Presentación del libro Espejismo y circunstancias, de Alberto Moreno.
“Poesías del resto. Notas sobre un poeta intertextual”
Por Cecilia Sánchez
Filósofa y Dra. en Literatura
.. .. .. .. ..
Parto por decir que mi comentario sobre el libro de poemas de Alberto Moreno toma en cuenta que se basa en una relación y, por lo tanto, respeto la distancia entre lo que leo y lo que el escritor, en este caso Albero Moreno, ha escrito. Para hacer valer que se trata de una relación, es decir, de una lectura que co-actúa con otro texto, explicito mis preferencias y énfasis.
Desde el primero de sus poemas, puedo apreciar que la escritura de Moreno trabaja e indaga en la introspección, en la pregunta a un interlocutor mudo y en la referencia intertextual a otras escrituras poéticas.
Saliéndome del orden del libro, advierto que en el último de sus poemas, (“Improvisaciones desde Santiago”) el poeta explica que su escritura depende motivacionalmente de un conjunto de lecturas. Es importante subrayar que en este poema se presenta como un lector que interactúa con Neruda, Huidobro, Pizarnik, Lihn, Parra, Zurita. La explicitación de su imaginario del lector es una de las virtudes de su libro, porque al decir que escribe porque ha leído y, por esta vía, ha comenzado a “desear” la escritura como “gozo y vicio”, “delirio y fortuna” es una confesión que no muchos se permiten. Por el hecho de presentarse como un lector, este último poema es importante para iluminar los primeros poemas de su libro.
Uno de los poemas que más me interesaron es “Ecos”, en especial porque identifica el habla de su poesía como una forma de voz independizada del sujeto que escribe:
“golpeando y golpeando ahí dentro
/era como si alguien me hablara y hablara y nunca dejase de hacerlo” (p.17).
A mi juicio, esta frase exhibe una voz que vuelve identificable la fuente de su poesía. Se trata de una voz que “le” “habla” y “que habla”, con esa independencia que tienen los espectros a los que interroga. En todo caso, no todos los poemas exhiben esta forma de habla.
En el mismo poema, parece significar esta voz como un “sentimiento de culpa”, pero finalmente queda subrayada como una intemperie:
“había construido la casa, paso a paso/ pero me hallaba afuera
/ no estaban el refugio ni la quietud que ese lugar debía brindarme” (p.17).
En el caso de mi lectura, reivindico el afuera sin conciencia de este poema porque la escritura poética -para serlo- se distancia del sí mismo de la conciencia. En mi opinión, la poesía se empobrece cuando es una conciencia la que habla y toma al lenguaje como su intermediario.
En “Algún dios virtual y omnipotente”, vuelve a plantear el problema del habla de la escritura cuando dice: “alguien cualquiera como en una película debe estar registrando y relatando todas nuestra breves actuaciones”.
“…En quien pensamos en la cama
/… con quien soñamos/… a quien odiamos…”
Más adelante agrega, “por ahí debe estar plenamente registrado”.
Cito este poema que vuelve a poner en escena al sujeto/no sujeto que escribe. Puesto en la indeterminación: “por ahí debe estar”, la voz se convierte en un registro permanente de los actos más banales que, por lo general, se desechan; en su caso, este es el material espectral al que interroga.
En estos versos y en algunos que siguen, esta forma de habla que es como una “condena” (título de otro de los versos) o como una “última gota de aire” (último poema), se configura como “espejismo” (el nombre del libro) referido a lo que “perdimos” u “olvidamos”. Quisiera subrayar que esta escritura que experimenta la ausencia del sí mismo y busca la recuperación poética de los restos más banales es el gesto del libro que celebro.
En mi lectura me quedo con los poemas en los que la escritura se hace sobre la base de restos anodinos exhibidos sin una finalidad utilitaria, el resto del poemario me resultó más moralista e interpelador y, por este motivo, el lenguaje se utiliza más como el vehículo de un mensaje que como la materia de la poesía.
Noviembre 05, 2012