda y sencillamente humana. Condición en la cual, no carente de dicotomías, descansa su potencia y complejidad. Así, la palabra tiene la propiedad de ser tersa y cortante a la vez y, está cargada de urgencia, tedio, angustia, decepción, indignación y de una persistente búsqueda inquieta e inquietante.
Consecuentemente, hay siempre en el trabajo de Alberto un ojo agudo e insomne, lleno de hastío de si y de lo observado, pero que al mismo tiempo es capaz de rescatarse y de rescatar individuos e imágenes del día a día y así, sin caer en discursos y lugares comunes, jugar con esperanzas viejas, raídas, corroídas, mas no por ello corrompidas, que se resignifican en las “pequeñas cosas” y gestos, tal vez algo de lo que Bourriaud reúne bajo el término de microutopías. Esto se hace patente en Día a Día, poema luminoso y vital, en el que sin embargo no está ausente el tinte de lo abismal. En este punto al que somos conducidos por el autor, cómo saber ¿cuál es el desenlace de la escena de un hombre con el corazón en llamas al borde del abismo del fin de los tiempos?
Por otra parte, en la poesía de Alberto hay una constante necesidad de huída ante la inercia, el hábito y la rutina, en la que se encuentra también el “amor”, con respecto al cual, el autor deja entrever un sentimiento fatalista, como en El Rito, en el que está presente la controversia del deleite, de lo placentero y del refugio que se produce en el borde, en el límite e instante antes de la caída. En este sentido, hay también en su escritura una alusión a la relación erotismo-muerte como la propone Bataille, que se evidencia en Pequeña Muerte, y en la que justamente la plétora, el desborde, el derroche de los cuerpos y el ansia de ser uno por parte de los amantes deviene vacío.
La escritura de Alberto Moreno tiene así la riqueza y premura de lo vivo en su más amplio y profundo sentido y, el espesor y densidad de un sujeto, con toda la carga y connotación del término,que en estos tiempos se resiste a una existencia aséptica y acrítica, bebiendo más de lo agraz que de lo dulce y apostando por la contradicción, por el divagar, por lo incierto y por el extravío.
